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Doctor Reynel Hernández Inerarity: Esclavo sólo de su vocación médica

Fidel conversa con el doctor Reynel Hernández Inerarity (a la derecha del Comandante). Foto: Cortesía del entrevistado.

Sólo una entrañable vocación de servicio a la humanidad hace que un médico viaje a lugares insospechados, llevando ciencia y amor parar curar a quienes sufren de pobreza y abandono.

Esa es la razón fundamental por la cual el doctor Reynel Hernández Inerarity ha pasados algunos años de su vida alejado de la familia, la casa, la Patria; en tierras distantes, muchas veces inhóspitas.

Su historia es interesante. Nació en el poblado de Fallas, municipio de Chambas, al norte de la provincia de Ciego de Ávila, y desde pequeño sintió la vocación por la Medicina, tal vez porque le inspiraba el actuar de una hermana mayor, enfermera de profesión.

Por su inteligencia y su empeño logró merecer la carrera y graduarse en 1991, tras cursar estudios en las Facultades de Medicina de Ciego de Ávila y de Morón.

“Después de recibir mi acreditación como médico, me ubicaron a trabajar en la empresa Unión Cuba-Petróleo (CUPET), en el municipio de Majagua, donde me quedé a vivir hasta ahora”, relata Hernández Inerarity.

En el trascurso de su trabajo en Cuba cursó la especialidad de Medicina General Integral y un diplomado en Medicina Ocupacional. Alternativa, con lo cual adquirió una formación profesional muy completa.

“En el año 2000 me convocan a cumplir una misión médica en Guatemala y partí al hermano país lleno de expectativas. Allí me ubicaron en una zona rural, en la altura más elevada de Centroamérica, denominado Pueblo Nuevo Jucup, en Quetzaltenango, una comunidad indígena a 4200 metros sobre el nivel del mar”, relata.

Allí pasó dos años y terminó padeciendo de hipertensión severa, que se hizo crónica, debido a la altitud en que vivó, pero esa experiencia le permitió conocer de cerca la pobreza y las necesidades de los pueblos centroamericanos.

Al doctor Hernández le toca vivir una segunda experiencia de colaboración médica internacional cuando partió el 30 de mayo del 2003 para Venezuela, como fundador coordinador de los DCI y a él le tocó dirigir el denominado La Redoma de la India, en Caracas.

“Allí trabajé hasta de albañil, en la construcción de los laboratorios clínicos, pues queríamos ofrecer una atención óptima para población pobre, que por primera vez disponía de servicios médicos gratuitos”, relata el médico avileño.

Su estancia en esa nación bolivariana se extendió hasta febrero del 2006, pero estuvo precedida por una experiencia única, de gran valor moral para él.

“Antes de partir a Caracas el Comandante en Jefe Fidel Castro  reunió con los integrantes de la brigada para explicarnos las características de esta misión e hizo énfasis en que debíamos  demostrar allí el valor solidario de la medicina cubana y la humildad de su galenos. Él quería que rompiéramos la tradicional barrera médico-paciente y los atendiéramos como a hermanos”

“Yo me emocioné mucho esa tarde porque Fidel se acercó a mí, me preguntó mi nombre, de dónde procedía, en qué trabajaba y resulta que conocía los centros productivos de Majagua, sabía de su fábrica de conservas, de su empresa del Petróleo, todo lo sabía”, recuerda.

Terminada esta importante misión, Hernández Inerarity regresa a Majagua y ocupa el cargo de director municipal de Salud hasta el 2010, cuando regresa una segunda misión en Venezuela como director del Centro de Alta Tecnología y del CDI La Quebradita, en Caracas, donde también atendió a personas de bajos recursos, hasta su regreso, en el 2013.

Su espíritu de médico internacionalista lo lleva a una cuarta misión en el 2014 y hasta el 2017 en Brasil, en San Gonzalo dopara Belo Horizonte, donde dedicó sus servicios a personas muy pobres.

“Cada etapa en otros países me ha permitido crecer como persona, elevar mi nivel profesional al enfrentar enfermedades que no se ven ya en Cuba, y saber lo valioso que es el trabajo de los médicos cubanos con comunidades pobres, alejadas de las ciudades, en todo tipo de geografía de difícil acceso”, asegura Reynel.

Ahora que el enemigo ha lanzado una campaña para desacreditar la colaboración médica cubana. ¿Se ha sentido usted esclavo de este trabajo?

“Nunca he tenido esa percepción porque voy de forma voluntaria y porque con cada país que visito, reafirmo la necesidad que tienen muchos seres humanos de que se les atienda de forma gratuita, que se les garantice su salud”.

“Ahora comprendo mejor el valor del médico que atiende por voluntad y no por dinero, eso da una satisfacción que no tiene precio”, asegura el avileño.

El doctor Reynel Hernández Inerarity, tiene 53 años de edad, casado, con dos hijos y en la actualidad se desempeña como Jefe de la comisión médica de reclutamiento militar del municipio de Majagua, en la provincia de Ciego de Ávila.

Con la sabiduría adquirida en tantos años de trabajo, con poblaciones de distintas procedencias, el doctor Hernández está listo siempre que se le convoque a integrar una misión y hacer valer la medicina cubana en cualquier país del mundo.

(Tomado de Radio Surco)