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"Ñikito, no acostumbre a sus hijas a tener más de lo que puede comprar"

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Ilustración: Edilberto Carmona Tamayo/ Cubadebate.

Relato seleccionado de la convocatoria titulada "Lo que me contaron mis padres", un incentivo de Cubadebate para recopilar las historias de nuestras familias, de sus vidas, la memoria de la Revolución.

  • TM.61 dijo:

Según el registro notarial, mi padre nació en un lugar llamado Tiguabos, en la actual provincia de Guantánamo, en el 1926. Este dato no es fidedigno pues, según sus hermanos mayores, mi padre ya caminaba cuando un personaje que hoy llamaríamos “gestor de votos”, y que creo que por entonces se le llamaba “sargento político”, llegó al cafetal donde en ese momento, de manera itinerante, se encontraba mi abuela, descendiente de canarios emigrados, viuda, y con siete hijos sobre sus enclenques hombros, una hembra y seis varones (de los que mi padre era el menor).

Acompañado de un juez, por tan solo el módico precio de las cedulas de todos, y un peso o dos de “compensación”, inscribió a la mitad de los muchachos. Ganando así mi abuela unos cuatro pesos para garantizar comer caliente los próximos dos o tres días, sin saber que a cambio aseguraba, con la elección de otro politiquero, que su situación de penurias se perpetuase en el tiempo. Me cuenta mi padre que entre los diferentes lugares por los que mi abuela “rodó” estuvo el llamado Realengo 18.

Pasó un tiempo hasta que mi abuela, con lo poco que logro reunir y la ayuda de alguna buena persona (que en Cuba siempre las ha habido), logró hacerse de un terrenito pequeño en el pueblo. En la calle Santa Rita, creo que Norte. Me cuenta mi padre, aún vivo con sus 92 y medio junios, que recuerda pasar días sin que a la casa hubiese llegado nada para echar en el fogón. Por supuesto, con tanta desnutrición acumulada no eran hombres fuertes, por lo que difícilmente “clasificaran” en esos sorteos que se hacían en las esquinas cuando los capataces de obras buscaban mano obrera entre el inmenso ejército de desocupados.

Mi padre y los hermanos más pequeños, en lugar de ir a la escuela, salían desde temprano a desandar las calles del pueblo cargados de alpargatas fabricadas por los mayores, a 5 centavos el par, y generalmente viraban por con la carga sin vender. Yo no podía evitar recordar ese pasaje cada vez que oía la canción de El Gibarito.

Mi padre enamoró a mi madre cuando tenían apenas 19, él, y 16 ella. Mi madre era hija de negra descendiente de africanos y de un español emigrado muy joven que había logrado hacerse, con mucho trabajo y sacrificio, de dos bodegas pequeñas. Se había arruinado tiempo después, no solo por causa de la competencia de los grandes almacenes sino también por las cuentas sin pagar de los no pocos pobres a los que el buen gallego les fiaba. Mi abuelo, bastante mayor que mi abuela, murió y la dejó con deudas y ocho hijos que mantener. Mi madre, la mayor, tuvo que dejar sus estudios de bachillerato (preuniversitario de hoy), para ayudar confeccionando flores o cociendo para la calle.

Mis padres se casaron y tuvieron su primer hijo en Guantánamo. La situación de miseria persistía. Quien hubiera sido mi hermano mayor murió a los dos años de edad. Contaba mi madre que le dio una fiebre muy alta con convulsiones. Los llevaron a la casa de socorro y un médico les recetó un medicamento que costaba dos pesos, pero no aparecieron los dos pesos. Cuando uno de mis tíos pudo aparecerse con los dos ansiados pesos, ya era tarde, el niño había muerto. Por supuesto, ninguno de mis hermanos ni yo conocimos al primogénito, mas a mí siempre me impresionó como a mi madre, ya anciana, se le aguaban los ojos cuando recordaba aquel momento.

Mi padre, en cambio, me solía decir que después del triunfo de la Revolución, cuando supo que los seres humanos pueden y deben vivir de otra manera, sentía vergüenza y culpa al recordar la resignación con la que había acogido la pérdida de ese primer hijo: “Ese es el designio de Dios. Somos pobres, qué vamos a hacer. Dios no quiso que encontrásemos esos dos pesos a tiempo. Ahora mi hijito es otro angelito”.

Mi madre estaba embarazada de mi hermana mayor cuando perdieron su primer hijo. Entendieron que no había opciones de mejora en Guantánamo en esos tiempos. Habían oído de otros coterráneos que habían marchado a La Habana en busca de fortuna y se oían rumores de que había más oportunidades de trabajo. Él partiría y desde allá le mandaría la ayuda en dinero a mi madre.

En el ‘54 mi padre decide partir a La Habana. Un conocido de la familia le había prometido ayuda una vez que llegara. Los primeros tiempos el amigo de la familia le consiguió un lugar donde dormir en una pensión a cambio de que limpiara el establecimiento y ayudara en la cocina, entre otros menesteres. No ganaba nada. Salía a buscar empleo en lo que fuese: fregar carros, limpiar botas, vender periódicos y, muy raras veces, en la construcción. Logró hacer unos pocos pesos a los casi cuatro meses de estar en La Habana. En ese tiempo jamás llamó a mi madre, ni envió un telegrama para ahorrar lo máximo posible. Para cuando se vino a comunicar, ya allá, en Guantánamo, las habladurías decían que la había abandonado, lo cual no era raro que pasase.

No fue hasta el ‘56 que mi viejo decidió que mi mamá viniese con él para La Habana y dejara a mi hermana con mi abuela materna allá, hasta que no se asegurasen en la capital. En su rodar vivieron en la Ermita de los Catalanes (no eran pocas las historias que me contaban de ese lugar).

Mi mamá me contaba que en una ocasión estuvieron alquilados en un cuartico muy pequeño donde apenas si les cabía una pequeña cama y una mesita, y no cabía ni el pequeño reverbero, por lo que cocinaban afuera. Todas las mañanas el dueño de la cuartería pasaba frente al cuarto con una vaca que sacaba a pastar, y cada mañana, contaba mi madre, la vaca daba una tángana porque quería meterse dentro del cuartico donde vivían. Una vecina del lugar, al ver cómo se ponía mi madre de molesta con el animal, le contó que antes de que el dueño lo habilitara para alquilar, ese cuarto era el establo de la vaca.

En otra ocasión, luego de casi haber perdido las esperanzas de conseguir algún dinero que les permitiera comer algo en el día, se apareció mi padre con unos centavos que hizo y gracias a eso compraron un poco de “mondongo” (vísceras) de cerdo y un poco de papas, y con eso mi mamá cocinó un “compuesto” en el reverbero, afuera del cuarto. Dos perros con tanta hambre como ellos, en un descuido de mi madre, se fajaron por comerse aquello y en la bronca terminaron virando la cazuela sobre el fango del lugar. Mi padre me hacía el cuento, yo grande ya, y sonreía, pero me decía que la tristeza y el desaliento que sintieron fue tan grande como la pérdida de un ser querido, al ver cómo aquellos animales devoraban los pedacitos de carnes que ellos ilusionados esperaban comer.

A decir verdad, no sé cómo mis hermanos habrán interiorizado estas vivencias, pero a mí no me es difícil llegar a sentir esa misma hambre y esa misma desesperanza al ponerme en su piel, mucho más aun después que fui padre.

En el ‘57 le comenzó a sonreír la fortuna a mis viejos. Desandando las calles conoció a un viejo que le propuso trabajar como ayudante de encargado en el edificio que está justo frente al Capri. La plaza en realidad seguiría a nombre del viejo, lo que este le daría una parte del salario a mi padre para que este fuera el que hiciera el trabajo. A golpe de disposición para hacer cualquier trabajo, además de los centavos extras que se buscaba por hacer encargos a los inquilinos del edificio (no eran gente de poca monta, entre otros, mi padre conoció ahí a Jorge Negrete y a Korda, este último tenía un estudio fotográfico).

Llegó el momento en que el encargado principal le ofreció ocupar la plaza de encargado, pues él ya se iba a retirar. Estando en ese edificio había aprendido a manejar y el dueño del edificio (un hombre que había sido, o era, senador de la república, y que los estudiantes universitarios lo tenían catalogado como uno de los mayores ladrones del erario público, de apellido Suárez-Rivas) le propuso que fuese chofer de su esposa. Para ese entonces, mis padres vivían en un barrio de pobres que existía en las márgenes del río Almendares.

Mi papa recuerda aún con rabia que en una oportunidad, en que por razones que no recuerda hubo de manejarle el carro al senador, era por tiempo de Reyes Magos y él le dijo a mi viejo que lo llevara a El Encanto para comprar una muñeca para su prostituta del momento como regalo de Reyes. Al llegar a la tienda, mi padre le propuso que le adelantara la paga del mes porque quería comprar una bicicleta para mi hermana, que ya estaba en La Habana con ellos (mi segunda hermana ya estaba nacida aunque pequeña). Aquel hombre millonario, con voz paternal, le puso una mano en el hombro a mi padre y le dijo:

–Ñikito, Ud. es un hombre honrado y trabajador, no acostumbre a sus hijas a tener más de los que su salario puede comprar.

Y no le adelantó el salario, y entró y compró una muñeca que le costó 200 pesos de la época.

Este señor, Suárez-Rivas, estuvo en Cuba hasta después del triunfo de la Revolución. Para ese entonces ya mi padre se había incorporado a las milicias, y como miliciano estaba perennemente con el uniforme, y con este puesto continuaba manejando para el exsenador, quien para ese entonces, viendo los giros que había dado Cuba, estaba más comunicativo y humilde.

En una ocasión en que mi padre conducía el chevrolet impala para el bufete del “patrón”, al pasar por una de las calles donde gente del pueblo demostraba su efervescencia revolucionaria, con sus uniformes de milicias, sus armamentos y su disposición de defender la Revolución contra cualquier agresión, el Dr. le comentó a mi padre:

–Esto que está haciendo Fidel es Comunismo, y es increíble cómo el pueblo puede apoyarlo para que él logre hacer eso. Verás cómo el país va a ir para peor. Le quitarán los hijos a los padres y ya tú no podrás criar a tus hijas como tú hubieras querido.

Mi padre, un hombre sin letras pero con una inteligencia natural que pudo haber dado para mucho más, le contestó sin dejar de atender al timón:

–Dr., si usted está amarrado en un tanque que se está llenando de agua, y usted sabe que va a morir ahogado, y de repente llega otra persona que le dice que lo va a sacar, pero quien ya lo tenía le dice que tenga cuidado, que lo va a matar, ¿qué Ud. haría, se quedaría en el tanque a esperar a ahogarse, o se iría con ese que lo saca, aun corriendo el riesgo de que lo mate?

Después de la victoria de Girón, el exsenador, un hombre para nada bruto, se convenció de que acá no le quedaba más que hacer y partió.

Mi padre combatió en Girón y luego en las dos limpias del Escambray. Después se incorporó a la Policía Nacional Revolucionaria (yo nací en el ‘61 y lo recuerdo manejando la patrulla cuando eran los Ford heredados de la policía anterior). Tuvo que dejar la policía en los tiempos en que el salario que le pagaban lo tenía apretado para mantener a la familia y pasó a trabajar en el puerto pesquero de La Habana.

Militante del Partido desde esos tiempos, hoy me regaña cuando entiende que no estoy haciendo todo lo necesario para garantizar que tiempos como aquellos que él vivió no vuelvan jamás a esta tierra.

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Se han publicado 43 comentarios



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  • Andrés dijo:

    Muy buena narración TM.61. Efectivamente, cuando uno se convierte en padre entiende todas estas cosas mucho mejor. Así me ha ocurrido a mí. He escuchado también muchas historias similares de aquel tiempo. Esto no puede volver.

  • Jose dijo:

    Es tremendo el relato que hace TM.61 de su historia familiar. Me gustaría mucho poder comunicarme con él. El mensaje final es claro y rotundo: no dejemos que aquellas desgracias humanas vuelvan a pasar en Cuba. La Revolución es imperfecta y se han cometido muchos errores a lo largo de 60 años, pero es mil veces mas justa y solidaria que el capitalismo que hoy está destruyendo al mundo entero.

    • TM.61 dijo:

      Hola amigo José. Como bien dice Ud. a pesar de todas las imperfecciones, que no son pocas, que aún tenemos. A pesar del terreno que hallamos cedido un en terrenos que unas décadas atrás poseíamos, a pesar de cualquiera de los pesares, lo que tenemos hoy no tiene punto de comparación con cualquier etapa anterior al momento en que llego el Comandante y mandó a parar.
      Los tiempos no son los mismos, por supuesto las generaciones tampoco. Todas estas historias en los labios de nuestros padres y abuelos ya suenan bajito. Nos toca a nosotros, (en las ultimas décadas), pasar estas experiencias de vidas con la misma carga emotiva y patriótica con que nos llegó a nosotros, pero no solo cumplimos nuestro deber con las generaciones venideras, (que ya se están formando junto a nosotros), transmitiendo con el verbo las acciones que ellos acometieron. A nuestros hijos también debemos dejarles de ejemplo nuestras acciones para que la enseñanza no se vuelva una “leyenda” y siempre sea ejemplo vivo, en primera persona.
      Puede contactarme en: antoniom@infomed.sld.cu
      Slds.

  • CCPO dijo:

    Son muchas las historias de familia que pudiera compartir. Mi abuelo materno con 8 hijos en Rïo Seco, San Juan y Martínez, Pinar del Río, era semi analfabeto, pero como no se quedaba callado ante las injusticias la compañía americana que era Dueña y señora de aquellos lares, era tildado de comunista, no le daban trabajo y fue desalojado para el camino real 2 veces. La miseria y lo que pasó toda la familia terminó en enero del 59, lo último y más grave fue cuando se lo llevaron preso para el cuartel de la guardia rural en diciembre del 58 y le anunciaron a todos que en las pascuas tendrían un regalo, gracias a un cocinero del cuartel, que lo ayudó a escapar, no lo mataron en pascuas. Mi familia conserva lo papeles que dan fe de los desalojos. cuando triunfó la Revolución mi abuelo decía que se había vuelto millonario de la noche a la mañana.

  • Hasta la Victoria Siempre dijo:

    Viva mi Cuba revolucionaria. Gracias Fidel!!!!!

  • yoli dijo:

    Que lastima que a muchos se les olviden estas cosas o crean que son exageraciones!

  • annis fonseca dijo:

    Que tristes historias parecida a esa me contaba mi madre que hoy vive en La Habana pero es de un Poblado llamado Paso de Lajas, yo creci y me eduque con esos principios y son los que trato de darle a mi hijo de 25 años. que lastima que ella no tenga abceso a leer estas paginas.

  • Y dijo:

    Me encantó...

  • Frank Jimmy dijo:

    Un muy buen relato,realmente nos da a nosotros los jovenes la idea de la situacion que vivía una gran parte de nuestra población,antes del trinfo de la revolución.
    Dejar morir un niño por no contar con 2 pesos!!parece increible en la realidad cuabana actual!!Creo que este tipo de historias nos ayudan a comprender los logros que hemos obtenido,que por lo menos nuestras preocupasiones son otras.

  • Maria Elena dijo:

    Que bueno que se publiquen estas historias desconocidas totalmente por nuestros jovenes y no tan jovenes y lo peor con problemas de memoria. Pues me encuentro entre estos no tan joven y recuerdo muchas cosas sufridas en propias carne y lo que me contaron mis padre y abuelo.
    Sacar tios de sus casas y no aparecer jamás, vivi el sufrimiento de mis abuelos ya bastantes viejo, no tenian consuelos por la perdidas sufridas y asi unas cuantas cosas mas, incluso en la casa de mi madre, esos casquitos se paraban delante de mi casa y tiraban tiros al aire para intimidar a las personas. Mi madre recuerdo que hizo un hueco debajo de una cama y allí nos metia a mi hermano y a mi, muy asustados y ella pobrecita le daba por rezar. Yo no entendia mucho de lo que estaba pasando, pero son recuerdo muy triste. Pasar por la calle donde viviamos con un hombre muerto a balazos y amarrado al carros y para ellos aquello era una fiesta y decian este es un alzao. Y asi millones de historias que seria ideal que nuestros jovenes conozcan y sepan que la Revolución que tenemos, hay que defenderla hasta con las uñas.

  • CIGB dijo:

    Me encanta su vivencia personal y deberían ser publicadas mas a menudo gracias por compartirla

  • @adrian_camaguey dijo:

    Sencillamente una tremenda anécdota.

  • Glenda Royo dijo:

    mi abuela todavia llora cuando me cuenta el hambre y la necesidad que pasaron en aquellos años, y de los hermanitos que perdió, y mi abuelo tuvo hasta el dia de su muerte grabadas en la piel las marcas del odio batistiano, cuando la tortura de los esbirros lo obligó a salir corriendo de Camaguey para que no lo mataran. A esa Cuba no podemos volver, hay que seguir luchando por lo que hemos logrado, y por seguir mejorando.

  • LA DIVA dijo:

    Me encanto el escrito, muchas gracias cubadebate por seguir instruyendonos

  • Amaya dijo:

    Así amigo TM 61, ese capitalismo despota y cruel es el que siempre nos han tenido planificado los yanquis, para nosotros no existe otro, mientras los ilusos piensan que nos toca el de Francia, que aun con sus "bondades" tiene miles de gentes en las calles protestando, ese que cuentas es el que les espera a los venezolanos si se dejan arrebatar sus logros sociales, por eso nosotros a sangre y fuego defenderemos nuestra revolución

  • Chikungunya dijo:

    Excelente el mensaje, a los hijos se les dá lo que se puede, no todo lo que ellos quieren.

    • TM.61 dijo:

      Si, la interpretación literal del mensaje podría ser esa, y no estaría mal, pero... el contexto es también importante. Y quien le decía estas palabras a Ñikito era justamente unos de los hombres que más robó de los fondos públicos por aquel entonces. Un hombre que al tiempo que daba este "sabio consejo", entregaba en las manos de Ñikito, 200 pesos de la época para que entrara a una fastuosa tienda de La Habana de entonces para comprar un muñeca para regalar a una prostituta. No amigo Chikungunya , eso no fue una frase sabia, eso fue una de las mayores muestras de desprecio de la riqueza a la pobreza.

      • Amaya dijo:

        TM 61, amigo creo que lo que expone Chikung no está en contradicción con lo que usted relata de ese bandido senador que explotaba a su abuelo, y que para nosotros está bien claro, creo que el sentido de Chikung es que hoy hay que educar a nuestros hijos en que solo se les puede dar lo que realmente está en correspondencia con nuestras posibilidades, hoy mucho jóvenes influidos por el consumismo exigen cosas materiales que no están al alcance de nosotros, por eso a nuestro hijos hay que recordarle y repasarle ese capitalismo cruel que vivieron nuestros padres y abuelos, conozco a Chikung y es muy revolucionario, saludos

      • Jose R. Oro dijo:

        Estoy muy de acuerdo con usted TM.61. La sabiduria requiere un contexto. Podran parecer muy sabias algunas palabras, pero si se usan como las uso esa persona, es vil cinismo. En una ocasion en Colombia vi una caricatura en la que dos hombres bien vestidos y alimentados salen de un restaurant y un pordiosero les pide unas moneditas para comer. Uno de los dos hombres le dice al otro: "Que abusador, hablarnos de comida con lo lleno que estamos"
        Muchas felicidades por su hermoso relato, muy correcto que haya sido reconocido y publicado.

      • Anrin dijo:

        DISCULPELO AMIGO TM-61, LA CHIKUNGUNYA ATROFIA LOS SENTIDOS, ESTO ES BROMA, PERO SU HISTORIA ESTÁ ESPECTACULAR Y MUY INTERESANTE,OJALÁ MUCHOS LA CONOZCAN Y SE PUBLIQUE EN OTROS SITIOS Y MEDIOS, REVISTAS ETC.ES ALGO MÁS PARA QUE NUESTROS MUCHACHOS PUEDAN LEER DE FORMA AMENA LA CRUDA Y CRUEL REALIDAD DE AQUELLOS TIEMPOS QUE JAMÁS PERMITIREMOS QUE VUELVAN AUNQUE NOS CUESTE LA VIDA.

  • mirtha dignó dijo:

    estremecedor relato, ojalá muchos jóvenes que no tienen acceso a internet pudieran leerlo, ojalá pudieran hacerse spots en la televisión, para que no se olvide, para que los ilusos no sueñen con un capítalismo ideal, este del relato es el capitalismo que le tocaría a los cubanos, si por error nos dejáramos arrebatar la obra. Leyendo recuerdo las historías de mi madre, que decía que pòr "surte" no cayó en los lazos de algún abusador, pues con apenas 10 años comenzó a trabajar como "colocada" en casa de personas adineradas, muy lejos de su madre, que por demás cobraba los pèsitos qu ella ganaba..o la triste historia de mi abuela, a quien se le murió un hijo en manzanillo, y en una guagua, tuvo que traerlo tapado en brazos hasta campechuela, fingiendo que estaba vivo y sin poder llorar, porque no tenía dinero para pagar un transporte fúnebre, y por esta misma causa tuvo que dajarlo enterrado en San ramón, y no pudo llegar a Pilón con su preciada carga,...o la de tener que comerse la caña o hacer el guarapo de la comida escondidos dentro del cañaveral, porque si los veía el guardacampos les tocaba plan del machete...a eso no podemos volber....no quiero eso para mis hijos y nietos.

  • TM.61 dijo:

    Agradezco a Cubadebate la deferencia de republicar mi comentario. Y muy atinado el republicar el de Enrique15. Magnifico, digno de un dramatizado de la Tv cubana.
    No hace mucho, creo que en este mismo sitio, comente la impresión que me causo el acompañar a mi Viejo a un acto donde se le entregaría a él, entre otros tantos compañeros, una medalla por un aniversario más de la derrota vergonzosa propinada por un ejército de hombres y mujeres de pueblo a las ratas amaestradas y apoyadas por el mayor imperio del mundo en las arenas de Playa Girón. Una vez allí, lo primero que me llamo la atención es ver el gran número de veteranos y veteranas que allí se encontraban reunidos, para haber sido un acto del municipio La Lisa. Unos pocos fueron por sus propios pies y otros tantos llevados por los hijos u otros familiares. Me fije bien, y por ello doy fe, de la transformación que iba ocurriendo en la mirada de los más ancianos en la medida de que entre ellos, antes de comenzar el acto, iban surgiendo anécdotas de aquellos intensísimos tiempos que vivió nuestra patria, y de los que hoy, (los que como yo nacieron en el primer quinquenio de la arrolladora Revolución), ya somos "tembas" declarados sin posibilidades de ambages, no tenemos recuerdo alguno.
    Mi padre, con sus 93, aquejado de una sordera que lo obliga a estar prácticamente incomunicado, sabia de lo que hablaban y quería participar. Lo acerque al grupo y les pedí a los dialogantes que por favor me permitieran insertarlo y yo le serviría de interprete. Fue la clase de historia más interesante y motivadora que he recibid en mi vida. Al tiempo que me maravillaba viendo el ánimo que crecía en mi viejo y como todos ellos parecían sentir en sus venas la misma sangre joven y vigorosa que por aquellos tiempos estuvieron en total disposición de derramar por la patria, lo que en lo más cercano se traducía, por nosotros, sus hijos, los niños de entonces, el futuro de la patria que se negaban a que fuese ya no igual, ni tan siquiera parecido al pasado vivido por ellos.
    Del mismo modos que me maravilla aquel ambiente, en el fondo me entristecía pensar que en 5 o 10 años más ya no quedaría ningunos de aquellos héroes anónimos, que luego de tan corajuda entrega pasaron a ocupar nuevamente sus humildes puestos de obreros, unos tras un timón, como mi padre, el otro como albañil, como aquel negrón con apenas dos arrugas en su franco y sonriente rostro a pesar de los 87 declarados, o ese otro viejo flaco, con su bastón de cuatro patas, medio asmático, y aun así cargando con grandísimo orgullo todo un enjambre de medallas y condecoraciones, desde las conmemorativas de Giro y la LCB, hasta las ganadas por sus donaciones de sangre. En fin, una muestra del ese pueblo cubano que ya dejo escrita la parte de la historia que les toco hacer. Y que será de todas estas historias vistas desde los puntos de vista, ya no del jefe militar, no menos honroso, que estuvo al frente de un grupo determinado, sino de esos individuos que desde el anonimato popular, marchaban hombro con hombro, a escasos metros unos de otros, por medio de una tupida maleza en la que en cualquier pulgada podría estar agazapada la muerte.
    Cuantas historias no habrá que aún no se conozcan.
    Esta iniciativa e Cubadebate debería de servir de estímulo para que un profesional de las letras, o mejor, un colectivo de ellos, se diesen a la tarea de recopilar estas vivencias, desde esta perspectiva.

  • Daniel Noa dijo:

    Felicitaciones, nuevamente...Dicen que recordar es volver a vivir....pero yo añado que al recordar...se aprende de lo vivido para no tener que volver a vivir en las penurias...Textos así debe ser generalizados, compartidos hoy en todas las redes sociales y en los medios de comunicación...y llevados a la radio, la TV y el cine en forma de historias o cuentos o novelas...como verdaderas pinturas de épocas pasadas...que no debemos permitir que vuelvan a la cotidianidad.

  • José García Álvarez dijo:

    Los que hoy comten el error da darles a los hijos todo lo que se les antogen ,sin saber cuanto sacrificio cuesta mediante el trabajo honrado ganar el dinero que los sustenta ,no saben el daño que le estan haciendo ,pues cuando sean grandes pretenderan obtener el dinero de manera "fasil",y ya sabemos las consecuencias de este fallo familiar ,que día tras días se suceden en familias Cubanas que poseen un estandar de vida superior a muchos ,ya sea por tener un negocio,por poseer familia en el extranjero,y otros motivos que sabemos.Como dejo Martí" La pobresa pasa no así la deshonra".

  • YOYI dijo:

    QUE LINDA HISTORIA, ES CIERTO QU ESTAMOS VIVIENDO MOMENTOS DIFICILES Y APRETADOS PERO NADA COMPARADO CON ESAS HISTORIAS QUE NO OLO ES ESA SON MILES, SOLO QUE YA NO QUEDAN MUCHOS QUE NOS LAS CUENTE PARA DARNOS CUENTA DE LO QUE TENEMOS PERO NO POR ESO DEBEMOS RECHAZAR LO QUE HEMOS CONSEGUIDO.

  • jescam dijo:

    Y pensar que existen personas que quieren que regrese esa epoca... Gracias Cubadebate por iluminarnos el camino, siempre adelante!

  • S.O.S dijo:

    José García Álvarez, excelente su comentario, mis respetos y saludos para UD.

  • yamilet dijo:

    Se me salieron las lágrimas con su historia, muy conmovedora. Mis abuelos la pasaron mucho peor. Un saludo para usted.

  • cubana dijo:

    Mi abuela tambien contaba como para comer sus hijos tenian que esperar que ella llegara de donde trabajaba como criada en la noche, como mataban a los muchahos en los cuarteles y los tiraban en las cunetas torturados, es la historia de lo que paso antes del triunfo revolucionario y no se puede olvidar.

  • maysi dijo:

    esta historia y otras deberian ser leidas por muchos jovenes, quizas se animen y hagan una compilacion y se pueda adquirir en las librerias, o quizas sacarlas poco a poco en los somos jovenes.....

  • Arelys Rodriguez dijo:

    Me gusto mucho

  • Sole dijo:

    Muy buena reflexión de un triste pasado que vivieron nuestros padres y abuelos, tenemos varias vivencias como estas que desgraciadamente no se expresan en la tv para nuestros hijos o futuros nietos, puedan ver esa realidad cubana, que en ocasiones se describe fríamente en los libros.
    Recientemente tuve la posibilidad de ver la película Inocencia de Alejandro Gil, excelente película que refleja esa realidad cubana de esa época, casi todas las personas lloraban y los merecidos aplausos han estado presentes en cada puesta cinematográfica.
    Ojalá algunos cineastas describieron la historia que Obama quería que olvidaremos.
    Esta anécdota de Nikito, no era un hecho aislado, sino que muchos cubanos pasaron por lo mismo y por eso triunfó nuestra Revolución que debemos continuar apoyando la por la continuidad para que historias como ésta no vuelvan a ocurrir en nuestro país y para que la sangre derramada por cada cubano honrado, no fue en vano. Gracias por narrar historias como ésta.

  • Sole dijo:

    Muy buena reflexión de un triste pasado que vivieron nuestros padres y abuelos, tenemos varias vivencias como estas que desgraciadamente no se expresan en la tv para nuestros hijos o futuros nietos, puedan ver esa realidad cubana, que en ocasiones se describe fríamente en los libros.
    Recientemente tuve la posibilidad de ver la película Inocencia de Alejandro Gil, excelente película que refleja esa realidad cubana de esa época, casi todas las personas lloraban y los merecidos aplausos han estado presentes en cada puesta cinematográfica.
    Ojalá algunos cineastas describieron la historia que Obama quería que olvidaremos.
    Esta anécdota de Nikito, no era un hecho aislado, sino que muchos cubanos pasaron por lo mismo y por eso triunfó nuestra Revolución que debemos continuar apoyando la por la continuidad para que historias como ésta no vuelvan a ocurrir en nuestro país y para que la sangre derramada por cada cubano honrado, no fue en vano. Gracias por narrar historias como ésta.

  • Armando Soler dijo:

    Buen consejo le dieron a su padre, por eso hoy la juventud tiene tantos problemas, porque quisimos darle màs de lo que nosotros tuvimos.
    Hoy a ud. tampoco le adelantarian el pago para comprarle una bicicleta a su hija.
    Lo demas, es cierto

  • Andrey dijo:

    Lo escrito es bello; retrata lo que le ocurría a la mayoría del pueblo cubano. Pero me gustaría que el ICRT y el ICAIC con los códigos actuales cuenten en la pantalla aquella época; para los que no conocieron cómo era vivir antes de la Revolución tengan la oportunidad de atisbar aquella época que ahora algunos desde adentro y no pocos desde afuera nos quieren vender como la mejor. Sé que la televisión es supercara y que la economía no está boyante en recursos, pero es de vital importancia para la sobrevivencia de la Revolución que se invierta en este campo ideológico-cultural; que es donde mayor guerra se nos hace. La serie de la odisea del desembarco de Antonio Maceo y la de la Limpia del Escambray fué muy bien acogida por los jóvenes.

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