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Baloncesto cubano: La persistencia del juego interior (+ Fotos)

Javier Jústiz en el partido contra México en La Habana. Foto: FIBA Américas.

Que Javier Justiz sea el líder en rebotes por partido de la clasificación continental (16.0 como promedio y 48 en total) quizás explique demasiado poco. O mucho. Explica, por ejemplo, que el juego de Cuba, desde hace años, se basa en subordinarse al recorrido del balón en poder de los contrarios o, lo que es lo mismo, en buscar la manera de pivotar. El pívot no es más que un hombre que gira cerca de un punto común. Un tipo que depende, exageradamente, de lo que sucede alrededor de sus espaldas.

Sigamos con números: el ala-pívot Jasiel Rivero solo ha capturado 16 rebotes (11 defensivos). Su aporte en ataque se resume de la siguiente manera: 18/33 desde zonas de dos puntos; 2/9 desde detrás de la línea de tres; 12/16 en libres y 8 asistencias. Hay varias cuestiones que salen de lo anterior y de otros análisis:

(I) El juego interior defensivo de Cuba es poco conmovedor e inmóvil -en el caso de Puerto Rico, por ejemplo, el alero Emmanuel Andújar ha sido quien más balones ha bajado en zona defensiva y es un hombre que actúa en posiciones cercanas a los exteriores del perímetro-; (II) el juego interior ofensivo no es tan débil como pudiera parecer -si contamos solo los encestes de dos puntos, entre Justiz, Rivero y Karel Guzmán tienen un porciento de efectividad del 50.6; (III) los tiros de campo incluyen los que llegan desde posiciones perimetrales -ahí, entre los tres de adentro alcanzan un 23.5% de acierto, lo cual evidencia que deberían limitarse los movimientos de traslado de los interiores hacia zonas exteriores; (IV) casi la mitad de las asistencias de Cuba - el 47.9%- han ido a los números de estos tres jugadores que se mueven, por lo general, en áreas más cercanas al aro; (V) depender en exceso del juego interior facilita el planteamiento defensivo del rival.

Otros datos de interés:

En el torneo eliminatorio americano, Cuba es el equipo que menos rebotes ha conseguido (124), pero en cuanto a rebotes defensivos, la selección de la mayor de las Antillas acumula un promedio por partido de 31.7 (el segundo mejor del certamen), lo cual habla de cierto nivel en el juego interior bajo las tablas que, pese a ello, no se traduce necesariamente en jerarquía defensiva. Un rebote, a fin de cuentas, casi depende más de la colocación que del marcaje y las lecturas que implican el marcaje.

De 177 tiros de campo, Cuba ha encestado 65 (36.7%). Es, además, el equipo que menos ha buscado anotar por esa vía (habría que seguir refiriéndose a la noción de un planteamiento ofensivo que radica en la persistencia sobre el área central, con poca participación de los hombres, esencialmente, exteriores -entre Yuniskel Molina y Yaser Rodríguez, en 120 minutos, solo tuvieron 22 tiros de campo y de ellos encestaron 4, para un 18.1%).

A nivel defensivo (la defensa no es solo permitir puntos, sino situaciones de anotación), a la escuadra nacional le han anotado 326 puntos en cuatro partidos -casi 82 por encuentro; han marcado 238 -cerca de 60 por choque. El primero, contra México, fue cerrado. Cuba perdió 72-66. Permitió 80 tiros de campo, 30 de ellos desde detrás de la línea de tres puntos. El baloncesto tiene que ver con esas cosas. Con lo que hay detrás. Detrás de las espaldas. Detrás de los puntos.

Karel Guzmán, marcado por el base mexicano. Foto: FIBA Américas.

Los cubanos están prácticamente eliminados de la próxima fase del certamen. Foto: FIBA Américas.

Orestes Torres no ha tenido mucha participación. Foto: FIBA Américas.