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¿Cómo llegó Batista a general?

Desde los 16 años, Batista tenía el sueño de verse convertido en militar, anhelo que hiciera realidad a los 20 años. Foto: AP.

Confieso que aun después de haber leído, hace mucho tiempo, un libro como Un sargento llamado Batista, tenía dudas al respecto. La biografía que, por encargo, escribió el norteamericano Edmund A. Chester, no es suficientemente explícita en ese sentido. En la noche del 8 de septiembre de 1933 Batista pasó, en virtud del Decreto 1538, de sargento de primera (taquígrafo) a coronel, y con ese grado se mantuvo al frente de la jefatura del Ejército hasta que salió de filas para postularse a la presidencia de la República, la que alcanzó en 1940.  Es decir, se retira como coronel, grado máximo en el Ejército cubano de entonces. En 1942, sin embargo, asciende a general. ¿Cómo alcanza ese grado si se hallaba, en lo militar, en situación pasiva?

Con fecha de 27 de enero de 1942 se promulga, bajo la presidencia de Batista, el Acuerdo-Ley Número 7, conocido también como Ley Orgánica del Ejército. Dicho documento, impulsado por la entrada de Cuba en la Segunda Guerra Mundial, estableció que en el Ejército habría cuatro generales de brigada y que uno de ellos, con el grado transitorio de mayor general, ocuparía la jefatura del Estado Mayor.

En el cuerpo de ese acuerdo-ley, Batista hizo asentar una disposición que lo retrata.  Dice: “El oficial superior en situación de retiro, que haya ocupado en propiedad la jefatura del Ejército y desempeñe o haya desempeñado la presidencia de la República, figurará en la relación o escalafón especial de oficiales de su misma situación, con el mayor grado o jerarquía reconocido por esta ley”. Ese grado máximo era el de general de brigada y Batista reunía los requisitos que él mismo impuso.

No contento con el auto ascenso, se propuso consolidar su posición. Para ello modificó la Ley de Retiro de las Fuerzas Armadas con la adición de un nuevo artículo, el 48, que expresa: “El militar en situación de retiro que ocupe la Presidencia de la República no percibirá pensión alguna mientras desempeñe dicho cargo; computándosele el tiempo que lo sirviere como en activo a los efectos de su antigüedad en el servicio”.

La Ley Orgánica establecía que el militar escogido para ocupar, como mayor general, la jefatura del Estado Mayor, debía haber servido, como general de brigada, durante dos años como mínimo. En virtud del artículo 48, Batista, aunque retirado, seguía teóricamente en el Ejército y acumularía antigüedad durante los dos años que le restaban para abandonar la presidencia.  Con su grado y el tiempo requerido, si un testaferro suyo   llegaba a la presidencia en 1944, podía nombrarlo jefe del Ejército, con grados de mayor general, sin infligir la ley, circunstancia que no se dio, pero era perfectamente posible si su candidato, Carlos Saladrigas, hubiera ganado los comicios en ese año.

El golpe de Estado del 10 de marzo hipertrofió la estructura de las Fuerzas Armadas. Una nueva Ley Orgánica dispuso en 1957 la creación del Estado Mayor Conjunto e introdujo nuevos grados en el Ejército y la Marina. El oficial superior que asumiera la jefatura del Estado Mayor Conjunto ostentaría a partir de esa ley el grado transitorio de general en jefe. El jefe del Estado Mayor del Ejército sería teniente general, y almirante, el de la Marina, en tanto que el presidente de la República ejercería el mando de las Fuerzas Armadas con el título de jefe supremo.

Entre otras novedades aparecía el grado de Brigadier, intermedio entre los de coronel y general de brigada. Como distintivo común todos los generales usarían en las solapas de la guerrera o en el cuello de la camisa una estrella de plata colocada en el centro de una rama de olivo y otra de roble, también de plata y entrecruzadas, mientras que la clasificación de su jerarquía estaría dada por las estrellas colocadas en línea sobre los hombros. Una estrella de plata para el Brigadier, dos para el general de brigada, tres para el mayor general y cuatro para el teniente general, mientras que el general en jefe luciría, en forma de pentágono regular, cinco estrellas de plata, al igual que el jefe supremo.

Francisco Tabernilla, ya con grados de teniente general en virtud del Decreto 3440, ocupó, como general en jefe, la jefatura del EMC de aquellas Fuerzas Armadas. Batista no llegó a lucir los distintivos y las estrellas inherentes a su nuevo grado, pese a que en esos días se anunció hasta el cansancio que había mandado ya a confeccionar sus uniformes a fin de ponerse personalmente al frente de las tropas en operaciones contra los rebeldes. En verdad, nunca se asomó siquiera al teatro de operaciones.