René González sobre su nieto: "Me propuse que con él no se me iría ni una letra"(+ Fotos)
Esta mañana llegué temprano a su casa y ya estaba en la puerta, expectante. El uniforme de todos los días me pareció más planchadito que nunca, y se había peinado con especial esmero: “Que malo que ayeya no pudo venir” –me dijo, apercibido ya de que su abuela no podría faltar al trabajo para acompañarlo. Pero todos sabíamos que ella, aunque en ausencia, también estaba allí.
Nos ha crecido rápido, a pesar de todo lo que hemos hecho –creo que con bastante éxito- para que cada segundo de su vida cuente, se estire y perdure.
Cuando me separé de su mami y de su abuela, 28 años atrás, aquella todavía estaba en mitad del abecedario. De la tía, años después, sólo pude escuchar sus primeras palabras en las escasas visitas a la cárcel, y cuando la volví a ver, luego de seis años, ya era una espigada e inquieta niña de 8. Me propuse que con él no se me iría ni una letra y así lo hicimos. Y llegamos hasta aquí, en este aniversario en que el pionerito más joven de la familia se siente el niño más importante del mundo, y va y viene como con un halo festivo que le adorna el rostro y los gestos.
Todos lucen pulcros con sus birretes blancos y la banda, en la que se lee “Ya sé leer y escribir”. Decidió que su ayeyo le pusiera el distintivo, que ahora cuido en mis manos como si fuera un tesoro. Entre la excitación y el alboroto de niños y padres transcurre el acto, sencillo pero hermoso, y entonces llega el momento de ponérselo. Mientras lo prendo en el botón de su manga, emocionado nos pregunta:
- ¿Están orgullosos de mí?
- ¡Claro Ignacito! Cómo no vamos a estarlo.
Sonríe lleno de felicidad y entonces exclama:
- ¡Este es el día más feliz de mi vida!
Dejo la escuela con su algarabía, y en ella un nuevo grupo de niños que ya saben leer. Pienso en la suerte de vivir en un país en que no hay un solo niño de la edad de mi nieto que no esté disfrutando esta bella experiencia, y en la felicidad multiplicada por miles de padres y abuelos que hoy podrán contar historias como esta.
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Muchas felicidades Olga, esto es una muestra que el sacrificio de tu familia no fue ni sera en vano, yo también soy abuela y me lleno de orgullo solo de pensar que mis nietos tienen asegurado su futuro gracias a hombres como tu esposo y a mujeres como tu que soportaron tanto sufrimiento pero no se apartaron de ellos ni un instante.
Muchas felicidades a y a tu familia, es una linda familia de nuestra Cuba Bella
muy bello, lo disfrute y por poco lloro, pero me aguante
Que hermoso artículo! Gracias por compartirnos tan bella experiencia. Mi hijo hace muchísimos años la tuvo(ahora tiene 24) y es emocionante. Gracias por compartirlo. Me alegra que el "ayeyo" de Ignacito lo haya podido disfrutar después de haberse perdido importantes eventos de sus hijas. Felicidades a toda la familia!
Claro! Es cierto, lo escribió René. Gracias René por tan bella historia, historia que como dice la canción, son Aquellas pequeñas cosas, pequeñas pero hermosas y que hacen que cada dia me sienta más orgullosa de ser cubana y de haber nacido en una Revolución Socialista que me permitió ser médico. Gracias René por tu sacrificio y por tu lealtad, creeme, La patria te contempla orgullosa. Sigue disfrutando de Ignacito y familia, lo mereces.
Que bien así debe ser, no perderse ni un minutico de su diario crecer, me alegra volver a verlo Rene, y me satisface esté bien y feliz junto a su nieto.
Es la felicidad de Cuba hermano la tuya. Me emociono y te agradezco la heroicidad de tu familia que fuimos todos en tu lucha.
Que bello aticulo, Muchas felicidades!!!
Felicidades a esa familia tan linda . Que bueno que ya el niño sabe leer y calcular.De seguro seguirá el ejemplo de su abuelo Tofo un profesional dedicado a la causa justa del mundo.