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La fiesta del Guatao

¿La fiesta del Guatao fue bronca de jaladera en medio de una celebración religiosa afrocubana? ¿La motivaron los celos y la furia de un marido burlado o la determinación de un grupo de hombres dispuestos a vengar una estafa? Grabado: Día de Reyes/ Federico Miahle, 1855.

Durante más de cien años hemos oído repetir en Cuba una frase que el uso ha hecho célebre: “Acabó como la fiesta del Guatao”. Lo curioso del caso es que desconocemos realmente qué fiesta fue aquella, aunque por el sentido que se da a la expresión se sabe que no tuvo un final feliz. Cuando aquí se dice que un suceso terminó de esa manera, nadie duda de que se trató de algo que empezó bien y finalizó mal.

Guatao se fundó en 1750 en las tierras que cedió gratuitamente Esteban Godina a la vera del camino real que iba de La Habana a Vuelta Abajo. Sobre esa vía se edificaron también los caseríos de Mordazo, La Ceiba, Curazao, Quemados y Marianao, y además El Cano, Corralillo y Guayabal. Pero la tierra era baja y pantanosa y para trazar la calzada hasta Guanajay se buscó una base más firme. La nueva vía pasó paralela, pero a unos dos kilómetros del viejo camino real y El Cano, Guatao, Corralillo y Guayabal quedaron a un lado, abandonados. Entonces, sobre la nueva ruta, por cada uno de esos caseríos surgió uno nuevo: Arroyo Arenas por El Cano, Punta Brava por Guatao, Hoyo Colorado o Bauta por Corralillo y Caimito del Guayabal por Guayabal. Luego sobre la antigua calzada se hizo la Carretera Central y las nuevas poblaciones florecieron. Los pueblos a la orilla del viejo camino real, ya sin uso, quedaron abandonados a su suerte.

En 1959, Guatao tenía menos población y comercio que a mediados del siglo XIX. En 1827, por ejemplo, existían allí un almacén de víveres, dos tiendas de ropa, ocho tiendas mixtas, dos herrerías, una carpintería, una sastrería, una panadería, tres tabaquerías y una barbería. En 1959 no quedaban más que dos bodegas y una cantina, precarias las tres, y una fábrica de almidón era la única industria del poblado. La iglesia, que se edificó en 1765, se derrumbó en 1955. Entonces lo único que quedaba del Guatao era su fama: aquella de la fiesta.

¿Fue bronca de jaladera en medio de una celebración religiosa afrocubana? ¿La motivaron los celos y la furia de un marido burlado o la determinación de un grupo de hombres dispuestos a vengar una estafa? Se ignora qué pasó y hay quien asegura que no hubo tal fiesta en Guatao y sí una matanza horrible que en 1896 perpetraron soldados y voluntarios españoles entre la población indefensa y levantisca porque en Guatao, se afirma, hasta las piedras eran insurrectas.

Lo que sigue es solo una de las versiones que llegaron hasta nosotros sobre la famosa fiesta del Guatao. Parece la más creíble entre todas las que existen. Se celebraba un baile para festejar el fin de la guerra contra España y a la celebración concurrieron, de guilletén, muchos voluntarios y elementos proespañoles hasta la víspera para ver qué acogida se les daba.

Por aquellos días, Ángel Bildosa y Merced Amador, dos vecinos del poblado, mantenían relaciones amorosas, pese a que Ángel era casado. Llegó la fecha del baile y Ángel, prohibió a su amante que acudiese a la fiesta. Parece que sospechó que ella no lo obedecería y ya a medianoche se fue a casa de la querida. No la encontró y decidió buscarla donde sabía que estaba. Cuando entró a la fiesta, Ángel vio que Merced bailaba con el teniente Abad, de los voluntarios españoles.

No se molestó en pedir explicaciones. Rasgó el vestido de la mujer de arriba abajo, y ella, que también se las traía, se descalzó y a taconazo limpio la emprendió contra su compañero. Quiso intervenir a favor de Merced el exteniente Abad y ahí se armó la gorda porque los vecinos, que se las tenían juradas a voluntarios y guerrilleros españoles desde la matanza de 1896, aprovecharon la oportunidad para cobrárselas. La leña estuvo sata y los enemigos de ayer quedaron mal parados.

Porque el 22 de febrero de ese año los españoles cometieron en Guatao la matanza de la que ya se habló. Una columna compuesta por unos 200 guardias civiles, voluntarios y soldados salió de Marianao para operar en las zonas vecinas, y en Punta Brava se enfrentó con una partida insurrecta a la que no pudo aniquilar.

Entonces la columna vino hasta el Guatao, cogió a todo el que pudo y lo metió en la iglesia. De allí los sacaban amarrados y los mataban en el suelo... De noche partió la columna llevando unos 20 prisioneros de los cuales solo cinco llegaron a Marianao. En la carretera quedaron 16 cadáveres. Se dice que unos 50 muertos causó aquella tragedia. Para algunos autores esa matanza fue la que dio origen a la frase. Pero ¿quién sabe? Porque de aquel pasado sangriento, pendenciero y bullente del pueblo, no queda más que una frase: Acabó como la fiesta del Guatao.

Inglesia antigua del Guatao. Foto: Phottic.