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Cuba aplaza los abrazos

 

Foto: Gabriel Guerra Bianchini/ Facebook.

Cuba aplaza los abrazos. También los besos. Es un stop de un mes. Puede ser de más. Y esta quizás sea la restricción más dura que impone el nuevo coronavirus en esta isla construida sobre esos pedestales.

Es quizás la medida más difícil de cumplir para quienes nos acostumbramos a poner la mejilla al besuqueo o rendir los brazos al cuerpo del otro.

Pero habrá que cumplirla, aunque nos cueste aprender a vivir sin la efusividad hacia el amigo que cumple años o el saludo cotidiano que nos dispensamos los amigos, así nos veamos mil veces al día.

Habrá que cumplirla, aunque nos cueste frenar ese instinto silvestre de rodear de mimos a quien llega de lejos, a quien logra el premio del momento o llega de la escuela y espera restituir todo el cansancio del día con un fuerte mimo.

Tendremos que vivir sin abrazos o torcerlos con los choques de codos o pies, conque tratamos de arrancar una rutina casi exclusiva de esta isla.

Y tendremos que acatar la restricción, aunque nos cueste lágrimas no rodear al bebé de casa de los arrullos cercanos, o al anciano que ve en estos el mayor aliciente de vida. O al compatriota eventual que vimos solo una vez en una cola.

Habrá que poner coto temporal a tanto amor desbordado, aunque medien los impulsos en esta difícil misión de tratar de imitar las gélidas poses de otras culturas.

E incorporaremos un término que nos es extraño, distante: distanciamiento social, le pusimos y no todos acabamos de digerir la urgencia de asumirlo.

Cuba posterga los abrazos y también los besos como un acto de amor por ti, por mí, por todos. Para cuidarnos, protegernos.

Suerte de nosotros que el nuevo coronavirus no nos impide querernos en esta suerte de raza especial que somos de regalar no los que nos sobra, sino de compartir lo poco que tenemos.

Sí porque nos restringió los abrazos y los besos, pero nos dejó libre de contagio el corazón para amarnos más, aunque nos separen dos metros o kilómetros de distancia.

Cuba aplaza los abrazos y los besos para después, para cuando todo pase, porque pasará, nos demos un apretón del tamaño del mundo.