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“El diario de René”: Estoy comenzando a dudar de que algún testigo del gobierno diga la verdad

Hoy es sábado 6, me dispongo a ponerte al día de lo que pasó el resto de la semana. Ya tuvimos obligada conversación telefónica –lo más importante del día– y, dicho sea de paso, se desató una frenética carrera por llamar a Cuba en la que participamos todos. Creo haberte dicho que tuve la oportunidad de intercambiar algunas palabras con la esposa de Ramón, quien además habló con sus dos hijas menores. También Gerardo y Fernando hablaron con sus respectivas familias, así me enteré de que la sobrina de Fernando está estudiando en el preuniversitario con Irmita y ya se conocieron. Él me dice que espera que hagan una buena amistad. Nos reímos mucho porque la niña le dijo con mucho entusiasmo: “¡Tío, en estos días me dan el carné de la Unión de Jóvenes Comunistas!”. Veamos qué hacen con la grabación aquí.

La audiencia del jueves, 4 de enero, comienza a las 9:05 a. m. Mr. Norris interroga a la señora Salomon. Da al jurado un sumario que él preparó a partir de los tres volúmenes de evidencia entregados por la Fiscalía, en el que incluyó toda página dedicada a la supuesta actividad de espionaje del grupo. Esta es una idea magnífica, pues permite a los jurados concentrarse en la evidencia específica, relacionada con este cargo, y evita la confusión, arma principal del gobierno para llevar al panel a un veredicto de culpables.

Mr. Norris comienza presentando un mensaje radial en el que Cuba expresa preocupación por los movimientos de tropas, en correspondencia con la invasión que restituye en Haití al presidente Aristide. A continuación hace que la traductora repase una buena parte de los reportes militares de Lorient, durante varios años, relativos a los movimientos en la base de Boca Chica, para probar que en su mayoría provenían del Southernmost Flyer, publicación de la base. La Fiscalía objeta el camino tomado por la defensa, por estar fuera del contexto del testimonio de la señora Salomon, y la jueza está de acuerdo. Mr. Norris responde repasando algunos otros reportes, para luego regresar a un documento clave en la defensa del cargo de espionaje, que expone los principales objetivos de interés para Cuba, desde el punto de vista militar. Estos objetivos consisten en la observación visual que permitiría descubrir indicios de que Estados Unidos estaría considerando una agresión armada a Cuba, y cuya metodología principal se asemejaría a los movimientos que precedieron a la invasión de Haití.

Creo que Norris se anota un buen punto. Establece que efectivamente el trabajo de Guerrero se mantuvo dentro de las exigencias metodológicas que habían derivado del asunto haitiano y que su objetivo era de autodefensa, sin que a sus superiores les interesara información clasificada por el gobierno norteamericano.

A las 10:15 toca el turno a Joaquín, quien comienza atacando el abuso que la traductora había hecho de la palabra “camarada”, omitiendo la de “compañero”. Le pregunta directamente si no lo hizo para impresionar al jurado con la retórica de la Guerra Fría y levantar así el espectro del comunismo. La traductora, demostrando una deshonestidad que luego resaltaría aún más, lo niega de plano, a pesar de admitir que había puesto “camarada” y que incluso rectificó traducciones en las que otros colegas habían utilizado distintas acepciones de “compañero”.

Luego Joaquín devuelve a la Fiscalía la jugada de convertir a la Salomon en lectora de tabaquería; le hace leer varios documentos en los que se identifica a las principales organizaciones y personajes de Miami que realizan actividades de terrorismo. Por increíble que pueda parecer, la fiscal Heck Miller, que había abusado por horas de este procedimiento, ahora objeta su uso por Joaquín, pero la jueza la tira a mondongo varias veces, lo que hasta ahora me hace pensar que la señora Lenard aplicará a las dos partes la misma vara. Entre estos documentos se expuso uno en el que, por primera vez, Juan Pablo Roque reporta haber sido informado por Basulto acerca de un artefacto antipersonal que se podría introducir en Cuba, lanzándolo por avión en el territorio nacional.

A las 12:00 comenzó Jack Blumenfeld. Remite a la señora a un documento que vincula el ascenso de Many a los del resto de los compañeros y al 6 de junio, que es el aniversario del MININT, y no, como quiere hacer creer la acusación, al derribo de los aviones. Jack la pone también a leer un reporte en el que se informa de una fuerza paramilitar creada por la Fundación, para tortura de la señora Heck Miller, que ya no se atreve a objetar, so pena de que la jueza la ignore de nuevo. Jack repasa nuevamente los objetivos de la información militar y se detiene en un edificio de la base, alrededor del cual el gobierno ha lanzado una cortina de humo para fundamentar su cargo de espionaje. Jack está, poco a poco, poniendo él mismo ante el jurado los documentos que parecen más comprometedores, como hizo tan acertadamente en sus argumentos iniciales, de manera que se vea que no hay nada que ocultar.

A las 12:15 toca el turno a Philip. Yo le había hecho una pequeña lista de algunos ejemplos de mala traducción que podía señalar; algunos, evidentes errores, y otros, aún más evidentes actos de mala fe. De ambas cosas se encontrará, de vez en cuando, a lo largo del caso y entonces se tendrá que objetar. Pero Philip no quiso complicarse demasiado, y tomó solo un ejemplo, el reporte sobre un trabajo que Félix Sánchez me ofreció con la DEA, probablemente de fumigación de plantaciones de drogas en algún país de Sudamérica, en el que la traductora había interpretado la frase “fumigar drogas” por “distribuir drogas”, un claro acto de mala fe. Para más complicación, el original en español padecía de un error mecanográfico y decía “fulmigar”.

Philip interroga a la agente durante quince minutos, tratando de hacerle reconocer que la traducción debió haber sido “fumigate”, que, como ves, es casi igual al vocablo en español, pero no hay manera. Ella miente descaradamente al decir que, al buscar en el diccionario la palabra “fulmigar”, encontró que quería decir “distribute”. Tras esta última muestra de desvergüenza, nos fuimos a un receso.

Trato de aprovechar ese tiempo para convencer a Philip de que le dé el diccionario de la Corte, para ver si encontraba la palabra “fulmigar” en español, pero él prefiere no hacerlo, para no entrar en un debate lingüístico en el que perdería ante una persona que conoce los dos idiomas –y que además puede mentir tan impunemente diría yo–.

A decir verdad hubiera querido tener la oportunidad de ese último lance, pues al final permanece en el aire la falsedad que con tanta autoridad soltó en la sala la señora, y hubiera sido mejor que se quedara con el diccionario abierto en las manos, buscando la palabra “fulmigar”. Por otro lado, entiendo que Philip no se quiera lanzar en escaramuzas de poca importancia y esta es una de ellas, pues al fin y al cabo sobra la documentación favorable para respaldar el carácter del trabajo con la DEA ofrecido por Félix.

De manera que al regresar del receso, Philip prefiere no entrar al ruedo, y deja el campo libre a la Fiscalía para reexaminar a la testigo.

Heck Miller vuelve para cuestionar las aclaraciones de McKenna acerca de que las operaciones Germán, Venecia o Vedette eran una, y Escorpión era otra, y me da la impresión de que puede haberlo logrado en cierto sentido. Pienso que el caso tendrá que avanzar un poco más para que los jurados vean todo más claro, porque de la manera en que se ha ido presentando hasta ahora, todavía deben tener en sus mentes como una nebulosa, a pesar de las aclaraciones de McKenna y gracias a las “desaclaraciones” de Heck Miller. Pero como el tema se discutirá abundantemente, al final quedará claro... o al menos eso espero.

También la Fiscalía está tratando de conectar varias oraciones de distintos mensajes para vincular a Lorient, Manolo, Mario y Germán a Giro y así hacer ver que, de una u otra forma, todos tenían que ver aunque fuera indirectamente con el derribo, y por eso fueron promovidos juntos. Este intento fue realmente chapucero y los jurados tendrían que ser disfuncionales mentalmente para tragárselo.

La audiencia del viernes 5 de enero comienza a las dos de la tarde, pues el señor Norris tenía programados unos argumentos ante la Corte Suprema de Florida por la mañana, y la jueza tuvo que reajustar el horario. De manera que ese día nos toca la pesadilla de pasar la mañana en las perreras de tránsito.

Como se había acordado, abre la sesión McKenna. Retoma el tema de una muy conveniente traducción de la testigo, la agente Salomon, de la palabra “plastilina” por “plástico”, y que, en otro paso vergonzoso, luego llevaría a... ¡bomba o explosivo!, adjudicando así carácter letal a un objeto que contiene simplemente plastilina –en inglés molding clay–, el material que usan los niños para jugar.

Después de esto no creo que me quede nada por oír y estoy comenzando a dudar de que algún testigo del gobierno diga la verdad, sea agente del FBI u otra cosa. Tendré que creer a Philip: “Parecería que una vez que un testigo del gobierno jura decir la verdad en el estrado, recibe licencia para mentir”. Así de simple.

No sé qué impresión puede haber dejado el testimonio de la señora Salomon en el jurado, y cabe preguntarse si lo que resulta tan evidente para nosotros lo será también para los miembros del panel. Me refiero a todos los testimonios en que se ve la falsedad, especialmente este último y el del señor Broadwell.

A veces me preocupa parecer optimista cuando digo que un testigo se vio falso, o que un tufo a deshonestidad dejó su testimonio, dado que mis impresiones se basan en lo que nosotros percibimos, además sabemos cuándo podemos decir sin equivocarnos que un testigo está mintiendo. Pero estoy consciente de que esta no tiene que ser necesariamente la percepción de los jurados, sometidos durante toda su vida a un fárrago propagandístico sutil y grosero al mismo tiempo, que les ha formado estereotipos difíciles de evitar, por mucho que un agente del gobierno se comporte como un perfecto mentiroso en el estrado.

Hay que diferenciar entre el hecho de que nosotros podamos juzgar correctamente la honestidad del testigo y que el jurado pueda y tenga además la voluntad de hacerlo. De manera que si decimos que “quedó un tufo a deshonestidad tras el testimonio” o que “resultó evidente la mentira”, no significa que el jurado lo haya percibido y vaya a actuar en consecuencia. En otras palabras, no quiere decir que podemos esperar un veredicto favorable sobre esa base. Para nosotros lo importante es decir nuestras verdades y solo eso, y constituye un triunfo moral nuestro que los fiscales tengan que hacer mentir a sus testigos.

Otra de mis preocupaciones es la de parecer demasiado absoluto cuando juzgo a la parte opuesta, como si no fuera capaz de reconocer sus aciertos o el mérito que alcanzaron en un momento dado, cegado por mi parcialidad y por el papel de adversarios que les corresponde. Siempre he detestado esos ladrillos literarios o cinematográficos en que el enemigo tiene que ser feo, pesado, maltratar a sus hijos y a su mujer y comerse a los niños sin masticar, sin nada en absoluto positivo, pues son precisamente esos ladrillos los que, a lo largo de la historia, se han usado para sembrar el odio hacia otro pueblo, otra raza u otra filosofía.

Lo cierto es que ahora, por más que miro, no descubro en la parte opuesta el menor asomo de sentido del honor, decencia y honestidad en el tratamiento del caso; y tengo que decir que eso me decepciona, pues quisiera poder distinguir, aún en algunos de mis enemigos, esos rasgos que nos permiten tener fe en la humanidad y en su capacidad de crecer y mejorar.

Yo no podría odiar a alguien solamente porque sea agente del FBI o porque sea fiscal, pues sé que toda sociedad necesita del trabajo que realizan, y no creo que la deshonestidad sea inherente a sus actividades. En verdad me duele ver que una persona tenga que prostituirse por un salario o por ganar un juicio a toda costa; y con mucho gusto reconocería a quien muestre gallardía y honestidad en su actuación, sea del bando que sea. Pero desgraciadamente la parte opuesta no me ha dado la posibilidad –o me ha dado muy pocas– de hacerlo.

Me gustaría que eso pasara antes de que termine este proceso, y no dudaré en ponerlo en blanco y negro. Lamento realmente que hasta ahora mi narración pueda sonar muy absoluta y subjetiva.