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El Maine, un “Big Bang” que retumba en el tiempo

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Restos del Maine.

Restos del Maine, imagen de los archivos del Comando de Historia Naval.

A finales de enero de 1898 llegó a la bahía de La Habana en “visita amistosa” el acorazado norteamericano Maine, de 6 mil 789 toneladas de desplazamiento, probablemente el mayor buque metálico que hasta esa fecha había arribado a ese puerto. Durante la noche del 15 de febrero, la nave voló por los aires en la dársena habanera.

Por interés del cónsul estadounidense, el Maine visitó la capital cubana con la justificación de proteger a los ciudadanos de EE.UU. residentes en la Isla y salvaguardar sus propiedades ante la grave situación de inestabilidad, por el avance de las fuerzas independentistas y una predecible situación de guerra.

La noche del 15 de febrero era tranquila y despejada en la referida bahía, pero todo se transformó poco antes de las diez de la noche debido a una gran explosión en el buque, que vomitó fuego a más de 50 metros de altura, dejó a oscuras parte del litoral y saturó las aguas de restos incendiados de la nave, entre los cuales los sobrevivientes clamaban por ayuda.

De los 328 miembros de la dotación del barco perecieron las tres cuartas partes, incluyendo oficiales, y a pocas horas de conocerse la noticia la prensa norteamericana asociada a los intereses imperialistas, levantó una extraordinaria campaña para acusar a España de ser la responsable del siniestro.

Se destacaron por la virulencia de su campaña, los periódicos The New York Journal y el New York World, propiedad, respectivamente, de William Randolph Hearst, quien anunció una recompensa de 50 mil dólares “para la condena de los criminales”, y de Joseph Pulitzer, quien no obstante en privado confesó que nadie que no estuviera loco podía acusar a la metrópoli ibérica como responsable del incidente.

Las investigaciones realizadas por norteamericanos e hispanos por separado establecieron dos versiones contrapuestas. La comisión de Washington consideró que el estallido fue externo y causado por una mina naval, lo que imputó a España como principal responsable.

En este resultado estaban muy comprometidos los mandos de la marina estadunidense que participaron en las indagaciones y deseaban evitar el descrédito de la institución al aparecer como causante del hecho por negligencia.

Durante esa época en varias naves de la armada estadounidense se produjeron accidentes originados por el incendio del carbón utilizado como combustible, aunque ninguno con tan graves consecuencias.

Mientras, las conclusiones de las autoridades hispanas sustentaron que la explosión fue interna por la probable auto combustión de los depósitos de carbón, que se extendió a los contiguos pañoles de municiones.

Esa última explicación apareció como la más factible entre la mayoría de las indagaciones emprendidas durante el siglo pasado, incluyendo la de una comisión presidida por el Almirante Hyman G. Rickover, de la armada estadounidense, en 1974.

Pero a pesar de no existir una comprobada causa de la destrucción del Maine, el hecho fue muy oportuno para que Estados Unidos acelerara sus planes de intervención en la contienda independentista organizada por José Martí y que era librada exitosamente por el Ejército Libertador, y declaró oficialmente la guerra a España el 25 de abril de 1898.

Luego de 13 años de la conclusión de la conflagración, en 1911, un revolucionario ruso llamado Vladimir Ilich Lenin, al despedir el duelo de su amigo cubano Pablo Lafargue, yerno de Carlos Marx, definió por primera vez y fuera de las anécdotas y especulaciones el verdadero significado de los acontecimientos que siguieron a la voladura del Maine.

En esa ocasión, según versiones históricas, el futuro líder soviético dijo que Pablo procedía de una tierra cálida y heroica donde se había consumado la primera guerra imperialista del mundo, la hispano-cubano-americana, concepto que retomaría en 1916 y lo incluiría su libro El imperialismo fase superior del capitalismo, para explicar el desarrollo de ese sistema en los Estados Unidos de América.

Posiblemente Lenin conoció por Lafargue aspectos de la gesta independentista de Cuba y sobre el complejo entramado de los planes del imperialismo yanqui sobre la Isla.

La intervención norteamericana, entre otras consecuencias indeseables, abrió paso a casi 60 años de república neocolonial, pero también demostró la validez histórica de la caracterización leninista a esa aventura estadounidense que frustró 30 años de guerra librada por el pueblo cubano por alcanzar su independencia de España.

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Marineros del Maine.

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El Maine en el Puerto de La Habana.

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Explosión del Maine.

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(Tomado de Cubaperiodistas)

Se han publicado 6 comentarios



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  • FranciscoB dijo:

    No hay pruebas pero la historia ulterior de los Estados Unidos no miente. Continuamente han creado situaciones para que justifiquen sus acciones militares, recuerden el golfo de Tomkin en Viet Nam, las famosas armas químicas inexistentes de Iraq y no olvidar el 11 de septiembre donde tantas cosas inexplicables pasaron alrededor de las torres ge,elas y otros edificios aledaños que tambien apuntan a un auto atentado.

  • humberto guevara esquivel dijo:

    La explosion del Maine fue un invento de las propias autoridades norteamericanas en busca de un pretexto para intervenir en la guerra en Cuba y con ello frustar la victoria de las fuerzas mambisas, de no haber sido la explosion del Maine, hubieran inventado otro hecho, no ha sido la unica vez que lo han hecho , y asi tener el apoyo del pueblo norteamericano, de su congreso y de su prensa, siempre lista para apoyar las causas injustas de sus máximos dirigentes..

  • Pedro Jorge dijo:

    Oh.... LA HISTORIA ........ que bella es la historia. No la podemos olvidar y siempre es bueno rememorarla.

    Sería interesante hacer series televisivas que muestren este tipo de acontecimientos, si ya existen, no lo sé, reproduzcánlas.

  • pjmelián dijo:

    Ya desde finales de 1897 las cortes españolas habían concedido autonomía a Puerto Rico y Cuba pero no a las Islas Filipinas, comenzando el 1ro de enero de 1898. El gobierno español, sin embargo, se reservaba el derecho a nombrar el gobernador para Puerto Rico y Cuba. Esto, por supuesto, preocupó al Imperio del Tío Samuelillo, que veía sus planes de intervención y anexión perjudicados con esta medida. La voladura del acorazado fue planificada y provocada para hacer fracasar esta concedida autonomía que contaba con el respaldo de la burguesía criolla. Esta última esperaba que la Isla se tranquilizara paulatinamente con esta medida que los favorecía política y, consecuentemente, económicamente.

  • lenovo dijo:

    la misma historia repitiendose un 11 de septiembre de 2001

    • George dijo:

      Y las pruebas?

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