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“El diario de René”: Me cuesta trabajo reflejar tanto bochorno concentrado

Hoy estamos a 9 de enero y es martes; tanto ayer como hoy hemos subido temprano de la Corte. Trataré de hacer un esfuerzo para ver si puedo cubrir ambos días de un tirón y me voy a la cama con el diario actualizado.

Todo parece indicar que le estoy cogiendo la vuelta al sistema o que esta gente es demasiado predecible, pues la mañana del lunes confirmó mi predicción de anteayer domingo, de que la Fiscalía trataría de forzar a su testigo a mentir sobre los objetivos alrededor del Comando Sur.

Poco a poco se van introduciendo algunos reportes y mensajes sobre el Comando Sur, en los que tratan de subrayar la prioridad que había adquirido este para Cuba, tras su ubicación en Miami. La atención termina centrándose en este Comando y en las tareas fundamentales que Santos había cumplido, a saber: un estudio de la situación operativa del área y varios intentos de conseguir trabajo en el mismo.

Ya en la hora final, el testimonio comenzó a degenerar vertiginosamente y Santos se esforzó por hacer ver que el propósito último de estas actividades era el de conseguir información secreta; lo dejaba caer ante la más mínima oportunidad, editorializando la casi totalidad de sus respuestas.

Me cuesta trabajo reflejar tanto bochorno concentrado en una hora. Daba la impresión de que le hubieran puesto una tarjeta para que repitiera la misma idea; es decir, que el último propósito en cuanto al Comando Sur era el de acceder a información secreta.

Después deciden poner el parche antes de que salga el grano y se refieren a las motivaciones del convertido. Este dice que, efectivamente, estaba testificando a partir de un acuerdo con el gobierno, pero que su motivación principal no era el acuerdo en sí, sino que de verdad se consideraba culpable de ser agente extranjero.

Luego refiere que parte del acuerdo era una «rebajita de la sentencia», pero está muy consciente de que solo se trata de su esperanza en que la Fiscalía interceda por él ante la jueza, en virtud de su cooperación, pero sabe que no es nada seguro y que la decisión final es de ella.

Así terminan su examen los fiscales y toma el micrófono Paul McKenna, quien comienza por el final: por su recién adquirido patrocinio bajo el ala del gobierno norteamericano.

—Mr. Santos, ¿me pudiera decir por favor quién es su último supervisor?

—Usted dirá que quién era: Rubén Campa.

—No, no, señor Santos, le estoy hablando en presente, sobre su actual supervisor.

—No lo entiendo.

—Bueno. ¿No es cierto que actualmente está bajo la dirección de la Fiscalía y del FBI, es decir del agente a cargo del caso, Al Alonzo?

De este modo comienza un debate titánico para romper la coraza que los representantes del gobierno, durante los dos últimos años, le pusieron a este individuo a cambio de su dignidad. Santos se muestra persistente en su propósito de hundir implacablemente a sus excompañeros a cambio de indulgencia. Admite su relación con el FBI y la Fiscalía, pero minimiza su profundidad y desestima la cantidad de reuniones que habría tenido para prepararse para su testimonio. Luego repite el argumento de sus «esperanzas» de obtener una reducción posterior de la sentencia en virtud de su colaboración, e insiste en que son solo esperanzas y que nadie le había prometido nada. Aquí Paul le da la primera sacudida, al hacerle aceptar que las recomendaciones del gobierno no eran tenidas en tan poca cuenta, ya que, en su primera sentencia, la jueza las había seguido a pies juntillas. Tras esto sigue una línea de diálogo que trataré de ilustrarte con este ejemplo:

—En estas instrucciones que le dirige Giro, él le pide alguna información sobre el Comando Sur extraída del The Miami Herald. ¿No se trata de información pública?

—Bueno, sí.

—¿Cree que en una plaza de jardinero pueda obtener información de defensa nacional?

—Lo que pasa... –la frase que sigue te la copio textualmente– es que si yo hubiera sido un limpiapisos, con mi preparación habría obtenido información de defensa nacional de todos modos.

—Además de un estudio del sistema de ómnibus del Comando, un análisis comparativo de UPS y Federal Express (agencias de mensajería) y un estudio del área alrededor del Comando Sur, ¿usted hizo alguna otra actividad en Miami?

—No.

—Señor Santos, este documento que le muestro explica que el objetivo principal de penetrar el Comando Sur es conocer qué influencia y relaciones puede tener la mafia cubana de Miami sobre los oficiales del Comando Sur. ¿No es cierto?

—Pudiera ser un objetivo. Pero mi experiencia me dice que la tarea principal era obtener información de defensa nacional en el Comando Sur.

Otro puntillazo de McKenna:

—Señor Santos, ¿usted cree que sin saber inglés y recién llegado de Cuba, llenaría el prototipo para poder tomarse unas cervezas con los oficiales del Comando Sur y extraerles información secreta? ¿Hablarían del Super Bowl, de la NBL o de la Serie Mundial?

Y la respuesta de Santos:

—Yo trataría, pues al fin y al cabo estoy preparado para eso.

Este diálogo que te cuento no se separa un milímetro de la verdad, solo que no me fue posible transcribirlo literalmente, porque fue en realidad muy difícil, con un testigo esquivo, muy centrado en lo que tenía que repetir, así como en qué no podía decir, y muy pendiente de cualquier ángulo peligroso o palabra inconveniente.

Yo, sencillamente, no podía creer lo que mis oídos percibían; te confieso que terminé la audiencia confundido, sin darme cuenta de a real magnitud del esfuerzo que tuvo que hacer McKenna y sin percatarme del modo magistral en que, poco a poco, le fue sacando el aire a este globo que con tanto cuidado y cálculo frío preparó la Fiscalía durante dos años.

No es que no hayamos salido todos satisfechos, sino que algunos no vimos lo demoledor que había sido McKenna, tal vez algo perturbados por la indignación. El Faquir fue el que más claro vio –será que la clorofila bulle a mayor temperatura que la sangre– y rebozaba de optimismo. Sus impresiones nos fueron confirmadas por el noticiero del Canal 23, en un reportaje de Bernadette Pardo.

Por primera vez, desde el comienzo del juicio, se reporta exactamente lo que ocurrió en la sala: Que el testigo admitió no haber manejado información secreta. Que no había penetrado el Comando Sur. Que había hecho estudios de situación operativa en la vecindad. Que la potencial influencia de los cubanoamericanos de Miami en el Comando era motivo de preocupación y por ende objetivo del trabajo sobre ese lugar.

La importancia de este reportaje radica en que, siendo el 23 un canal tan aficionado a torcer la realidad, en esta ocasión le resultó imposible hacerlo. En otras palabras, que Paul pudo transmitir inequívocamente la verdad y no dejó resquicio para malas interpretaciones o manipulaciones de la noticia. En fin, que aún faltando la mitad de su contrainterrogatorio, McKenna había quebrado los pies al muñeco creado con tanto esmero por el gobierno.

Y así terminó ese lunes 8 de enero en que nos fuimos a dormir expectantes y satisfechos, sabiendo que el martes podía ser todavía un día mejor, y estábamos listos para vivirlo. Te cuento esto precisamente hoy martes en la noche, a las 9:00 p.m., para de paso hacerte notar que no pude cumplir mi promesa de resumirte los dos días en una noche.

Un beso.