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Esculturas de La Habana, reales y maravillosas

Cecilia Valdés en Plaza del Ángel. Foto: Dago Martínez.

La Habana no sería la misma sin sus estatuas. En cualquier calle las encuentras –fundidas en bronce o esculpidas en mármol— como si caminaras por una galería a cielo abierto. Las piezas del escultor Erig Rebull han ido apareciendo desde hace años en las calles de la Habana vieja y espacios públicos de toda la capital, integrándose poéticamente a la arquitectura citadina.

La Cecilia de La Habana

Cecilia Valdés en Plaza del Ángel. Foto: Dago Martínez.

Cecilia Valdés es uno de esos personajes que multiplica los encantos de esta ciudad, próxima a cumplir 500 años de fundada. Se trata de una representación escultórica de la protagonista de la novela costumbrista Cecilia Valdés o La Loma del Ángel, escrita por Cirilo Villaverde. Esta pieza está emplazada precisamente en la Plaza del Ángel de la Habana vieja, lugar escogido por Villaverde para situar las escenas principales de su obra literaria.

La Cecilia –como la llaman familiarmente los vecinos de la zona— se ubica frente a la escultura de busto que desde el año 1946 homenajea a Villaverde, y frente a la puerta de la iglesia neogótica del Santo Ángel Custodio, donde fueron bautizadas personalidades de la historia cubana como José Martí, Félix Varela y Alicia Alonso.

Cientos de turistas visitan diariamente esta escultura. Su creador, el artista y diseñador Erig Rebull (La Habana, 1966), explica las razones que lo llevaron a emprender la desafiante tarea de dar cuerpo a un personaje instalado en el imaginario popular cubano.

“Esta escultura la comencé a trabajar a solicitud de la Oficina del Historiador, con motivo del bicentenario del nacimiento de Cirilo Villaverde en el año 2012”, señala Rebull, quien destaca el significado que en lo personal tiene para él esta pieza por tratarse de “mi primera escultura realizada en bronce, inspirada en Cecilia Valdez, la legendaria e irreverente mulata cubana, y también en mi joven esposa, Giselle Fundora, fallecida mientras trabajaba en esta escultura”.

Desde una perspectiva patrimonial, Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La Habana, afirma sobre la escultura que “esta obra no podía faltar en La Habana”, y puntualizando en la importancia histórica del personaje señala que la novela de Villaverde “más que una desdichada historia de amor, constituye una radiografía de un país y de una época: la Cuba del siglo XIX, marcada por el despotismo colonial de un régimen esclavista”.

Tras haber sufrido varios actos vandálicos desde su instalación –uno de los cuales consistió en el quiebre y despojo del abanico que sostiene en su mano derecha—, La Cecilia tuvo que ser restaurada por el propio Rebull, quien a mediados de este año dirigió los trabajos para recorrerla unos metros más allá de su ubicación original en dirección de la acera de la Iglesia del Ángel, a causa de la indolencia de algunos conductores de camiones de carga que atravesaban esporádicamente la plazuela, poniendo en riesgo esta y otras piezas de gran valor patrimonial situadas en el lugar.

La pluma de José Martí

La Pluma, instalada en el Memorial José Martí. Foto: Dago Martínez.

Al interior del Memorial José Martí se alza esta escultura de 3 metros de altura, representación simbólica de uno de los principales instrumentos utilizados por Martí en la lucha por la independencia de Cuba y en la creación de su obra literaria.

Esta pieza hizo parte de la exposición colectiva Martíes (2013), y para Rebull se trata sencillamente de un intento por “dignificar la principal herramienta que utilizó el apóstol para sus escritos”.

El Quijote de su tiempo

El Quijote de su tiempo, emplazado en la Casa del ALBA. Foto: Dago Martínez.

De Erig Rebull es también la escultura “Quijote”, emplazada en el patio de la Casa del Alba. Se trata de un Quijote contemporáneo, iconografía de uno de los principales paradigmas de la literatura universal erigido bajo el concepto “construcción- deconstrucción gráfica” de la palabra Q-U-I-J-O-T-E.

El amor a la lengua castellana y a la principal obra de Miguel de Cervantes son el motor de esta pieza. “Para mí, este caballero llamado Don Quijote se enfrenta hoy a nuevos gigantes: la tergiversación del idioma y del imaginario ético y estético de la vida”, apunta Rebull.

Esta pieza se sustenta, desde el punto de vista formal, en un fuerte trabajo de diseño que refuerza su monumentalidad, y que en palabras de su autor representa “un ensamble fonético que resemantiza su imagen”.

La máquina de escribir

Máquina de escribir instalada en la Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana. Foto: Dago Martínez.

Como si le obsesionara el instrumento en tanto herramienta, es decir, en función del ser humano que le da sentido y utilidad social, Erig Rebull insiste con esta obra en el mundo las letras: una gran máquina de escribir se encuentra justo a la entrada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, símbolo primigenio de estos tiempos, marcados por el vertiginoso desarrollo de las tecnologías que median el uso del lenguaje.

La sencillez y el laconismo conceptual de esta escultura se refuerzan con el uso del lenguaje en el teclado de la máquina. “Esta pieza –señala Rebull—permite que de manera aleatoria se puedan encontrar palabras afines al perfil de las carreras que allí se estudian: Ciencias de la Información, Comunicación Social y Periodismo. Pero considero que el verdadero valor artístico de esta obra consiste en el aporte que brindaron los estudiantes, dejando en cada letra un pedazo de ellos”.

Erig Rebull, artista visual y diseñador cubano. Foto: Dago Martínez.

El Quijote de su tiempo, emplazado en la Casa del ALBA. Foto: Dago Martínez.

Cecilia Valdés en Plaza del Ángel. Foto: Dago Martínez.

La Pluma, instalada en el Memorial José Martí. Foto: Dago Martínez.

Máquina de escribir instalada en la Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana. Foto: Dago Martínez.