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Pensar en el pasado para hacer el futuro

Foto: ICIC Juan Marinello.

Revisar la historia es una de las fórmulas más efectivas para evitar cometer los mismos errores una vez y otra. Por este motivo los días 17 y 18 de diciembre estuvo sesionando en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, el Primer Taller, Hacer y Pensar la Revolución, organizado por la cátedra Antonio Gramsci, fundada por el pensador cubano Fernando Martínez Heredia, y actualmente en proceso de refundación por un grupo de jóvenes y no tan jóvenes que apuestan por la batalla de potenciar una Historia de Cuba compleja y abarcadora de todos los procesos, organizaciones y sujetos que la componen. El evento estuvo dedicado al aniversario 60 años de la Revolución Cubana, edad de madurez suficiente para hacer una mirada introspectiva y transdisciplinar que permita llevarnos luces para un futuro.

En la mañana Elena Socarrás de la Fuente y Esther Pérez Pérez ofrecieron las palabras inaugurales en las que destacaron la necesidad de ver la Revolución Cubana como un proceso complejo, por lo que es necesario contar sus historias sin maniqueísmos, lugares comunes y mutilaciones.

Durante la mañana intelectuales de diversas ramas de las ciencias sociales como Paula Ortiz Gillán, Servando Valdés, Caridad Massón, Angelina Rojas, Rosario Alfonso Parodi, y Jorgelina Guzmán, abordaron el imprescindible eje de la luchas por derrocar la tiranía de Fulgencio Batista. En este espacio se sistematizaron las condicionantes sociales que permitieron la articulación de procesos de lucha, pese al gran apoyo de los Estados Unidos a este gobierno corrupto, que generó fuertes desigualdades y dejó un impresionante saldo de muertos.

Entre los temas más abordados sobresalieron los posicionamientos ideológicos de los distintos actores y formaciones del momento. Además, fue relevante el tratamiento de las diferencias entre la lucha de la sierra y el llano, el papel de la violencia revolucionaria, las discrepancias en cuanto a los métodos de lucha y las historias de vida de algunos revolucionarios destacados como Fructuoso Rodríguez.

Como elemento medular se destacó el concepto abarcador de pueblo enunciado por Fidel Castro, quien tuvo la lucidez de evitar las concepciones dogmáticas por una definición mucho más inclusiva de todos los sujetos oprimidos de la sociedad cubana.

Durante la tarde se inauguró un grafiti en el muro del ICIC, recordando la visión antimperialista de Antonio Guiteras, además los especialistas Fran Josué Cabrales, Rafael Hernández, Camilo Rodríguez, Juan Valdés Paz, José Bell Lara y Rafael Acosta de Arriba centraron su intervención en la constitución de un nuevo poder en Cuba con un nuevo modelo de participación, generado en condiciones de cambio social y respuesta hostil por parte de los poderes hegemónicos mundiales. También se destacó el papel de Fidel como líder aglutinador de las ideologías revolucionarias, elemento primordial para sostener los cambios que se estaban proponiendo, sin dejar de reconocer que la unidad entre las organizaciones revolucionarias fue un proceso contradictorio y complejo.

Foto: ICIC Juan Marinello.

Como elementos polémicos se destacó la creación de una política cultural en situación de plaza sitiada, que en algunas ocasiones ha sido reducida a una frase "dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada", cuando esta representa solo un instante de los lineamientos construidos por el del líder de la Revolución en aquella reunión con los intelectuales cubanos en la Biblioteca Nacional en 1961, en su intención de potenciar una cultura dialógica e inclusiva. También se señaló las interpretaciones burocráticas que ha sufrido y los consiguientes daños a la política cultural revolucionaria.

La mañana del martes estuvo protagonizada por Guillermo López Lezcano, Alejando Gumá Ruiz, Mildred de la Torre y Maximiliano Trujillo Lemes. En este espacio se abordaron otros procesos para construir la ideología revolucionaria durante la década del 60. Se continuó el análisis del día anterior sobre la política cultural destacando el papel del arte, la cultura y la educación como política social a favor del pueblo; esto se materializó en lucha contra el analfabetismo, el reconocimiento del valor del el arte popular sin dejar a un lado algunas manifestaciones universales de la alta cultura. También en esta mesa se explicaron las relaciones de las iglesias con el nuevo poder revolucionario, a veces enfocado de forma simplificada, y se reivindicando la existencia de una diversidad de posiciones en el campo religioso de aquellos años, condicionado por las convulsiones de la lucha de clases.

Tuvo especial protagonismo el papel del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y la revista Pensamiento Crítico en la construcción de un pensamiento marxista ajustado a las necesidades del proceso revolucionario, así como las intolerancias y frenos que recibieron de otras tendencias ideológicas al interior de la Revolución.

En la tarde hubo aproximaciones a diferentes etapas y dimensiones de la construcción del trabajo como fenómeno social durante la Revolución. Sus protagonistas fueron Luis Emilio Aybar, Fernando Luis Rojas López, José Luis Martín Romero y Pablo Rodríguez. En esta oportunidad se analizó la experiencia del Ministerio de Industrias bajo la rectoría de Ernesto Che Guevara entre 1961 y 1965, que jugó un papel fundacional por la cultura del trabajo desarrollada. Se focalizaron las nuevas relaciones del movimiento obrero con el estado, así como las distintas formas de trabajo pertinentes para la comprensión de las relaciones laborales en aquel escenario.

En este mismo aspecto fue tratada la evolución de los estudios sobre el trabajo y sus vaivenes, además de los rasgos fundamentales del modelo laboral cubano, en particular, la relación entre los binomios distribución-redistribución, centralización-descentralización, formalidad-informalidad, y horizontalidad-verticalidad.

Por otro lado, se trajeron al ruedo las características del movimiento sindical cubano en la actualidad, sus retos fundamentales en dar mayor respuesta a las demandas de los trabajadores en las diferentes formas de gestión y propiedad. Es este sentido se reconoció la necesidad de adoptar una política socialista en la sindicalización del sector no estatal.

La conferencia de cierre estuvo a cargo de Luis Suárez Salazar, quien sistematizó las utopías de la Revolución Cubana: el desarrollo económico multilateral que se exprese en las condiciones de vida del pueblo, la necesidad de lograr una participación orgánica y real de este en la toma de decisiones, el cuidado del medio ambiente, la solidaridad internacionalista, la integración latinoamericana, entre otros aspectos. El conferencista concluyó: "no podemos, bajo ningún concepto abandonar nuestras utopías, porque son ellas las que nos dicen si vamos por el camino correcto".

Foto: ICIC Juan Marinello.