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Rolando Pérez Betancourt: Al público hay que respetarlo de principio a fin

Rolando Perez Betancourt, guionista y conductor de La séptima puerta. Foto: Portal de la Televisión Cubana.

Un año atrás, en ocasión del aniversario de La séptima puerta, su guionista y conductor, Rolando Pérez Betancourt, respondió algunas preguntas. Sus respuestas se mantienen:

Pero quizás muchos televidentes, de esos a los que se dirige Rolando cada noche de viernes por Cubavisión (casi siempre muy tarde), desconozcan el camino recorrido por este analista del séptimo arte (y de la sociedad) que propone piezas para pensar y disfrutar.

—Háblame de tu primer vínculo con la televisión…

—A inicios de los ochenta con el profesor Mario Rodríguez Alemán. Había sido mi profesor en la Universidad de La Habana en los años sesenta y yo era de los pocos críticos que “cortaba el bacalao” con él. Me llamó una noche para que integrara el panel de Cine Vivo nada más y nada menos que con un Hitchcock, Psicosis. . Después fui fichado rápidamente para la televisión. Noche de cine, los lunes, fue mi primer programa y Gigante mi primera película. Luego me quedé haciendo Cine Vivo tras la muerte de Mario (a mediado de los ochenta) y durante un tiempo La Tanda del domingo.

—Ese fue tu vínculo profesional pero como un televidente “de a pie” cuando fue y qué te gustaba, si te gustaba algo.

—La primera vez que vi un televisor fue en los años cincuenta en una tienda. Yo pegando los ojos al cristal de la vidriera sin poder explicarme qué era aquello. Recuerdo ese momento con una claridad absoluta. Luego lo haría muchas veces. En esos años cincuenta viví dos años en casa de unas tías que tenían televisor y me di banquete con Gaby, Fofó y Mileki y unas brujas que venían con ellos formando parte de un grupo español. Recuerdo sus nombres: Escandulfa y Sascandil. Veía la pelota, películas del oeste que ponían a la siete de la noche y después de comida me sentaba con mis tías a ver lo que pusieran, El Cabaret Regalías, Jueves de Partagás, el Teatro y, por supuesto, las bailarinas de la televisión

—Y con el cine, ¿cuándo comenzó el romance?

—Muy de niño. Amor a primera vista y para siempre. Todavía me duele ver películas en mi casa. El cine es insustituible. Un delirio colectivo que se sufre cuando se pierde, pero que debe tener condiciones para ser disfrutado a plenitud. Tengo un libro de Crónicas donde recojo mis angustias para reunir la peseta que me permitiría acceder al Majestic, allá en los años cincuenta. Una verdadera agonía cundo veía que el reloj se aproximaba a la una de la tarde, hora en que comenzaba la matiné, y no me alcanzaba el dinero. Una vez adentro no quería salir y varias veces mi madre tuvo que ir a buscarme porque si me dejaban, repetía

—¿Recuerdas tu primer programa La séptima puerta?

—Primero hubo un casting donde me presenté con una película india ¡muy buena! de título ahora no recordable, estuvo entre las primeras en salir al aire, pero la primera no la recuerdo. Ya sabes, mientras más viejo, menos memoria.

—Nómbrame algunos de los filmes imprescindibles que has incluido…

—Muchos en 16 años. Lo mejor de Bergman aún sin exhibir en tv, El último tango en París, sin cortes, y asì lo mejor del cine asiático actual, italiano, norteamericano…La gran belleza, de Paolo Sorrentino, un verdazo heredero de Fellini… Habría que recordar que el perfil del programa incluye exhibir lo mejor y más variado que se realiza en el mundo.

—Cada viernes te diriges al televidente como “Ustedes, seguidores de La séptima puerta…” ¿Tienes idea de qué público te sigue más?

—Creo que se ha ido creando un espectador de La séptima puerta, culto y preparado para recibir y analizar lo que se le presente, un espectador al que no hay que repetirle ciertas aclaraciones indispensables en cuanto al cine que verá en el programa. Es como una reverencia a ese espectador y una invitación a que se sumen otros. Pero la frase no la digo todos los viernes, aburriría

—¿Te atreverías a escoger cinco filmes como tus preferidos?

—Tengo uno solo que he visto muchas veces y por diferentes motivos no me canso de ver después de haberlo visto de estreno en París, en 1973, El último tango en París. He escrito bastante sobre él. Otras películas preferidas se derrumban con el paso del tiempo y le dan paso a otras, también, posiblemente condenadas al derrumbe. Vaya, que escoger, es siempre una trampa.

—Llevas muchos años siendo un buen cronista del periódico Granma, ¿qué sentiste cuando “chocaste con el vidrio” y te convertiste en un comentarista popular?

—He dicho que la TV no es mi medio, mi medio es la prensa escrita donde debuté a los 16 años trabajando en la imprenta del periódico Hoy. En Granma llevo más de 40 años escribiendo La crónica de un espectador, posiblemente la crítica de cine más perdurable de nuestra prensa en toda su historia Eso no niega el poder de la televisión. Siempre pensé: si me conocen por la tv, luego me leen más lectores. Pero en verdad el lenguaje televisivo, aunque incluye una apreciación critica del filme que será exhibido, no te permite calar a profundidad porque debes tener en cuenta la variedad de espectadores que tienes delante y, además, el tiempo

—¿Qué responsabilidades le atribuyes a un alguien que lleva un programa como el tuyo?

—La mayor. Al público hay que respetarlo de principio a fin y para ello hay que preparase a profundidad. No es cuestión de coser y cantar, decir cuatro boberías, decir que a Robert Reford, le gustaba comer cake de niño, o algo parecido, no señor, hay que entrarle con la manga al codo a cada película y analizarla desde sus distintas vertientes

—¿Cómo podría ser mejor?

—Todo programa siempre puede ser mejor, creo que con la llegada de Rafael Haya a la dirección ha mejorado mucho en cuanto a visualidad. Es un gran trabajador y le dedica todo el tiempo necesario. También cuento con la excelente asesora que es Mayra Lilia Rodríguez, siempre dando la pelea porque no falte lo mejor en el programa. Y está el viejo problema del horario, del que ya me canso de hablar y que ya a esta altura del juego se irá conmigo sin que se solucione. Si el programa sale próximo a las 11 de la noche, ¿cuántos son los que se lo pierden? Y es una lástima, porque en la necesaria tarea de formar audiencias La séptima puerta, de salir más temprano, pudiera hacer mucho más.

—¿Puedes anunciar algunos filmes de la televisión veraniega?

El precio de la fama, se abre con esa, con Natalie Portman en el papel de una diva del pop; El mundo de Kanako, japonesa muy buena; Silvio y los otros, el último filme de Paolo Sorrentino sobre Berlusconi; Dogman, italiana, te hablé de ella; Testigo, un thriller francés sobre espionaje, muy bueno... La partida, inglesa muy buena sobre una joven y su madre que se enamoran de un muchacho...

La séptima puerta le roba tiempo a tus novelas, ¿cómo está tu quehacer literario?

—Demasiado tiempo, realmente. Tengo que ajustar el tiempo, porque también sigo trabajando en Granma y no se puede hacer literatura seria presionado por el reloj, las entregas, las comparencias ante las cámaras. A mis años ha llegado el momento de escoger y pienso que no tardaré en hacerlo.

(Tomado del Portal de la Televisión Cubana)