Silvia: Yo soy fidelista hasta la muerte

Silvia no durmió anoche. Apenas cerraba los ojos. Una y otra vez la enfermera de guardia tuvo que acudir a verla. Así, impaciente, permaneció. “Porque ella estaba lista para votar, pero le faltaba el carné de identidad”.

Hasta su cama, en la sala de Geriatría del Hospital Universitario “Calixto García”, llega su boleta. Son las 9:30 de la mañana. “Hablamos con la presidenta del colegio, pues sus datos están en la Historia Clínica y se autorizó”, me cuenta Nelda Rodríguez, integrante de la comisión electoral especial, mientras Silveria Tamayo, de 70 años, hace una cruz en la boleta.

“Yo estoy clarísima”, dice entre lágrimas y con voz entrecortada. “Me llamo Silveria, pero todos me dicen Silvia”. “Quería votar porque soy fidelista hasta la muerte, porque yo siento por la Revolución, porque quiero que salga la Constitución”.

La boleta de Silvia llega hasta uno de los dos colegios habilitados en el “Calixto García”. A ella la han tenido en cuenta, como a los demás pacientes y acompañantes del hospital. Todos, todos pueden votar.

“Vamos cama por cama, preguntamos si desean votar y si quieren, pues le pedimos el carné de identidad y los incluimos en la lista. Luego firman el papel. Le damos la boleta y votan”, explica Kenia Catalá López, una trabajadora de esta institución médica que hoy ejerce como autoridad electoral.

Están aquellos que sí pueden llegar a la mesa, con la ayuda de sus familiares o de enfermeros. Una  urna azul permanece dispuesta para ellos, y también para el personal que labora este domingo en el hospital.

Silvia sigue en su cama. Espera por su hija que salió temprano. Ahora le toman la presión. La tiene un poco alta, “pero bajará rápido, ya tomó la pastilla”, me dice la enfermera.

“Yo salí en el primer número de Verde Olivo, o en el segundo, no recuerdo bien. Yo estaba en  Galeano (calle habanera) y un fotógrafo me preguntó si podía retratarme mientras compraba cosas del 26 (de Julio). Ese día compré una foto de Fidel, que se me perdió. Y es la que más me gusta, en la que él aparece en las montañas”.

Silvia nació en Santiago de Cuba y desde muy joven vive en La Habana. “Tuve que venir por la guerra”. Y entonces vuelve a hablar de Fidel: “Lo que nunca pude decirle a Fidel es que él debía haber nacido antes, porque mi mamá se murió en el Saturnino Lora por falta de medicamentos”, y esta vez las lágrimas salen más aprisa de sus ojos.