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Carta abierta de Ángel Di Maria: "Bajo la lluvia, en el frío, de noche"

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Foto: Getty Images.

El futbolista argentino Ángel Di María publicó una carta abierta justo antes del difícil encuentro que disputarán contra Nigeria, en el que se juegan la clasificación a octavos de final. Por su sensibilidad, las palabras publicadas por el futbolista del PSG en The Player's Tribune, se han hecho viral entre la afición.

Carta de Ángel Di María

Me acuerdo cuando recibí la carta del Real Madrid. La rompí antes de abrirla.

Esto pasó en la mañana de la final del Mundial 2014, exactamente a las 11. Yo estaba sentado en la camilla a punto de recibir una infiltración en la pierna. Me había desgarrado el muslo en los cuartos de final, pero con la ayuda de los antiinflamatorios ya podía correr sin sentir nada. Les dije a los preparadores estas palabras textuales: “Si me rompo, déjenme que me siga rompiendo. No me importa. Sólo quiero estar para jugar”.

Y ahí estaba, poniéndome hielo en la pierna, cuando el médico Daniel Martínez entró al cuarto con un sobre en la mano y me dijo: “Ángel, mirá, este papel viene del Real Madrid”.

“¿Cómo? ¿Qué me estás diciendo?”, le dije.

Me contestó: “Bueno, ellos dicen que no estás en condiciones de jugar. Y nos están forzando a que no te dejemos jugar hoy”.

Inmediatamente entendí lo que estaba pasando. Todos habían escuchado los rumores de que el Real quería comprar a James Rodríguez después del Mundial, y yo sabía que me querían vender para hacerle lugar a él. Así que no querían que su jugador se rompiera antes de venderlo. Era así de sencillo. Ese es el negocio del fútbol que la gente no siempre ve.

Le pedí a Daniel que me diera la carta. Ni siquiera la abrí. Solamente la rompí en pedacitos y le dije: “Tirala. El único que decide acá, soy yo”.

No había dormido mucho la noche anterior al partido. En parte porque los hinchas brasileños habían estado tirando fuegos artificiales y petardos durante toda la madrugada, pero incluso aunque hubiera estado todo en silencio, creo que igual no iba a poder dormir. Es imposible explicar la sensación que uno tiene antes de una final de un Mundial, cuando todo lo que alguna vez soñaste se te pasa por delante de tus ojos.

Sinceramente quería jugar ese día, incluso si se terminaba mi carrera. Pero tampoco quería hacerle las cosas más difíciles al equipo. Así que me desperté muy temprano y fui a ver a nuestro técnico, Alejandro Sabella. Teníamos una relación muy cercana, y si le llegaba a decir que quería jugar, seguramente él iba a sentir la presión de ponerme. Así que le dije honestamente, con una mano en el corazón, que él debía poner al jugador que él sintiera que tenía que poner.

“Si soy yo, soy yo. Si es otro, entonces será otro. Yo sólo quiero ganar la Copa. Si me llamás, voy a jugar hasta que me rompa”, le dije.

Y entonces me largué a llorar. No lo pude evitar. Ese momento me había sobrepasado, era normal.

Cuando tuvimos la charla técnica antes del partido, Sabella anunció que Enzo Pérez iba a ser titular, porque estaba al cien por ciento en lo físico. Y bueno, juega él, todo bien. Igualmente, me hice una infiltración antes del partido, y después me di otra durante el segundo tiempo, así podía estar preparado para jugar, si me llegaba a tocar la chance de entrar.

Foto: Getty Images.

Pero el llamado nunca llegó. Perdimos la Copa del Mundo. Fue el día más difícil de mi vida. Después del partido, los medios empezaron a decir cosas feas del por qué no había jugado. Pero lo que les estoy diciendo es la pura verdad.

Lo que todavía me da vueltas por la cabeza es ese momento en el que voy a hablar con Sabella y me largo a llorar enfrente de él. Siempre me voy a preguntar si él pensó que yo lloraba porque estaba nervioso.

Y en verdad, no tuvo nada que ver con los nervios. Estaba totalmente emocionado por todo lo que ese momento significaba para mí. Estábamos tan cerca de lograr el sueño imposible.

Las paredes de nuestra casa supuestamente eran blancas. Pero nunca me las acuerdo como blancas. Al principio, eran grises. Después se pusieron negras, por el polvillo del carbón. Mi papá era un trabajador del carbón, pero no de los que trabajan en una mina. ¿Alguna vez has visto hacer carbón? Las bolsitas que comprás en cualquier negocio para hacer el asado vienen de algún lugar, y la verdad es que la carbonería es un trabajo muy sucio. Mi viejo solía trabajar abajo de un techo de chapa en nuestro patio y después le tocaba embolsar todos los pedazos de carbón para poder venderlos en el mercado. Bueno, no era sólo él. Tenía sus pequeños ayudantes, eh. Antes del colegio, nos despertábamos con mi hermanita para ayudarlo. Teníamos 9 ó 10 años, que es la edad perfecta para embolsar carbón, porque lo podés transformar en un juego. Cuando llegaba el camión, teníamos que llevar las bolsas pasando por el living y después pasar por la puerta de entrada, así que en definitiva, toda nuestra casa quedaba totalmente negra.

Pero con eso comíamos, y de esa forma mi padre nos salvó de que nos sacaran la casa.

Durante un tiempo, cuando yo era un bebé, a mis padres les iba bien. Pero después mi papá trató de hacer una buena acción para alguien, y eso nos cambió la vida. Un amigo le pidió que le saliera de garante para su casa, y mi papá confió en él. Pero el tipo dejó de pagar y de un día para el otro, desapareció. Así que el banco fue directamente a buscar a mi viejo, que se encontró ahogado teniendo que pagar por dos casas y encima tener que alimentar a nuestra familia.

Su primer negocio no fue el carbón. Trató de convertir la parte del frente de nuestra casa en un pequeño negocio. Compraba bidones de lavandina, cloro, detergentes, todas cosas de limpieza; después los dividía en botellitas y los vendía en nuestro living. Si vivías en nuestro barrio, no tenías que ir a un negocio para comprar un envase de CIF. Era carísimo. Entonces venías a lo de los Di María y mi mamá te vendía un pote por un precio mucho más conveniente.

Todo andaba bastante bien hasta que un día, el varoncito les arruinó todo y por poco no se mató.

Sí, es verdad, ¡de chiquito yo era un hijo de puta!

No es que en verdad fuera malo, es sólo que tenía demasiada energía. Era hiperactivo. Un día, mi mamá estaba vendiendo en nuestro “negocio” y yo estaba jugando en el andador. El portón de entrada estaba abierto, cosa de que los clientes pudieran pasar, mi mamá se distrajo, yo empecé a caminar… a caminar… seguí caminando…. ¡tenía ganas de explorar, viste!

Me fui directo a la mitad de la calle y mi mamá tuvo que correr como loca para salvarme de que me atropellara un auto. Por la manera en que ella lo cuenta, fue bastante dramático. Ese fue el último día del negocio de limpieza de Di María. Mi mamá le dijo a mi papá que era demasiado peligroso, y que teníamos que buscar algo distinto.

Ahí fue cuando él escuchó que había una persona que traía los barriles de carbón de Santiago del Estero. Pero lo gracioso es que ni siquiera teníamos la plata como para poder vender carbón. Mi viejo tuvo que convencer a esta persona para que le mandara los primeros cargamentos, cosa de que él los vendiera y así empezar a pagarle.

Así que cuando mi hermana o yo pedíamos por golosinas o cualquier cosa, mi papá nos decía: “¡Estoy pagando dos casas y encima un camión lleno de carbón!”.

Me acuerdo de que un día estábamos embolsando el carbón con mi papá, y hacía mucho frío y llovía. Estábamos abajo del techo de chapa. Era durísimo estar ahí. Después de un rato, yo me iba al colegio, que estaba más calentito. Pero mi papá se quedaba embolsando ahí todo el día, sin pausa. Porque si no lograba vender el carbón ese día, nosotros no teníamos nada para comer, así de simple. Y yo pensaba, y de verdad lo creía: Va a llegar un momento en que todo cambie para bien.

Por eso, yo al fútbol le debo todo.

A veces, ser un quilombero tiene sus beneficios. Yo empecé en el fútbol muy temprano, porque a mi vieja la estaba volviendo loca. Me había llevado al pediatra cuando tenía 4 años, y le dijo: “Doctor, no para un segundo de correr. ¿Qué puedo hacer?”.

Y como era un buen médico argentino, obviamente le contestó: “¿Qué puede hacer? Fútbol”.

Así empecé mi carrera futbolística.

Estaba obsesionado. Era lo único que hacía. Jugaba tanto pero tanto a la pelota, que cada dos meses, los botines se me hacían bolsa. Mi mamá me los pegaba con Poxi-ran, porque no teníamos la plata para comprar nuevos. Cuando tenía 7 años, ya debía ser bastante bueno, porque después de meter 64 goles para el equipo de mi barrio en el año, mi mamá viene un día y me dice: “Los de la radio quieren hablar con vos”.

Fuimos a la radio para que me hicieran una nota. Era tan tímido que apenas si pude hablar.

Ese año, mi papá recibió un llamado del entrenador de Rosario Central. Le dijo que me quería ver jugar ahí. La verdad es que fue una situación muy graciosa, porque él siempre fue fanático de Newell’s Old Boys. Mi mamá es muy hincha de Central. Si no sos de Rosario, no vas a poder entender nunca la pasión y la rivalidad que hay. Es a muerte. Cada vez que se jugaba el clásico, mis viejos gritaban como locos, se dejaban los pulmones en cada gol, y el que ganaba se la pasaba cargando al otro por un mes.

Así que se imaginan lo emocionada que estaba mi mamá cuando se enteró de que me llamaban de Central.

Mi papá dudaba: “Uh, no sé, es medio lejos. ¡Son 9 kilómetros! No tenemos auto. ¿Cómo lo vamos a llevar hasta allá?”.

Y mi mamá le dijo: “¡No, no, no! No te preocupes, yo lo llevo. ¡No es ningún problema!”.

Y ahí es cuando nació Graciela.

Graciela era una bicicleta amarilla, oxidada, con la que mi mamá me llevaba todos los días al entrenamiento. Tenía un canastito adelante y espacio para llevar uno más atrás, pero había un problema, porque mi hermanita también tenía que venir con nosotros. Entonces mi papá con una sierra le cortó un cuadrillo de cada lado del canastisto, que es donde se sentaba mi hermana.

Así que imaginen esto: una mujer andando en bicicleta por todo Rosario, con un pibe atrás y una nenita adelante, más un bolso deportivo, con mis botines y algo de comer, en el canasto de adelante. En subida. En bajada. Pasando por los barrios más difíciles. Bajo la lluvia. En el frío. De noche. No importaba. Mi mamá sólo seguía pedaleando.

Foto: AP Photo.

Graciela nos llevaba donde tuviéramos que ir.

Así y todo, la verdad es que mi época en Central no fue fácil. De hecho, creo que si no fuera por mi mamá, habría dejado el fútbol. No una vez, sino dos. Cuando tenía 15 y todavía no había crecido, tenía un técnico que estaba bastante loco. Le gustaban los jugadores muy físicos y agresivos, y ese no era demasiado mi estilo, viste. Un día, no salté en un córner y al terminar el entrenamiento, nos juntó a todos y ahí, se dio vuelta y me miró.

“Sos un cagón, sos un desastre. Nunca vas a llegar a nada. Vas a ser un fracaso”, dijo.

Me destruyó. Antes de que terminara de hablar, yo ya me había largado a llorar delante de todos mis compañeros, y al toque me fui de la cancha corriendo.

Cuando llegué a mi casa, me fui directo a mi pieza para llorar solo. Mi mamá se dio cuenta de que había pasado algo, porque cada vez que volvía de un entrenamiento, lo primero que hacía era dejar las cosas y salir a la calle a seguir jugando a la pelota. Entró en mi habitación y me preguntó qué pasaba. Me dio un poco de miedo contarle toda la verdad, porque me preocupaba que agarrara la bici y se fuera pedaleando hasta el club para darle una trompada al técnico. Ella era una persona muy tranquila, pero si le tocabas a uno de los nenes, agarrate… ¡man, empezá a correr!

Le dije que me había metido en una pelea, pero se dio cuenta de que era mentira. Así que hizo lo que todas las madres del mundo hacen en esa situación: llamó por teléfono a la madre de un compañero para saber qué había pasado.

Cuando volvió a mi cuarto, yo seguía llorando y le dije que quería dejar el fútbol. Al día siguiente, no podía ni salir de mi casa. No quería ir al colegio. Me sentía humillado. Pero mi mamá se sentó en mi cama y me dijo: “Vas a volver, Ángel. Vas a volver hoy. Y a ese le vas a demostrar”.

Volví al entrenamiento ese día y ahí pasó una cosa increíble. Para empezar, ninguno de los chicos se burló de mí, al contrario, me ayudaron. En cada pelota que venía por arriba, los defensores me dejaban ganar de cabeza. Casi que se aseguraban de que me sintiera seguro. Y eso que el fútbol siempre es competitivo, especialmente en Sudamérica. Cada uno que juega está tratando de tener una vida mejor, viste. Pero siempre, siempre me voy a acordar de ese día, porque mis compañeros vieron que estaba sufriendo y me ayudaron.

Así y todo, yo era muy chiquito y flaquito. A los 16, todavía no me habían promovido, y mi papá se empezó a preocupar. Una noche estábamos sentados en la cocina y me dijo: “Tenés tres opciones: Podés trabajar conmigo. Podés terminar la escuela. O podés probar otro año más con el fútbol. Pero si no funciona, vas a tener que venir a trabajar conmigo”.

No dije nada. Era una situación complicada. Necesitábamos la plata.

Pero ahí saltó mi mamá y dijo: “Un año más en el fútbol”.

Eso fue en enero.

En diciembre de ese año, en el último mes del plazo que nos habíamos puesto, debuté en Primera con Rosario Central.

Desde ese día empezó mi vida deportiva. Pero en verdad, la lucha había empezado mucho antes. Empezó con mi mamá pegándome los botines para poder seguir usándolos, y pedaleando con Graciela bajo la lluvia. Incluso cuando debuté profesionalmente en la Argentina, todavía era una lucha. Creo que la gente que no es de Sudamérica no puede terminar de entender cómo es. Hace faltar vivir ciertas experiencias para creerlas.

Nunca me voy a olvidar cuando nos tocó jugar un partido de Libertadores en Colombia contra Nacional de Medellín. El avión no es es mismo que cuando estás en la Premier League o en La Liga. Ni siquiera es el mismo que cuando jugás en Buenos Aires. Por entonces, Rosario no tenía aeropuerto internacional. Te presentabas en ese pequeño aeropuerto, y el primer avión que estuviera ese día era al que te subías. No hacías preguntas.

Así que nos presentamos para ir a Colombia… y en la pista había uno de esos aviones enormes de carga. ¿Viste esos que tienen una rampa atrás, en los que suben autos y containers? Bueno, ése era nuestro avión. Un Hércules.

Bajan la rampa y ahí los trabajadores empiezan a cargar colchones. Y los jugadores nos mirábamos entre nosotros como diciendo… ¿¡Qué!?

Y nos subimos al avión, y los de mantenimiento que nos dicen: “No, ustedes van atrás, chicos. Acá tienen, usen estos auriculares”.

Nos tuvieron que dar esos protectores auditivos gigantescos que usan los militares para tapar el ruido. Nos subimos y había algunos asientos y los colchones para que nos sentáramos. Por 8 horas. Para un partido de Copa Libertadores. Cerraron la rampa y se puso todo negro. Y ahí estábamos nosotros, en los colchones, con los cosos estos sobre las orejas, casi sin poder escucharnos a nosotros mismos. Y el avión empieza a carretear, y nos empezamos a mover, y después en el despegue, nos vamos todos para atrás, y uno de los compañeros grita: “¡Nadie toque el botón rojo! ¡Si se abre esta puerta, nos vamos todos a la mierda!”.

Fue increíble. Si no lo hubiera vivido, sería difícil de creer. Pero están mis compañeros de testigos. Pasó de verdad. Esa fue nuestra versión de un avión privado. ¡Un Hércules!

Aunque no lo crean, ese recuerdo me da un poco de alegría. Cuando estás tratando de triunfar en el fútbol argentino, tenés que hacer lo que sea necesario. Y al avión que aparezca ese día, te subís sin hacer preguntas.

Después, si te llega la oportunidad, te tomás el avión con un boleto de ida. Para mí, esa oportunidad fue en Portugal con el Benfica. Quizás muchos hoy miran a mi carrera y dicen: “Wow, se fue al Benfica, después al Real Madrid, al Manchester United, al PSG”, y les parece fácil. Pero no se dan una idea de cuántas cosas pasaron en el medio. Cuando llegué al Benfica, apenas si jugué durante dos temporadas. Mi papá dejó el trabajo para irse a Portugal conmigo, y tuvo que estar separado por un océano de distancia con mi mamá. Había noches en que lo escuchaba hablando por teléfono con ella, y lloraba de lo que la extrañaba.

Por momentos, todo parecía como un gran error. No jugaba, lo único que quería era irme, volver a casa.

Hasta que los Juegos Olímpicos de 2008 cambiaron mi vida. Me convocaron de la Selección a pesar de que yo no jugaba nunca para el Benfica. Nunca me lo voy a olvidar. Ese torneo me dio la oportunidad de jugar con Leo Messi, el extraterrestre, el genio. Nunca me divertí tanto jugando al fútbol como en ese torneo. Lo único que tenía que hacer era correr al vacío. Empezaba a correr, y la pelota me llegaba al pie. Como si fuera magia.

Los ojos de Leo no son como los tuyos o los míos. Miran de lado a lado, como los de cualquier ser humano. Pero él también es capaz de mirar a todos desde arriba, como un pájaro. No entiendo cómo es posible, pero es así.

Hicimos todo el camino hasta llegar a la final contra Nigeria, y ese probablemente haya sido el día más increíble de mi vida. Meter el gol que le da el oro a la Selección… no se pueden imaginar la sensación.

Tienen que entender que yo tenía 20 años y ni siquiera jugaba en el Benfica. Mi familia estaba separada. Estaba en un momento de desesperación antes de que me llegara esa convocatoria. En sólo dos años, gané la medalla de oro, empecé a jugar en el Benfica y me vendieron al Real Madrid.

Fue un momento de orgullo no sólo para mí, sino también para toda mi familia y para todos mis amigos que me apoyaron durante todos esos años. Me dicen que mi padre era mejor jugador que yo, pero se rompió las rodillas cuando era joven y su sueño de ser futbolista murió. Y me dicen que mi abuelotodavía era mejor que él, pero perdió las dos piernas en un accidente de tren, y ahí murió su sueño.

Mi sueño estuvo cerca de morir tantas veces.

Pero mi papá siguió trabajando bajo el techo de chapa… mi mamá siguió pedaleando…. y yo seguí corriendo al vacío.

No sé si ustedes creen en el destino, pero cuando metí mi primer gol para el Real Madrid, ¿saben el nombre del equipo contra el que jugábamos?

Hércules CF.

Fue un largo camino.

Pero quizás ahora entiendan por qué estaba llorando delante de Sabella antes de la final del Mundial 2014. No estaba nervioso. No estaba preocupado por mi carrera. Ni siquiera estaba preocupado por no empezar el partido.

Con una mano en el corazón, la verdad es que lo único que quería era que lográramos nuestro sueño. Quería que se nos recordara como leyendas en nuestro país. Y estuvimos tan cerca.

Por eso es tan decepcionante cuando veo la reacción que hay con el equipo en los medios en Argentina. Hay momentos en que el pesimismo y las críticas se van de las manos. No es sano. Somos todos seres humanos, en nuestras vidas nos pasan cosas que la gente no llega a ver.

De hecho, justo antes del final de las Eliminatorias, empecé a ir a un psicólogo. Estaba pasando un momento complicado en mi cabeza, y normalmente puedo confiar en mi familia para salir de esas situaciones. Pero esta vez, la presión de la Selección era demasiado grande, así que fui a un psicólogo y realmente me ayudó. En los últimos dos partidos, me sentí mucho más suelto y relajado.

Me recordé a mí mismo que formaba parte de uno de los mejores equipos del mundo, y que estaba jugando para mi país, viviendo el sueño que tenía desde chico. A veces, como profesionales, nos podemos olvidar de estas pequeñas cosas.

El juego volvió a transformarse en un juego.

Pienso que en esta época, la gente te sigue en Instagram o en YouTube y sólo ven los resultados, pero no ven el precio. No saben lo que viviste para llegar hasta ahí. Me ven sosteniendo a mi hija y sonriendo con la Champions League en la mano y se piensan que todo es perfecto. Pero quizás no saben que justo un año antes de que nos sacaran esa foto, ella nació prematura y pasó dos meses en el hospital, conectada a un montón de cables y de tubos.

Quizás me ven llorando con la Copa y se piensen que yo lloro por el fútbol. Pero en realidad estoy llorando porque mi hija está ahí en mis brazos para vivir ese momento conmigo.

Ven la final del Mundial, y todo lo que ven es un resultado.

0-1.

Pero no ven todo lo que muchos de nosotros tuvimos que luchar para poder llegar hasta ese momento.

No saben sobre nuestras paredes del living que de blancas se transformaban en negras.

No saben sobre mi mamá andando con Graciela bajo la lluvia y en el frío, por sus hijos.

No saben del Hércules.

(Tomado de The players tribune)

Se han publicado 58 comentarios



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  • antonio dijo:

    la triste historia de un grande. como la de muchos otros de nuestra america

  • A.M dijo:

    Grande el fideo!!!! Este tiene que ser titular hoy contra Nigeria.

    • Nicanor FCB dijo:

      bonita historia...pero titular...solo en lo diarios.

      • A.M dijo:

        Ya Argentina anunció que abrirá con Di María en el juego de hoy, tambien van a ser titulares Armani en la puerta y Banega en el centro del campo.

    • Toto dijo:

      Para qué, para no prestársela a nadie, para olvidarse que el futbol se juega con once compañeros, háganme el favor. Todos ellos son los responsables de la debacle de este conglomerado de estrellas, si porque de equipo tiene bastante poco para no decir nada. La gran realidad es que han decepcionado a sus parciales, a la camiseta que llevan y que otros sacrificados hombres dieron un nombre, en eso tienen que pensar esa salta de irresponsables que piensan más en el dinero que en el honor que han mancilladlo con su pésima actuación en esta final.

      • A.M dijo:

        Toto
        Entonces usted prefiere de regular Enzo Perez que lo que único que hace es fallar goles a puerta vacía.Por favor de su criterio tambien pero respete.

  • KIMOXXX dijo:

    GENIAL .......... es la pura verdad, no arremetan mas contra los jugadores,

    Bien por Di María, ahora a ganarle a Nigeria ????????

  • Alex dijo:

    Estas entre los grandes, por tu juego y tu ser, que tambien es grande

  • Raul dijo:

    Que grande!!! Muy buena esta entrevista. El Fideo deberia seguir corriendo al vacio. Que le sirva de leccion a aquellos que no saben valorar el esfuerzo y el sacrificio de los demas.

  • Raciel dijo:

    Buena historia esta del FIDEO, un gran batallador que no descansa.

  • 13championsamazing! dijo:

    Qué grande que eres Di María. Tu venta fue unas de las que más he sentido. Grande crack

  • lol dijo:

    grande angelito, me parece fantanstica tu historia, tu familia ahora saber todo lo que tuviste que pasar tu y muchos otros jugadores en el mundo que seguro tienen su historia tambien, y es verdad que la prensa y medios de comunicacion y los hinchas de la seleccion que arremeten contra ustedes, no saben los que es eso , grande angelito y suerte en el partido de hoy,

    muy buena esta historia.

  • Pedro dijo:

    WOW...y pensar que uno solo ve los resultados y critica si son malos y no conoce todas las cosas por las que pasan los futbolistas. La verdad es que conmueve la historia del FIDEO.

  • david dijo:

    Esta entrevista es como estar leyendo varios capitulos del libro Corazón. No se puede leer con el corazón y no llorar.

  • denismay dijo:

    Sin palabras

  • industrial dijo:

    Grande el fideo,siempre entrega,juego fuerte,no soy fan de la argentina,pero admiro su juego y el de otro grande "el apache" Tevez,imaginense que Batistuta "El Batigol" entro en una ocasion a el vestuario de la seleccion y solo unos pocos lo saludaron,sres ese es un grande,RESPETO!!!,asi andan las cosas con la Albiceleste,exitos al flaco,un jugador que siempre quiero en mi equipo.

  • MCT dijo:

    Infelizmente estos grandes monopolios del futbol tratan a los jugadores como verdaderas mercancías, hiciste bien Dí María, todo por la nación, ese es el principal orgullo en verdad, todo lo demás es pura falacia.

  • Alexis Manuel dijo:

    Muy emocionante, la verdadera realidad de los deportistas latinoamericanos que, por suerte, no corre igual para los deportistas cubanos. Una bofetada a los hambrientos de resultados, que solo piden ganar, y eso es bueno, pero a cualquier costo, y eso es tan malo que denigra. Mis respetos para Angel y todos los futbolistas que hoy son triste mercancía sin valor humano, solo monetario para los dueños. Hermoso y desgarrante testimonio.

  • Mesgo dijo:

    En verdad una historia muy triste pero que hace reflexionar a todos, su voluntad y empeño de conjunto con su familia lo han hecho grande, arriba la albiceleste

  • Michel Vega Fuenzalida dijo:

    Di María, usted es GRANDE... digan lo que digan. Si no gana, disfrute el Mundial, porque detrás de ustedes hay TANTA GENTE que juega futbol, que sueña con pisar un estadio donde se juegue el Mundial de Futbol. No juegue como si fuera el mundial, juegue como jugaba en el barrio, como jugaba en el pavimento cuando chico. Cuando usted toca la pelota en el terreno, todo el equipo contrario, sus técnicos y sus seguidores: Tiemblan.

  • Rey dijo:

    Arriba fideo vamos a darles una paliza a nigeria argentina campeon

  • Maribel dijo:

    Por eso es un GRANDE, conoce bien la pobreza y el sacrificio. Que dios lo bendiga y le de mas vida para que siga siendo una estrella.

  • javicuarxi dijo:

    Vamos Argentina caraj....!!!!!!! Estamos con VOS!!!!!

  • orlando dijo:

    No soy de las personas que comentan... mi tiempo es bien escaso la verdad.
    En la parte trasera del monitor de mi computadora una queridisima compañera de trabajo me pego una hoja con algo, que segun ella, no debo olvidar nunca resultado de la experiencia vivida mia y de ella misma. De donde lo saco? Ni idea pero eso me bendice cuando lo veo. Aqui se los dejo de regalo.
    Hay tres maestros de la vida:
    -Un corazón roto...
    -Quedarse sin dinero...
    - Los fracasos...

  • TNT dijo:

    ¿Triste historia? Quisiera tener yo la mitad de esa historia. Triste es nuestra historia.

    • JRM dijo:

      Todos tenemos una historia. Esa es la de él. Tuvo el coraje de decirla. Su historia está entre lo triste, lo heroico. Ha tenido que morder el polvo y a cambio ha tenido exito, no se ha sentado a esperar, está luchando. Es un valiente.
      Por el mundo hay gente falta de corazón que hace que uno tenga esos pedazos de historias que nos arrancan el alma. Por gente así hay personas tristes, explotadas, son los que ni siquiera se conduelen ante el dolor ajeno.

  • Bolati dijo:

    Los medios periodísticos argentinos llevan años enfrentados al seleccionado nacional,los Caruso Lombardi,los Liberman,son carniceros.

  • YLEIVA dijo:

    Di María: Gracias por enseñarnos de primera mano que el FUTBOL es más que 11 contra 11... . ojalá muchos JÓVENES CUBANOS LEAN ESTA CARTA y no se dejen embaucar con la globalización futbolística que solo importa el FIN y no la manera de llegar. Fuerza Argentina

  • robert87 dijo:

    un grande de verdad juego aunque el tecnico le diga que no como hizo diego costa en la final de la champions en 2014, un grande no se va a llorar como una nena.

  • Flor dijo:

    Es imposible no llorar y que el corazón no se estruje....Gracias Di María, eres GRANDE!!!!!!

  • EAFR dijo:

    Es el caso de muchos jugadores que viven apasionado a los que mas le gusta y han tenido que sacrificar muchas cosas lindas de la vida para hoy nosotros poder disfrutar de su talento y juzgarlos por momentos decepcionantes tanto para ellos como para su aficion. Fuerza Argentina demuestrenle al mundo de que estan echos.

  • maysi dijo:

    waooo, en serio, me has sacado las lagrimas de emocion, se que esta historia , incluso mas dificil se repite en grandes campeones. a mi me duele mucho como los fanaticos a veces solo ven eso, el triunfo o el fracaso en un juego. somos seres humanos. Grande Flaco!!!! Mis respetos para ti, y para tu familia.

  • Yaniel dijo:

    si es verdad que es grande y le creo que en ese partido aya pasado todo eso pero fijense que en cada final de argentina o bomita o no esta disponible o se leciona , es verdad que es de lo mejor pero me parese que la precion lo mata , si no rebisen cada partido de final de argentina en copa america y beran lo que digo . pero grande al final

  • Nortagem dijo:

    Por mas que queremos que nuestras selecciones favoritas siempre ganen hay que recordar que sus jugadores son humanos,que tampoco quieren perder y que tienen tantos o mas problemas que nosotros mismos.Grande fideo me gustaria verte en el Barca aunque se que es casi imposible.

  • Yasel de Pinar dijo:

    Asi son los grandes que llegan y viven sus suenos pasand trabajo y necesidades no muchos saben eso pero lo que hacen los auras es criticar y criticar arriba Argentina arriba Messi arriva Di Maria y Mache apor los Nigerianos a luchar como grandes los que os crticaron llorarn despues del partido de hoy a por ellos a por el Mundial lo importante no es caer si no una buena levantada.

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