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Una madre especial

Rita Arminda con sus 102 años. Foto: Enrique Atiénzar

Rita Arminda con sus 102 años. Foto: Enrique Atiénzar

“Tía niña” no tuvo hijos, pero los sobrinos, sobrinos nietos y sobrinos bisnietos la adoran como una madre.

Cualquiera de ellos se lo asegurarán. Luly, con la que vive temporalmente en la calle Martí no es una excepción. Fue la promotora de la entrevista.

La mayor felicidad de Rita Arminda Castillo Andrade era haber constituido una familia con su esposo. La edad tardía de casamiento se lo impidió.

Camagüeyana reyoya, Tía Niña lleva viviendo más de veinte años en Marianao, en la capital del país. La ciudad de Camagüey, donde nació el 22 de mayo de 1915, nunca la olvida.

Con casi 102 años es un placer conversar con esta humilde mujer, sin que en su rostro se dibujen arrugas. Durante los cuarenta y tres minutos de diálogo no titubeó y lo hizo con respuestas coherentes.

Dice que después de grande la bautizaron, aunque no recuerda si fue en la Iglesia La Catedral o en la de Cristo, sí que aprendió a leer a escribir y a comportarse bien con su papá, mamá, el resto de la familia y vecinos, gracias a la formación dada por las monjas de la Congregación de Las Ursulinas.

“Sobrellevar esa idea con los niños –argumenta—para cuando crecieran supieran respetar a las personas mayores. Yo crié a mis sobrinos con mucho respeto, amor al prójimo y a llevarse bien con todas las personas”.

--¿De los sobrinos cuál es la más apegada a usted?

“Luly”, como ella es tan cariñosa y respetuosa. ¡Dios la libre que me falte el respeto. Doy la vida por todos. Nos criaron con mucho amor, respeto y consideración.
“Sin embargo, hoy no saben educar bien a los niños”, comentó y para complementar la idea añadió: “Está la madre que le dice al hijo: mira ve y dile a esa negra que te de un pedazo de pan. ¿Qué aprende ese niño? El color de la piel no importa, sino sus condiciones morales”.

--¿En La Habana ha perdido las costumbres de Camagüey?
“No, las conservo. Tengo a mi lado a Deisy, la sobrina mayor. El ambiente nuestro es llevarnos bien entre todos, sin mirar el color de la piel, el credo ni las condiciones económicas”.

--¿Qué significación tiene llegar a los 102 años?
“La oportunidad de ayudar a los demás”.

--¿Qué ha hecho para llegar a 102 años?
“Comer mucho, cuando he podido, respetar y hacer perdurable las amistades”.

Luly la provoca diciéndole que si va a llegar a los 120.
“Yo tengo que pedirle a Dios y al padre de la misericordia tener salud, paz, que nadie me mire mal y yo poder ayudar al que no tenga nada”.

--¿Duerme bien?
“Encantada de la vida y sin tomar pastillas”.

Es jaranera. Al preguntarle si le dan dolores, explica que sí, para “fastidiar a los que tengo a mi alrededor y me den todo lo que quiera”.

Muy jovencita fue maestra en Vertientes, en el mismo poblado, daba clases de matemática y de historia, “pero no como ahora, las lecciones era muy sencillas y viajaba a diario”.

--¿En Camagüey iba a fiestas? ¿Le gustaba el baile?
“! Cómo! En mi juventud iba a la Sociedad Maceo y a Victoria y a otros lugares con mi hermana, mi mamá y el permiso de papá. Si era otra persona tenía que ser mayor y de extrema confianza. No éramos tomadoras de cerveza. Mi mamá decía: no desprecies al joven, prueba la bebida y dale las gracias. Bailaba, cómo no”.

--¿De la música de entonces cuál le gustaba?

“El danzón y que era muy elegante”.

La sobrina le dijo a ella de invitar al periodista para la fiestecita por el cumpleaños 102.
“Que venga, se tome una cervecita con nosotros y conversamos un poquito. Bailar no, porque ya no se bailar”.

Rita, quien vivió la mayor parte de su vida en la calles Hermanos Agüero, número 25, y en Desengaño, recordó la discriminación de que eran objeto los negros y la posibilidad ofrecida por la Revolución, de tener lo que antes no podían alcanzar.

“Para conseguir trabajo, no era fácil. Cuando llegó Fidel todo cambió. Igualdad para todos. Ayudó a los cubanos y al mundo. Las personas de afuera tienen que agradecerlo mucho”.

Del ser humano admira la bondad y no ser egoísta. Desprecia a los egoístas. Al final viene el recuerdo de cuando fue doméstica, ella y su hermana, en la casa de María Álvarez Fuentes, hermana del dueño de la farmacia de Avellaneda y San Esteban. Implora: “!Qué Dios y la virgen siempre me conserven así”. Fue el cierre de una conversación antes de darme la mano, marcada por los años, en un gesto de despedida e ir hasta la puerta, con el apoyo de Luly, donde posó para otra fotografía.

La mayor felicidad de Rita Arminda Castillo Andrade era haber constituido una familia con su esposo. La edad tardía de casamiento se lo impidió. Camagüeyana reyoya, Tía Niña lleva viviendo más de veinte años en Marianao, en la capital del país. La ciudad de Camagüey, donde nació el 22 de mayo de 1915, nunca la olvida. Con casi 102 años es un placer conversar con esta humilde mujer, sin que en su rostro se dibujen arrugas.

La mayor felicidad de Rita Arminda Castillo Andrade era haber constituido una familia con su esposo. La edad tardía de casamiento se lo impidió.
Camagüeyana reyoya, Tía Niña lleva viviendo más de veinte años en Marianao, en la capital del país. La ciudad de Camagüey, donde nació el 22 de mayo de 1915, nunca la olvida.
Con casi 102 años es un placer conversar con esta humilde mujer, sin que en su rostro se dibujen arrugas.

Rita Arminda con sus 102 años. Foto: Enrique Atiénzar

Rita Arminda con sus 102 años. Foto: Enrique Atiénzar