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La pluma de José Martí en la Bienal de La Habana

Ahora, junto a las reliquias de Martí que guarda su casita natal, en su patio, como custodia y labranza está su pluma. Foto: Dago Díaz Martínez/Cubadebate.

Esta obra podría llamarse Tajos. Está inscrita en el contexto de la Bienal de La Habana. Ha quedado sembrada entre los árboles y los bancos del patio de la Casa Natal de José Martí. Es una pluma de metal ferroso de seis metros de altura, con un anillo de diecinueve centímetros de espesor que evoca la huella imperecedera del día de su muerte. A lo largo de la pieza, desde su lado izquierdo, puede observarse la firma del apóstol. En la base está anotado el poema Diez de Octubre, aquel que tempranamente definió la ética política y humana de Martí.

Su creador, el artista visual Erig Rebull, explica que, a partir del concepto inicial de la pieza, con el apoyo del Héroe de la República de Cuba René González, la Sociedad Cultural José Martí y el Historiador de La Habana, Eusebio Leal; fue posible producirla a nivel industrial con la contribución de la Empresa Militar Industrial (EMI) Emilio Bársena Pier, dadas sus dimensiones y complejidad. Y fue emplazada en esta edición de la Bienal de La Habana, cuyo concepto curatorial La construcción de lo posible, deja abiertas las venas para que fluya cual tiempo eterno en la vida nueva. Para Rebull, esa pluma instrumento, de pequeñas dimensiones en su naturaleza real, se amplía en la pieza como metáfora de la grandeza que significan la vida y la obra de Martí.

Ahora, junto a las reliquias de Martí que guarda su casita natal, en su patio, como custodia y labranza está su pluma, recordando los tajos de una vida y de una obra que, según Lezama Lima, siguen siendo ese misterio que nos acompaña.

Para la directora del Museo, Dioelis Delgado Machado, la pluma transpira la espiritualidad martiana, legado y símbolo. Ella afirma que para ellos es también evocación de la esencia del pensamiento y la obra literaria de Martí, su instrumento, su defensa ante los desmanes de la vida y los sueños apostados en cada tatuaje que dejó a su paso.

Rebull considera que esta es su obra más importante, es su palabra de agradecimiento, su postura ante la nación.

En la introducción de aquellos sus Versos Libres, Martí decía:

“Tajos son estos de mis propias entrañas- mis guerreros (…) Van escritos no en tinta de academia, sino en mi propia sangre…”

Desde dentro de la casita, si uno se asoma a través de la ventana del salón que está junto al cuarto familiar, se divisa la pluma en el patio y desaparece el muro del adentro y del afuera. Y en las noches, cuando la luz se proyecta en la pluma, una sombra inmensa crece en la pared como reflejo, para mirarla desde cualquier punto de la calle ruidosa que también evoca los tajos del alma de José Martí.

Para Rebull, esa pluma instrumento, de pequeñas dimensiones en su naturaleza real, se amplía en la pieza como metáfora de la grandeza que significan la vida y la obra de Martí. Foto: Dago Díaz Martínez/Cubadebate.

Desde dentro de la casita, si uno se asoma a través de la ventana del salón que está junto al cuarto familiar, se divisa la pluma en el patio y desaparece el muro del adentro y del afuera.. Foto: Dago Díaz Martínez/Cubadebate.

Rebull considera que esta es su obra más importante, es su palabra de agradecimiento, su postura ante la nación. Foto: Dago Díaz Martínez/Cubadebate.

La obra ha quedado sembrada entre los árboles y los bancos del patio de la Casa Natal de José Martí. Foto: Dago Díaz Martínez/Cubadebate.