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Los precios, oh, ¡los precios!

Calle Obispo. Foto: ACN

Calle Obispo. Foto: ACN

En ofertas gastronómicas el cliente puede encontrar numerosas sorpresas y no crea que son todas buenas. ¡Qué va! Un recorrido por la populosa calle Obispo, en el Centro Histórico de La Habana, reservó a un grupo de amigos algunos desconciertos capaces de hacerles exclamar: los precios, oh, ¡los precios!

La Isla no cuenta con mecanismos para valorar ofertas. Y no digo cuerpo de inspectores porque en realidad su control se dirige solo a ciertos aspectos e igualmente en ocasiones conlleva a generar compra-venta de favores. Me refiero a encuestas entre clientes para determinar si realmente están satisfechos con el servicio.

Pues bien, estos abuelos que salieron a disfrutar de un paseo dieron de bruces con el cambio en el otrora restaurante La Luz, en la calle Obispo, donde degustaban un café a un peso cubano o un buen menú criollo en moneda nacional, y ahora el precio cambió a moneda libremente convertible.

Nadie cuestiona que deben abrirse nuevas instalaciones para recaudar divisas, pues el arribo de turistas resulta cada vez mayor, pero duele al bolsillo de quienes tienen menos recursos no contar ya con un servicio que antes estaba a su alcance.

Ni cortos ni perezosos, los abuelos siguieron su recorrido y alguien dijo que en Obispo y Aguacate había un sitio pequeño, muy acogedor que evocaba a esa diva española irrepetible, Lola Flores, porque el lugar se identifica como La bien pagá.

Ya algunas mujeres del grupo habían estado allí y hablaron del sandwich cubano y el batido de mamey más exquisito de toda La Habana, y luego de chequear las finanzas personales, algunos decidieron degustar esas delicias, cuyo precio, de acuerdo con las ofertas de los establecimientos por cuenta propia, estaban moderados.

Lo que no sabían que según quien atiende, así luego ajusta la cuenta a pagar. Porque la vez anterior fue un chico quien les sirvió y por cuatro personas no cobró ni 10 cuc y ahora una joven camarera por dos personas, consumiendo lo mismo, les dijo que eran 5.50 CUC, y a pesar de pedir explicación clara, fue tan difusa que no la entendieron y debieron abonar ese dinero.

Ya de regreso al ómnibus que los retornaría a sus casas, recorriendo a la inversa la calle Obispo se sumaron a una cola para comprar un recipiente de helado de cuatro litros, en moneda nacional, con sabor a vainilla, en el antiguo Tencent. Hubo quien sacó 66 pesos cubanos para pagar, pero el que expendía y cobraba aclaró que eran solamente 60 pesos.

Y ahí está la otra sorpresa, buena en este caso, porque con anterioridad, coincidentemente, pasaron por ese establecimiento y compraron el mismo helado, con sabor a coco, a 66 pesos. Algunos comentaron que sobrefacturan para que el turno de empleados tenga su “búsqueda”.

Un negocio en el campo de la actividad gastronómica debe ser interpretado como un proyecto competitivo, el cual permita maximizar la rentabilidad para su dueño, eso está bien, pero haciendo el mayor énfasis en la plena satisfacción del cliente y manteniendo una estabilidad en ofertas y precios.

No se trata solo de la publicidad atractiva para captar consumidores, igual resultan importantes el trato afable, cortés y la calidad del producto que responda a su valor, porque de ahí dependerá el prestigio ganado, que puede perderse por incompetencia y sobrefacturación de la cuenta por los dependientes en ese afán de su “búsqueda personal”.

(Tomado de ACN)