- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

De la Nubia al Baraguá etíope

Entrada al Parque Monumento a los internacionalistas de Cuba caídos en Etiopía. Fue inaugurado por Esteban Lazo Hernández y el presidente del parlamento etìope, el 17 de diciembre de 2007. Foto: Prensa Latina

Muchos recordarán con cierta nostalgia, las representaciones en las escuelas primarias de Cuba de diversos cuentos y poemas escritos por José Martí y su única obra teatral llamada Abdala, también ha sido objeto de escenificación.

Una práctica recurrente que recuerdo mostraba cómo los maestros escogían a los “actores y actrices”. Además de la locuacidad de cada cual, se buscaba un parecido físico que ayudara a los niños a galopar en la mente martiana de más de un siglo atrás y revivir a los personajes que inspiraron al hombre que legó a la posteridad una obra literaria de extraordinario valor político, cultural y moral.

En el caso de Abdala, los elegidos eran siempre varones mulatos o negros, de forma tal que fuese un prospecto de nubio cubano, a quien solemnemente enfundaban en una sábana blanca para que la encarnación tuviese la mayor credibilidad posible.

Repasando esa extraordinaria obra martiana, encontramos que desde aquel entonces ya se conocía de la extraordinaria valentía de los nubios. Sin embargo, en muy pocos casos se conectó aquella historia con un episodio real que tuvo lugar a fines de la década del 70 del pasado siglo en esa zona del este africano y que convirtió en corajudos nubios, a decenas de miles de cubanos que brindaron su solidaridad internacionalista al pueblo etíope bajo el nombre de Operación Baraguá.

Por coincidencias de la historia, el Comandante en Jefe Fidel Castro firmó el 25 de noviembre de 1977, la orden en que indicaba al entonces Ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro, la aprobación de la ayuda militar a Etiopía para combatir al invasor somalí. Ese mismo día, pero de 2016, pasó nuestro querido Fidel a la inmortalidad.

Para quienes estuvieron en la Plaza de la Revolución el 15 de marzo de 1978 con motivo del Centenario de la Protesta de Baraguá, recordarán que Fidel proclamó ese día, la victoria cubano-etíope en el Ogaden, con lo cual se realizaba plenamente el nombre que él había otorgado a dicha campaña militar tres meses y medio antes.

Este 15 de marzo, se cumplirán 40 años de tan gloriosa gesta. Para los sobrevivientes cubanos y etíopes, será un momento de profunda emoción, con recuerdos anclados para siempre en la memoria de cada protagonista. Algunos han escrito en estos años sus vivencias, como el Coronel de las FAR y Héroe de la República de Cuba, Orlando Cardoso Villavicencio, y muchos han contado anécdotas del más diverso carácter a sus familiares y amigos, pero no se han dispuesto a dejar plasmadas para la posteridad, esas vivencias de incalculable valor histórico.

Ciertamente, las guerras es mejor olvidarlas para que no se repitan, pero de las experiencias de otros se aprende siempre, sobre todo de la convivencia humana en momentos difíciles, por una causa justa y a tantos kilómetros de la patria.

Como Espirta, a los familiares de los caídos, nuevamente les compulsa este momento a asirse una vez más a la foto de su ser querido, pero al resto nos toca acompañarles solidariamente en su dolor después de tanto tiempo. Son 153 los cubanos y 5 cubanas quienes murieron a lo largo de la misión militar en Etiopía y con independencia de la causa o de las circunstancias del desenlace, a todos se les recuerda por igual por su proverbial altruismo.

Nos queda el regocijo de que en la Etiopía de hoy, país que avanza por el camino al desarrollo, hay mucha gente que quiere a Cuba por lo que hicieron los cubanos, tanto en el sector militar como en la larga historia de cooperación civil en ese país, la cual se extiende hasta nuestros días. Los miles de etíopes que han estudiado en Cuba desde 1978 hasta la fecha, se consideran hijos de Cuba y sobre todo de Fidel y solo hay que ponerles una canción de los Van Van para desatar su alegría o mostrarles una toronja o una bandeja de comedor escolar para moverles al llanto nostálgico o una sonora carcajada.

Así hemos andado juntos los cubanos y etíopes durante tanto tiempo, con Abdala como escudo protector frente a cualquier enemigo –incluida la pobreza-- y luchar sin descanso hasta vencerle, aún a costa de su propia vida. De esa forma, Martí nos indicó premonitoriamente lo que podían hacer los cubanos en nombre del internacionalismo.