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Profesor Humberto Sainz: No existe cirugía sin anestesia

“Es una especialidad apasionante que se desenvuelve entre el sueño y el despertar, entre la vida y la muerte. Se ha semejado mucho con la labor del navegante de los aviones de gran porte”, dice Sainz de la anestesiología. Foto: Tomada de la página del entrevistado en Facebook.

Uno de los cuatro mejores anestesiólogos del mundo es el Dr. Humberto Sainz Cabrera, un cienfueguero que con 56 años de experiencia como profesional afirma que “no existe cirugía sin anestesia”. Lo entrevisté cuando aún era jefe del Servicio de Anestesiología y UCIQ del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (ICCCV), y presidente de la Sociedad Cubana de Anestesiología y Reanimación.

Hoy sigue atendiendo y siendo atendido por los especialistas que formó, como el Dr. Pedro Nodal, su sucesor en el cargo en el ICCCV, calificado por Sainz como “otro hijo que me regaló la vida”.

En diciembre del 2016  publiqué una nota sobre “la Ceremonia solemne en la que el profesor David Wilkinson M.D., presidente saliente de la Federación Mundial de Sociedades de Anestesiología (WFSA, por sus siglas en Ingles), entregaría al presidente de la Sociedad Cubana, el profesor Dr. Humberto Sainz Cabrera, el Premio de la Presidencia WFSA por Servicio a la Anestesiología 2016, distinción que otorga esa organización a las autoridades anestesiológicas de las naciones que se hayan distinguido por su contribución a la anestesiología mundial, hecho que constituye un alto reconocimiento a los logros de la anestesiología y reanimación cubana y revolucionaria”.

Entonces dije: “Como Sainz es uno de los médicos que respeto, escribo esta nota porque en Cuba, su país, no se ha divulgado. El acto se celebró en el emblemático Hotel Nacional”, y allí el Dr. Wilkinson habló de “sus aportes a la calidad del desempeño profesional de sus colegas, tanto nacionales como de otros países, por su activa participación en la Federación Mundial, como evidencia de su liderazgo en la Sociedad Cubana y por su prestigio moral profesional”.

El eminente profesional británico recordó que en la fundación de la Federación Mundial, en La Haya, Holanda, “participaron 25 naciones, entre ellas Cuba, representada por el Dr. Pío Manuel Martínez Curbelo, primer vicepresidente de la Federación Mundial y el más famoso anestesiólogo de la medicina cubana, descubridor e introductor a nivel universal de la técnica de la anestesia epidural continua con catéter ureteral”.

Y convocó “a los anestesiólogos cubanos, a su sociedad científica, a los docentes y directivos de salud para que Cuba se convierta en un centro de adiestramiento para jóvenes anestesiólogos de América Latina, que podrá contar con el apoyo de la Federación Mundial”.

Sainz ha sido declarado Visitante Ilustre del Municipio de Salinas, en Ecuador; de la Alcaldía de Totora, Argentina; de la Ciudad de El Salvador, El Salvador; de Veracruz, México, y de Santo Domingo, República Dominicana.

Tomó cursos de especialización en la antigua URSS, Checoslovaquia, Alemania y Suecia, y ha impartido materias de anestesiología a profesionales de 19  países, al margen de los numerosos módulos organizados y de los que ha sido profesor en Cuba, desde hace tres décadas.

En su haber se acumulan los eventos científicos naciones e internacionales en los que ha participado. No son pocos los que ha organizado, como el XXIII Congreso Latinoamericano y II Ibero-Latinoamericano de Anestesiología en 1995, y el III Congreso Ibero-Latinoamericano de Anestesiología y Reanimación, en Sevilla, España, en 1998.

Es, con toda razón, un digno discípulo del Dr. Martínez Curbelo, quien, a propósito, indignado porque no había una bandera cubana en el momento de su nombramiento, buscó la enseña que estaba en la embajada de nuestro país en Holanda y para la ocasión en que fue investido como vicepresidente de la WFSA.

A Sainz le pregunté:

¿Qué lo llevó a estudiar medicina? ¿Tuvo influencia familiar?

-En lo absoluto. Soy el primer médico y trabajador de la salud de mi familia. A los 13 años me descubrieron una escoliosis y me interesó mucho toda la investigación y tratamiento aplicado. El final fue exitoso y decidí ser médico.

¿Por qué hizo la carrera en la Universidad de La Habana? ¿No tenía otras opciones?

-En la década de los años cincuenta, solamente la Universidad de La Habana contaba con Facultad de Medicina.

¿Qué experiencias recuerda de su trabajo inicial en Baracoa?

-Son incontables y de todo tipo. Podría escribir un libro con ellas. La primera, muy impactante, fue el aislamiento de esa zona del resto del país. No existían carreteras, no llegaban la televisión y la radio del país; no se conocía el ferrocarril ni los teléfonos automáticos, y la luz eléctrica solamente existía en la ciudad. Por tanto, el atraso social, económico y cultural en la zona era inmenso.

“Nuestro grupo de ocho médicos rurales atendió durante treinta meses una población que había sido abandonada totalmente durante siglos”.

¿Cuánto aporta a un profesional ser médico rural?

-Mi desempeño como médico rural en el Hospital General de Baracoa de 1963 a 1965 constituyó la “escuela” donde me forjé como hombre, como médico y como revolucionario. Lamento que se considere innecesario, continuaría siendo una gran fragua.

¿Cómo llegó a la anestesiología?

-Siempre me atrajo la clínica, pero la medicina interna -la madre de todas las especialidades médicas- no es una disciplina de acción y siempre la acción me ha atraído.

“Pronto advertí que la anestesiología y la reanimación no era una especialidad solo para ‘dormir’ y hacer insensible al paciente durante la cirugía, sino que el anestesiólogo se convierte en el clínico a la cabecera del paciente, asume su seguridad, lidia con sus enfermedades y lo reanima cuando su condición es crítica y los pacientes críticos abundan.

“Por tal razón, de la anestesiología se ha desprendido la medicina crítica”.

¿Qué importancia le concede a esa especialidad en una operación cardiovascular?

-La cirugía cardiovascular es una actividad multidisciplinaria y muy compleja, que ni siquiera el genio de Julio Verne imaginó.

“En su ejecución las disciplinas tienen que funcionar como una orquesta que no acepta desafinaciones de ninguna de las especialidades comprendidas, y la anestesiología es responsable de la seguridad, reanimación y restablecimiento inmediato de la homeostasis del paciente una vez corregido el defecto o la enfermedad”.

¿Cuánto decide la UCIQ en el resultado final de una intervención quirúrgica?

-Como parte integral de esa actividad multidisciplinaria no puede estar divorciada de la conducción clínica intraoperatoria, sino ser su continuidad; por ello, hoy el mundo habla de medicina perioperatoria cardiovascular. En ella se confirma el éxito de la operación realizada y se recuperan aquellos que por su gravedad y magnitud de la intervención es necesario reanimar totalmente.

¿Cómo situaría usted la anestesiología que se practica en Cuba en el contexto latinoamericano?

-He tenido la oportunidad de liderar la anestesiología latinoamericana y conocerla bien. En Latinoamérica se impone el ejercicio con propósitos económicos y en Cuba se ejerce en beneficio del paciente. La anestesiología en Cuba es más humana y nada mercantil.

Junto a reconocimientos de su terruño natal tiene otros de Villa Clara y Santiago de Cuba. ¿Qué acciones realizó para merecerlos?

-En los años setenta se decidió crear los cardiocentros de Santa Clara, para cubrir las necesidades del territorio central, y de Santiago de Cuba, para cubrir el territorio oriental.

“Tuve el privilegio y el honor de contribuir al adiestramiento de los equipos quirúrgicos de esas provincias, para los cuales el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular ha sido su alma máter”.

¿Qué requiere un ser humano para ser un buen anestesiólogo?

-Ante todo, ser un médico en toda la extensión de la palabra, que vea en cada paciente a su cuidado a uno de sus seres más queridos. Requiere, además, ser un anatomofisiólogo y farmacólogo clínico con grandes reflejos y mente fría ante las emergencias.

¿Existen muchos alumnos interesados en esa profesión?

-No tantos como quisiéramos, pues lamentablemente es una especialidad que permanece en las sombras con escaso reconocimiento oficial, social y exposición pública, a pesar de la alta responsabilidad que implica garantizar la seguridad de la vida durante cualquier acto quirúrgico que la requiera, además de atender con soltura a los pacientes críticos, ocuparse de tratar el dolor crónico y formar parte de los cuidados paliativos al paciente canceroso.

“Es una especialidad apasionante que se desenvuelve entre el sueño y el despertar, entre la vida y la muerte. Se ha semejado mucho con la labor del navegante de los aviones de gran porte. Solo los que la practican conocen de su real alcance. Se dice que ‘un buen cirujano merece un buen anestesiólogo, y otros lo necesitan’”.

Usted recibió el Premio de la Presidencia WFSA por Servicio a la Anestesiología en el  2016, que lo sitúa en el selecto grupo de los cuatro mejores anestesiólogos del mundo. ¿Soñó con ese lauro?

-Realmente nunca pensé que por mi labor fuera premiado con tan alto galardón.

En una entrevista usted me confesó: “Si volviera a nacer volvería a ser un anestesiólogo reanimador cardiovascular; es fascinante participar en una operación de corazón abierto y contribuir a arrancarle a la muerte una vida con una expectativa superior”.  ¿Le habría gustado estar trabajando el 15 de marzo de este año y poder asumir ese papel?

-Ese día volví a nacer. Mis discípulos anestesiólogos e internistas lo hicieron por mí. Toda el área de cirugía cuidó de mí durante la operación y en el postoperatorio. Una segunda oportunidad que me ofrecieron y se distinguieron por su profesionalidad, alta calificación y amor por mí.

¿Le asombró que su amigo el Dr. Angel M. Paredes Cordero reapareciera por usted en el salón de operaciones?

-Por supuesto, pues él estaba aún convaleciente de una operación de cadera, pero se integró al salón y me operó con una decisión y una profesionalidad solo dignas de él.

¿Qué siente un ser humano conocedor de los pasos de una operación cardiovascular cuando va saliendo de la anestesia y volviendo a este mundo nuestro?

-En ocasiones se dice que es bueno o no es bueno conocer lo que como paciente se siente y se sufre en esos momentos. En mi caso fue bueno.

¿Es verdad que ya cuando uno “está bien” y llega una tos, se siente el ruido de una locomotora que le aplastará el tórax?

-Durante semanas un acceso de tos es lo más terrible que se sufre. La esternotomía por regla general es menos dolorosa que una toracotomía, pero cuando se tose el dolor es inenarrable.

¿Con esta experiencia quiere seguir siendo anestesiólogo reanimador cardiovascular per saecula saeculorum?

-Hasta el último de mis días, es la especialidad dirigida a garantizar la seguridad de los pacientes; no solo hacer posible el procedimiento quirúrgico indicado como objetivo primario sino mantenerlo vivo y estable afrontando las enfermedades crónicas que le acompañen y las complicaciones de cualquier orden que surjan durante y después de la operación. No existe cirugía sin anestesia.