Ver un avión arder: Impresiones de los primeros en llegar
— ¿Y usted vio caerse el avión?
— Si lo hubiera visto estaría corriendo todavía.
La respuesta nos la dio uno de los curiosos que quedaban horas después de la catástrofe, al borde del cordón policial. Quizá, de haberlo visto en vivo, todos aún andaríamos corriendo, pero no lo hicimos. Rocío no tuvo tanta suerte. El Boeing 737 caído ayer se estrelló a unos metros de su casa.
“Yo había lavado, y estaba tendiendo la ropa”, nos comenta. Desde hace casi un año vive con su marido al borde de la línea del tren, a pocos cientos de metros de la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional José Martí.
Diariamente siente unos diez o doce aviones pasar por allí, “usualmente no me asombro porque ya estoy adaptada a verlos, pero por encima de mi casa no pasa nunca ningún avión, y este venía de frente.”
“La trayectoria que traía era como para caer en el pre o algo así. El motor que me quedaba a mano izquierda venía incendiado, y ya cuando va por aquí arriba hace un giro brusco, se inclina hacia un lado, y es cuando veo a las personas dando en las ventanillas.”
Quizá la lozanía de sus 21 años protege a Rocío Martínez González del triste espectáculo que tuvo que presenciar. “Todavía pienso que es mentira ―nos dice unas horas después―. Me quedé fría, parada, lo he visto mucho en películas, pero aparte de que nunca imaginé ver eso, hay que echarse unos días para asimilarlo.”
Se dedica a arreglar uñas. Tiene en su casa un gran estante con pinturas de todos los colores. Jovial y sensible, tuvo que sacar su valentía.
“Cuando gira se lleva con el ala los cables de luz que hay aquí al frente, se los lleva todos y fue cuando cayó en picada.” No olvida aquellas expresiones: “Que tú sepas que vas a morir, y no puedas hacer nada. Cierro los ojos y veo esa imagen.”
“Yo corría, gritaba, me mandé por la línea del tren en dirección contraria. A mitad de camino recapacité y viré, había dejado mi casa abierta y todo ahí. Fue entonces cuando tomé esta foto.”
Regresó a su casa. La vibración del impacto le había tumbado los búcaros de la sala. La cerró y fue rumbo al accidente. Fue la primera en llegar.
“Cuando llegué, allí no había nadie. Otras personas llegaron después.”
“Había mucho ruido, muchas explosiones. No se veía nada que no fuese humo y candela. No me atreví a acercarme más.”
Dos minutos después llegaron los bomberos del aeropuerto. La policía casi inmediatamente. “Había un hombre gritando dentro del cercado, les estaba pidiendo auxilio porque parece que hubo sobrevivientes.”
No se quedó mucho tiempo. No podía. Llamó a su marido para que regresara del trabajo ―consulta su móvil― a las doce y once. El accidente debió ser sobre el mediodía.
“El avión se partió al medio en la línea. Aquello fue muy feo ―nos dice y repite, en voz baja― aquello fue muy muy feo.”
“Había gente ayudando a otros a sacar a los heridos. De hecho, había un vecino nuestro, Chichi, que estaba lleno de sangre ayudando a sacar a las personas. Algunos para ayudar incluso se metieron dentro de la candela.”
Chichi, hombre a prueba de fuego
A su casa llegamos sobre las cinco de la tarde. “Él no ha almorzado, no ha comido nada en todo el día”, nos dice su madre mientras lo esperamos. Es lógico.
Ramiro Santana Martínez, Chichi, para todos por allí, es un hombre pequeño y delgado, de 46 años. Ha sido cocinero, según escuchamos. Actualmente trabaja por cuenta propia en la construcción, y, al parecer, en su tiempo libre, intenta salvar vidas.
“Venía del trabajo. De un momento a otro siento la explosión y veo el humero ese y salgo corriendo porque pensaba que el avión había caído aquí, en mi casa, donde estaban mi mamá y mi hermano.”
“La explosión fue grandísima, un estruendo muy grande”. Otras se sucedieron mientras estaba en la casa. Su primera reacción fue asegurar el balón del gas. “Vi que todo estaba bien y enseguida salí para donde estaba el avión, loco por ayudar”.
Su casa fue lo más lejos que pudimos llegar. Después de allí estaba el cordón policial. Después de allí era zona de desastre.
“Había llamas y se escuchaban todavía algunas explosiones. Había varias personas, empezamos a mirar y vimos a alguien como moviendo una mano. Un muchacho que estaba al lado mío me dijo "¡hay uno moviéndose ahí, vamos pa adentro!", y yo le digo "¡vamos!", entonces los paramédicos y los bomberos nos advirtieron que no nos metiéramos ahí, que las explosiones, pero el muchacho y yo nos metimos.”
“Un compañero que trabaja ahí en el aeropuerto nos ayudó a levantar las ramas, y sacamos a la persona. Yo saqué tres, dos hombres y una muchacha.”
Se encontró un avión sin alas, partido por la mitad. Una parte cayó en un sembrado de yuca, y otra sobre un vivero, donde no había nadie. Lo último que hizo el piloto antes de morir fue asegurarse de no caer sobre ninguna de las poblaciones que había alrededor. Salvó cientos de vidas.
“Por donde había un pedazo del avión, había candela. Ahí fue donde yo me metí, donde estaba lo gordo de verdad.”
“Cuando llegué ya estaban los bomberos, la policía y todo. Había como veinte personas, y todo el mundo quería ayudar, pero la policía nos tenía parados, era muy peligroso, como tres o cuatro fuimos los que nos metimos ahí adentro y empezamos a sacar esos cuerpos con vida. Yo no los conozco, la primera vez que los vi fue en el accidente, pero estábamos aquí y cooperamos.”
La suerte o la justicia quisieron que saliera ileso. Después de él otros se pusieron a ayudar como pudieron, hasta que las autoridades, para su propia protección, los apartaron y se hicieron cargo, pero la situación no era prometedora.
“Aquello olía a quemado. Había cadáveres incinerados. Las personas que sacamos tenían quemaduras graves, estaban en muy mal estado. Cuando llegué a la casa le dije a mi mamá: ‘difícil que lleguen con vida’. Yo los llevé hasta la misma ambulancia. Salvo la muchacha, los otros no daban ningún otro signo de vida, más que su respiración.”
“Lo primero que vi cuando llegué fue gente ardiendo. Nadie gritaba. Vi a una madre que murió con su niño en las piernas. Casi no tuve tiempo de fijarme en nada, ni en la sangre. La sangre me la vine a ver después, en los guantes, las piernas, los zapatos. Lo mío era estar ahí. Tengo la ropa metía en el tanque aquel pa que se le vaya toda la sangre, pero incluso me huelo y siento todavía ese el olor tan fuerte.”
Nos muestra la ropa que traía puesta. Un short, un pullover de mangas largas, medias, zapatos, guantes. El agua los ha limpiado.
Algunos de los primeros que llegaron al lugar del desastre, móvil en mano, fueron los curiosos. Muchas de sus imágenes, por impactantes, son impublicables. Cuando llegamos las estaban viendo en todas las esquinas. A estas horas, desgraciadamente, estarán rondando por toda La Habana, vía Zapya, o incluso por el mundo, gracias a internet.
Dicen que, desde El Rincón, templo de San Lázaro, llegó un sacerdote esa tarde a bendecir la tierra. Habrá rezado por las almas de aquellas 104 personas, a las que no pudo salvar ni Dios, ni el hombre.
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Estos testimonios son impresionantes solo de pensar que estas ahi auxiliando incluso a las personas ya sin vida es muestra del instinto humano y sobre todo del caracter solidario que nos enseñaron desde pequeño. Que valor al ver tanto dolor humano y dolor propio a tu alrededor,personas como tu que tenian una vida por delante que de un momento a otro dejan de existir, es duro de asimilar. Pero fuerza hermanos no todo se ha perdido
Terrible accidente y gran muestra de solidaridad, así somos los cubanos.
Gracias Chichi, por tu arrojo y valentìa, tu fuerza de humanidad y tu apego a tu vida y a la vida de hermanos. Yo lo hubiera hecho como tù. Manten tu espìrutu y haz siempre el bien, la justa sociedad cubana no olvidarà nunca tu hazaña. Agradecido. .Profesor Medardo, Viñales, Cuba.
Bravo mi hermano.por tu coraje y exponer tu vida para ayudar en esos terible momentos como tú gracias a Dios hay muchos seres
A diferencia de otros q dan pena y solo buscan el sencionalismo
Se habla mucho el amor al prójimo pero a la hora de verdad es cuando se demuestra por suerte hay millones de cubanos independiente de ideologías q la practican...
Para ti mi más alta estima .Rafael
Los cubanos somos asi! Valientes, desprendidos!
Aún cuando han pasado varios días del fatal accidente los cubanos no olvidamos el triste momento de la noticia, y nos unimos al dolor por las pérdidas humanas, llegue a los familiares y amigos nuestras condolencias, de parte de los trabajadores del gobierno de yara en granma.
Fue este hombre un héroe (chichi). Quisiera un día poder estrechar su mano. Fui bombero y conozco el deber de ayudar a los desposeídos. Sólo que no me gustó el ambiguo comentario del periodista de acusarlo de en tiempos libres dedicarse a salvar vidas. No creo que este valiente hombre hubiese querido pasar por esto. Nadie quiere ser un héroe porque siempre es el resultado de alguna tragedia. Es cierto que nadie nunca te va a quitar tu mérito chocho. Te felicito. Te mando un abrazo y ojalá que muchos fuéramos como tu.
sin dudas es un echo lamentable.nunca imagine que una catástrofe como esa pasaría en cuba.mi pésame a todos los familiares y amigos.
Si, muy triste, no lo vi personalmente, pero cada narracion, cada noticia me ha desgarrado, aun estoy en vilo y orando dia a dia por esa muchacha que aun batalla por la vida. Chichi tiene el mayor merito que se concede en nuestro pais, es un merito especial y que pesa por encima de otros meritos: Salvar vidas.
CUBADEBATE EN UN DOLOR INOLVIDABLE
no hay que suspender nada decir la verdad aunque se a dura es lo que hay que seguir haciendo, porque minimizar lo que paso de esta forma fue y no hay invento. seguiremos escondiendo verdades? de lo que sea al final se veran, se sabran y se comentaran y luego que. no colega eso no es un deshonor ni falta de respeto. y de otra manera no lea y apague la televicion, telesur etc. y ya
Generalmente no publico ningun comentario en ninguna parte, pero despues de leer lo anteriormente expuesto tueve q hacerlo. Es impresionante leer todas esas vivencias, se le hace un nudo en la garganta a uno se le enchina la piel, los ojos se te llenan de lagrimas. Mas cuando eres de aquellos q lo veen todo tan claro como si estuvieras ahi.