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El diario de René: La cobertura de prensa que rodeó la recordación del derribo y un testigo dudoso

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Son las 7:50 p.m. del lunes 26 de febrero, cuando puedo sentarme a escribir, después de una tarde interminable en las celdas de espera para llegar al fin a la unidad recién hace unos veinte minutos. Un plato de comida, una sopa instantánea, un refresco en la mano y a teclear.

Hoy, al llegar a la sala, nos enteramos de que Jack y Norris, en compañía de la omnipresente Lisa, hicieron un viaje muy exitoso a Washington en busca de testigos para nuestro caso. Allí se entrevistaron con un grupo de altos militares retirados de este país, quienes testificarán a nuestro favor; este grupo incluye a un almirante y un general de cuatro estrellas, este último ni más ni menos que el general Wilheam, quien dirigió el Comando Sur cuando fue trasladado a Miami. Tanto Jack como Norris están muy contentos con los resultados de su viaje.

Philip, por su parte, me pone al día sobre la historia de la famosa apelación de Basulto y su comparsa en relación con la orden de la jueza, la pasada semana. Según mi abogado, ellos pusieron la apelación en la tarde del viernes, cuando normalmente ya no hubiera habido tiempo para ser considerada; no obstante, el tribunal falló en tiempo récord con la conclusión de que, efectivamente, la orden de la jueza debía haber traído los dibujitos para que la entendieran las abogadas de Basulto. Según el texto, la decisión se basó fundamentalmente en la posición del gobierno, en el sentido de que Basulto no haría nada violatorio de la orden de Lenard. Para mi abogado todo este proceso tan expedito tiene un tufo raro, pero el hecho es que al final Basulto pudo hacer, si no todo, parte de su show en combinación con el resto de la orquesta del gueto. Una escaramuza que podemos considerar terminada en tablas.

Con el arribo de la jueza, Joaquín sube al podio a las 9:12 a.m. para referirse al show del fin de semana. Méndez menciona la publicidad generada alrededor del vuelo de Basulto, entrevistas y editoriales del Herald y el montaje fílmico exhibido en los canales de televisión hispanos; pide a la jueza que se anule el juicio y se reconsidere la moción puesta casi desde el principio del caso, para trasladarlo de sede.

Heck toma la palabra para decir que el jurado ha sido bastante consciente y ajeno a eso; recalca que los miembros del panel han sido disciplinados y han obedecido las instrucciones de mantenerse distantes de la publicidad del caso. Para no perder el hábito de la desfachatez, se refiere a la cobertura de prensa como objetiva, inocua, moderada, cándida y atenida a los hechos.

Paul plantea que los temores con anterioridad expresados se hicieron realidad y que la descripción de Heck Miller resultó tibia. El abogado pide a la jueza la realización de un cuestionario individual a los jurados sobre lo que pudieron ver o no en la prensa durante estos días de descanso.

La señora Lenard decide hacer pasar al jurado y a las 9:25 les pregunta si han estado expuestos a la cobertura de prensa que rodeó la recordación del derribo. Ningún jurado levanta la mano; se comienza la sesión.

Mientras la Fiscalía llama al próximo testigo, nos enteramos de que podría haber algún problema con las deposiciones tomadas en Cuba, pues al parecer algunas referidas a los testigos de Paul habían perdido la banda sonora estando bajo la custodia del gobierno. ¡Raro que está este caso! Los abogados escucharán las deposiciones y decidirán qué hacer.

A las 9:30 va al estrado de los testigos el señor Charles Leonard, experto en aviación del gobierno. Bajo la celosa ayuda de la fiscal, recorre su vida en la aviación, desde su ingreso en la Fuerza Aérea en 1956; sus años como piloto interceptor, tanto en la Fuerza Aérea como en la Guardia Nacional; su carrera de piloto comercial con Eastern Airlines desde 1966 y durante veinticinco años; su retiro de las actividades militares como teniente coronel tras acumular más de 17 500 horas de vuelo, y su trabajo para el National Transportation Safety Board (Buró Nacional de Seguridad del Transporte) como investigador de accidentes e incidentes aéreos. Consumidos los treinta y cinco minutos de su historia personal, la fiscal Heck Miller lo ofrece como testigo a las 10:05 a.m. y Paul pide que se le permita examinar sus credenciales.

Paul recorre junto al testigo su trayectoria de investigador de accidentes, que se remonta al año 56. Su última investigación fue un incidente militar a mediados de los 70. Pero ningún trabajo del experto tuvo relación con el derribo de una aeronave. El señor Leonard acepta que nunca combatió, nunca encontró un Mig y su última intercepción aérea la realizó durante su servicio en la Guardia Nacional en Puerto Rico. El abogado se detiene en este último puesto, y le pregunta si pertenecía a la defensa aérea y el testigo dice que sí, pero no recuerda la zona, el ala o el escuadrón al que sirvió. Sobre su actualización en cuanto a procedimientos de intercepción militar, se refiere a algunas revistas y contactos personales con amistades recién retiradas de la Fuerza Aérea, sin poder mencionar algún entrenamiento específico después de los años 70. Por sus respuestas parece tener amplia experiencia en investigación de accidentes civiles durante los últimos veinticinco años, tanto al servicio del National Transportation Safety Board como en los últimos años sirviendo de consultor privado.

Paul pide un side bar, pero Heck Miller se interpone para hacer algunas preguntas más al testigo. Insiste en que, aunque no ha investigado ningún derribo de aeronave, ha sido una persona confiable para el National Transportation Safety Board que ha empleado su experiencia como investigador militar. Ha realizado investigaciones sobre los Mig a través de los manuales disponibles, entrevistas con pilotos e incursiones en la Internet, entre otras actividades. Se refiere a la OACI, la Organización de Aviación Civil Internacional, de la que tanto Cuba como los Estados Unidos son signatarios, para terminar diciendo que está familiarizado con los procedimientos de intercepción aprobados por esta organización. A las 10:33 a.m. Heck Miller concluye con el testigo, este es excusado junto con el jurado para que cada parte exponga sus criterios acerca de sus calificaciones.

Paul dice que lo considera un experto excelente en reconstrucción de accidentes de aviación, pero que no estamos frente a un accidente sino ante una acción militar donde hubo un derribo de aviones, y el señor Leonard no ha investigado nunca un hecho como este. Por otra parte, el testigo no tiene experiencia de combate y al parecer tendió a exagerar sobre su pertenencia al comando de la defensa aérea de la Guardia Nacional de Puerto Rico, pues según el experto de McKenna ese nexo nunca existió, y de ahí la amnesia del testigo con respecto al ala o al escuadrón en el que supuestamente sirvió.

Heck Miller comienza como le gusta: “El señor Leonard está, amplia y abrumadoramente, calificado como experto”. Explica que las reglas para la intercepción de aviones civiles están descritas por la OACI y aparecen también en el Aeronautical Information Publication (AIP) de Cuba (Publicación de Información Aeronáutica de Cuba). Señala que los derribos de aviones civiles por naves militares son muy raros y sería casi imposible encontrar a alguien que los haya investigado. “Es difícil encontrar a alguien más calificado que el señor Leonard”, concluye Heck Miller.

Paul reitera que el señor es un experto en colocar juntas las piezas del rompecabezas que es un accidente aéreo, pero nunca ha participado en la investigación del derribo de una aeronave por otra. McKenna termina advirtiendo a la jueza que, si se busca en los reglamentos de la OACI, hay un artículo relacionado con el derribo de aeronaves civiles por los estados signatarios que prohíbe estas acciones. Paul aclara a la Corte que ese artículo no había sido firmado por Cuba en febrero de 1996, y que Estados Unidos no lo ha firmado todavía.

La jueza quiere saber de la Fiscalía cuál es el tema sobre el que se preguntará al testigo y Heck Miller responde que se trata de demostrar que Cuba no siguió las reglas de la OACI ni las de su propia publicación aeronáutica con respecto a la intercepción de aeronaves civiles. La jueza dice que considerará los argumentos para decidir sobre las calificaciones de este testigo.

Yo ya tengo mi opinión. No caben dudas, al señor Leonard le gusta sobreestimarse y parece ser el único piloto que conozco que, sin haber enseñado nunca a volar a un novato o haber dirigido una escuadrilla, de pronto es instructor: no de cualquier piloto, sino de los instructores de los instructores, y cuando da clases en la universidad, no es para alumnos comunes y corrientes de college, sino para los investigadores que dirigen a los investigadores en otros países o en grandes líneas aéreas. Yo siempre había creído que antes de poder enseñar a volar a Supermán, uno tenía que haber comenzado como un simple instructor. Pero por otra parte, no caben dudas de que el señor no tiene necesidad de sobreestimarse tanto y cuenta con muy buenas credenciales. A mí me parece que está más que calificado para opinar sobre el contenido del manual de la OACI y del AIP de Cuba, en relación con los procedimientos de intercepción aérea. En este caso Heck Miller tiene razón cuando explica que en la historia de la aviación se cuentan con los dedos los derribos de aviones civiles –ella solo se refirió al de Korean Airlines por los soviéticos y, por supuesto, ignoró el de un avión de pasajeros iraquí por los Estados Unidos–, por lo tanto, sería imposible buscar a un experto que haya investigado algún incidente parecido al del 24 de febrero de 1996.

La jueza coincide conmigo y acepta al señor Charles Leonard como experto. La señora Heck Miller comienza el interrogatorio directo.

Guiado por ella, el capitán Leonard se refiere a los manuales de la OACI y los procedimientos aprobados para interceptar aeronaves civiles. Tras explicar que la OACI es la Organización de Aviación Civil Internacional y que sus funciones consisten en regular las actividades de la aviación civil globalmente, pasa a explicar los procedimientos para interceptar aviones establecidos por dicha organización. En general los procedimientos de intercepción tienen como objetivo principal acercarse e identificar aviones fuera de ruta o desconocidos, que invaden el territorio de un país, y desviarlos de esa ruta. Explica que no hay ningún procedimiento aprobado en la OACI para derribar aviones civiles y que él nunca lo había hecho en su vida como piloto militar, aduciendo que la intercepción se realiza cuando no hay posibilidades de establecer contacto radial, método preferido para identificar aviones.

Los procedimientos los diseña la OACI, de la cual tanto Cuba como Estados Unidos son signatarios, y están publicados en los manuales de la OACI, así como en las publicaciones de información aeronáutica de cada país. Consisten en contactos radiales y, de fallar estos, entonces se pasa a las maniobras establecidas en dichos manuales. La Publicación de Información Aeronáutica de Cuba contiene esos procedimientos, que concuerdan con los de la OACI, y básicamente comprenden tres fases en las que el avión militar se acerca por detrás a la aeronave civil objeto de intercepción para identificarla y, luego, proceder según se decida; sea dejarla seguir o tratar de hacerla tomar otro curso mediante ciertas maniobras del avión interceptor. “Siempre con mucho cuidado para no asustar a los infelices pasajeros”, repite una y otra vez nuestro superpiloto, mientras uno trata de imaginarse a Basulto y su gavilla aérea respondiendo fielmente a la descripción de entretenidos aviadores fuera de ruta que nos está ofreciendo, con pasajeros inocentes incluidos. Nuevamente asegura que no hay ningún procedimiento en la OACI para derribar aviones o realizar pases de advertencia[1] y nuevamente afirma que el objetivo fundamental es el de identificar la aeronave.

Luego entra en el concepto de lo que en aviación se conoce por FIR o Región de Información de Vuelos, o sea, el área bajo la responsabilidad de un estado a los efectos del tráfico aéreo, la cual se extiende más allá de sus aguas jurisdiccionales y que, en el caso de los FIR de Cuba y Estados Unidos, se topan en el paralelo 24 norte. Tras leer de nuevo en el AIP de Cuba que la intercepción es el último recurso, intenta incursionar en el concepto de aguas territoriales de Cuba, lo cual provoca una objeción de Paul que la jueza acepta.

Remitiéndose al 24 de febrero de 1996, explica que los aviones establecieron contacto con Cuba antes de cruzar el paralelo 24 norte desde el FIR norteamericano al cubano; que llenaron planes de vuelo para hacer el viaje de ese día; que usaron transponder para ser identificados por el radar; que el único que entró a aguas territoriales de Cuba, según el radar norteamericano, fue el N2506, y que fueron derribados precisamente los dos que no entraron. Tras explicar que todos se identificaron tanto por radio como a través del transponder, se presentó al jurado una ampliación de los diagramas de los procedimientos de intercepción para dar una clase completa de cada paso. Y termina Heck Miller preguntando al testigo sobre la capacidad de la Fuerza Aérea Cubana. Una objeción de Paul provoca un side bar.

De regreso se aborda el tema de la capacidad de comunicación por radiofonía entre todos los involucrados en el incidente, para establecer que tanto los Mig como los controladores de tierra, ya fueran militares o civiles, pudieron haber optado por llamar a los intrusos y exigirles que abandonaran Cuba antes de derribarlos. Refiriéndose a las grabaciones de los Mig, el testigo señala que estos no trataron de hacer contacto radial con los aviones de Hermanos al Rescate, como tampoco lo intentó el controlador militar de tierra. Para finalizar su testimonio de ese día, plantea que Cuba no había cumplido con los procedimientos de la OACI. Y se acaba la sesión.

La señora Heck Miller pide alterar el orden de los testigos, para abrir la mañana siguiente con un experto del Departamento de Estado que testificará sobre los límites territoriales de Cuba y quien, según dice, tiene un horario muy complicado. La solicitud es aceptada al igual que otra relativa a la presencia de su experto de aviación, revisada por ambas partes. Se llega al acuerdo de que no habrá más algarabía por la asistencia de expertos en los testimonios durante el resto del juicio. Así termina este lunes y ni corto ni perezoso me lanzo a contarte el martes, aunque solo pueda escribir una oración sobre ese día.

Nota:
[1] Los pases de advertencia sí están descritos en los procedimientos de la OACI.

Se han publicado 2 comentarios



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  • Luis J. dijo:

    Que orgulloso estoy de mis 5 hermanos, de esos 5 héroes que hicieron una parte importante de nuestra historia y patentizaron nuestra eterna resistencia ante el imperialismo, BRAVO René que grande eres y lo digo con orgullo……..

  • andres garcia lopez dijo:

    He esteado leyendo el libro sobre los 5 de un escritor canadiense. mas alla de los limites...leyendo estos articulos me doy cuenta de la valentia y los C.......es bie puestos de estos heroes que pusieron sus vidas en juego para defender a Cuba de posibles ataques terroristas desde Miami. USA con la complicidad de los EE.UU.
    Al final triunfo la verdad! Como les envidio queridos heroes! Ojala yo pudiera hacer mas por Cuba.Hoy que estoy mas viejo me he dado cuenta que tuve que hacer mas en mi juventud..Ellos dieron su juventud por la libertad de Cuba. Bravo!

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René González Sehwerert

René González Sehwerert

Héroe de la República de Cuba. Uno de los cinco jóvenes revolucionarios que se infiltró en grupos terroristas que desde la cuna de la mafia anticubana, Miami, organizan impunes sus ataques criminales contra el territorio cubano. Fue condenado a 15 años de prisión. Su causa contó con una enorme solidaridad internacional. Regresó a Cuba en el año 2013.

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