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La ciencia, ¿gasto o inversión?: Desafíos del vínculo universidad-empresa (+ Podcast)

El Podcast de Cubadebate desde el estudio de la Facultad de Comunicación, de la Universidad de La Habana. Foto: Edilberto Carmona / Cubadebate

Bienvenidos al Podcast de Cubadebate. Hoy hablamos sobre la relación universidad-sector productivo y social, a la luz del nuevo modelo económico, tras la aprobación en Cuba de 11 políticas para el perfeccionamiento del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (SCTI).

¿El actual sistema de CTI favorece la integración entre los productores del conocimiento y los usuarios del mismo? ¿Existen las condiciones estructurales para que los centros de altos estudios contribuyan a incrementar la capacidad productiva del país? ¿Cómo promover el conocimiento al servicio del desarrollo económico en Cuba? ¿Cuáles son las novedades de la nueva política asociada al vínculo academia-empresas?

Para dialogar sobre el tema, hoy contamos con cuatro invitados muy especiales:


—Armando, ¿en qué entorno las universidades cubanas desarrollan la generación de conocimientos? ¿El actual sistema de ciencia, tecnología e innovación de Cuba favorece la interrelación efectiva entre la academia y las empresas?

Armando Rodríguez (CITMA): Gracias por la invitación. Cuba cuenta con un Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación que está definido como el conjunto de actores que interaccionan con el conocimiento. O sea, para este sistema son tan importantes los productores de conocimiento —las universidades o los centros de investigación— como las empresas de bienes y servicios, los hospitales y otros —que utilizan ese conocimiento para generar bienes y servicios—, y las interfaces que conectan a los productores del conocimiento con los usuarios del mismo.

Por tanto, cuando vayamos a ver cómo la universidad interacciona, cómo ese conocimiento se lleva a la economía y a la sociedad, hay que trabajar tanto en las condiciones para generar conocimiento en la universidad como en la capacidad para absorber ese conocimiento y convertirlo en productos y servicios. Cuba cuenta con este sistema, un sistema que matiza el contexto actual.

Quisiera recordar que estamos viviendo hoy en una sociedad del conocimiento —como generalmente se conoce en los medios—, pero habría que decir que es una sociedad del conocimiento impulsada por la innovación y se caracteriza por el aprendizaje continuo. Fíjese, no es suficiente el conocimiento. Ese conocimiento tiene que propiciar un nuevo producto que es la innovación y tiene que estar caracterizado también porque la gente aprenda cada día algo nuevo, para relacionarse con esa economía y con esa sociedad. En ese sentido, la universidad tiene un rol muy importante.

Estímulo al valor que agrega cada investigador, “a todos por igual”

Armando Rodríguez, director de Ciencia, Tecnología e Innovación del CITMA, Ondina León, directora de Ciencia y Técnica del MES, y el doctor Rolando Pérez Rodríguez, director de Ciencia e Innovación de BioCubaFarma (de izquierda a derecha). Foto: Edilberto Carmona / Cubadebate.

—En este entorno estaríamos hablando de que innovar es aprender a producir. ¿Las universidades cubanas están preparadas para generar el conocimiento que contribuya al desarrollo, para resolver los problemas económicos y sociales que tiene el país?

Ondina León (MES): Bueno, este es un tema complejo, como explicaba el director de Ciencia, Tecnología e Innovación del CITMA. No es tan simple ver la innovación como el proceso mediante el cual sale el conocimiento de la universidad y se transfiere directamente a las empresas o al sector productivo, porque realmente ahí intervienen importantes actores que deben facilitar ese proceso.

En el mundo y en nuestro país hay un debate sobre cómo se transfiere, cómo se gestiona esa ciencia, cómo se transfieren esos conocimientos al sector productivo y social. Por ejemplo, en Europa y en otros países se debate hoy cómo crear verdaderos sistemas de innovación, o lo que se denomina también ecosistemas de innovación, porque ver por separado los componentes que intervienen en la innovación no es la vía correcta. Incluso, se está hablando de incorporar a la sociedad de lleno, prácticamente como cocreadora o codiseñadora de esa manera de generar y de producir conocimientos y, por supuesto, transferirlos al sector productivo.

Nuestro país está en un momento extremadamente positivo en este aspecto y las universidades se están preparando para elevar aún más lo que hasta ahora se ha hecho, porque yo sí quiero aclarar que tradicionalmente la universidad ha transferido conocimiento. El Comandante en Jefe siempre lo indicó. Nuestras empresas han llegado a producir productos que se han generado en la universidad; pero realmente estamos en otro momento, en un momento donde se requiere una mayor interrelación.

Ahora, el momento es muy propicio porque se están dando pasos muy importantes, a partir de la aprobación de una política sobre la creación de parques científico-tecnológicos, la relación universidad-sector productivo y social, que evidentemente establece un grupo de acciones que van a permitir que las barreras o limitaciones existentes en ese proceso de generación y transferencia de tecnología y de conocimiento se eliminen y se pueda lograr una interrelación que beneficie a ambos sectores.

—Doctora, ¿a qué acciones y barreras se refiere? ¿Podría ejemplificar?

Ondina León (MES): El mejor ejemplo es la relación de BioCubaFarma y la Universidad de La Habana, aunque con otros ministerios y otras empresas también las universidades han hecho importantes trabajos innovativos; por ejemplo, con el Ministerio de Energía y Minas se han creado laboratorios conjuntos y desarrollado tecnologías que ya están siendo incorporadas al sector de la energía renovable. ¿Cuán importante es que las universidades produzcan y generen conocimientos que puedan ser transferidos para lograr un incremento en el uso de las energías renovables en el país?

En el caso de BioCubaFarma —del cual el doctor Rolando va a hablar— hay ejemplos importantes de cómo ya se han establecido laboratorios conjuntos, una cartera de proyectos, se gestionan posibilidades para no solo impactar con nuestros productos y tecnología a nivel nacional sino para atraer capital del exterior, o sea, inversión. Incluso, con el fin de ingresar dinero con productos aún más atractivos, que tengan propiedad intelectual. Esa interacción es muy positiva para ambos.

Es cierto también que, al no tener un ecosistema bien desarrollado en todos los sectores, existen algunas trabas, incomprensiones; por ejemplo, por la poca capacidad de asimilación de nuestras empresas. Este es un tema muy recurrente. Cuando hablo de capacidad, no es solo del interés o no de asimilar la tecnología y del beneficio que les pueda aportar a corto o mediano plazo, sino también de la capacidad de infraestructura, de tener los recursos humanos preparados para eso. Por eso es tan importante generar el conocimiento e insistir en la formación del profesional. Ahí también la universidad juega un papel muy importante.

—Si una empresa no tiene al profesional con las capacidades para dominar cierta tecnología y la universidad sí, ¿puede haber una colaboración ahí?

Ondina León (MES): Cómo que no, precisamente eso es lo que yo le mencionaba.

— ¿Y el profesor (o el estudiante) ganaría por esa colaboración?

Ondina León (MES): Bueno, en este momento no gana. Pero estamos evaluando, con mucha fuerza, que exista una remuneración para todo aquel que intervenga en el proceso de la generación y la transferencia de tecnología, a todos por igual. No solamente al empresario que se beneficia, porque produce con mayor eficiencia y obtiene un producto novedoso, sino también a aquel que generó ese conocimiento.

Esta es una de las grandes metas que el país resolverá en un futuro muy cercano, porque ya está en fase de conceptualización, de escritura de normas, etc. La posibilidad de beneficio para todos los que intervienen en el proceso es una de las trabas que se eliminarán. Debemos tener una mejor posibilidad de cooperación en un futuro cercano.

Armando Rodríguez (CITMA): De hecho, eso parte de la actualización del modelo económico-social que estamos haciendo nosotros, que tiene un eje estratégico en el Plan 2030, donde dice que la ciencia es una fuerza motriz, una fuerza productiva importante. Está asociado a las normas jurídicas que mencionaba Ondina, o sea, es parte de la política aprobada que un empresario puede contratar a un profesor, a un investigador, a un estudiante, y que una vez que participen en ese proyecto se puedan beneficiar todos de los ingresos que reciba el proyecto.

Es cierto que hoy hay laboratorios conjuntos, inclusive entre empresas, donde coinciden estudiantes cobrando un estipendio, un profesor devengando el salario de la universidad y un investigador ganando por la empresa en la que está. La política va a cambiar para que realmente estén en igualdad de condiciones los que participan en un proyecto. La gente cobrará de acuerdo con el valor que agregue en ese proyecto, sin depender de dónde venga. Es un estímulo al valor que agrega cada investigador.

De hecho, dentro del sistema de innovación hay dos actores principales desde el punto de vista de la generación del conocimiento: los investigadores de las entidades de ciencia, tecnología e innovación —cerca de ocho mil—, y los que están en las universidades, responsables de más del 50 % del potencial humano de Cuba. Cada profesor universitario es potencialmente un investigador. Por tanto, no hacemos nada estimulando la investigación en los centros de investigación si no la estimulamos en la universidad.

Hay muchas barreras, como las que decía Ondina, que tienen que ver con la forma en que, desde el punto de vista económico-financiero y de gestión diaria, trabajan las universidades y otros centros de investigación que son presupuestados puros. Un investigador o un profesor saben qué significa ser presupuestado, y las limitaciones que implica para la gestión económica en las instituciones, que los limita de participar en un buen proyecto o ser retribuidos por lo que se aporta en el mismo.

Asimismo, imposibilita publicar en una revista si no tienes presupuesto para que te evalúen el proyecto o asistir a un evento internacional si no tienes en el plan ese elemento. Entonces, para que la ciencia sea cada vez más un motor económico, la política busca que se valore económicamente su aporte.

Capitalizar la generación de conocimiento

El Podcast de Cubadebate. Foto: Edilberto Carmona / Cubadebate

—A nivel de país hay una voluntad política de hacer efectiva la integración universidad-empresas, que crezca la demanda del sector productivo al sector de investigaciones y no solo viceversa. Es un cambio de concepción. Entonces, ¿van hoy los empresarios a las universidades a solicitar transferencia de conocimientos, de competencias entrenadas, para de conjunto ampliar su cartera de productos? ¿Sucede así en BioCubaFarma?

Rolando Pérez (BioCubaFarma): El concepto del sistema de ciencia y tecnología que tuvimos era ofertista; efectivamente, está transitando a un sistema por demanda, que es como debiera ser. En el caso de la industria biofarmacéutica es una necesidad.

La industria biofarmacéutica a nivel mundial es muy competitiva; entre los sectores industriales es el de mayor intensidad tecnológica, donde más se invierte en investigación y desarrollo. Nuestra industria tiene que cerrar el ciclo económico en el exterior, porque en los productos de alto valor no se recupera la inversión en un mercado tan pequeño como el de Cuba. Pero, además, necesitamos ingresar recursos con las exportaciones para poder financiar en nuestro país el uso de los productos.

De esta manera, la vocación exportadora tiene que ser capaz de vencer el alto nivel competitivo que tiene la industria biofarmacéutica a nivel mundial y, para ello, requiere innovación, demanda un producto con patente, necesita tecnologías de vanguardia que sean competitivas. Y no toda la innovación, no todo el conocimiento que se requiere se puede generar solo dentro de la industria, eso llevaría hipertrofiarla, hacerla crecer en laboratorios de investigación.

—También porque las universidades están más cerca del flujo internacional de conocimientos, en buen cubano, de lo último que se está moviendo.

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Exacto. Por eso, en nuestro caso, sí ha sido una necesidad recurrir a la universidad para que sea una fuente de innovación para la industria. La innovación es la vía de capitalizar la generación de conocimiento. Tú generas conocimiento pero hay que capitalizarlo y se hace a través de la innovación, porque se lleva a una tecnología, a un producto que se realiza en el mercado.

Ese resultado tiene que beneficiar a la industria pero tiene que beneficiar también a las universidades, a los centros científicos; o sea, el ciclo de conocimiento y explotación comercial se tiene que cerrar en esos ecosistemas, que incluyen a los centros que generan el conocimiento pero también a las empresas que lo explotan comercialmente.

Ese proceso no ocurre espontáneamente, ahí es donde está el problema. Puedes tener, incluso, industria con capacidad asimilativa como la biofarmacéutica, con capacidad de innovación y alta tecnología, y puedes tener el conocimiento que se genere en las universidades; sin embargo, no puedes cerrar ese ciclo porque no ocurre de manera espontánea.

Los países industrializados que encontraron las vías financieras y organizativas para lograr eso han sido vanguardia en la biotecnología. Quiere decir que debe haber también innovación desde el punto de vista financiero, organizacional. ¿Cómo organizamos estas empresas de alta tecnología y cómo nos insertamos en la relación academia o universidad-empresa? Eso también es innovación en la gestión empresarial y de los sistemas de ciencia, tecnología e innovación.

Desde el Polo Científico del Oeste, cuando surge la biotecnología y la industria biofarmacéutica hay una larga historia de colaboración con las universidades. Pero, esencialmente, estaba más dirigida a la formación de recursos humanos. Se investigaba de conjunto, pero para generar publicaciones y tesis de doctorado en el marco de unidades docentes creadas en las empresas.

No obstante, en el tema de la innovación como la solución o introducción de una nueva tecnología en el mercado, se hicieron esfuerzos y se crearon grupos especiales en la Universidad de La Habana, en la de Las Villas y en la de Oriente, algunas de las cuales transitaron a empresas y fueron exitosos. Ese proceso lo gestionó directamente el Comandante en Jefe. Él tuvo la intuición y la capacidad de percibir dónde había un grupo científico que podía dar un aporte importante.

Luis Montero Cabrera, profesor de la Universidad de La Habana (UH). Foto: Edilberto Carmona / Cubadebate

Luis Montero (UH): Fidel tenía un equipo de gente especializado en eso, el cual hacía trabajo de exploración en los centros universitarios sobre todo, que es donde había más potencial. Por ejemplo, comienza el Período Especial y aparece un equipo de colaboradores de Fidel que se pone a buscar en todas las universidades quiénes podrían producir algún resultado con impacto económico.

La Facultad de Química de la Universidad de La Habana tuvo la mayor inversión en infraestructura de ciencia y tecnología de toda su historia, cuando peor estaba la economía del país. Se hicieron cuatro laboratorios, uno tuvo un éxito resonante y otros lo tuvieron diversamente, pero es que la ciencia es así. La ciencia es una inversión.

La primera vacuna sintética comercial del mundo se produjo gracias a una de esas inversiones. Hoy en día es una vacuna que está incorporada al sistema de Salud Pública cubano, produce royalties de patente y el investigador que hizo eso es hoy el director de un gran instituto de investigaciones del Polo.

Eso fue una gestión directa de Fidel, que es absolutamente concordante con la forma en que se generan los grandes resultados científicos e investigativos en países capitalistas, y en otros no tan capitalistas.

En la práctica, esa es la gestión de Fidel en el caso de la ciencia, la creación del CENIC o del Polo Científico del Oeste, que tuvo 60 o 70 % de especialistas que procedieron de las universidades desde su misma fundación, desde que apareció el interferón. Nuestra facultad dio varios de sus mejores profesores para sustentar el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. Los estudiantes nuestros son fuerza de trabajo de los centros de investigaciones.

Rolando Pérez (BioCubaFarma): De lo que se trata es de institucionalizar lo que comenzó Fidel con las políticas que se han aprobado, con los instrumentos y las normas jurídicas que se están elaborando.

—¿Y la interrelación academia-BioCubaFarma ha dado algún resultado concreto?

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Sí, en los últimos años, mientras las políticas se fueron elaborando, nosotros comenzamos un modelo de cómo hacer no espontánea esta unión entre universidad y empresa. Le hemos llamado laboratorios conjuntos entre la Universidad de La Habana —no quiere decir que pueda ser la única— y nuestro grupo.

Estos laboratorios conjuntos se basan en una serie de principios y pueden estar enclavados dentro de una empresa nuestra o en un área universitaria. Por ejemplo, la empresa aporta financiamiento en divisas para la compra de reactivos que a veces no tiene la universidad, pero esta sí tiene profesores y estudiantes, y se desarrollan proyectos que de conjunto se deciden. Las patentes que se generan son patentes conjuntas, o sea, la titularidad de las patentes pertenece tanto a la universidad como a nuestras empresas.

Uno de esos laboratorios tiene casi dos años de experiencia, un laboratorio que hay en el Centro de Inmunología Molecular con la Facultad de Biología de la UH, al que se han incorporado también ahora proyectos de la Facultad de Química. Se estudia en el campo de la nanobiotecnología, que es un campo nuevo.

Además, esta relación tiene la potencialidad de que las universidades tienen mucha facilidad para la colaboración académica internacional, porque a las empresas nos ven con un interés, como una organización dirigida a un beneficio, a utilidades, al lucro. Sin embargo, a través de las universidades logramos insertarnos en las redes de colaboración académica internacionales.

—Es un ganar-ganar…

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Totalmente, en ese camino vamos. Hemos tratado y estamos buscando mejores mecanismos de retribuir a los profesores. La primera vía que encontramos, que era la que estaba establecida, no satisface totalmente, porque recibe más la organización universitaria como institución que el propio profesor. Pero ahora estamos gestionando nuevas opciones para retribuir, con los resultados del proyecto, directamente al profesor que está en la investigación.

—Evidentemente, aquí estamos ante un problema estructural que impone limitaciones para la actividad en redes y el encadenamiento. ¿Qué podríamos hacer para eliminar estas barreras?

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Ahí está la política que se acaba de aprobar… y ellos la pueden explicar.

Luis Montero (UH): ¿Me permiten poner un tapón? La ciencia y la introducción de la innovación en la vida económica de un país no es un proceso unidireccional, es bidireccional. Si algún problema ha tenido la dirección o la conducción de la ciencia en Cuba es que se nos ha pedido al sector científico que introduzcamos resultados.

Las realidades son mucho más complejas, las necesidades de innovación deben surgir en la vida económica, en el sector científico. Una economía viable de cualquier país tiene que garantizar estimulación, en cualquier dirección, lo mismo de una “iniciativa” que surja —y esa es una palabra que tenemos que recalcar— en un sector comercial, en un hospital, en un centro de investigaciones, una necesidad pública, que en una fábrica.

 —Ahí vamos en un segundo momento, porque hasta ahora hemos hablado de sectores estratégicos que han recibido un impulso, pero hoy también debemos hablar de una proyección hacia el desarrollo local, de cómo en los territorios se va a producir con el apoyo de las universidades.

Luis Montero (UH): Uno de los escenarios más fértiles que debería tener una política precisa de gestión de la innovación y de la ciencia es precisamente la gestión local, municipal, empresarial, donde salen y pueden introducirse directamente las innovaciones más novedosas.

Aquí hay otro factor que hay que tener en cuenta. Puede que algunas de las innovaciones más productivas que nosotros tengamos ni siquiera pasen por un centro de investigación o una universidad cubana. Puede ocurrir que a nivel local un empresario se entera por internet de una determinada innovación que puede implantar y lo hace. Puede ocurrir que se le ocurra la idea y no tenga cómo implementarla; entonces va al centro universitario o al centro de investigaciones más cercano y busca la implementación. La política y la economía del país tienen que tener las herramientas para que eso funcione. Eso se llama iniciativa.

Este es un asunto transversal a toda la sociedad, absolutamente, donde los mecanismos económicos tienen que estar preparados para estimular, mediante adecuadas retribuciones, cualesquiera de las acciones. Eso es lo que hace a un país avanzar. Nosotros tenemos talento creado todo el que queramos, esa no es una sustancia limitante en nuestro escenario social, lo que es limitante es que no existan los canales para que estas iniciativas y procesos realmente cumplan el objetivo de llenar de innovación la sociedad y la economía cubanas, porque es la única forma de hacerlas competitivas.

Invertir en ciencia, ¿un gasto financiero?

Conversamos sobre ciencia, tecnología e innovación en el podcast de Cubadebate. Foto: Edilberto Carmona / Cubadebate.

— ¿Por qué hay tanta baja incidencia de las empresas en el financiamiento de la ciencia, la innovación y la tecnología en Cuba?

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Es en esencia un problema financiero, porque las empresas funcionan con un flujo de caja. Tienen que generar ingresos y de las utilidades tú puedes reinvertir una parte en desarrollo e innovación, pero también de tus utilidades retribuyes el salario de los trabajadores.

Entonces, se puede invertir en un cierto nivel de innovación de bajo riesgo a partir de esas utilidades que tiene la empresa, pero realmente la alta tecnología y la innovación que se basa en generación de conocimiento, que es una innovación radical, en los países industrializados se financia con lo que se llama capital de riesgo. Hay gente que pone dinero a fondo perdido para eso.

Esa fue la innovación financiera que surgió en los países industrializados, que hizo que la biotecnología y otras industrias nacieran como un sector emergente. Se han creado desde instituciones financieras con capital de riesgo hasta bolsas de valores especiales para alta tecnología y diferentes vías.

La innovación radical requiere también que nosotros innovemos cómo vamos a financiar la ciencia en nuestro país. No todo lo que necesitamos es pesos cubanos porque para investigar en un laboratorio tenemos que utilizar reactivos y equipos que se compran en el exterior, y para eso necesitamos divisas.

Luis Montero (UH): Y a veces hace falta para el día siguiente.

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Se estima que el promedio de gastos de trabajo en el laboratorio es de 20 mil dólares por investigador en la rama de la biomedicina en países desarrollados. Ahí pudiera estar el salario, vamos a quitar el salario que lo tenemos en pesos cubanos, pero los reactivos nos cuestan igual a nosotros que a ellos. Tenemos que trabajar en el laboratorio con recursos similares, por lo que tenemos que ser muy creativos en la búsqueda de diversas fuentes de financiamiento para que el sistema de innovación del país sea de verdad una fuerza motriz y que los empresarios puedan tener una actitud más proactiva hacia la innovación.

El empresario con el dinero que tiene debe pagar salarios, incrementarles el salario a los trabajadores para que no se vayan al sector privado. Entonces, digo: “¿Les pago más o invierto en innovación?”. Es un reto.

—¿Y puede decidir si le paga más?

Rolando Pérez (BioCubaFarma): En la empresa sí, al trabajador le pagas por el valor agregado que se genera, uno de los destinos de las utilidades es la estimulación salarial al trabajador. Entonces también está la disyuntiva, ¿empleo ese monto para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros o lo destino a la innovación?, porque la innovación tiene más riesgo que invertir en mejorar la infraestructura tecnológica.

En las empresas de alta tecnología, que tienen productos con patentes que pueden exportar, generalmente los decisores tienen que asumir riesgos, porque si tienes un producto nuevo existe el riesgo de que no llegue a tener éxito en el mercado, pero a la vez es la única manera de que puedas tener después ingresos importantes en el mercado internacional. En la medida en que nuestra industria vaya siendo más innovadora —estaríamos en un ciclo virtuoso— será una industria más dada a invertir en innovación.

Luis Montero (UH): La empresa cubana tiene restricciones en ese sentido, cualquier inversión e innovación de acuerdo con las reglas actuales  —que por cierto son avanzadas con respecto a las que había hace unos años—, de alguna forma va contra el resultado positivo de su gestión financiera, y de alguna forma puede verse afectado el salario de los trabajadores. Imagínate tú, el empresario tiene una situación complicada: “Voy a invertir en innovación, donde me la estoy jugando, o aumento el salario de los trabajadores”. ¡Cuidado!

—Entonces, ¿qué acciones debe realizar el CITMA para desarrollar su papel de arbitraje entre la voluntad política y esta realidad que frena su implementación?

Armando Rodríguez (CITMA): Le agradezco mucho a Rolando (Pérez) su percepción, pero obviamente esta percepción desde su industria no llega al 1 % de las empresas en Cuba. Si BioCubaFarma no logra hacer investigación-desarrollo, ya sea internalizarla (que nunca va a poder hacerla completa) o en colaboración con la universidad, se va a ver comprometida, porque parte de lo que el Grupo exporta hoy ha sido consecuencia de 20 o 25 años de investigación en el país completo.

Hay otros sectores en Cuba que pudiesen tener también ese matiz, por ejemplo, las empresas de tecnologías de información y comunicaciones (TIC), sectores que por su naturaleza son de alta tecnología, intensivos en tecnología, que tienen una demanda de investigación-desarrollo que es independiente de sus necesidades. Si quieren estar en el mercado tienen que mantenerlas así.

Decir eso mismo para el resto de las empresas cubanas es diferente. Pensar que un empresario va a decidir innovar para poder llegar al mercado y ser competitivo, esa no es la realidad de muchos sectores industriales en Cuba, porque tienen el mercado cautivo o la prioridad se le da a un plan determinado y no ven el rol que puede jugar la innovación en ese desarrollo. Y suma a eso que hoy si usas dinero para investigación-desarrollo, según las normas que están vigentes, ese dinero se contabiliza como gasto y para el empresario es un desincentivo, porque va a deteriorar los indicadores de valor agregado bruto de su empresa.

Me preguntabas por el rol del CITMA, y de los ministerios que son globales, como Finanzas y Precios, Economía y Planificación, Trabajo y Seguridad Social, que somos los que tenemos el mandato, inclusive del presidente (Díaz-Canel), de trazar normativas que incentiven a los empresarios a hacer innovación, que respondan a las políticas públicas.

Uso social del conocimiento con enfoque territorial

Armando Rodríguez en el Podcast de Cubadebate, en el estudio de radio de la FCOM. Foto: Edilberto Carmona / Cubadebate.

—Ustedes tienen la misión de gestionar el uso social del conocimiento, donde la ciencia se responsabiliza con las demandas comerciales pero, principalmente, con las necesidades sociales y, ahora, el desarrollo local.

Armando Rodríguez (CITMA): El desarrollo local es totalmente pertinente en esta discusión porque, quiénes son los que van a propiciar el cambio en el municipio, en la comunidad: son los actores que allí residen, las empresas, el Gobierno, el centro universitario municipal, las entidades de ciencia.

—Y es donde menos financiamiento hay para hacer ciencia.

Armando Rodríguez (CITMA): Es donde menos financiamiento hay para hacer ciencia, pero el financiamiento para hacer ciencia no es uno, o sea, hay varias fuentes para hacer ciencia, lo que hay que trabajar en esas fuentes, algunas están más desarrolladas y otras menos. El presupuesto del Estado es lo que la gente asume como lo principal para hacer ciencia, pero hoy el presupuesto del Estado está entre el 50 y el 55 %, ya hay un 45 % de financiamiento que es empresarial.

En el año 2018 —estamos prácticamente a punto de tener los datos oficiales— estamos probablemente cerca del 0.9 al 1 % del PIB dedicado a actividades de ciencia y tecnología. Y eso responde, entre otras cosas, al financiamiento empresarial a pesar de la Resolución 138, de Finanzas y Precios, que dice que usar dinero para ciencia es un gasto y no una inversión, como el sentido común de nuestros principales dirigentes ya está apuntando.

Cerca del 5 o el 7 % de ese rango del financiamiento de la ciencia dejó de crecer por ese desincentivo. Eso podemos cambiarlo con la nueva política, hay cosas que se cambian con más lentitud pero otras que serán más rápido.

En el tema particular de la conexión universidad-empresa hay elementos que se han ido mencionando que son vitales para dinamizar, porque es importante que el empresario use ese dinero. Pero cómo puede usarlo. Si un empresario va a financiar ciencia, a quién se va a dirigir para pagarle un proyecto, ¿a una universidad o un centro investigación? Si el centro de investigación es como el 65 % de los centros de investigación de Cuba, una empresa o una unidad presupuestada con tratamiento especial, le puede contratar el proyecto. Ahora, si es una unidad presupuestada pura los mecanismos económicos-financieros limitan esa relación. Esa es otra de las deficiencias que tenemos.

Ondina podrá comentar luego la política que tiene que ver con la interfaz universidad-empresa, que concibe cómo la academia va a usar un mecanismo de interfaz que le permita relacionarse con la empresa que le está demandando ese conocimiento.

—Entrarían en competencia las universidades y los centros de investigación, y tienen que ser idóneos para ello.

Armando Rodríguez (CITMA): Nosotros estamos intentando construir una sociedad socialista del conocimiento, pero está claro que vivimos en un contexto internacional que promueve una sociedad capitalista de conocimiento. El conocimiento tiene valor, cuando BioCubaFarma compite con una multinacional para vender un producto biotecnológico lo hace bajo esas condiciones.

Luis Montero (UH): Que tenga valor no quiere decir que sea capitalista, puede seguir siendo socialista, sí puede haber valor e intercambio. Hace un tiempo publiqué en Cubadebate un artículo sobre la pura realidad de que hoy la universidad tiene la misma concepción económica en Cuba que un círculo infantil. Una universidad que es una gran entidad que gestiona infinidad de actividades es una unidad presupuestada, una organización que recibe el dinero del Estado, puede gastar según el plan pero no puede hacer nada con el dinero que genere a partir de otras actividades. De hecho, tiene prohibida la contratación de cualquier cosa por la cual le paguen a ella, porque si le pagan no puede hacer nada con ello. Es una organización económica obsoleta. Sé que hay opiniones en contra de esto.

Ondina León (MES): Este tema es muy interesante. A ver, las universidades en el mundo son estatales y privadas. Las privadas tienen un mecanismo presupuestario diferente, en las estatales el sistema es presupuestado totalmente.

Lo que pasa es que las universidades han desarrollado desde hace mucho tiempo las fundaciones, las empresas de interfaces, los parques científicos. Dentro de la propia unidad se crean organizaciones que tienen una diferenciación para el manejo de presupuesto. Nosotros hemos quedado atrás en el contexto internacional, pero sí existen mecanismos para que la universidad genere, ingrese, pague y financie ciencia.

No es solo formar profesionales, sino que la ciencia juega un papel muy importante en la universidad. Pero las universidades son un bien público. Las que son estatales en todo el mundo son presupuestadas, el Estado les da todo el dinero que necesitan.

En la universidad, ¿cambio radical en su rol dentro del sistema de innovación?

En el estudio de radio de FCOM, los doctores Ondina León y Rolando Pérez, respresentantes de la academia y el empresariado en Cuba, respectivamente. Foto: Edilberto Carmona/ Cubadebate.

—¿Qué nuevos mecanismos empleará la universidad cubana?

Ondina León (MES): En la política que está aprobada, y que estamos en fase de su institucionalización, se habla de cuatro posibilidades:

  1. Creación de parques científico-tecnológicos: ya se está trabajando en dos; uno en la Universidad de Ciencias Informáticas y otro en la Universidad de Matanzas.
  2. Crear empresas de ciencia y tecnología que ya estaban nombradas en el Decreto Ley 323. En el caso de las universidades van a ser empresas fundamentalmente para la interfaz. Se está valorando que comience en tres universidades.
  3. También se valora que una unidad de una empresa que tiene nuestro Ministerio de Educación Superior, que es el centro CIH, con un núcleo innovador importante, pueda asumir también como interfaz o como promotor de esa interrelación.
  4. La UH está valorando un modelo muy especial, muy específico, que permitiría la creación de un centro de innovación dentro de la universidad.

Es decir, no hay una sola modalidad, hay varias en el mundo e iremos buscando, según avance cada una de ellas, cómo generalizar esa experiencia.

Luis Montero (UH): Estamos a las puertas de un cambio radical.

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Hay un cambio de paradigma, porque la ciencia deja de ser solo una fuente de gastos para generar, para ser una fuente de ingresos y de utilidades, porque la labor de los equipos que hacen investigación no solo es pedir dinero, es gestionar los recursos para hacerla.

La innovación crea valor intangible, el propio proyecto tiene un valor. Puedes capturar ingreso precomercial antes de que llegue al mercado, porque hay quien ve el valor que eso puede tener e invierte. Estoy hablando de atraer inversión extranjera a Cuba. Nuestra capacidad de generar conocimiento puede ser una vía de atraer recursos a este país, que tanta falta nos hace para desarrollarnos.

Luis Montero (UH): Necesariamente no tiene que hacerse una investigación en una universidad o en un centro de investigaciones para producir los resultados. Si apareciera internacionalmente un determinado resultado que una empresa puede implementar, y no hay en ella fuerza calificada para asimilarlo, aunque no haya sido parte del plan de investigaciones del centro de altos estudios, esa empresa tendría que acercarse a la universidad correspondiente, tecnológica o de ciencias básicas, buscando la consultoría y el asesoramiento para implementar ese resultado.

Hoy en día, hay empresas en Cuba que pagan esa asesoría en el extranjero. Hay empresas extranjeras que vienen a Cuba a contratar esa consultoría y la universidad no puede contratarla, porque no tiene los instrumentos. Tengo una pequeña contradicción con mi amiga Ondina, porque sí, en el extranjero las universidades públicas son esencialmente presupuestadas por el Estado, pero sus capacidades económicas son mucho más libres.

—Nos adelantan algún otro detalle de la nueva política cubana de ciencia, tecnología e innovación.

Armando Rodríguez (CITMA): Aquí hemos estado parafraseando todas las políticas sin abordar todos los detalles. Por ejemplo, la política de la empresa de alta tecnología dice claramente que la empresa puede ir a una universidad y puede contratar al profesor, al estudiante, al investigador. Y que ellos se beneficien no solamente durante el transcurso del proyecto, sino de la comercialización del producto que se cree.

La política y las normas en las que se está trabajando conciben que los investigadores se puedan beneficiar de las royalties, además de la institución, porque obviamente necesitamos que la institución use ese dinero para recapitalizarse. Y parte de esa política también llama a que la empresa pueda decidir mejor dónde puede poner los ingresos.

Por primera vez en Cuba tendremos parques científico-tecnológicos, empresas cuya función es incubar nuevas empresas, una inversión que la vas a ver en 4 o 5 años, pero el país está decidiendo empezarla hoy, para acercar el tiempo.

Tampoco estas acciones dan trigo de un día para otro, depende de la capacidad que haya, de la capacidad de acompañamiento, pero en cualquier caso los estados juegan un rol fundamental en esa inversión.

Por ejemplo, en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, que algunos pudiesen ver alejado de estas transformaciones. Nada más alejado de la realidad. No se puede concebir un proyecto sin una visión desde la tecnología, desde las ciencias sociales. Incluso, el aporte a la macroeconomía, saber dónde vamos a poner las utilidades, es una decisión que no se puede tomar sin ciencia, tecnología e innovación.

—¿Y depende solo del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente?

Armando Rodríguez (CITMA): Cuando se habla de política científica, tecnológica y de innovación no se está hablando del CITMA. No puede haber una política de innovación fuerte sin una política financiera, económica, sin una política para el potencial humano.

 —Y de Estado, porque el presidente así lo ha dicho en cada una de las visitas gubernamentales a las provincias.

Armando Rodríguez (CITMA): Después de que el presidente o un vicepresidente van a la universidad y le dicen “conéctese con los ministros”, y los titulares de diferentes carteras le explican al claustro y al estudiantado qué están haciendo, el rol y la responsabilidad nuestra es que exista la normativa que permita llevar a vías de hecho la voluntad política de Cuba, de nuestro Gobierno, a través de mecanismos económicos, financieros y de estímulo, y que sea fácil.

Luis Montero (UH): Se está diseñando una política que es imprescindible, la del parque científico-tecnológico desde la universidad, algo así como la vitrina de innovaciones que la universidad le exhibe a la economía. Pero los parques científico-tecnológicos tienen otra dimensión también. Si ves un mapa del Massachusetts Institute of Technology (MIT), la universidad tecnológica más famosa de Estados Unidos, te das cuenta de que en torno al campus están las casas matrices de muchas de las principales empresas de alta tecnología de ese país.

Las empresas van allí a poner su casa matriz o la casa matriz del área de tecnología, porque cerca de la universidad, donde está la fuente del conocimiento, ellas se pueden alimentar y pueden tener una relación directa con esa generación de nuevos conocimientos.

Ondina León (MES): Incluso, en los parques científicos en algunos países asiáticos, en Europa, hay casas matrices de bancos, ahí mismo para financiar el proyecto. Regreso a mi idea inicial, es muy importante crear los ecosistemas. No es la universidad ni la empresa, es un ecosistema donde intervienen mucho el Gobierno —local o nacional—, los bancos, los centros de investigación, la sociedad. El ciudadano tiene derecho a estar dentro de ese sistema innovador, porque al final lo que el Estado quiere es satisfacer las necesidades de su pueblo, el desarrollo del país.

Armando Rodríguez (CITMA): Recuerden que constitucionalmente la ciencia es libre, no es un favor que le estamos haciendo a nadie, es un derecho que tiene la gente a hacer ciencia.

Rolando Pérez (BioCubaFarma): Usted ha estado insistiendo en la importancia de la innovación para los problemas locales y yo estoy de acuerdo. Hay dos ejes: cuando hay problemas en una comunidad del país y hay que buscarle solución a esos problemas desde un enfoque local, pero también le estamos pidiendo al país que tenemos que aumentar nuestras exportaciones, y no solo pensando en grandes industrias. Se ha hecho un análisis de cómo cada región puede aportar a las exportaciones, porque tenemos que aumentar los ingresos. La innovación en eso va a ser decisiva.

Luis Montero (UH): La ventaja que tenemos en Cuba es que tenemos una Revolución que reformó completamente la forma de conocimiento del país, que creó valor en el conocimiento, contrariamente a lo que existía antes, cuando el conocimiento era secundario. Y el pueblo cubano es esencialmente un pueblo culto.

—Y creativo…

Luis Montero (UH): Efectivamente, deberíamos tener más sobre la mesa la palabra iniciativa. La capacidad de iniciativa del pueblo lo mismo para mejorar sus condiciones que para resolver sus problemas vitales es impresionante. Si nosotros logramos crear un sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación que canalice esa iniciativa desde todas las direcciones, y logramos que esa iniciativa se convierta en innovación, en ciencia y en conocimiento, podremos hacer lo que queramos.

Tenemos que crear un socialismo que canalice estas cosas y no se diluya en un mal burocrático. La planificación tiene que ser diferente, la gestión del dinero debe ser diferente, porque hay que tener en cuenta que el ser humano tiene que avanzar.

“No podemos cansarnos de oír a los que saben”

El Podcast de Cubadebate. Foto: Edilberto Carmona/ Cubadebate.

Ondina León (MES): Hablando en el entorno del desarrollo local, que realmente está muy bien sustentado en la nueva Constitución, creo que desde las universidades tenemos un papel que jugar muy importante, porque hay que crear esa capacidad en los cuadros, en nuestros gobiernos locales, en la población en general, y en eso pueden ayudar mucho los centros universitarios municipales, que gestionan el conocimiento pero también forman capacidades. Eso hay que lograrlo con mucha fortaleza.

A veces en un territorio hay una potencialidad para exportar, sin embargo no se ha creado todo, es el sistema, se deja un poco a la iniciativa sin un pensamiento estratégico. Ahí los centros universitarios municipales juegan y deben desarrollar un papel todavía mayor, propulsor, formador, creando capacidades, formando a los cuadros. Insisto en algo que decía el doctor Agustín Lage, hay que lograr que en la cultura del pueblo cubano el método científico prevalezca ante cualquier actividad.

—Recuerdo que en el discurso de la Asamblea Nacional, Díaz-Canel le decía a los cuadros: “No podemos cansarnos de oír a los que saben”.

Ondina León (MES): Exacto.

Armando Rodríguez (CITMA): La universidad para mí tiene un rol esencial en la formación. Díaz-Canel ha estado yendo, puntualmente, al balance de cada organismo, con el objetivo de destacar aspectos esenciales, entre ellos la investigación y la innovación.

Para el mes de junio deben estar los resultados de la tercera encuesta nacional de innovación, que se le hizo a 560 empresas de Cuba. Respondieron un cuestionario donde se aborda la innovación desde las diferentes facetas, y uno de los elementos más deficitarios es la cultura de innovación de nuestros empresarios, algo asociado a una visión muy cortoplacista, una presión muy fuerte por responder a la tarea de hoy y menos en el futuro.

Luis Montero (UH): ¡Al plan!

Armando Rodríguez (CITMA): Pero no solo al plan, hay otros resortes que los mueven a pensar solo en mañana. No hay sentido de pertenencia, no hay conocimiento, el que dirige no se dota de un consejo científico o un consejo técnico asesor, porque el cuadro puede no saber pero tiene que saber dónde buscar, creo que ese es el mensaje principal del presidente: no tenemos que ser especialistas en todo, pero sí tenemos que saber asociarnos.

Y hablaba del rol de la universidad porque nuestra gente tiene que salir formada con este pensamiento de innovación desde el pregrado, y también desde la enseñanza técnico-profesional, porque un obrero o un técnico medio decide si una transferencia de tecnología de una empresa es exitosa o no. Tenemos experiencias de transferencias de tecnologías que no son positivas, porque estaba el dinero para traer el equipo —que es lo más difícil— pero cuando llegó no existían las normas técnicas, no se previó la materia prima adecuada. Ahí el dinero no se convierte en la sustancia limitante.

La visión de innovación nos permite abrir un poco la perspectiva, inversión se convierte en la palabra más importante de la economía cuando debía ser innovación, porque la innovación puede venir de una inversión importante pero puede venir del uso diferente de un conocimiento que no es novedoso.

Cuando hablemos de desarrollo local y de la agenda de conocimiento de esos centros universitarios municipales, no tenemos por qué pedirles que publiquen en Nature, porque van a atender la pertinencia de los temas que demandan sus comunidades.

Tenemos que interactuar con la universidad y con los empresarios, y los lenguajes son diferentes. Nos interesa que haya la innovación en BioCubaFarma pero también en la industria manufacturera, ligera, en la electrónica, en el comercio.

Hemos hecho un estudio de cómo los centros de investigación aportan a los sectores económicos estratégicos, y ahí hemos visto que el tema de la biotecnología está muy claro, pero el transporte, la logística del comercio, del agua, están menos abordados desde la investigación científica.

Hay que ganar capacidades en eso, porque la ciencia también tiene que ir acumulando conocimiento, que es poco comprendido cuando no hay una salida rápida, pero si no está la sedimentación, usted no puede esperar una respuesta oportuna.

—Gracias por aceptar la invitación de Cubadebate, ojalá este podcast sea un granito de arena para que el conocimiento se conecte más y mejor con las necesidades y demandas de la sociedad cubana. Recuerda, dale play al debate.

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