- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

La muerte anunciada de los tibaracones

Este accidente geográfico constituye una barrera protectora de la primera villa fundada en Cuba, la región del país donde es más evidente el ascenso del nivel medio del mar, como una de las eventualidades del cambio climático. Foto: Haydée León Moya.

La ilegal y desmedida extracción de arena pone en peligro de desaparecer a esos accidentes geográficos únicos en el archipiélago cubano y en todo el Caribe insular que, además, constituyen barreras naturales que pueden mitigar los efectos de eventos hidrometeorológicos extremos en la ciudad de Baracoa.

De cinematográfica belleza y con el embrujo de lo exclusivo, los tibaracones son fantásticas barras acumulativas de arena gris y muy fina que por obra de la naturaleza, sabia como es, se interponen entre el mar y  la tierra a las puertas de la primera villa fundada en Cuba por Diego Velázquez en 1511.

De tal suerte, esos accidentes geográficos de origen fluvial, únicos en el archipiélago cubano y en todo el Caribe insular, constituyen una barrera natural protectora de las personas, la economía y las edificaciones ante las penetraciones del mar, al tiempo que atenúan la salinización del suelo y el agua en el curso inferior de los ríos.

Pero la existencia de esos impresionantes deltas lineales, como también se les conoce, hace muchos años está en peligro. En 2015, por ejemplo, el geógrafo Ricardo Suárez Bustamante, por más de una década inspector ambiental en Baracoa y desde la fecha señalada Especialista Municipal del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) advirtió, en las páginas del diario Granma, sobre las nefastas consecuencias de la acelerada destrucción de los tibaracones, en especial los del río Miel y Macaguaní, ubicados precisamente en el contorno de la urbe.

El experto anunciaba entonces que, aunque el empuje natural del oleaje marino y de la corriente de los ríos contra esos originales muros se encuentran entre las causas de su debilitamiento, lo que los está matando es la descomunal y descontrolada extracción de arena tanto por personas naturales como jurídicas.

Más recientemente, el propio Especialista Municipal, al argumentar la persistencia de ese crimen medioambiental, declaró al periódico Juventud Rebelde, que en la actualidad esa práctica no solo se mantiene, sino que se ha acelerado en los últimos años y es mucho más evidente el daño.

Entrevistado para Cubadebate, el especialistas del CITMA comenta que los estudios previos la implementación del plan estatal aprobado en 2017 para mitigar los efectos del cambio climático (Tarea Vida), confirman que Baracoa es una de las regiones del país donde es más palpable el ascenso del nivel medio del mar como una de las eventualidades del cambio climático, y que es cada vez más potente y peligroso el tren de oleaje en la costa, lo cual es, ante un evento meteorológico extremo, un peligro potencial para que ocurran desastrosas penetraciones que pueden afectar a unas 20 comunidades del litoral en ese territorio.

“Se espera que para 2050 el nivel del mar haya ascendido 27 centímetros más, y para 2100, 85. Imagínese que puede ocurrir entonces si ya hoy el mar arremete contra algunas de esos asentamientos”, señala Suárez Bustamante.

“Esa bárbara extracción de arena que sufren los tibaracones de los ríos Miel y Macaguaní, que están  pegados  la ciudad y funcionarían como muro natural que la protege, hay que frenarla, porque además de ilegal resulta un contrasentido frente a los esfuerzos de la Tarea Vida”, opina.

“Sin embargo, pululan las violaciones y se “escucha” con más fuerza el lamento de los tibaracones heridos por el saqueo, pero también por la impunidad que en ese sentido impera”, aseveró.

Y no pasa nada

De esa realidad esta reportera encontró recientemente testimonios y evidencias.

El baracoense Luis Mario Correa Frómeta, quien hace 18 años se desempeña como salvavidas en Playa Caribe, que forma parte del tibaracón del rio Miel, asegura que lleva mucho tiempo viviendo en ese escenario de ilegalidades.

“Toda una vida, la gente ha venido, lo mismo a pie con un cubo al hombro, que en coche o bicitaxi y de cualquier parte coge un poco de arena, porque es difícil encontrarla en los rastros”, comenta.

“Eso afecta, pero los que más dañan  son los camiones de las empresas estatales, que todos los días desfilan por aquí y cargan cualquier cantidad de arena y dejan unas furnias enormes por dondequiera. Y después del huracán Matthew, eso es a diario y hasta con cargadores y todo vienen, como si no hubiesen leyes que prohíben extraer arena de la playa”, atestigua el experimentado salvavidas.

Vecinos de esta zona declinaron dar su testimonio, “porque eso de la extracción ilegal de arena lo sabe todo el mundo y no pasa nada”  se limitaron a declarar varios.

Caminando por la arena del tibaracón, un hombre que vende cocos se me acerca y dice que a él le parece que el mar ahora está más cerca de su casa, y que en muchos tramos de playa donde hace 10 años había arena, ahora hay roca viva.

Detrás del estadio de la ciudad, donde hace unos años el mar se divisaba a lo lejos y hoy las olas casi bañan las paredes del ateneo, me encuentro a una mujer joven que recoge caracoles en la arena de la playa La Pasada. Su nombre, me dice, es América Adames, y vive por allí.

“Hubo un tiempo en que ponían inspectores estatales por aquí, pero imagínese que desde hace un tiempo para acá las empresas estatales son las que están acabando con la arena del tibaracón. ¿Con qué moral van a multar a la gente?”, se pregunta.

Y el río no puede

Como si no fuera suficiente arrasar con la arena existente en los tibaracones, no se preserva la que, arrastrada por la corriente de los ríos, los alimentan. Ese hecho tiene especial connotación en el emblemático rio Miel.

Con asombroso estrechamiento de su cauce, este rio de corta trayectoria, como la mayoría de los que en abundancia atesora Baracoa, corre una suerte parecida al accidente geográfico de marras: la extracción desmedida de su gruesa arena para producir una más fina en el único combinado de áridos que en estos momentos funciona en el municipio.

Aunque cuenta con amparo legal, pues posee licencia ambiental y concesión minera, emitidas por el CITMA y el Ministerio de Energía y Minas, respectivamente, aquí y en otros puntos la extracción llega hasta el manto freático, provocando ruptura del lecho impermeable y excesiva infiltración del agua mientras se alcanza nuevamente la saturación de ese horizonte arenoso rocoso.

Al ofrecer esta explicación, el especialista medioambiental de la localidad agrega que tal práctica hace mermar el caudal del río y también el volumen de sedimentos que acarrea el agua y nutre al tibaracón del Miel.

Es la industria local de materiales de la construcción la mayor depredadora del horizonte arenoso y rocoso de una corriente que, además, en varios puntos se desvía su cauce debido a gigantescas y desordenadas extracciones de arena con equipos pesados que maniobran en el lecho del río.

Esa sobreexplotación curre en un yacimiento llamado Miel I, a pesar de que desde 2016 esa propia entidad tenía en sus manos la Licencia ambiental para explotar una vena arenosa conocida como Miel II, con una reserva estimada en más de un millón de metros cúbicos del material.

Pero el pasado año dicho permiso expiró sin haber movido de allí ni un grano de arena.

Marino Columbié Soto, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Industria de Materiales, de Baracoa, ofrece un no muy sólido argumento:

“No nos pusieron financiamiento para construir el vial de acceso, el tiempo fue pasando hasta  que se venció la licencia ambiental, en febrero de 2017”, dijo.

El máximo representante de la industria de materiales de la construcción en esa localidad asegura, sin embargo, que ya están muy empobrecidos los niveles de arena en dos de las zonas autorizadas y en las restantes se agota sin que todavía hayan vencido el plan de extracción del año, que es de unos 15 mil metros cúbicos.

Y entre la falta de rigor y  las necesidades de construcción de un municipio que hace apenas dos años fue casi completamente devastado, la producción local de arena fina que se emplea en labores de albañilería, está muy por debajo de la demanda, y de los planes inversionistas en esa rama, actualmente se ejecuta un nuevo combinado de áridos que tendrá una amplia gama de surtidos, menos arena fina.

Con el gran movimiento constructivo que vive el municipio, sobre todo después del paso del huracán Mattew, en 2016, pudo haberse previsto, pero es como si no hiciera falta, pues el tibaracón es un reservorio gratis.

Un  pensamiento ingenuo, pues nada barato va a resultar que casi media ciudad se vea amenazada por penetraciones del mar y ese camellón de arena ya no esté para mitigar los efectos de ese u otro evento meteorológico extremo.

Y por el camino de perderlo se anda. La sección transversal o ancho del tibaracón del río miel, por ejemplo, de unos 70 metros en su parte central en la década del 70 del pasado siglo, se ha reducido a unos 30, mientras la del Macaguaní, de unos 80 metros hoy  apenas alcanza unos seis metros en su segmento más vulnerable.

Sin dudas, son señales de muerte.

Los tibracones, deltas lineales o barras acumulativas de arena, son singulares accidentes geográficos, exclusivos de Baracoa y de todo el Caribe insular formados entre el oleaje del mar y la orilla norte de la desembocadura de los ríos. Foto: Haydée León Moya.

El estrechamiento del ancho de las barras acumulativas de arena, es uno de los daños medioambientales que genera extraer arena sin control y con total impunidad. Foto: Haydée León Moya.

La desmedida extracción de arena del río miel , reduce el caudal de la dulce corriente y también el acarreo de sedimentos que alimentan al tibaracón. Foto: Haydée León Moya.

Aunqe con el correspondiente permiso ambiental y concesión minera, la arena gruesa procedente del río miel, es la materia prima principal del combinado de áridos de la localidad baracoense de Cabacú. En regular y controlar las extraccioes está el reto. Foto: Haydée León Moya.

Ricardo Suárez Bustamante, especialista Municipal del MInisterio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente: "“Esa bárbara extracción de arena que sufren los tibaracones, hay que frenarla, porque además de ilegal resulta un contrasentido frente a los esfuerzos del Estado como parte de la Tarea Vida”. Foto: Haydée León Moya.