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La supervivencia de los más ricos y cómo traman abandonar el barco

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Diseño interior y exterior del 'toro de Stanford', un proyecto de la NASA que proporcionaría una vivienda fija a entre 10.000 y 140.000 personas. Foto: Donald E.David/ CTXT DONALD E. DAVIS (WIKIMEDIA)

El año pasado me invitaron a dar una charla en un resort de superlujo ante un público que suponía integrado por unos cien banqueros de inversión. Nunca antes se me había ofrecido tanto dinero para dar una charla –la mitad de lo que gano en un año como profesor– y todo por intentar arrojar algo de luz sobre “el futuro de la tecnología”.

Nunca me ha gustado hablar sobre el futuro. Los actos en formato pregunta y respuesta tienden a acabar siendo como una especie de juego de salón en el que se me pide opinar sobre la última palabra tecnológica de moda como si fueran indicadores para potenciales inversiones: cadena de bloques, impresión 3D o CRISPR. Rara vez tiene el público un interés real en aprender acerca de las nuevas tecnologías ni sobre su potencial impacto, más allá de poder discernir entre invertir o no en ellas. Pero el dinero es lo primero, así que acepté el bolo.

A mi llegada, pensé que me conducirían hasta el camerino, pero en lugar de colocarme un micrófono o llevarme hasta el escenario, me dejaron sentado ante una mesa redonda e hicieron pasar a mi audiencia: cinco tipos súper ricos (sí, todos ellos varones), y de las altas esferas en el mundo de los hedge funds.

Después de intercambiar unas breves palabras no tardé en advertir que tenían nulo interés en los contenidos que me había preparado sobre el futuro de la tecnología. Venían con su propia batería de preguntas preparada.

Empezaron planteando cuestiones bastante inocuas tales como ¿Ethereum o bitcoin? ¿Es real la computación cuántica? Sin embargo, sin prisa pero sin pausa, fueron escorando sus preguntas hacia los temas que verdaderamente les preocupaban.

¿Qué región se vería menos afectada por la crisis provocada por el cambio climático, Nueva Zelanda o Alaska? ¿Realmente Google está construyéndole a Ray Kurzweil un hogar para albergar su mente? ¿Logrará su conciencia sobrevivir a la transición, o por el contrario perecerá y renacerá una completamente nueva? Y, por último, un director general de una agencia de bolsa comentaba que estaba a punto de terminar de construirse un búnker y lanzó la pregunta:“¿Cómo conseguiré imponer mi autoridad sobre mi guardia de seguridad después del acontecimiento?”.

El acontecimiento. Este era el eufemismo que empleaban para el colapso medioambiental, la agitación social, la explosión nuclear, la propagación imparable de un virus o el momento en que el hacker de Mr. Robot acabe con todo.

Esta fue la cuestión que nos mantuvo ocupados durante toda la hora restante. Eran conscientes de que necesitarían vigilantes armados para proteger sus instalaciones de las masas encolerizadas. ¿Pero, con qué iban a pagarles cuando el dinero ya no valiera nada? ¿Y qué impediría a su guardia armada elegir a su propio líder? Estos multimillonarios barajaban recurrir a cerraduras de combinación especiales para proteger el abastecimiento de alimentos, que sólo ellos controlarían. O poner a sus vigilantes algún tipo de collar disciplinario a cambio de su propia supervivencia. E incluso, crear robots capaces de servir como guardias o trabajadores, si es que daba tiempo a desarrollar la tecnología necesaria.

Fue en ese punto cuando me di cuenta de que al menos para estos caballeros, esos eran los temas que pretendían escuchar en una charla sobre el futuro de la tecnología. Siguiendo el ejemplo de Elon Musk y su colonización de Marte, o del envejecimiento revertido de Peter Thiel o del proyecto de Sam Altman y Ray Kurzweil de subir sus mentes a supercomputadoras, se preparaban para un futuro digital que tenía bastante más que ver con la intención de trascender la condición humana y protegerse del peligro real y presente del cambio climático, el aumento de los niveles del mar, los grandes flujos migratorios, las pandemias globales, el pánico nacionalista o el agotamiento de los recursos que con la construcción de un mundo mejor. Para ellos, el futuro de la tecnología en realidad consiste en una cosa: la capacidad de huida.

No es que haya nada de malo en las valoraciones súper optimistas sobre los beneficios de la tecnología para las sociedades humanas. Es que la actual tendencia hacia una utopía posthumana es algo muy distinto, que tiene más que ver con una cruzada para trascender todo lo humano: el cuerpo, la interdependencia, la compasión, la vulnerabilidad y la complejidad que con cómo imaginar la gran migración de la humanidad hacia un nuevo estado existencial.

Los filósofos de la tecnología llevan advirtiéndolo varios años: la visión transhumanista reduce con demasiada facilidad toda la realidad a los datos, y concluye que “los seres humanos no son más que objetos procesadores de información”.

Es la reducción de la evolución humana a un videojuego en el que alguien gana la partida al encontrar la ventanilla de salida, dejando que se unan al viaje algunos de sus mejores amigos. ¿Musk, Bezos, Thiel… Zuckerberg? Estos multimillonarios son los presuntos ganadores de la partida de la economía digital, vamos, más de lo mismo según la lógica empresarial de la supervivencia de los más aptos y que, para empezar, es la misma que alimenta toda estas especulaciones.

Obviamente, las cosas no siempre han sido así. A principios de los años noventa, durante un breve espacio de tiempo, el futuro digital ofrecía un final abierto a nuestra imaginación. La tecnología era como un patio de recreo que permitió a la contracultura crear un futuro más inclusivo, distributivo y pro humano. Sin embargo, los intereses económicos establecidos sólo veían en ella un nuevo nicho para la extracción de beneficios de toda la vida y demasiados tecnólogos fueron seducidos por las empresas unicornio. Los escenarios del futuro digital pasaron a ser más como los futuros sobre acciones o los futuros de algodón, un nicho ideal para hacer predicciones y apuestas. De modo que, la relevancia de cada discurso, artículo, estudio, documental o papel en blanco solo dependía de que apuntara a un indicador bursátil. El futuro se convirtió no tanto en algo en lo que influyen las opciones por las que apostamos hoy, o nuestras esperanzas para la humanidad de mañana sino en un escenario al que estamos predestinados y sobre el que apostamos con nuestro capital de riesgo, pero al que llegamos sin más capacidad de acción.

Este enfoque permite a todo el mundo librarse de cualquier implicación moral de sus actividades. El desarrollo tecnológico tenía que ver cada vez más con la supervivencia individual que con una perspectiva de mejora colectiva. Y, lo que es aún peor, como pude comprobar, cualquier comentario de advertencia en este sentido te convertía a tu pesar en un enemigo del mercado o en un tecnófobo gruñón.

De modo que la mayor parte de los académicos, periodistas y escritores de ciencia ficción en lugar de detenerse en la dimensión ética del empobrecimiento y la explotación de la mayoría por parte de unos pocos, optaron por plantearse problemas más abstractos y elaborados: ¿Es justo que los agentes de bolsa utilicen drogas de diseño? ¿Debería estar permitido poner implantes a los niños para que aprendan idiomas? ¿Queremos que los vehículos autónomos prioricen la vida de los peatones por encima de la de los pasajeros? ¿Las primeras colonias de Marte deberían regirse por un sistema democrático? ¿Si cambio mi ADN estoy debilitando mi identidad? ¿Deben de tener derechos los robots?

Por muy entretenido que resulte en términos filosóficos plantearnos este tipo de cuestiones, lo cierto es que no contribuye demasiado a lidiar con las verdaderas disyuntivas morales que plantea el desarrollo tecnológico desatado en nombre del capitalismo corporativo. Las plataformas digitales han logrado convertir un mercado ya de por sí explotador y extractor (véase Walmart), en una versión del mismo aún más deshumanizante (véase Amazon). La mayor parte de nosotros ya fuimos conscientes de los inconvenientes que plantea la automatización de los trabajos, la gig economy y la desaparición del comercio local.

Pero el desarrollo a toda velocidad del capitalismo digital tiene un impacto devastador sobre el medioambiente y la población más pobre a escala global. Las redes de trabajo en condiciones de esclavitud están detrás de la fabricación de algunos de nuestros ordenadores y smartphones. Estas prácticas están tan profundamente arraigadas que en una ocasión una compañía llamada Fairphone, fundada desde la base con la intención de fabricar y comercializar teléfonos éticos, acabó concluyendo que era imposible. (Por desgracia, el fundador de la compañía se refiere a sus productos ahora como teléfonos “más justos”.)

Mientras tanto, la extracción de metales preciosos y los residuos que generan nuestros dispositivos de alta tecnología digital destruyen los hábitats humanos, que son sustituidos por vertederos tóxicos que acaban siendo recogidos por niños campesinos y sus familias, que vuelven a vender los materiales reutilizables a los fabricantes.

“Ojos que no ven corazón que no siente”, pero la externalización de la pobreza y del veneno no desaparece por el mero hecho de que nos pongamos unas gafas de tres dimensiones y nos sumerjamos en una realidad alternativa. Cuanto más ignoremos las repercusiones sociales, económicas y medioambientales, más problemáticas se tornarán estas. A su vez, esta situación genera una dinámica de mayor repliegue, aislamiento y fantasías apocalípticas, a la par que la necesidad de inventar desesperadamente más tecnología y planes de negocio. El ciclo se retroalimenta a sí mismo.

Cuanto más comulgamos con esta interpretación del mundo, más tendemos a ver al ser humano como parte del problema y a la tecnología como una solución al mismo. La propia esencia de la condición humana se considera cada vez menos como un rasgo definitorio y más como un virus. Las nuevas tecnologías se consideran como algo neutro, obviándose el sesgo que encierran. Así, los malos hábitos que inducen en nosotros no son más que un mero reflejo de la corrupción de nuestra propia esencia. Como si la culpa de nuestros problemas radicara de alguna forma en nuestro salvajismo innato. Igual que la ineficacia del sector del taxi se “soluciona” mediante una aplicación que arruina a los conductores humanos, las molestas inconsistencias de la psique humana se pueden corregir mediante una versión mejorada digital o genética.

En último término, de acuerdo a la ortodoxia de la tecnología que todo lo resuelve, el clímax del futuro de la humanidad llegará con la capacidad de subir nuestra conciencia a un ordenador o, quizá mejor aún, aceptar que la propia tecnología es nuestro sucesor lógico evolutivo. Ansiamos entrar en la siguiente fase trascendente de nuestra evolución, como si fuéramos miembros de un culto gnóstico, mudando de cuerpo y dejando el viejo tras nosotros, junto con nuestros pecados y pesares.

Las películas y series de televisión se encargan de la representación de estas fantasías. Las series de zombis nos muestran un mundo post apocalíptico en el que la gente no es mucho mejor que los muertos vivientes, y parece ser consciente de ello. Y, lo que es aún peor, invitan a los espectadores a imaginarse el futuro como una batalla de suma cero entre los pocos humanos que quedan, en la cual la supervivencia de un grupo depende de la destrucción del otro.

Incluso la segunda temporada de Westworld, basada en una novela de ciencia ficción en la que los robots corren por ahí enloquecidos, termina con una revelación final: los humanos somos más simples y predecibles que las inteligencias artificiales que nosotros mismos hemos creado. Los robots aprenden que cada uno de nosotros puede ser reducido a unas pocas líneas de código y que somos incapaces de elegir deliberadamente. Qué demonios, hasta los robots de la serie quieren trascender los límites de sus cuerpos y pasar el resto de sus vidas en una simulación de ordenador.

Semejante intercambio de roles entre los humanos y las máquinas requiere una gimnasia mental que parte de la presunción implícita de que los humanos dejamos bastante que desear. O bien los cambiamos o bien nos alejamos de ellos para siempre.

Así, los tecnomultimillonarios lanzan coches eléctricos al espacio, como si esto simbolizara algo más que la capacidad de un multimillonario de hacer un poco de promoción corporativa. Y, si algunos pocos logran escapar a velocidad de vértigo y sobrevivir de alguna forma en una burbuja en Marte –a pesar de nuestra incapacidad para lograr generar una burbuja similar aquí en la Tierra, tal y como se demostró en las dos pruebas de la biosfera, que costaron miles de millones- será más bien porque la élite se ha provisto de un bote salvavidas, pero no garantizará a la diáspora humana una oportunidad de supervivencia.

Cuando los hedge funders me preguntaron cómo podrían ejercer su autoridad sobre las fuerzas de seguridad después de “el acontecimiento”, sugerí que la mejor apuesta sería empezar a tratarles muy bien desde ya. Entablar relación con ellos como si fueran miembros de su propia familia. Y cuanto más impregnaran sus prácticas empresariales, su gestión de la cadena de suministros, sus esfuerzos por contribuir a la sostenibilidad y la distribución de la riqueza de este ethos de inclusividad, menos probable sería, para empezar, que se produjera un “acontecimiento” de estas características. Toda esa magia tecnológica podría empezar a aplicarse desde hoy mismo a unos intereses quizá menos románticos pero sí más colectivos.

Mi optimismo les hacía gracia pero en ningún momento me lo compraron. No tenían ningún interés en evitar la desgracia; están convencidos de que ya no hay tiempo para ello. Por mucho poder y riqueza que acumulen, no se creen capaces de influir en el futuro. Sencillamente, se limitan a aceptar el más oscuro de los escenarios y a reunir la mayor cantidad de dinero y tecnología que les permita aislarse, sobre todo si se quedan sin sitio en el cohete rumbo a Marte.

Por suerte, aquellos de nosotros que no disponemos de los fondos suficientes como para renegar de nuestra propia humanidad, disponemos de un buen número de opciones mucho mejores. Ni siquiera tenemos que utilizar la tecnología de una forma tan antisocial y atomizada. Basta con que no nos convirtamos en los consumidores y perfiles individuales que quieren nuestros dispositivos y plataformas, y podemos recordar que el ser humano verdaderamente evolucionado no opta por una salida individual.

La condición humana no tiene que ver con la supervivencia o escapatoria individual. Es un deporte de equipo. Cualquiera que sea el futuro que aguarda a la humanidad, nos afectará a todos.

(Tomado de revista CTXT)

Se han publicado 39 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • juan dijo:

    No hay que ir tan lejos, aqui mismo ves como preparan su supervivncia, mientras tanto el pueblo sigue igual.

    • Ariel dijo:

      Jajajaj, gracioso comentario!!!

      • José DanieL Meriño Rodrígues dijo:

        Estúpido diría yo. So come tripas.

  • Efraín Sánchez Pérez dijo:

    Perdonen mi ignorancia, pero quien escribió esto??????

    • pupo dijo:

      El autor es norteamericano y se llama Douglas Rushkoff. (Nueva York, 18 de febrero de 1961, 57 años) es un escritor, columnista y profesor de cultura virtual, estadounidense, en la Universidad de Nueva York. Psiconauta, es uno de los principales teóricos del cyberpunk.

  • Enrique.B dijo:

    ¡Increíble!, tenemos que preocuparnos más con lo que hacemos con la tecnología, ya que aunque parezcan neutrales no lo son, algo tan simple como un celular está causando residuos a nivel mundial y destruyendo ecosistemas.

  • Eduardo Núñez dijo:

    Saludos. Estoy super contento de leer tanta sabia palabra. A mí, al menos, me han impresionado. Me encanta saber que hay gente con tanta claridad del problema que tiene la humanidad y que pueda expresarlo en sitios a los que otros tantos podamos tener acceso para aclararnos, refrescarnos y tomar conciencia de la realidad que estamos viviendo y que muchas veces pasamos por alto por no sentarnos a reflexionar sobre lo que hacemos. Nos dejamos llevar poco a poco por los cambios, las modas, lo que creemos que es más importante tener o hacer y no nos damos cuenta de que lo que hacemos es seguirle el juego a los que en realidad se benefician con todo esto; que más allá de ponernos "cómodos" con lo que hacemos, lo único que piensan es cómo ganar más dinero sin importar las consecuencias. Gracias por publicar algo así.

  • Magalyceci dijo:

    Ya este futurismo esta planteado!!!! como escenario posible , de ello de manera más primaria lo esta realizando TRUMP, sacando a todos los latinos y recrudeciendo las leyes de inmigración , Sino ver la pelicula Elysium protagonizada por Matt Damon, Jodie Foster, es pesimista pero esos criterior de exclusión son muy peligrosos..... Pero las migraciones incontroladas a Europa , la demonización de los que llegan, que a veces si roban, asesinan y delinquen pues al pais que llegan son unos apestados socialmente e inadaltados .... el descontrol que suponen las masas violentas,los bruzcos cambios climaticos que se avecinan, es una combinación funesta...., ahora acá no puedes escapar del Regueton alto hasta altas horas de la noche, o los que tiran la basura y mal viven sin respetar el derecho ajeno!!!! es tambien una amarga pero palpable realidad de la cuba de hoy .... Que dios se apiade de nosotros

  • TNT dijo:

    Pues nada todo a la m....a los que de verdad pueden hacer algo por la vida en la tierra, le da lo mismo. Hacerse mas ricos y si pueden escapar.
    Esto es increíble.

  • xxx dijo:

    ufff, tremedo artículo.

  • xxx dijo:

    ufff, tremendo artículo.

  • Frankos dijo:

    El nombre del autor del articulo por favor...

  • yamilet dijo:

    Muy bueno

  • Nelson dijo:

    Genial!!!

  • m&m dijo:

    me recuerda Elisium

    • Teclado dijo:

      A mi me recuerda a HALO

      • m&m dijo:

        si, la imagen si. pero me refiero al tema del articulo, y lo comparo con la pelicula Elisium. buscala y lo entenderas, a menos que la hayas visto ya

  • Programación genética dijo:

    Por desgracia, por muy evolucionados que queramos parecer seguimos de forma inconsciente obedeciendo en primera instancia a nuestro cerebro reptiliano o instintivo, es por esa razón que muchos afirman y como se muestra en Westworld que nuestros códigos son simples, que pasan por una parte emocional (cerebro límbico o mamífero) que dota a nuestra acciones de un sentido más abierto con el resto de los individuos, y luego por otro filtro lógico (cerebro cognitivo-ejecutivo) que es el responsable de que seamos racionales pero al final todo surge de una primera respuesta que es atacar o huir, ya el cómo y lo que implica se va desarrollando después pero nuestra principal tarea es sobrevivir al costo que sea. Es gracioso ver como la Teoría de Juegos y su ejemplo más sencillo “el dilema del preso” incluso ante gran número de iteraciones entre los mismos individuos tiende a la supervivencia individual. Pienso que si esas personas presentes en la reunión no pensaran de esa manera no hubiesen llegado a ser lo que son, es triste pero es real. Podría seguir escribiendo, dando ejemplos cotidianos y sé que muchos no estarán de acuerdo con lo que he planteado (filósofos y psicólogos) pero creo que en esencia muchas veces nos queremos creer que somos mucho más complejos en el proceso de toma de decisiones.

    • María la jabá dijo:

      " El dilema del prisionero", de William Poundstone, es material denso, que difícilmente muchos terminen de leer ( y entender). Usted ha puesto el dedo en la llaga. Gracias.

  • Nicanor FCB dijo:

    excelente articulo.
    plantea una cuantas quiestiones mas que interesantes diria fundamentales para el futuro de la vida humana

  • Amanda dijo:

    Excelente artículo !Y de miedo! ¿Cúal será el futuro de la humanidad?

  • Ulises dijo:

    ¿Quién es el autor de este artículo? Está escrito en 1ra persona y ayudaría a entenderlo mejor. Y por supuesto, si no se publica autor si publicar el link a la referida revista CTXT.

    • pupo dijo:

      Excelente artículo!!!

      El artículo es de Douglass Rushkoff es autor del libro de próxima publicación Team Human (W. W. Norton, enero de 2019) y host del podcast TeamHuman.fm.
      El autor es norteamericano y se llama Douglas Rushkoff. (Nueva York, 18 de febrero de 1961, 57 años) es un escritor, columnista y profesor de cultura virtual, estadounidense, en la Universidad de Nueva York. Psiconauta, es uno de los principales teóricos del cyberpunk.
      El que tenga Internet puede buscarlo por el título, está traducido por Olga Abasolo, el original es en inglés.

      Colaborador habitual de la revista Times y del periódico New York Times.

      Es citado en el anime Serial Experiments Lain como quien declaró que, debido a la Resonancia Schumann, los humanos se convertirán en las neuronas del planeta, lo que despertará la conciencia de la especie humana.

  • sachiel dijo:

    Excelente articulo, válido paar cualquier pais y sociedad actual: "No tenían ningún interés en evitar la desgracia; están convencidos de que ya no hay tiempo para ello. Por mucho poder y riqueza que acumulen, no se creen capaces de influir en el futuro. Sencillamente, se limitan a aceptar el más oscuro de los escenarios y a reunir la mayor cantidad de dinero y tecnología que les permita aislarse, sobre todo si se quedan sin sitio en el cohete rumbo a Marte..." en todas las épocas, y en todos los barcos que se van a pique, ahi se veran survivors y ratas.

  • Consrantino Suarez dijo:

    El futuro de la humanidad, como lo indica el expositor, es un deporte en equipo y estoy de acuerdo y creo en esta opcion.

  • RFG dijo:

    La élite de la élite hace mucho tiempo que se desentendió del resto de la humanidad y le importamos un bledo, para ellos solo somos números, y todavía hay aduladores de estos malnacidos, hace falta una revolución pero global, para que la humanidad entera se haga dueña de sus propios destinos y se deshaga de esa banda de fascistas que nos llevan irremediablemente al abismo. Que grande Fidel, como extraño sus reflexiones, imagino que diría de esto.

  • ernesto dijo:

    Excelente trabajo, solo recalcar que esos seres "inhumanos" concideran ineludible "el acontecimiento" porque es a donde nos lleva inexorablemente el capitalismo y ellos lo saben pero en su egoismo solo les importa mantener sus rivilegios de clase a costa de los demás aún después del "acontecimiento"

  • Nancy Quevedo dijo:

    Esto es muy interesante pero pensando para todo la humanidad

  • Alzugaray dijo:

    Y, ¿quién escribió este artículo?

  • raul dijo:

    El autor es Marco Nurra.

  • wicho dijo:

    Debieran centrarse en que el futuro no fuese tan caotico, tantos multimillonarios juntos de seguro hallan una solucion, claro que les costaria mas de la mitad de su fortuna, pero como ya se leyó aqui, de que les serviria su fortuna entera cuando el dinero no conste de valor alguno.

  • senelio ceballos dijo:

    jajaja.FANTACIAS o realidad!!!!!..Para donde vamos?

  • Andrey dijo:

    Parece que NADIE escribió este artículo, muy bien documentado, pero por favor los seres humanos que no tenemos millones para construir un bunker en Martes necesitan conocer el que concibió este artículo, para reconocer a un más que está del lado de nosotros, los que aun ante estas terribles realidades globales luchan por un mundo mejor, aquí en el planeta Tierra

  • Luis Alberto Sánchez Ponce dijo:

    Una perspectiva que se equilibra entre la visión apocalíptica (actual y futura) y la que rescata la gran oportunidad que tenemos para aprovechar los desarrollos tecnológicos actuales. Sin duda una lectura que aporta.

  • antoine dijo:

    en cuba ya eso es pan comido de verdad que si ya los corruptos aqui lo estan haciendo y el gobierno no hace nada , vas a la tienda y te estafan , al agro ni decir , a Planificación fisica , a la panaderia que se den una vuelta por el cotorro el municipio más corrupto de Cuba

  • Rey dijo:

    Aunque es IMPERDONABLE no haber puesto al autor, el artículo resulta excelente y sobre todo, revelador de hasta que punto de profunda estupidez, alienación, incultura y deshumanización llegan las "personas" (merecen tal distincion ?) que tienen el sartén por el mango y de hecho mandan en esta civilización maltrecha y en serio riesgo de desaparecer.
    Evidentemente, tamañas bestias totalmente divorciadas de la realidad , viviendo en su realidad virtual alimentada por la sangre de millones de seres humanos, están muertos de Miedo.
    De Miedo de la peor especie, ese Miedo a la Muerte que solo experimenta el individuo estéril de espíritu, aquel que en su vida inútil para la especie ha sido incapaz de abrirse a los sentimientos de reconocerse en los demás y haberse perpetuado en otros, en las ideas que ha dejado, en el bien que ha hecho, en las obras que ha creado con sus manos e inteligencia.
    Son incapaces de sentir y de comprender principios humanistas tan profundos y Universales que van desde el budismo hasta Cristo, el Marxismo , Fidel o el Che.
    Para ellos solo vale: "sálvese quien pueda".
    Inútil esfuerzo el del pobre autor (lo afirmo como científico), intentar que semejantes bestias aterrorizadas puedan entender algo tan trascendente como la Inteligencia artificial o la Ingeniería genética y su significado práctico.
    Porque entendimiento y sentimiento, raciocinio, virtud y humanismo van tan unidos como nuestra propia mente - cuerpo, biosfera y Universo: no hay inteligencia completa sin humanismo del mismo modo que no habrá nunca libertad verdadera sin cultura.
    Si algo resulta importante en lo narrado por el autor, es advertirnos, una vez más, que o entre todos terminamos de convertir a la humanidad en una especie solidaria o terminaremos a corto plazo por desaparecer.
    Las bestias descritas son el mejor ejemplo de ello.
    Esa gentuza, enfermos de codicia y podridos

  • Andreivy dijo:

    ¿quién escribió este artículo?

Se han publicado 39 comentarios



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