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Marcos Antonio, el niño que no disfrutó la infancia

Elsa Morales Naranjo junto a la foto de su hijo, Marcos Antonio. Foto: Otilio Rivero Delgado.

Como Marcos Antonio, un niño camagüeyano, otros 100 infantes de Cuba no pudieron disfrutar la infancia, tronchada por el dengue hemorrágico, introducido en el país en 1981 como parte de la guerra biológica de Estados Unidos para destruir a la Revolución al costo que fuera necesario.

Marquito, como cariñosamente le decían, nació el 2 de noviembre de 1971 y

murió el 8 de julio de 1981, cuando aún no había cumplido los 10 años. Su trágica desaparición marcó a la familia y especialmente a su mamá: Elsa Morales Naranjo, para toda la vida.

El pequeño era una persona especial, tranquila, le gustaba el arte y coleccionar sellos y en su honor, en la biblioteca provincial Julio Antonio Mella, se dedica un espacio, promovido por Elsa: La Peña del Niño Azul, el color preferido por Marcos Antonio.

Este año, el próximo 2 de noviembre, cumpliría 49 años y a su mente vendrían aquellos pasajes de su estancia en los círculos infantiles Alegría del Hogar, ubicado en la calle San Esteban; Cestico de Rosas, en General Gómez y San Ramón, o de las escuelas primarias Emilio Luaces y Grandes Alamedas, instituciones en las que dejó marcadas sus huellas.

Elsa no puede menos que sentir rechazo a las acusaciones que el gobierno de Estados Unidos, ahora durante el mandato de Donald Trump, vuelve a sacar a la palestra de incluir al país entre las naciones promotoras del terrorismo. ¡Qué infamia!

“Esa es una apreciación equivocada por parte del gobierno norteamericano. ¿Por qué? Porque terrorismo es cuando usted va a hacer algo en contra de los derechos de un pueblo para beneficiarte tú. Y Cuba lo único que ha hecho es luchar por los pueblos y que puedan tener educación y medicina gratuitas…”.

“Estados Unidos cuando se mete en un país es para qué, para quitarle los recursos minerales que tiene y otros para administrarlos él”.

Confía que la labor de los internacionalistas cubanos cumple el deber humanista que Fidel sembró y al abordar el distanciamiento social que vive por la pandemia de coronavirus comentó, que en determinados momentos siente estrés, por la soledad del hogar y estar separada del otro hijo que trajo al mundo, quien vive en el exterior.

El pasado 27 de mayo cumplió 79 años y en su condición de poeta y escritora dedica momentos para la creación y enriquecer una obra en la que el centro de todo son las Virtudes del ser humano.