Desde que el trovador Silvio Rodríguez, decidió repartir canciones por los barrios más necesitados de La Habana en el año 2010, no ha dejado de conmover a cientos de personas, que sin medir distancias, le siguen para disfrutar de una experiencia única en la que el canto y la poesía, se entrelazan a los sentimientos, alcanzando dimensiones incalculables. Así sucedió este viernes en Santa Amelia, Comunidad Antón Makarenko, en el Cotorro, donde tuvo lugar el concierto 108 de su gira por los barrios.
Para los vecinos de esa comunidad, conformada por 42 casas, habitadas por alrededor de doscientas personas, resultó una bendición que Silvio y su tropa, decidieran llegar a visitarles, con el fin de mostrar su arte mayor.
Sin embargo, para los que desde otras tierras del mundo planificaron viajar a La Habana, para verle, así como para sus seguidores, fue toda una aventura, casi un reto, llegar a la cita.
Lo cierto es, que este concierto del poeta, resultó ser uno de los más lejanos y a su vez íntimamente familiar, de todos los hasta hora realizados.
Por ello cuando el autor de Pequeña Serenata Diurna, subió a escena, con la humildad que le caracteriza, saludó a los presentes y comento que no le era nada raro el lugar, pues lo conocía por el nombre de Cordón de La Habana, desde el año 1969, ya que precisamente en esa zona, uno de sus amigos entrañables, el trovador, Vicente Feliú, haciendo trabajo voluntario en la agricultura precisamente allí, conoció a la que después fuera su esposa y madre de sus hijos, los presenten se sintieron muy privilegiados de ser testigos, de estas revelaciones y por recibir una propuesta humana y artística, que produce una especie de magia en los sentidos, de la cual nadie puede librarse.
Silvio continuó explicando las motivaciones de la gira, en la que ha sido acompañado por músicos, intérpretes y compositores de varios géneros, de actores, humoristas y anunció la actuación del grupo Ronkalunga, liderado por el joven Ronaldo Rodríguez, músico, intérprete y compositor, vecino de la comunidad, quien se brindó en unión de sus músicos, a compartir su arte, en esa tarde noche de clima invernal, pero de gran calidez humana.
A partir de ese momento, el público disfrutó del talento y originalidad de Ronkalunga, agrupación perteneciente a la Asociación Hermanos Saiz, que recientemente recibió el premio de Música Alternativa, del programa televisivo Cuerda Viva y que definitivamente se ganó el respeto de todos, por la calidad de los ritmos cultivados, los textos de las canciones y la sonoridad alcanzada.
Los temas interpretados, por la joven agrupación, todos de la autoría de Ronaldo, quien también es su líder vocal, mostraron el compromiso social y el pensamiento de una nueva generación de trovadores, que asume su tiempo, su cotidianidad y su visión de país, con discursos contemporáneos, cargados de imágenes y líricas sorprendentes.
Palenque Bembé, tema que refleja las raíces e identidad cubanas, El aprieto, que acusa la política asfixiante contra el mundo, asumida por el presidente de los Estados Unidos, Este es mi lugar, que versa sobre su visión de país, Refranero, en el que a través de refranes popularmente conocidos, permite hacer reflexiones sobre lo cotidiano, creando de esta manera nuevos refranes, para concluir con, Quién le tiene miedo al lobo, tema contra el bloqueo a Cuba, fueron las propuestas de Ronkalunga, que lograron sellar la aceptación de un público, capaz de reconocer a los verdaderos talentos y premiarles con el aplauso.
Tocaba el turno a Víctor Casaus, poeta y director del Centro Pablo de la Torriente Brau, quien hizo pública la donación de libros por parte del centro que dirige, los Estudios Ojalá y de todos los voluntarios que se han sumado con su, aporte personal a este empeño, a la Escuela Primaria internado, 8 de octubre de la comunidad.
Luego de ese momento, llegaba de nuevo Silvio, a centrar la atención de los presentes. Esta vez acompañado de músicos fuera de serie, como Niurka González, Rachid López, Maikel Elizarde, Oliver Valdés y Jorge Reyes, quienes con sus magistrales talentos individuales, se fusionan para interpretar la obra del poeta, logrando que alcance dimensiones indescriptibles.
Silencio a modo de respeto, que permite disfrutar cada detalle del concierto, aplausos, emociones y canto compartido, gritos de agradecimientos unas veces y otras exigiendo los temas más queridos del creador cubano, caracterizaron esta presentación.
Mención especial merecen, la pasión musical de Rachid en la guitarra, los solos magistrales de Niurka y Maikel, en la flauta y en el tres respectivamente, el tiempo y la cadencia de Jorge, en el contrabajo así como la versatilidad y precisión de Oliver, en la batería y la percusión.
El repertorio interpretado por Silvio y sus músicos estuvo conformado por Yo te quiero libre, Mi casa ha sido tomada por las flores, La canción de la trova, El papalote, El reparador de sueños, Ciudad, Viene la cosa, La maza, De pronto la Tatagua, Quién fuera, Rosana, América y El necio.
Ante la insistencia del público y luego de anunciar su despedida, el trovador interpretó Casiopea, concluyendo su actuación con Ojalá.
Disfrutar de dos horas de buena música, en un barrio distante del centro la capital cubana, en el que coinciden vecinos del lugar con mexicanos, argentinos, colombianos, peruanos, chilenos, ecuatorianos, españoles, alemanes, suizos y cubanos de diversos municipios y provincias, por citar algunos ejemplos, son cualidades de estos conciertos barriales que unidos a los valores culturales que promueve, permiten aseverar que el arte cuando es verdadero, no tiene fronteras y cuando se entrega de manera generosa, enriquece tanto a quienes los entregan como a quienes lo reciben, porque deja su huella imborrable en el alma de todos y para el bien de todos. Es justo por ello y miles de razones, que esta gira de Silvio, resulta interminable.