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Natalidad: Menos pañales en la tendedera (Primera parte)

A los 15 años, Rosmeri Aguilar abandonó el estudio para estar en línea con la moda, las fiestas, las amistades… Acabó por entregar su candor a un dulcero-panadero que la superaba en edad y, como por ley, llegó a su puerta una responsabilidad seria: la maternidad.

Hoy Rosmeri tiene 17 años, y su hija Alejandra, dos. Tuvo que dejar moda, fiestas, amistades, para emplearse a fondo en la rutina doméstica y el cuidado de la niña. Continúa sin vocación por el estudio o el trabajo. Y se pregunta qué sería de ella y su pequeña si dejara de depender de su esposo.

Historias como estas son comunes entre adolescentes. Por desconocimiento o falta de comunicación, aparecen a menudo embarazos en edades tempranas, que desde varios puntos de vista (social, salud, personal) no son las más indicadas para dar la bienvenida a las cigüeñas.

A juicio de Grisel Rodríguez Gómez, doctora en Ciencias Económicas y subdirectora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem), en las últimas tres décadas la fecundidad en Cuba se caracteriza por ser temprana y de bajos niveles.

Foto: Martha Vecino Ulloa

Foto: Martha Vecino Ulloa

La vejez, divino tesoro

Durante las últimas décadas, la situación demográfica en la Isla se caracteriza por el envejecimiento de la población. La tendencia es que disminuyan los nacimientos y que sea la tercera edad el único grupo etario que aumente.

El Censo de Población y Viviendas de 2012 confirmó que las personas de 60 años y más representan el 18.7 por ciento de la población total del país. Para el año 2030 se pronostica que hayan crecido hasta el 30 por ciento. Tal escenario –irreversible según muchos versados– se debe, entre otros factores, a que el país no cubre la tasa de reemplazo poblacional desde 1978.

La migración como uno de los fenómenos con cierta incidencia en el envejecimiento y la fecundidad, apuntan otras fuentes, fue predominantemente masculina, concentrándose en los años 1965, 1980 y alrededor del 1994 del pasado siglo. Sin embargo, a causa de la flexibilización de las políticas migratorias del país y en coincidencia con una característica mundial, la emigración femenina cubana en edades activas y fértiles alcanza en la actualidad un porcentaje significativo (una investigación del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana la ubica en un 55 por ciento del total) e incide en la natalidad, pues tales jóvenes acaban haciendo nido allende los mares.

De acuerdo con declaraciones ofrecidas al sitio Cubadebate, por el doctor en Ciencias Antonio Aja, director del Cedem, el escenario demográfico de Cuba posee puntos comunes con lo que ocurre en el mundo desarrollado y en otros contextos latinoamericanos: la baja fecundidad y la baja mortalidad. Sin embargo, algunas naciones reciben migración y Cuba pierde población económicamente activa y joven.

Cuestión de cuentas

Para Naibis Rodríguez un par de gemelos que le completarán el sexteto de hijos, no es problema. Lo difícil es conseguir la canastilla. “Cuando me dijeron que traía jimaguas, por poco me da una cosa”. Y es que, además de tener ya cuatro hijos (dos hembras y dos varones), ella es ama de casa y solo trabaja su esposo.

“El módulo de canastilla resuelve algo, pero es muy poco y la calidad no resulta la mejor. Entonces una tiene que comprar las cosas, demasiado caras, por la calle”. También señala que, sobre todo, se dificulta la cuna, pues las pocas producidas por empresas estatales se destinan por lo general a casos sociales.

Foto: Martha Vecino Ulloa

Foto: Martha Vecino Ulloa

Para muchas personas, los dilemas de la economía doméstica, incluidos salario, vivienda y el hecho de no contar con espacios y condiciones ideales para concebir un hijo, son determinantes en la disminución de la fecundidad cubana.

No obstante, la subdirectora del Cedem insiste en que el fenómeno es originado por causas múltiples; si bien existen elementos que influyen, como los económicos, hay una pluralidad de factores como el uso del tiempo o los intereses laborales y sociales de las mujeres profesionales, que compiten con tener hijos.

La más reciente proyección gubernamental para mitigar las consecuencias negativas derivadas de la baja natalidad y el envejecimiento fue emitida en la Gaceta Oficial No. 7 Extraordinaria, del 10 de febrero de 2017, y modifica los decretos leyes 339 y 340, de 2016, para ofrecer mayor protección a las mujeres cubanas vinculadas laboralmente, sean del sector estatal o no estatal, como establece el Lineamiento No. 144, aprobado en el VI Congreso del Partido.

Con la presente ley, la trabajadora se acogerá a la prestación mínima mensual por maternidad, igual o superior al salario mínimo vigente en el país, y si desarrolla el pluriempleo, recibirá la prestación económica y social de ambos centros de trabajo.

Facilitará, entre otros beneficios, la reincorporación de la madre al trabajo antes de que el niño alcance el primer año de vida, con la posibilidad de simultanear la prestación social con el salario. En el caso de que labore por cuenta propia y tenga dos o más hijos menores de 17 años, tendrá derecho a la reducción, en un 50 por ciento, de las cuotas mensuales por el impuesto sobre los ingresos personales reportados.

Si bien las nuevas disposiciones estatales significan una importante ayuda económica para las trabajadoras en el período de maternidad, no contemplan la asistencia social a las madres adolescentes que no llegan a la edad laboral, ni a sus familias. Igual faltan proyecciones que alivien de tareas a las mujeres profesionales, mediación por la cual muchas paren un solo hijo, y sobre todo ya pasados los 30 años.

Hasta el doctorado no “paro”

Foto: Martha Vecino Ulloa

Foto: Martha Vecino Ulloa

Ana cuenta con condiciones favorables: su relación estable con Carlos supera la década y ambos poseen trabajos fijos; además, es de las privilegiadas al contar con una casa para cobijar a la futura familia. Sin embargo, aún no se decide.

Entre proyectos, talleres, cursos y viajes transcurren sus días. Haberse hecho licenciada, cuatro años atrás, solo es un eslabón en la cadena de éxitos profesionales que aspira a coronar con el doctorado. Quizás entonces resuelva escuchar a quienes dicen que con un descendiente se sentirá más completa.

La superación profesional en las jóvenes, fundamentalmente las universitarias, ocupa un lugar cimero en la planificación de sus itinerarios; de ahí que la decisión de un embarazo sea cada vez más postergada.

“Es una señal de desarrollo social, así como de integración de la mujer a la sociedad. Hoy las cubanas tienen el derecho y sobre todo la posibilidad de planificar su vida reproductiva, en lo relativo al momento y número de hijos”, explica Grisell Rodríguez.

Sobre el tema, la periodista y doctora en Ciencias Demográficas Dixie Edith Trinquete aporta: “Hay que preocuparse menos por tratar de que la fecundidad crezca y ocuparse más en adaptar la sociedad a la situación demográfica presente y futura.

“El problema real de Cuba –apunta Dixie– es que se enfrenta a un escenario de envejecimiento poblacional, para el cual no están creadas las condiciones necesarias en los servicios, y disminuye cada vez más la fuerza laboral”.

No menos concluyente es la subdirectora del Cedem: “Por más que se divulgue entre las mujeres cubanas la necesidad de un aumento de la natalidad, estas van a tener la cantidad de hijos que deseen”.

(Tomado de Bohemia)