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Lima 2019: Historias que también cuentan

De las vivencias de los Juegos Panamericanos de Lima 2019 prefiero hablar hoy a partir de sucesos que quizás no se vieron en cámara, no llamaron la atención de los medios de comunicación ni el gran público, pero quedaron en el llanto, el esfuerzo, la emoción y la entrega de nuestros deportistas y sus familiares. Hayan sido o no medallistas, estas historias también cuentan a la hora de un recuento sincero y humano.

Thiago y Lisandra

Lisandra Guerra, plata en el keirin. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Si brillante fue la medalla de plata de Lisandra Guerra en el keirin por la dosis de sacrificio que inspiró al estar casi un año sin competencia internacional, un valor superior y hasta cierta desgarradura materna que sacó lágrimas a la campeona matancera sobrevino cuando supo esa misma noche que su hijo Thiago ya estaba mejor de la fiebre con que lo dejó antes de salir hacia Lima. Así le escribiría al celular tras verla en el podio: “Mamá, te vi, estoy curado, te quiero mucho, Thiago”.

Yesenia, ¿salto de plata? ¡Salto de oro!

La cubana Yesenia Ferrera. Foto: Mónica RF/ Jit.

En la última etapa de la preparación, la gimnasta Yesenia Ferreira sufrió bastante. Venía de una operación muy delicada y dos días antes de comenzar la justa en Lima se le descubrió una ruptura en el pie operado. Los nervios se dispararon y parecía que todo el trabajo de meses se iba abajo. Dos días haciendo solo ejercicios de la cadera hacia arriba complicaban una posible medalla. La infiltraron horas antes de salir al tapiz. El dolor y la presión eran intensos, pero en el caballo de salto nadie le quitó su medalla plata. Al doctor Frías y a su profesora Yaremis les dedicó las primeras lágrimas, esas que fueron de oro por el valor y la disposición.

El gesto de Pupo

Jorge Félix Álvarez y Leuris Pupo hacen el uno-dos en el tiro. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Leuris Pupo y Jorge Félix Álvarez y son rivales porque la línea de fuego los obliga en cada competencia. Uno ya es campeón olímpico, el otro empezó a tirar inspirado en el holguinero. Cuando restaban las tres últimas series de la final de tiro rápido y Jorge Félix aseguraba su boleto olímpico, un hecho inusual y no aconsejable para los tiradores se produjo. Pupo salió de su concentración y levantó la mano para felicitar a su compañero. Iba delante en la competencia, pero no importaba ya si ganaba él o el joven capitalino. Ese gesto, podrán pasar años, y quizás no se repita en el tiro deportivo. Al menos el nuevo campeón panamericano, Jorge Félix, no lo olvidará nunca. Fue un gesto de oro, el aliento de un hermano, de cubano a cubano.

Un perle caprichoso

Eglys Cruz quedó fuera del podio en el fusil de aire a 10 metros. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Eglys Cruz es la deportista con más medallas en el tiro deportivo de los Juegos Panamericanos. En la mañana del fusil de aire a 10 metros iba se enrumbaba a la clasificación entre las ocho primeras cuando en el disparo 54, a solo seis de terminar, la diana marcó 6.3. La espirituana estaba consciente de que todo lo había hecho bien. Era imposible una puntería tan lejana, ni en Juegos Escolares se tira tal desastre. Terminó su rutina y pidió luna revisión técnica de su diana por si se trataba de algún disparo escapado de otro tirador. Todas las comprobaciones demostraron que salió de su fusil. La única explicación compartida por técnicos, armeros y especialistas es que el perle de ese disparo tenía una ranura milimétrica de fábrica (algo que ocurre uno entre millones), lo cual cambia el sentido de su vuelo tras apretar el gatillo. Caprichosa munición. Una mujer, toda ternura y honor, se enjuagaba los ojos de impotencia y amor.

La rueda trasera de Arlenis

Arlenis festeja tras ganar el sprint a la trinitaria Campbell. Foto: Carlos Lezama/ Lima 2019.

Aunque no estaba previsto desde el inicio para la contrarreloj, Arlenis quería correrla. Sabía que sus mayores posibilidades de oro estaban en la ruta, pero ella es de las indomables, de las guerreras más altas sobre corceles metálicos. A pesar de revisar, de calentar, de apretar ella misma cada tuerca, ese día la rueda trasera le jugó una mala pasada. Apenas salió de la rampa se percató y solo optó por darle “riñones” hasta vencer los 18,5 kilómetros. El octavo puesto era impensado para otros si hubieran tenido que pedalear así. “No me gusta perder por la bicicleta. Si pierdo que sea porque otras sean mejores”, repetía con rabia y tristeza. Dos días más tarde, nadie pudo vencerla en la ruta. La rueda trasera se portó de maravillas, a la altura de su jinete.

La familia en los Juegos

La familia de Fernando Dayán Jorge lo apoya desde las gradas en Lima. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

El abrazo, el grito, el beso y el cariño de quien más cerca está del sufrimiento diario de entrenar y entrenar vale tanto o más que cualquier medalla. Dos familias, la del canoísta Fernando Dayán Jorge y la espadista Yamirka Rodríguez, llegaron hasta Lima para disfrutar de ellos. En la Albufera de Medio Mundo, el cienfueguero ganó un titulo y una plata que regaló a sus padres y hermano más pequeño como joyas compartidas. En el Centro de Convenciones, Pavel Pimienta y su hija no se cansaron de animar a la esgrimista en la discusión del título en la espada por equipos. La plata en el cuello de la pequeña era un regalo acariciado.

Sirvan estas historias como homenaje también a quienes compitieron con fiebre, con el dolor de la pérdida de un familiar, con el apoyo de todos los amigos a través de las redes sociales y sobre todo con la bondad de un pueblo que ve a nuestros deportistas como sus hijos, los hijos que siempre cuentan.