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¿Por qué quieren prohibir los viajes de los estadounidenses a Cuba?

Llegada del crucero Adonia a La Habana. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

En la supuesta “tierra de la libertad”, sus ciudadanos tendrán casi prohibido viajar a Cuba, una Isla a solo 90 millas de las costas de Florida y uno de los lugares más seguros del mundo.

La actual administración republicana, influenciada por la ultraderecha de la Florida y personajes anticubanos como el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, cumplió este martes una de las viejas ambiciones de los enemigos de un mejoramiento de las relaciones entre La Habana y Washington: cortar el flujo de personas entre los dos países.

Primero fue la cancelación de los servicios consulares de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, justificado con la mentira de supuestos ataques acústicos contra sus diplomáticos. Tras más de dos años de investigaciones,  no existe una sola evidencia que jutifique las afirmaciones de Washington.

A los costos ya de por sí elevados para los cubanos de los trámites para viajar a territorio norteamericano, se sumó la obligación de desplazarse a un tercer país y solicitar las visas en cualquier consulado del mundo que no fuese el de La Habana.

No solo se afectaron los viajes académicos, deportivos y culturales, sino también el de las familias a uno y otro lado del Estrecho de la Florida.

A pesar de ver recortado también el personal de su Embajada en Washington, Cuba se esforzó por cumplir sus obligaciones y continuar facilitando los permisos para el número creciente de estadounidenses interesados en conocer la mayor de las Antillas.

Más de 630 mil norteamericanos sortearon en 2018 las restricciones existentes para los viajes turísticos y utilizaron alguna de las 12 categorías aprobadas para viajar a Cuba, según cifras oficiales.

La mayoría de ellos llegó al país en los viajes de cruceros aprobados durante la administración de Barack Obama, en la etapa del deshielo de las relaciones.

Los cruceros utilizan la licencia de intercambios educativos de pueblo a pueblo, una de las 12 aprobadas, para organizar las visitas de los grupos de estadounidense.

Con las medidas anunciadas este martes por el Departamento del Tesoro, todo parece indicar que esa puerta estará cerrada en el futuro próximo.

Solo aquellas personas que ya reservaron el boleto o compraron el paquete de viajes a Cuba, tendrán la posibilidad de materializar su visita al país.

Incluso en las etapas más hostiles de las relaciones bilaterales, el contacto pueblo a pueblo sirvió para tender puentes y crear las condiciones que llevaron a los anuncios del 17 de diciembre del 2014.

Sin ese intercambio vivencial y cara a cara difícilmente se podría explicar el mayoritario apoyo, según todas las encuestas, que existe entre los ciudadanos estadounidenses respecto a una mejoría de los nexos entre ambos países.

Y esa es la principal causa de la obsesión de la ultraderecha de la Florida por eliminar los viajes.

Dicen que quieren evitar que el dinero de los estadounidenses termine en manos del gobierno cubano, pero la realidad es que la inmensa mayoría de quienes viajan desde allí se alojan en casas particulares y comen en restaurantes gestionados de manera privada.

Pero la verdad es otra. Saben bien que cada visita es una mentira más que se descubre y cada intercambio una prueba de que Cuba y Estados Unidos tienen mucho que ganar del contacto entre sus pueblos y culturas. Y, sobre todo, una prueba de que es posible una convivencia civilizada entre ambos países.

Podrán bloquear la libertad de los estadounidenses de viajar a Cuba, pero no podrán eliminar su deseo de conocer la mayor isla de las Antillas, donde serán siempre bien recibidos y tratados con respeto.

Solo resta esperar que, como mismo fueron impuestas, estas medidas sean derogadas cuando el sentido común regrese a la Casa Blanca y no se imponga la visión de una minoría recalcitrante, sino la voluntad de dos pueblos.