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Alfredo Street, contra viento y marea

Para Andy Vargas, el amigo industrialista

Alfredo Street. Foto: Cortesía del autor.

Alfredo Street. Foto: Cortesía del autor.

Este lanzador derecho, es hijo de jamaicanos. Nació el 5 de diciembre de 1932, en Boquerón, Guantánamo y se destacó en las dos etapas clásicas del amateurismo cubano. En 1947, con solo quince años de edad, integró el equipo Cristal de Guantánamo y causó sensación. En ese torneo, que se efectuó en el Guaso, terminó con balance de 6-0. Después jugó con otros planteles: Portuarios, AKB y Ford, siempre como principal figura del box.

En 1956 hizo entrenamiento con los Cuban Sugar King, pero no fue contratado como profesional. En 1957 se trasladó a la región minera de Oriente e integró los emblemáticos Mulos de Nicaro, donde resultó entre los más destacados, contribuyendo al triunfo en el torneo nacional de la Liga Popular de Cuba, lo cual le valió para asistir a Puerto Rico, donde ganó el partido final de la gira y decidió el saldo favorable a los cubanos.

Al retorno participó en la lid de invierno de la matancera Liga Pedro Betancourt, con el conjunto Central Perseverancia, perteneciente a la entonces provincia de Las Villas, donde obtuvo balance de 1-1 (.500) y efectividad de 1,98. En los meses iniciales de 1958, regresó a Nicaro en el Campeonato Interno.

Fue lanzador de cabecera con el Tigres de la Marina. Concluido el evento, lidió en la Liga Azucarera de Camagüey, con el Central Cunagua, hoy Bolivia, donde alternó en los jardines. En 1959 volvió para Guantánamo y con el Vaqueros, participó  en el campeonato de la Unión Libre Amateur de Oriente. Su  plantel ganó el título oriental y fue convocado al entrenamiento del equipo Cuba para asistir a los III Juegos Deportivos Panamericanos, con sede en Chicago, Estados Unidos. Resultó el único atleta de Oriente en integrar aquella escuadra, donde nuestro país no tuvo una buena actuación.

Fue sometido al férreo racismo de la Liga Nacional Amateur, adscripta a la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, pero a partir del triunfo revolucionario lanzó como estrella del Teléfonos en 1960, donde también se desempeñaron negros como Ricardo Lazo, Cachirulo Díaz y otros. Allí terminó como líder de pitcheo (12-1), más efectividad de 1,98, para conducir a su equipo al título, en la despedida de esas competiciones.

El investigador y escritor Oreidis Pimentel, envió las siguientes palabras sobre Alfredo Street, al autor de este trabajo:

Su formación está relacionada con la proximidad de la Base Naval, luego en la jurisdicción de Guantánamo, jugó con equipos de la Cerveza Cristal y los Portuarios. Fue ayudante de la construcción en Nicaro, donde jugó con los Mulos. También pasó por la Liga de Pedro Betancourt, en Matanzas, antes de irse al Central Cunagua de la Liga Intercentrales Azucareros de Cuba. Su traslado a La Habana le posibilitó integrar los Telefónicos, en una especie de derrumbe de la barrera racial en la UAAC, lo cual le valió la inclusión en el Equipo Nacional. Es el primer descendiente de inmigrantes caribeños en integrar y actuar en una Selección Nacional (en 1941 lo hizo Chiflán Clark, pero no actuó por enfermedad). En una sola persona están resumidas las facetas del hombre rural, descendiente de caribeño y negro, antiguamente discriminado, luego asimilado y empoderado por el nuevo sistema socialista.

En el Mundial de Costa Rica 1961, fue clave para el título de los caribeños, al cerrar con 3-0 y el tercer mejor promedio de carreras limpias (1,15). Allí, el 10 de abril le gano a Antillas Holandesas, el 15 en la fase final (12 x 3) a Panamá, así como el 21 (9 x 3) a Venezuela. También participó en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1967, donde Cuba obtuvo la medalla de plata y en los Centroamericanos y del Caribe de San Juan, Puerto Rico 1966, recordado por el “Cerro Pelado”, donde la Isla se coronó.

Estuvo entre los lanzadores más destacados en las primeras ediciones de las Series Nacionales, a partir de 1962, con equipos de la capital. En ocho torneos lanzó en 120 desafíos, de ellos inició 78 y completó 26, ganó 33 y perdió 26 (.559). En 549,2 entradas y 1 983 veces al bate en contra, permitió solo 394 hits, para un anémico average de .199. Permitió 123 carreras limpias (2,01), con 252 bases otorgadas y 396 ponches. Tras el retiro, trabajó como entrenador.

Sobre sus pasos se irguieron pitchers de primerísimo nivel en los clásicos nacionales: Manuel Hurtado, Amorós Hernández, Walfrido Ruiz, Antonio (Boricua) Jiménez, Changa Mederos, Rigoberto Betancourt y tantos otros azules. Pero la huella se fue más allá y a su compás bailaron hombres de la talla de Aquino Abreu, Rolando Macías, Emilio Salgado, Curro Pérez… En fin, está entre los imprescindibles.

Por sus números, otros lo han superado inter e intrafronteras. La etapa que le tocó, ya con tres décadas de vida, significó un nuevo amanecer de la pelota cubana, donde por primera vez se jugarían campeonatos verdaderamente nacionales, con enfrentamientos desde Pinar del Río hasta Guantánamo.

Hoy Alfredo Street, vinculado desde sus cimientos al proceso revolucionario que se inició en 1959, se acerca a las Peñas Deportivas como un patriarca, que resume toda una época.

(Con documentación de Marino Martínez, Eddy Martin, Norton Lorenzzi Véliz, José A. Jardines Díaz, Adonhay Villaverde Blanco, Severo Nieto, Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, Juan Ealo, Ramón Carneado, Yasel Porto Gómez, Adonhay Villaverde, Oreidis Pimentel, Jorge Alfonso, Armando Hernández, Elio Menéndez, Yasel Porto Gómez, Guías del Béisbol de las Series Nacionales, y otras fuentes).