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¡Asistiré!

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Nuevo Mundo, Madrid, 24 de junio de 1921.

Cuando en Cuba se habla de cronistas sociales, los nombres que primero vienen a la mente son los de Enrique Fontanills y Pablo Álvarez de Cañas. Y fueron muchísimos los periodistas que aquí, hasta 1961, vivieron de ensalzar la vanidad ajena. Cada periódico tenía el suyo, pero los nombres de Fontanills y Álvarez de Cañas sobresalieron en sus épocas y sobreviven en el tiempo.

El primero fue un maestro en lo suyo. La crónica mundana, tal como la concibió, perduró en la Isla a despecho de aires renovadores. Creó un estilo cortado, donoso, nuevo, dúctil, que manejó con destreza y en el que los adjetivos equilibraban y ponderaban el alcance de las definiciones. Tuvo el acierto de encontrar la frase precisa, escribía, en 1935, el gran periodista cubano Arturo Alfonso Roselló.

Larga fue la trayectoria de Fontanills. Comenzó en El Liberal y trabajó, entre otras publicaciones, para La Discusión, La Lucha, El Fígaro y La Habana Literaria hasta atrincherarse a fines del siglo XIX en el Diario de la Marina. Se inició allí en la redacción de aquellas  gacetillas en las que lo mismo se habla sobre un libro que de un laxante hasta que un buen día se alzó con la columna de la vida social. La tituló Habaneras e hizo célebre la expresión “asistiré”. Cuando calzaba con ella el anuncio de un espectáculo artístico movía hacia el evento la curiosidad del público y afinaba, acaso sin saberlo ni importarle, el gusto popular.

Un día, disgustado, se fue del periódico. Nicolás Rivero, el director-propietario, no demoró en buscarlo. Cuando retornó, Rivero escribió en una de sus Actualidades: “El Diario no puede estar sin Fontanills, ni Fontanills sin el Diario”. Falleció en 1933.

Como periodista el caso de Álvarez de Cañas es bien distinto. No escribía. Aunque debe haberlo hecho en los comienzos de su carrera, su esposa Dulce María Loynaz no recordaba haberlo visto escribir nunca una línea. No lo hacía, dice la Loynaz, porque consideraba que era ese un trabajo manual que otros podían realizar. “Lo que otros no podían hacer, era lo que él hacía, esto es, vertebrar las crónicas, enfocarlas en los aspectos más interesantes o convenientes, podar lo superfluo o, por el contrario, realzar lo que no tenía realce y convenía que lo tuviese...Tampoco permitía intervención ajena en su página, y solo rara vez oyó consejos: la crónica social constituía en el periódico un pequeño estado autónomo, donde de vez en cuando se podía tener voz, pero solo él podía tener voto”.

Era un hombre imprevisible y de éxito. Publicaba una columna diaria y no escribía. Era el propagandista principal de los tabacos cubanos y no fumaba.  Emprendió una vez una gira publicitaria por Estados Unidos y no hablaba una gota de inglés. Pero su pequeño feudo, su estado autónomo de la crónica social lo respetaba en El País hasta el mismo propietario, el senador Alfredo  Hornedo.

Cuando a este, pese a sus millones, le echaron bola negra por su ascendencia racial al  presentarse como aspirante a socio del Habana Yacht Club, a donde Pablo sí pertenecía, decidió que ninguna información relativa a ese exclusivo centro apareciera en su diario.

Si yo fuera el dueño del periódico no obraría así, le dijo Álvarez de Cañas. Usted es un hombre demasiado importante, demasiado poderoso para considerarse ofendido por gente desocupada que no hace más que beber y tirar su dinero a las cartas. A Hornedo le gustó el halago y dijo que ser socio o no del Yacht Club en lo íntimo no le interesaba; solo quería que su esposa Blanquita, ya muy enferma, disfrutara de una buena playa. Esa playa usted puede fabricársela, repuso entonces el cronista. ¿Qué golpe de efecto para Cuba entera cuando en los periódicos aparezca este cintillo: “El conocido millonario don Alfredo Hornedo fabrica una playa para su mujer”? ¡Caramba!, comentó Hornedo dándose un golpe en la frente. ¿Cómo no se me había ocurrido? Y Pablo, que era un bicho, dijo a su vez: Pero si acaba de ocurrírsele, Senador,  lo que pasa es que la ofuscación no le dejó poner en orden sus ideas.

Fin de la historia: Hornedo construyó la playa, con edifico social y todo, el Casino Deportivo,  donde tampoco admitió a negros ni a mulatos.

Muchos recuerdan todavía una famosa errata de Fontanills. Escribió: La dueña de la casa, siempre tan bella y gentil, prodigó su celo entre los invitados... Y el linotipista escribió celo con “u”.

A Álvarez de Cañas le pasó algo peor: anunció un muerto que seguía vivo. Agonizaba un encumbrado personaje y el cronista, deseoso de ser el primero en dar a conocer la noticia de su fallecimiento, traía locos a los médicos que asistían al enfermo. No preguntes más, le dijo uno de ellos, no llega a la madrugada. Y Pablo, en efecto,  no hizo más preguntas e insertó en su página el anuncio de la muerte del anciano. Cuando el periódico salió a la calle el finado todavía no lo era. ¡Horror! Estaba en juego no ya su puesto en El País sino el prestigio de toda una carrera. Menos de  24 horas después el supuesto difunto se resolvió a serlo de veras. Álvarez de Cañas respiró con alivio. Dijo a sus amigos: No me explico el porqué de tanto alboroto si el tipo iba a morirse de todas maneras. Yo, por mi parte, no hice más que asegurar el palo periodístico.

Dulce María Loynaz junto a su esposo, periodista de origen canario, Pablo Álvarez de Cañas. Foto: Diario del Valle.

Se han publicado 12 comentarios



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  • celia dijo:

    Q bien escribe ciro ,sin palabras rebuscadas ,ajustado a la verdad,temas d los q nadie habla en este país, felicitaciones

    • ppg dijo:

      Celia, sobre todos esos temas han escrito otros autores cubnos como por ejemplo, por citar solo uno, Eduardo Robreño. Quizás sea usted muy jóven y no haya podido encontrar sus libros que, por cierto, bien valdría la pena reeditarlos por lo que contribuyen, lo mismo que estos trabajos de Ciro Bianchi, a la identidad de los cubanos.

      • El Triste dijo:

        ay ppg aqui de la republica solo se habla mal, nada de cultura no crónicas ni nada....
        Se salta de la guerra de los mambises al 26 de julio.
        Que triste

  • joloro dijo:

    Siempre genial,estos artículos del Escribidor.Son reseñas de nuestra historia que no se divulgan en los textos oficiales,pero sucedieron y existieron estas personas,que fueron parte de nuestro periodismo y desde sus posiciones le dieron realse.Personalmente no me motiva la crónica social,pero a muchos si les interesa e importa,considero que sin caer en vanalidades y violaciones a la privacidad se podria retomar en nuestra prensa actual.Lo Social tambien es propio de lo humano.Gracia amigo por regalarnos estos artículos.Los disfruto a plenitud.

  • Carlos Gutiérrez dijo:

    Sé que el Casino Deportivo de Miramar (la playa) era el actual CSO Cristino Naranjo. Ese era el "Casino Deportivo de Verano". Pero había otro "Casino Deportivo de Invierno", construido también por Alfredo Hornedo en El Cerro, que le dio nombre al conocido reparto capitalino cuyo toponímico oficial es "Antonio Maceo".

    La pregunta es; ¿Alguien sabe la ubicación exacta de ese otro club Casino Deportivo de Invierno? ¿Existe aún? ¿Qué es actualmente?

    Saludos y Gracias.

  • Otra Celia dijo:

    Gracias Ciro, disfruto mucho sus trabajos periodísticos. Coincido con mi tocaya, su estilo invita a la lectura, no aburre, no abruma.

  • EOA dijo:

    Que bueno que este medio hace estas cosas, eso es inviten a la Radio y la TV a reconocer el trabajo de los Grandes. Felicidades Ciro.

  • EOA dijo:

    Que bueno que este medio hace estas cosas, eso es inviten a la Radio y la TV a reconocer el trabajo de los Grandes que aun estan vivos entre nosotros. Felicidades Ciro.

  • Yoelia Montano Blanco dijo:

    me encantan, estas noticias en mi familia se comparten y le llamámos chismes de la historia, creo que ciro tiene muchas para contar, y la vida rara que decidieron llevar los loynaz seria un tema interesante para abordar, conosco un poco, neruda dio una anecdota a la TV de cuando él conoció a esa familia, ampliela si la conoce por favor, gracias

  • María Fernanda dijo:

    Deberían ser más frecuentes sus apariciones en cubadebate¡Se agradece siempre Ciro!

  • julio cesar diaz dijo:

    me encantan estas cronicas de ciro ,por fa si alguien sabe del
    algun libro que tenga publicado sobre este tema que me lo diga

  • cubana de apie dijo:

    QUERIDO PROFESOR CIRO: GRACIAS POR SUS RELATOS Y PERMITIR A MUCHOS JOVENES CONOCER SOBRE NUESTRAS RAICES.LA HISTORIA DE UN PAIS NOS ES BUENA NI MALA, ES SOLO LA HISTORIA.

Se han publicado 12 comentarios



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Ciro Bianchi Ross

Ciro Bianchi Ross

Destacado intelectual cubano. Consagrado periodista, su ejecutoria profesional por más de cuarenta años le permite aparecer entre principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana (1902-1958). Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual.

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