Después que María arrasara Dominica con vientos superiores a los 250 kilómetros por hora, llegaron a la isla equipos de rescate de distintos países. En los primeros días fueron la única esperanza de quienes quedaron atrapados por los deslaves o la penetración del mar. La fuerza del aire llevó peces hasta las montañas y movió casas completas. Decenas de personas fallecieron.
Una semana después, las brigadas de urgencia comenzaron a abandonar la isla. En la práctica, ya no tenían mucho más que hacer.
A los hospitales llegan ahora pacientes con enfermedades crónicas descompensadas. En medio de la locura que sobrevino tras el paso del ciclón, escasearon las medicinas y muchas personas quedaron aisladas de los lugares donde las conseguían normalmente.
Cuba tiene una Misión Médica permanente en Dominica desde finales de los años noventa. Antes de María, eran unos 25 doctores, enfermeros y técnicos desplegados por casi todo el país. Después del huracán, recibieron un refuerzo de 10 especialistas de la Henry Reeve con experiencia en otras situaciones de desastre como la epidemia de Ébola en Africa.
Uno descubre conversando con ellos que la hipertensión y la diabetes son más mortíferas que los huracanes.
Los rescates en helicóptero y las cirugías de urgencia se llevan los titulares, mientras los héroes ocultos recorren las comunidades con un talonario de recetas en el bolsillo.
Médicos cubanos en Dominica. Foto: Publicada en el Facebook del autor