VII juegos 1975. Foto: Archivo.
El golpe de estado del general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 atravesó también el deporte continental, pues tan pronto asumió las riendas del gobierno Santiago de Chile renunció a organizar la séptima edición de los Juegos Panamericanos. La populosa Sao Paulo salió en su auxilio, pero una epidemia de meningitis a finales de 1974 obligó a una segunda cancelación.
En apenas diez meses y aprovechando la infraestructura creada para los Juegos Olímpicos de 1969, el empuje del entonces Presidente del Comité Olímpico Mexicano, Mario Vázquez Raña —poco después titular de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA)—, y el total apoyo gubernamental, en especial, del presidente Luis Echevarría Álvarez, la cita multideportiva regresó más rápido de lo esperado a tierra azteca en una fecha inusual: del 12 al 26 de octubre.
Otra vez el atletismo dio la nota más alta en cuanto a resultados de talla universal y no pocas sorpresas. El triple salto volvió a ser titular en muchos periódicos, gracias al primado mundial del brasileño Joao Carlos Oliveira (17,89 metros) , oncena marca de todos los tiempos en esta especialidad y récord panamericano vigente, con lo cual dejó atrás el 17,40 de nuestro Pedro Pérez Dueñas cuatro años atrás.
Foto: Archivo.
El cubano Silvio Leonard fue noticia por su corona en los 100 metros y una caída accidental en un foso existente al final de la pista; Alejandro Casañas rompió el reinado estadounidense en los 110 con vallas; María Elena Sarría lograba el primero de sus tres cetros en impulsión de la bala, mientras lo inexplicable ocurrió la vuelta al óvalo, pues Alberto Juantorena entró segundo y comenzó su mal paso por estas citas de América, en la que nunca pudo ser campeón, a pesar del doblón olímpico un año más tarde en Montreal.
Nuestros púgiles se tomaron bien en serio lo de “dar y que no te den” y aportaron siete doradas en las 11 divisiones disputadas, entre ellas la tercera consecutiva de Rolando Garbey (71 kg) y la primera del ya campeón olímpico Téofilo Stevenson (+81 kg), quien había debutado en los Juegos Panamericanos de Cali 1971 con un bronce.
A tres oros en estos certámenes también llegó la floretista Margarita Rodríguez, mientras el debut de los luchadores grecorromanos terminó con par de puestos cimeros. El equipo masculino de gimnasia artística, en especial Jorge Cuervo y Roberto León Richard, acapararon siete de los nueve títulos en disputa. Cuba retuvo el segundo escaño por naciones, con casi el doble de los máximos premios alcanzados en tierra colombiana.
Los latinoamericanos también aportaron notas agradables e inéditas. La corredora peruana Edith Noeding hizo historia con el primer lugar de los 100 metros con obstáculos (dominado hasta entonces por cubanos y estadounidenses), lo que le valió ser la tercera monarca panamericana de su nación y ser recibida como una heroína al regresar a Lima.
Asimismo, el tritón ecuatoriano Jorge Delgado volvió a anular el dominio total de Estados Unidos y Canadá en la natación, tal y como lo había hecho cuatro años atrás, solo que en lugar de hacerlo en los 200 mariposa, se encaramó en la cima de los 200 libres.
Mario Vazquez Raña- VII juegos. Foto: Arcivo.
Junto a los magníficos estadios, gimnasios y salas polideportivas, la capital mexicana dispuso de una flamante Villa Panamericana, con capacidad para 5 500 personas y erigida en la bella zona del Pedregal de Carrasco. Ese enorme conjunto habitacional fue construido teniendo en cuenta el proyecto original del desarrollo urbanístico de la ciudad.
Por el esfuerzo desplegado en la organización del certamen, el mexicano Mario Vázquez Raña tuvo su premio, pues el congreso de la ODEPA lo designó presidente de la entidad, en sustitución del venezolano José Beracasa Amran, cargo que ostentó por cuatro décadas con amplios resultados, hasta su fallecimiento en febrero del 2015.
PARTICIPACIÓN CUBANA:
Atletas: 310 (239 hombres y 71 mujeres)
Lugar: 2do
Medallas: 134 (57-45-32)