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“El diario de René”: Lo absurdo de querer aislar a Cuba

Son las 5:53 p.m. del lunes 12 de febrero y acabamos de llegar de la Corte. Por fortuna el día fue bastante corto y espero poder resumírtelo de una sentada.

Como te prometí no dejar nada sin contar, aprovecho para hacerte una anécdota de carácter humano, pero que no deja de tener relación con este caso porque es ilustrativo de la absurda política que durante más de cuarenta años ha aislado a los pueblos de Cuba y Estados Unidos. Aunque ocurrió la semana pasada, preferí esperar para confirmar el nombre del protagonista.

Se trata de James Londergan, quien, a raíz de la absurda decisión de clasificar como secreta la evidencia del caso por parte del gobierno tras nuestro arresto, fue designado por la Corte para custodiarla y aplicar las regulaciones de seguridad que exige la ley. Es un señor muy respetuoso y decente, que ocasionalmente visita la sala, supongo que en razón de su trabajo, sin dejar de dar los buenos días o responder a la cortesía de nuestro saludo. El jueves pasado, durante un receso, Mr. Londergan se sentó en el lugar a nuestras espaldas que generalmente ocupan los alguaciles, y desde mi puesto pude oírlo conversar con Philip acerca de las deposiciones hechas en Cuba para recoger ciertos testimonios. Suponiendo que habría ido para custodiar las grabaciones de los mismos, giré en mi asiento y le pregunté si había estado en Cuba durante las deposiciones. El señor me dijo que efectivamente había ido, y le pregunté cómo la había pasado y si había disfrutado el viaje. El rostro se le encendió, me dijo que tanto Cuba como su gente le habían gustado mucho y me contó lo siguiente:

Ocurre que sus padres pasaron la luna de miel en el Hotel Nacional y él siempre había deseado verlo porque lo conocía por fotografías antiguas de la familia. Y he aquí que en la primera oportunidad que se le presenta de visitar La Habana, tiene la suerte de hospedarse en el mismo hotel y reconocer rincones conservados a través del tiempo, por los que sus padres habían pasado hace más de sesenta años. Desgraciadamente ya ellos fallecieron y no pudieron disfrutar esta vivencia de su hijo.

Todo esto me lo cuenta el señor Londergan emocionado, como agradecido de que la vida le haya dado esta oportunidad de seguir tras los pasos de sus progenitores, tanto tiempo después. “Usted sabe que siempre será bienvenido de vuelta a Cuba”, le digo. “Muchas gracias –me responde–. Yo lo sé y espero que este viaje no sea el último”.

Roberto y yo comentábamos acerca de esta anécdota durante su visita de ayer y nos dolíamos de lo absurdo de querer aislar a Cuba, así como lo es el pretender socavar la moral de nuestra población con lo que llaman eufemísticamente contactos de pueblo a pueblo. Y es que hay políticas que por su propia naturaleza están destinadas al fracaso, y de la misma forma que el aislamiento no ha funcionado, romper el bloqueo se logrará a través de los contactos entre ambos pueblos, por muy regulados que sean. Pues hay que ver cómo, a medida que se relacionan con nuestra gente, los vecinos del norte terminan rompiendo los prejuicios que les inocularon tan laboriosamente durante años, al descubrir un pueblo alegre, cortés, abierto y sin odios.

Por eso el sindicato del anticastrismo reacciona tan airadamente a la menor señal de distensión. En su lucha por mantenerse con vida, su instinto de conservación se alarma con cada paso de acercamiento entre los dos países. Esta historia me recuerda la de nuestro amigo Félix Sánchez, a quien la propaganda de la radio anticubana le hizo creer que, por haber sido oficial del ejército de Batista, lo esperarían en Cuba con una orden de arresto. Por eso se privó este buen hombre de ver a su padre, de cuya longevidad estaba tan orgulloso, y no pudo darle un último adiós antes de que falleciera, casi a los cien años. Estas son pequeñas historias que nos recuerdan el daño que puede hacer un puñado de resentidos con mucho dinero y más malas intenciones.

Como ves, o estoy confiado en lo corto del día en la Corte o simplemente le he tomado el gusto a este diario. Pues ya pasé de una página sin empezar el testimonio.

Cuando llegamos a la sala, ya estaba la respuesta de la Fiscalía a la moción de Paul sobre las últimas andanzas de Basulto. Se reduce a los siguientes argumentos: Basulto es un ángel de Dios. Ha cumplido con la orden de la jueza varias veces al negarse a dar entrevistas. Está honrando a sus amigos caídos. Sus comentarios no tienen que ver nada con el juicio. Richard Nuccio también metió la patita en una ocasión y no se le castró por eso. El pobre Basulto tiene sus derechos a la libre expresión, y todo lo que se merece es una palmadita en la mano para que no la vuelva a meter en el tomacorrientes.

Comienza el día el señor Mark Stendt, guiado por Kastrenakes. Stent es especialista en huellas dactilares del FBI desde 1976. Compara positivamente las huellas tomadas a Juan Pablo Roque por In migración, a su entrada a este país, con las de un talonario sin usar de planes de vuelo, aparecido en casa de Gerardo después del arresto. Aquí sigue un regodeo entre el especialista y el fiscal, alrededor de la frase “planes de vuelo” sazonada con “Juan Pablo Roque”, que provoca nuevamente la agitación en la familia de los pilotos de Hermanos al Rescate. Sin establecer vínculo alguno entre un talonario vacío, unas huellas, el nombre de Roque y el derribo, los fiscales se repliegan dejando nuevamente a los familiares en ascuas. Generalmente es bastante difícil establecer lo que no existe.

Ha tomado treinta y siete minutos la conferencia de dactilografía. A las 10:22 Paul interroga al especialista. Le pregunta quién le dijo que los talonarios vacíos eran planes de vuelo, y el testigo responde que fue la manera en que se les denominó al enviárselos para su análisis. Paul inquiere sobre si alguna vez se le envió para analizarlo algún formulario de este talonario que hubiera sido llenado. La respuesta es negativa. Suficiente para esta farsa y paso al próximo testigo.

Sube al estrado el agente del FBI George Quinland, joven oficial al que se le dio la tarea de localizar las direcciones de Ramón en Tampa y tomar fotografías de dos apartamentos en que residió, junto a otras instantáneas de la base aérea de McDill visible desde dichas residencias, que se hallaban en las inmediaciones de la instalación militar. El propósito es obvio, conectar a nuestro hermano a una tarea relacionada con la base. En las fotografías tomadas desde los apartamentos se observan porciones de la base aérea y algunos aviones en las pistas; a las que el agente añadió fotos de la posta principal de la base, imposibles de tomar desde los apartamentos.

A las 11:35 Mr. Norris pregunta al agente si tiene credencial como oficial del FBI y, ante la respuesta afirmativa, le pregunta si se la mostró a alguien para tomar las fotografías. El agente dice que solo la mostró a los guardias de la entrada principal y acepta que los apartamentos no eran restringidos ni pertenecían a un complejo militar, así como que no necesitó permiso para tomar las imágenes de las pistas; también admitió que cualquiera podría tomarlas.

Norris ha empleado solo diez minutos y Kastrenakes regresa al podio para establecer que el oficial pidió permiso a los guardias para tomar las fotografías, que el acceso a la base es controlado y que, efectivamente, había postas en la entrada.

La Fiscalía reasume la tarea de demostrar la culpabilidad de Gerardo

VII

Donde la Fiscalía, tras su repliegue, reasume la tarea de demostrar que Gerardo acordó que se quitara la vida a cuatro personas y que se hiciera en aguas internacionales, e incursiona en los otros cargos antes de cerrar su caso

A las 12:00 se presenta al testigo Lanny M. Clelland. Mientras Paul pide un side bar y se reúnen abogados y fiscales con la jueza.

A su regreso, Philip me informa que el side bar tiene relación con las travesuras de Basulto, pues al parecer este está ofreciendo cierta resistencia a entregar los materiales que la Corte le ha solicitado, y también está pendiente el asunto de su experimento extrajudicial programado para el 24 de febrero próximo. La jueza decide que el miércoles 14 no habrá sesión y que la tarde se empleará en una audiencia para discutir estos asuntos.

El señor Clelland se presenta como analista de radar con unas credenciales extensas, trabaja en el Escuadrón 84 de Evaluación de Radar (84 Radar Evaluation Squadron, [84RADES]), dependencia única de la Fuerza Aérea que realiza análisis para todas las ramas militares y civiles de la aviación, en relación con incidentes y disputas aéreas.

Mr. Clelland explica que para establecer los hechos del 24 de febrero del 96 se utilizaron dos radares de tráfico aéreo, situados en Tamiami y en Cayo Hueso, en conjunción con un radar montado en el globo aerostático instalado en Cudjoe Key, en los cayos de Florida. Dice que aunque los datos de radar por lo general se guardan solo cuarenta y ocho horas, los de este suceso se preservaron permanentemente para poder examinarlos.

Informa cómo cada avión de Hermanos al Rescate pudo ser singularizado a través del código de transponder asignado a cada uno, por el control de tráfico aéreo. El transponder es un transmisor de radio montado a bordo del avión, que envía una señal al radar identificable a través del código seleccionado por el piloto, a solicitud del controlador. Este código permite la identificación de varios aviones entre sí.

Luego Mr. Clelland presenta un disco compacto donde, a través de un programa, se procesaron las señales de estos tres radares, incorporándoles también los datos del Majesty of the Seas, para recrear, como en una película, lo que debió de haber ocurrido en el estrecho de Florida en la tarde del 24 de febrero de 1996.

A la 1:30 de la tarde, Paul pide la palabra para examinar al testigo respecto a este disco compacto.

Paul extrae del testigo la siguiente información: el disco compacto fue preparado por un agente del FBI, cuyo nombre él no recuerda, bajo cuya total supervisión los datos de los tres radares fueron incorporados al disco; los tres radares en general concuerdan, aunque en ocasiones y de acuerdo con el área geográfica, la composición gráfica no representa datos de los tres; el testigo estudió los datos independientes de los tres radares. El programa de computadoras que mezcló los datos de los tres radares y añadió los del Majesty of the Seas fue creado por el 84RADES, el programa no parece haber estado desarrollado en el año 96, y en el disco aparecen juntos los datos de radar con el programa para procesarlos y convertirlos en imágenes.

Paul plantea que quiere objetar el disco compacto y, siendo la 1:45, la Jueza despide al jurado para que cada parte exponga sus puntos de vista.

Paul expresa que no objeta los datos de radar, pero no está de acuerdo con que se procesen a través de un programa donde los Mig aparecen como vampiros y los aviones de Basulto como querubines. Quiere continuar con su interrogatorio para precisar cómo se creó el disco.

Heck Miller dice que el FBI no creó el programa. Sencillamente se limitó a pasarlo a formato de disco compacto, a partir del original creado por el 84RADES.

La jueza permitirá algunas preguntas acerca del programa de computadora, así como de la disponibilidad del mismo en el año 96, y acerca del 84RADES. De esta forma termina un día que te había anunciado que sería corto.