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En la vía, ¿ellas más severas que ellos? (+ Fotos)

    La 1er suboficial Olaisi López Pozo es una de la mujeres agentes de tránsito, con sólo 26 años de edad. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Aunque se hace cada día más común verlas en las calles encima de flamantes motos, con botines inmensos y uniformes ceñidos al cuerpo, aún existen varias percepciones y ¿por qué no?, mitos, sobre las oficiales del tránsito en Cuba.

Olaisi López Pozo es una de ellas. Tiene sólo 26 años, pero ya integra el Destacamento de Servicios Especiales, de la Dirección Nacional de Tránsito, cuya prioridad es el acompañamiento a caravanas con delegaciones cubanas y extranjeras que se encuentran en la capital para participar en cumbres, congresos o actividades similares.

Encima de su Suzuki blanca número 321, o la nave, como la llama con especial cariño, la joven artemiseña también recorre las principales avenidas habaneras “despejando” el tránsito ante el paso de automóviles que trasladan a presidentes o altas personalidades de otras naciones de visita en Cuba.

Se levanta cada día a las 3 y 45 de la mañana en Alamar (Habana del Este), donde vive, para desplazarse hasta la localidad de Cinco Palmas, en La Lisa, pues debe llegar poco antes de las seis a la unidad para acceder a su principal medio de trabajo y comenzar a “rodar”.

Ha dejado su moto debidamente estacionada junto a la acera y, aunque se nota que no está de servicio en ese momento, los autos disminuyen la velocidad a medida que se acercan y los choferes observan con cautela a la muchacha policía.

“Cuando no tenemos ningún servicio especial, por lo general lo que hacemos es trabajar en la vía; acudimos, por ejemplo, al lugar donde haya ocurrido algún accidente, o nos ubicamos en algún punto a regular el tránsito y aplicar medidas a quienes violen las leyes”.

“Si paras a 40 conductores en el día, 38 te elogian”

Olaisi integra el Destacamento de Servicios Especiales, de la Dirección Nacional de Tránsito. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Una creencia generalizada entre los choferes es aquella de que las agentes motorizadas son más severas que los hombres al imponer alguna sanción a los infractores. Algunas tienen que lidiar con malas caras y hasta las groserías de algún “indignado”, sólo que son los pocos, porque, según Olaisi, la mayoría se comporta amablemente.

“Si paras a 40 conductores en el día, 38 te elogian por cualquier cosa, las uñas o el pelo, siempre están atentos a si vas arreglada, es la manera que buscan para que una sea más flexible”. En ocasiones, ha debido recordarles a los más “subiditos de tono” que están en presencia de una autoridad policial, y deben respetarla.

“Las mujeres nos caracterizamos por tener a veces un carácter fuerte, no nos dejamos dominar, y a eso se añade que al vestir un uniforme y cumplir con una tarea tan fuerte e importante los hombres no saben a veces cómo llegar o hablarnos, y optan por los halagos”.

Refiere que al momento de hacer cumplir con lo establecido en las leyes, las oficiales de tránsito tienen la misma responsabilidad que los hombres.

“Tenemos igualdad de deberes y condiciones que ellos, y también poseemos la capacidad de entender cuando un chofer nos plantea determinada situación porque, ante todo, somos humanos, pero si hay algo que siempre defiendo es que a la hora de conducir los problemas se quedan en la casa y hay que cumplir las leyes, porque se ponen muchas cosas en riesgo”.

Otra cuestión que está en el ideario es aquella de que existe una “cuota” de multas al día. Nada más alejado de la realidad. “No tenemos tal meta como muchos piensan; tampoco nos pagan de acuerdo con la cantidad de sanciones que impongamos en cada jornada”.

Una historia de nueve años

Olaisi López Pozo. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Aunque a la vista es bastante menuda de peso, Olaisi se mueve con agilidad mientras se monta en la “321”. Maneja su moto hace cinco años; sin embargo, su ingreso a las fuerzas del Ministerio del Interior (MININT) ocurrió desde hace nueve, cuando tenía 17 y decidió que no continuaría estudiando y así lo comunicó a su familia.

“En la culminación de las últimas pruebas en el preuniversitario, los compañeros de selección y captación del MININT visitaron mi escuela para explicarnos sobre los múltiples órganos y especialidades de la institución; me gustó la relacionada con tránsito, realicé todas las pruebas y las vencí. Finalmente ingresé en agosto de 2010”.

Luego de un curso de 11 meses en las academias de la Policía Nacional Revolucionaria “Mártires de Tarará” y la de Barbosa, la ubicaron en la unidad donde radica la Dirección Nacional de Tránsito. Entonces era “infante” y trabajaba en las garitas de las avenidas 5ta., Paseo y 42.

“Era una misión bastante complicada porque debías tener los cinco sentidos funcionando, imagina que por esas calles pasan los máximos dirigentes del país, además de diplomáticos porque son zonas donde hay muchas embajadas”.

Explica que cuando se trabaja como infante, es en dos turnos de seis horas al día -con relevo-, porque en la noche no hacen guardias. Uno de los dos “tragos amargos” que ha tenido en sus años de servicio fue precisamente en esa etapa.

“En una ocasión detuve un vehículo por indicación de otra compañera, pues el chofer había cometido una infracción y a ella no le había dado tiempo hacerlo”.

Recuerda que el conductor se bajó bastante indispuesto, y de manera irrespetuosa se negó a facilitarle la documentación hasta que ella no le explicara el porqué de la detención.

“En forma muy descompuesta él comenzó a manifestarse contra la policía, aunque finalmente me dio los documentos; pero cuando vio que iba a ponerle la notificación, se me lanzó encima para empujarme y me los arrebató de las manos”.

Aquel percance no terminó de la manera más desafortunada gracias a que una mujer que venía en el mismo carro intercedió, y luego al agresor se le impuso la sanción correspondiente con su comportamiento.

Trabajo diario y una carrera que comienza

Maneja una Suzuki blanca, con el número 321, que la identifica. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Los oficiales de tránsito trabajan todos los días del año. El tráfico en las calles no cesa. “Si se puede, descansamos un día a la semana. A las mujeres casi siempre se nos da la posibilidad de recesar los domingos, pero eso es si no hay ningún servicio”.

“Mi pareja trabaja conmigo, aunque en otro destacamento, apenas nos vemos, salvo en la casa”.

Como parte de sus tareas, cuatro días en el mes recibe una preparación sobre la Ley 109 Código de Seguridad Vial, “porque aunque la dominamos, siempre puede surgir cualquier duda en cuanto a la manera de interpretar sus artículos”.

“También damos clases de conducción, defensa personal, psicología… ya que debemos estar preparados para todo”.

Por mera curiosidad le pregunto si tiene otras perspectivas más allá de “velar” por la seguridad y el orden vial encima de su “321”.

“Me fascina mi trabajo, y más en el destacamento en el que me desempeño, aunque también curso el primer año de Derecho pues se nos da la posibilidad de estudiar en una filial universitaria”.

Aunque ahora no piensa más que en terminar la carrera y en un futuro no descarta trabajar en dicha especialidad en el MININT, afirma que eso no es lo que quiere.

“Me gustaría mantenerme como ciclista; aunque a lo mejor cuando tenga hijos piense de otra manera y quizás quiera dedicarle más tiempo a ellos, pero creo que eso no es una limitante para continuar con mi trabajo, sé que puedo llevarlo a la par porque tengo compañeras que así lo hacen”.

“El tiempo decidirá, pero ahora mismo opto por quedarme, porque aquí todos los días se aprende algo nuevo”.

Olaisi López Pozo. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Además de su chaleco reflectante, botas de goma, capa y tablilla con la documentación para las notificaciones, Olaisi lleva en uno de los cajones de su moto un lápiz labial para permanecer arreglada. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Olaisi siempre busca un momento para permanecer acicalada. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Olaisi López Pozo. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.