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Mundial de Budapest: La primera evaluación del judo cubano rumbo a Tokio 2020

Budapest lo verá reaparecer luego de un año ausente de cualquier evento competitivo y en un intento por reincorporarse a la élite y superar definitivamente las lesiones.

Budapest lo verá reaparecer luego de un año ausente de cualquier evento competitivo y en un intento por reincorporarse a la élite y superar definitivamente las lesiones.

Poco más de un año ha pasado desde que el judo nacional cerró en Río de Janeiro un ciclo olímpico marcado por los títulos mundiales de Idalys Ortiz y Asley González, así como por otras actuaciones meritorias en citas de primer nivel. Sin embargo, en los últimos doce meses los tatamis antillanos vieron una irrupción de figuras noveles y la salida de otras ya experimentadas de las escuadras cubanas. Tras esa reconfiguración de buena parte del panorama de uno de los deportes más exitosos en la Isla, ahora el primer Campeonato Mundial del nuevo cuatrienio llega para pulsar el trabajo y medir resultados.

Previsto entre el 28 de agosto y el 4 de septiembre próximo en Budapest, el próximo evento del orbe contará con presencia de 796 competidores de 136 países —la más alta cifra registrada en este tipo de torneos— y a ella Cuba llegará con una delegación de 13 atletas. Aunque será sumamente difícil aspirar a una medalla allí, tanto por el aumento del nivel de muchos competidores como por los cambios en el equipo nacional, los judocas del patio intentarán mantener viva su tradición y su historia.

Sobre los tatamis ubicados en el coliseo László Papp Budapest Sports Arena y frente a los alrededor de 12 mil espectadores previstos para cada jornada, estarán los criollos Yandry Torres (60kg), Osniel Solís (66kg), Magdiel Estrada (73kg), Jorge Martínez (81kg), Asley González e Iván Silva (90kg), Andy Granda (100kg) y Álex García (+100kg). Mientras tanto, Melissa Hurtado (48kg), Anailys Dorvigny (57kg), Maylín del Toro (63kg), Kaliema Antomarchi (78kg) y Eliannis Aguilar (+78kg) fungirán como nuestras representantes entre las damas y buscarán también actuaciones decorosas.

En la pasada versión mundialista de Astaná 2015, la Mayor de las Antillas terminó en el puesto 20 del medallero, gracias al bronce conquistado por la estelar Idalys Ortiz. Un año después, la artemiseña también resultó la única premiada cubana bajo los cinco aros y sumó su presea de plata a los quintos lugares de Dayaris Mestre, Yalennis Castillo y Álex García para ubicar a la Isla en la decimoquinta posición. Ahora, el panorama aparece más complejo y este será probablemente el mundial más difícil para Cuba de la actual década.

En este inicio del ciclo olímpico, el judo nacional llega a Budapest con las notables ausencias de primeras figuras como Maricet Espinosa, Ónix Cortés y José Armenteros, todos en período de recuperación tras algunas lesiones, y de Dayaris Mestre e Idalys Ortiz, acogidas a un año sabático en búsqueda de la maternidad. A esta situación se suma el escaso fogueo internacional de nuestros representantes en la actual temporada, un lastre ya habitual en las escuadras del patio y que conspira demasiado para lograr mejores dividendos.

De hecho, de los miembros de nuestra delegación solo Kaliema Antomarchi y Álex García participaron en los cuatro torneos de nivel con presencia cubana en este 2017. Según el calendario de la Federación Internacional de Judo, otros 16 eventos vieron acción sin la presencia de al menos un representante de la Isla. Así, en Budapest ningún antillano será sorteado entre los ocho puestos de privilegio de cada división y deberán encontrar más temprano en su camino a los principales aspirantes al podio.

Sin embrago, más allá de la ubicación en el ranking, esta ausencia de los torneos extrafronteras atenta también contra el estudio efectivo de los rivales y la toma de decisiones tácticas durante un combate. Aunque nuestros atletas reconocen su buen estado de forma, así como la calidad y el rigor de la preparación —incluyendo una provechosa estancia desde hace más de un mes en una base de entrenamiento en Hungría— nada puede sustituir la competencia y otra vez el judo nacional llega a una cita del orbe con la mejor disposición y combatividad posible, pero carente de eventos de calidad en el año.

Mientras, por primera vez desde 2009 la selección femenina de la Isla estará sin equipo completo en una cita del orbe. En cambio, los hombres repiten una presencia en todas las divisiones vista ya par de veces en el último decenio y cuentan ahora con los representantes de más palmarés y estabilidad para aspirar a incluirse al menos entre quienes disputen las medallas.

Con 24 años de edad y una participación previa en torneos universales, el superpesado Álex García sale como una de las mejores opciones del equipo masculino.

Con 24 años de edad y una participación previa en torneos universales, el superpesado Álex García sale como una de las mejores opciones del equipo masculino.

Con 24 años de edad y una participación previa en torneos universales, el superpesado Álex García sale como una de las mejores opciones del equipo masculino para avanzar en Budapest. Desde su consolidación en 2015 como la principal figura de la división en el país, el actual campeón del continente ostenta algunas participaciones meritorias en torneos Grand Prix y Grand Slam, así como importantes éxitos sobre hombres mejor posicionados en el ranking mundial. No obstante, su quinto lugar olímpico en Río de Janeiro representa su momento cumbre y lanza sobre él más de una esperanza.

“Los Juegos Olímpicos me dieron mucha confianza y madurez. A partir de ese resultado estoy en cualquier evento y me siento más fuerte, más seguro frente a cada contrario. Ahora la estrategia consiste en llegar al día de la competencia con una óptima preparación, enfocado en mi objetivo y con una planificación del combate de acuerdo al rival de turno. Aunque prefiero no dar pronósticos, porque en el judo todo puede cambiar en pocos segundos, sí me sentiría satisfecho con el podio. Aquí aspiro a consolidarme dentro de la división. Es el momento de escribir mi historia”, asegura.

Preclasificado en el puesto 12 entre los 46 judocas inscritos en su categoría, Álex deberá lidiar, entre otros rivales de cuidado, con el empuje de los brasileños David Moura y Rafael Silva, el checo Lukas Krpalek y los japoneses Hisayoshi Harasawa y Ryu Shichinohe, aunque otra vez el sello de favorito recae en el fuera de serie francés Teddy Riner, siete veces campeón mundial, doble titular olímpico e invencible en este tipo de torneos desde hace diez años.

Mientras tanto, otros antillanos con algunas opciones de avanzar en el organigrama son Asley González e Iván Felipe Silva, aunque para ello deben competir al máximo de sus posibilidades. En el caso del primero, estará en su sexto mundial con el aval de la plata olímpica en 2012, el título planetario en 2013 y un bronce en la edición de París 2011. No obstante, Budapest lo verá reaparecer luego de un año ausente de cualquier evento competitivo y en un intento por reincorporarse a la élite y superar definitivamente las lesiones. Como en el evento del orbe de 2015 o los olímpicos del pasado año, la actuación del único campeón cubano del presente siglo deja puertas abiertas hacia muchas dudas e incertidumbres.

La situación de Silva es diferente. Recién ascendido a la división y con solo 21 años, el matancero ya conquistó el título continental en los 90kg y bien pudiera consolidar aquí un progreso frustrado en 2016. Luego de alentadores resultados en el World Master y en algunos Grand Prix y Grand Slam de mediados de aquella temporada, el sorteo de la cita olímpica lo colocó en su primer combate frente al georgiano Avtandili Tchrikishvili, uno de los mejores judocas del momento, y tras un pleito decidido solo por un yuko el criollo vio desaparecer sus opciones de seguir en competencia.

“A Río de Janeiro llegué bien preparado y es duro ver cómo en cinco minutos desaparece el sueño y el trabajo de cuatro años, pero esto es una carrera de resistencia y el que más fuerza tiene para seguir en ella al final ve su recompensa. Esa la busco en este mundial. Hasta ahora me adapto bien a la nueva división. Como en las demás, aquí el nivel anda muy parejo y el día de la competencia cualquiera puede dar la sorpresa”, dice con la seguridad de quien tiene un futuro por delante.

Del resto de nuestro equipo masculino, Yandry Torres y Magdiel Estrada intentarán ir más allá de la segunda ronda que los vio caer en la última versión de Astaná, Andy Granda tendrá su difícil debut en estas citas con la tarea adicional de suplir a José Armenteros —capitán de la selección y subtitular planetario en 2014—, y Jorge Martínez llegará a otro mundial tras cuatro años de ausencia.

“Luego de mi primera experiencia en 2013 ahora me siento mejor preparado, con más experiencia y con progresos en los aspectos técnicos, así como en los niveles de fuerza y la táctica del combate. Compartir la categoría con Iván Silva me empujó todo el anterior ciclo a mejorar siempre. Ahora él subió y llegó mi momento de asumir con responsabilidad la división. Con algunos de mis potenciales rivales he ganado y perdido, aunque rusos, brasileños y japoneses aparecen muy bien ubicados en el ranking y son de mayor cuidado. A otros los he visto ya en videos. Solo espero llegar en óptima forma al día de la competencia”, afirma nuestro representante en los 81kg.

Entre las damas, por su parte, por primera en muchos años el contexto resulta incluso más espinoso que el de los varones.

Entre las damas, por su parte, por primera en muchos años el contexto resulta incluso más espinoso que el de los varones.

Entre las damas, por su parte, por primera en muchos años el contexto resulta incluso más espinoso que el de los varones. De nuestras muchachas, solo la santiaguera Kaliema Antomarchi —séptima en 2009 y quinta en 2013— registra más de una incursión mundialista previa. Mientras, ni Maylín del Toro ni Anailys Dorvigny superaron los octavos de final en sus únicas apariciones en torneos del orbe, y para las noveles Melissa Hurtado y Eliannis Aguilar, Budapest será un duro inicio en este tipo de certámenes.

No obstante, Antomarchi, Hurtado y del Toro tienen calidad para ofrecer resistencia. Eliannis Aguilar, por su parte, espera vencer la presión que implica su primera experiencia internacional, llevar siempre la iniciativa en cada combate y tratar de dar lo mejor de sí en la categoría que vio llegar a la cima a Idalys Ortiz. “Cada pleito será como la discusión del título, porque representar a Cuba en una división tan exitosa es un compromiso y un voto de confianza y solo me resta aprovecharlo al máximo”.

Dorvigny, mientras tanto, también sabe de la oportunidad que tiene luego de cuatro años a la zaga de Aliuska Ojeda en los 57kg. “Ahora me siento más preparada y con mayor experiencia. Aunque cualquier atleta aspira a una medalla en este tipo de torneo, solo pienso en competir sin presión y tratar de obtener el mejor resultado posible en cada combate, porque aquí cualquier rival tiene calidad. Este es el momento de consolidarme en la división y demostrar que se puede contar conmigo”, confiesa la bronceada este año en el Grand Prix de Cancún.

Valiosos puntos en juego para un ranking mundial en constante actualización, casi un millón de dólares destinados a premiar a los medallistas tanto en el evento individual como por equipos y la posibilidad de cada país de doblar en dos divisiones de cada sexo, harán del próximo Campeonato Mundial el punto de confluencia de la gran mayoría de las estrellas actuales del judo. El ruso Khazan Khalmurzaev, los japoneses Shohei Ono, Mashu Baker y Ami Kondo, la kosovar Majlinda Kelmendi, así como la eslovena Tina Trstenjak, la estadounidense Kayla Harrison o las francesas Audrey Tcheumeo y Emilie Andeol, serán solo algunos de los protagonistas del evento.

Entre ellos, las escuadras cubanas intentarán no alejarse demasiado de la exitosa historia que por largos años han tejido otras generaciones de antillanos. Sin embargo, más allá de las medallas o las posiciones finales, el judo nacional está llamado a consolidar figuras en el inicio de un ciclo olímpico complejo e ir modelando la selección más competitiva posible de cara a Tokio 2020. Calidad técnica, una exquisita planificación táctica y no ceder por pasividades o amonestaciones muchas veces evitables pudieran convertirse también en algunos objetivos importantes. Budapest, más que una meta, debe ser solo la primera evaluación.