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VALIENTES: “Voy a superar esto para seguir en la batalla”

Osmel Martínez Sierra espera cumplir su tratamiento y su cuarentena para reincorporarse al trabajo. Foto: Cortesía del entrevistado.

El 2 de abril la vida sorprendió al doctor Osmel Martínez Sierra. Con 34 años de edad y más de una década vinculado a los servicios de salud, poco imaginó que un trueque del destino lo llevaría a convertirse en uno de los casos confirmados con la COVID-19 en Ciego de Ávila. Entonces reemplazó la bata de médico por la pijama de paciente, un cambio que no le impide soñar con el regreso al trabajo para seguir repartiendo salud.

El también vicedirector de Asistencia Médica en el Policlínico Norte de la ciudad de Ciego de Ávila, aun no se explica cómo se contagió. “Estaba de guardia administrativa y recibimos a un muchacho que hacía poco había llegado de Panamá. Venía con fiebre, pero tenía puesto su nasobuco. También nosotros cumplimos con todas las medidas de seguridad y solo estuve unos minutos con él”.

El joven paciente dio positivo y entonces a Osmel lo aislaron. A los pocos días le realizaron el exudado nasofaríngeo y el resultado fue positivo.

“Me despertaron pasadas las doce de la noche para darme la noticia. No me lo creía y en ese momento lloré. Fue muy impactante. En muy poco tiempo llegó la ambulancia y me trasladaron para el Hospital Octavio de la Concepción y Pedraja en Camagüey. Mi contagio es la mejor muestra de lo peligroso del virus y de que todo cuidado es poco”.

A pesar de comunicarse desde la frialdad de un chat de Facebook, este doctor tiene la virtud de imprimirle color a las palabras a la hora de contar su historia. Dice que en ese momento, allí solo en la ambulancia, pensó en su familia y en todo por lo que había luchado. Tenía miedo; estaba nervioso.

Desde entonces lleva una rutina única. Hace reposo en su cama e intenta hablar lo menos posible. Unas veces juega en el celular y otras chatea. Se mantiene asintomático y apenas tiene un ligero dolor de cabeza, “normal por el tratamiento”, pero ya dejó atrás el temor de las primeras horas y ahora aprovecha el tiempo para apoyar en el cuidado de los demás. Es esa vocación de sanador que no lo abandona.

“Me dedico a pensar en muchas cosas para alejar cualquier angustia. También ayudo a quienes permanecen ingresados aquí. Ellos sienten miedo, así que les explico qué es la enfermedad, cómo combatirla mejor y qué hacer para salir lo más rápido posible de ella. Quiero terminar ya en mi condición de paciente y volver a ser el hombre de la bata blanca que cura a todos con una sonrisa”, confiesa.

Sin embargo, aun debe seguir el tratamiento por varios días y cumplir ahora con la disciplina que otras tantas veces él exigió. Sabe cuán importante es para vencer la enfermedad.

“Nos enfrentamos a un virus nuevo sobre el cual todavía estamos aprendiendo. A las personas les decimos que confíen en nosotros, porque solo juntos ganaremos esta lucha. Los médicos acá en Camagüey trabajan muy bien y tienen un trato y una capacidad de aprendizaje extraordinaria. Me siento entre colegas y me apoyan cantidad. Eso ayuda mucho”, comenta.

Osmel ya estaba en un centro de aislamiento la primera vez que los cubanos nos dimos cita a las nueve de la noche para aplaudir al personal de salud. Él conoció de la iniciativa por las redes sociales y desde entonces le parece una bonita forma de agradecer. “Es señal de que el pueblo confía en nosotros y en el sacrificio que hacemos alejados de la familia por tal de cumplir con el deber”.

Para este doctor esa distancia le parecerá el doble. El próximo día 11 de abril cumple 35 años y en casa ya planificaban una cena cuando el test positivo trastocó los planes. Sin embargo, no existe dolor en sus palabras: “Tranquilo, que cuando salga de esta la hacemos sin falta”.

Justo esa misma convicción acompaña a este médico cuando habla del trabajo de los doctores cubanos. “El enfrentamiento que el país le hace a la Covid-19 es muy bueno. Se han tomado todas las medidas y yo confío en mis colegas. A ellos y al pueblo solo les pido extremar los cuidados, porque esta enfermedad no tiene rostro”.

Indudablemente Osmel ya no tiene miedo. “Tengo conmigo la fe de miles de amigos que me escriben y me llenan con sus mensajes de amor. Cuando me recupere regresaré como siempre, porque esta es mi profesión y no la voy a dejar. Voy a superar esto, para continuar en la batalla”.