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Adelita, la maestra antifranquista que unió a la ciudad catalana de Gavà con Camagüey

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Impartía las clases en pleno franquismo pero en sus aulas no se segregaba por sexos, nunca se cantó el Cara al sol y, aunque cuentan que era muy exigente, no se empleaba ningún tipo de castigo que implicara agresiones físicas. A contracorriente, Adela Barberà Jiménez esquivó las directrices del régimen durante años desde su escuela semiclandestina de Gavà, ciudad donde todavía es una persona muy recordada.

Retrato de Adelita Barberà. Foto: Joan Pons Teixidor.

La periodista y escritora Eva Comas Arnal recupera su historia en el libro Els nens de l’Adelita, que acaba de publicar. “Se hacía querer por todo el mundo. Tanto por el alcalde como por el indigente que le pedía dinero”, describe la autora. “Aunque era ilegal, juntaba a niños y niñas en la misma aula y le hablaba a los pequeños de la importancia de hacerse valorar. Se los llevaba de excursión a diferentes lugares abriéndoles a la realidad”, asegura Comas. La periodista ha entrevistado a una cuarentena de personas para realizar su obra, muchos de ellos alumnos de una profesora que se anticipó a su época.

Adelita, así se le conocía en Gavà, nació en Sabadell en 1911 en el seno de una familia muy humilde. Su madre no sabía ni leer ni escribir y “nada presagiaba” que se acabaría dedicando a la docencia. Su vida dio un cambio de rumbo cuando con sus seres queridos se mudó hasta la ciudad cubana de Camagüey, sobre la que años después explicaba historias en sus clases. “Allí conoció a una profesora que le marcó”, cuenta Comas.

Sus padres regentaban el bar del teatro Avellaneda y la joven “siempre estaba en los camerinos”. Allí se impregnó de arte, conoció a personajes como Cantinflas o Margarita Xirgu y descubrió sus dos grandes aficiones: el cine y la lectura. El amor le hizo volver a Catalunya. Un hombre de Gavà llamado Manolo Buisán visitó Camagüey e inició una relación por carta con Adelita. En una de las misivas, le pidió matrimonio. “Contra la voluntad de la familia, le dijo que sí”, revela Comas.

Adelita con un grupo de alumnos de Gavà. foto: Ayuntamiento e Gavà.

Así pues, en 1933 llegó a Gavà. De mente inquieta, durante su viaje en barco hizo parada en Nueva York para conocer en primera persona la ciudad que nunca duerme. Una vez en el Baix Llobregat tras recorrer medio mundo, lo cierto es que “se aburría un poco”. Por eso, influenciada por la maestra cubana, decidió abrir una escuela dentro de la fábrica Can Serra y Balet, dedicada al terciopelo.

Antes de la Guerra Civil trazó amistades que le permitieron desplazar su escuela no oficial a un piso al lado del Ayuntamiento tras el conflicto bélico. “Allí impartió clases hasta el 1954, cuando le obligaron a cerrar”, rememora la periodista, que además de explicar la historia de la profesora retrata la sociedad de Gavà de la época en su libro. Los maestros oficiales del régimen la denunciaron. No obstante, las peticiones de los vecinos hicieron que Adelita volviese a dar clases durante la década de los 60. En los 80, se retiró.

Entonces en Gavà le hicieron un gran homenaje con todo tipo de honores y sus alumnos le regalaron un viaje a Camagüey, donde pudo visitar la tumba de su padre y se despidió de la profesora que le marcó la vida. Adelita acabó siendo toda una institución en la ciudad.

La maestra es una persona todavía muy querida en Gavà. “Daba clases con una pedagogía avanzada a su época”, asegura a este diario Josep Larruy, que fue su alumno y vecino durante años. “Tenía una apertura ideológica inaudita en su época. Hacía que los niños pensaran por sí mismos, algo complicado por aquel entonces”, añade.

“Dejaba que sus alumnos se expresaran mucho”, remarca Larruy, que recuerda que Adelita puntaba con letras y no con números y nunca otorgaba notas excelentes ni pésimas. “Los libros de texto se utilizaban más bien poco”, sentencia.

“Ir a la escuela con la Adelita hacía ilusión, cuando era una cosa que a los niños no les gustaba”, reconoce otra de sus alumnas, Victorín Palachi. Natural de Barcelona, acudía a Gavà, donde vivían sus abuelos, para recibir clases de repaso. “Era una persona entrañable, que te hacía sentir especial”, remata otra de las niñas de la Adelita.

Adelita, durante su homenaje en Gavà. Foto: Jordi Vaghi.

Eva Comas relata una anécdota que describe la forma de ser y actuar de la emblemática maestra: “Una vez se percató de que un niño se agachaba para mirarle las piernas. Entonces Adelita se levantó las faldas y se las mostró. El niño quedó tan avergonzado, con el rostro completamente rojo, que nunca se le ocurrió volver a intentarlo”.

“Fue una mujer importante en la historia de Gavà que, pese a tener muchos más obstáculos de los que tenemos en la actualidad, los superó”, considera la alcaldesa del municipio, Raquel Sánchez. La edil felicita iniciativas como el libro de Comas, editado por el Ayuntamiento, porque sirven para “recuperar la memoria histórica propia”.

(Tomado de La Vanguardia)

Se han publicado 3 comentarios



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  • mary.hernánd. dijo:

    QUE LINDO HACE FALTA CONOCER ESTAS REALIDADES QUE PASAN A LA HISTORIA, INSPIRAN A CUALQUIER SER HUMANO CON IDEAS DE IMITARSE. GRACIAS.

  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Debía hacerse un homenaje al ser humano desconocido, a ése o ésa que como la protagonista de esta historia vive de forma bienechora y decidida por hacer el bien a los demás. Son los guardianes de éso llamado humanidad.

  • Agramontina dijo:

    Gracias, Cubadebate, por compartir este pedazo de historia!

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