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Julian Assange: La batalla por la percepción

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* Ponencia brindada en el marco del Programa “Julian Assange: cuatro años de libertad negada”, el 21 de junio de 2016 en la sede de CIESPAL

El martes 19 de junio de 2012, a las 12:00 de Quito, sonó el teléfono durante una reunión de trabajo. Era Ana Albán, la embajadora de Ecuador en Reino Unido, directamente de Londres, indicando que Julian Assange había entrado a la embajada para pedir asilo político. La Scotland Yard amenazaba invadir la misión ecuatoriana para secuestrar a Julian. Ella pedía soporte al Ecuador, ya que la sensación de aislamiento jugaba a favor de los ingleses. ¿Qué hicimos para enfrentar la Scotland Yard? Conectamos la embajada al mundo a través de las redes sociales e iniciamos una activación mundial para movilizar personas a la puerta de la embajada. Además pedimos a la embajadora que prendiera todas las cámaras de celulares y computadoras y que las apunte a las ventanas y puertas para transmitir al mundo entero y en tiempo real, lo que sería un crimen internacional cometido por el Reino Unido. Era la única forma de presionar al gobierno británico a detenerse. Las cámaras de celulares y la amplia promoción inhibieron la acción cinematográfica: el imperio británico dispuesto a meter preso a su súbdito australiano, a pedido del verdadero imperio del siglo XXI, los Estados Unidos de Norte América.

En esa época yo asesoraba la Presidencia de la República del Ecuador, justamente en el desarrollo e implementación de la estrategia de comunicación digital para el Gobierno Nacional. Un paso en falso en una situación tan delicada habría sido una catástrofe enorme para nuestra diplomacia. Sin embargo, gracias a la embajadora, al equipo de trabajo, a los miles de activistas pro Wikileaks y militantes progresistas de América Latina, no se invadió la embajada. Ahí comenzaba la lucha jurídico-mediática de Julian.

Mi equipo, liderado por la activista y militante internacionalista Viviana Paredes, más conocida en Twitter como @VivianaAssange, movilizó a medio mundo por la causa. Emprendimos un trabajo de largo aliento. Una de las primeras acciones fue marcar presencia en el Enlace Ciudadano para motivar al Presidente Rafael Correa a conceder el asilo político a Assange. Y aquí vale hacer hincapié. Días antes del anuncio del asilo, la embajada británica envió una misiva a la Cancillería ecuatoriana, amenazando que si no entrega a Assange a las autoridades en Londres, la misión ecuatoriana sería invadida. ¿Había alguna forma de darle seguridad a la embajada de Ecuador en Londres? ¿La Infantería de Marina ecuatoriana respaldaba la seguridad?, ¿era una oficina blindada? ¿Teníamos un helipuerto? Claro que no. ¿En que se basó la resistencia a este acto que violaba todos los tratados internacionales? En acciones mediáticas: la instantánea rueda de prensa del ex Canciller Patiño y la firme posición del presidente Correa, ampliamente apoyada por toda la militancia que activamos incansablemente. Era otra victoria mediática.

Pero la batalla estaba solo comenzando. Nuestra estrategia cambió de eje, cuando logramos comunicarnos con Christine Assange, madre de Julian, con quien tuvimos ciertos acercamientos importantes para articular nuestra iniciativa en relación al primer año de asilo. Gracias a su importante ayuda, nos contactamos con otras organizaciones sociales en todo el mundo. Nuestra idea fue crear contenidos audiovisuales en todos los idiomas posibles y difundirlos en redes para generar más adhesión de los usuarios, y orientar los esfuerzos a presionar el subordinado gobierno sueco para que levantara el pedido de extradición de Assange. En esta iniciativa participó gente de Brasil, Ecuador, Estados Unidos, Honduras, Chile, Venezuela, Argentina, Perú, Cuba; países en Europa como Portugal, Inglaterra, España, Egipto, entre otros. Cabe destacar que hasta esa fecha toda la presión había recaído sobre el gobierno británico. Por ello, planeábamos una acción en Suecia, en donde presionaríamos al Poder Judicial y al Gobierno de ese país para acabar con la ilegal e inmoral obediencia a los norteamericanos.

Todo estaba encaminado. Sería una iniciativa sin precedentes, en defensa de la libertad de expresión y de la soberanía de nuestros pueblos. Pero poco antes de lanzar esta iniciativa, recibimos una llamada de la Embajada de los Estados Unidos, solicitando una reunión conmigo. Buscaban una asesoría comunicacional y me invitaron a visitar su embajada. En esa misma semana, nuestras cuentas de correo electrónico y de redes sociales fueron hackeadas. Christine Assange nos dijo que su cuenta también había sido intervenida, lo que nos obligó a suspender definitivamente nuestro contacto. El mensaje era claro. Esta tentativa de intimidación impidió que sigamos con esta iniciativa, que habría tenido un altísimo impacto a escala global. Esta batalla la ganó elstablishment.

Esta no es ni la primera ni la última vez que los Estados Unidos quisieron intimidarme. Inclusive el año pasado en una reunión con autoridades de diversos países, me hicieron llegar una tarjeta de un alto funcionario del Departamento de Estado. Él quería conversar conmigo urgentemente. Nuevamente intentaban intimidarme, seguramente por el trabajo que yo desarrollo en el área de estrategia comunicacional con diversos países y movimientos progresistas de América Latina.

Estos episodios nos permiten reconfirmar aquello que ya suponíamos, el hecho de que existe un aparato tecno-ideológico que ejerce control de múltiples formas sobre nuestras herramientas de comunicación virtual. A veces parecería muy ajeno pensar que todo lo que escribimos en redes sociales, los correos que enviamos, las fotos que subimos o incluso las páginas que visitamos están constantemente monitoreados. Pero es real. Sin embargo, si lo vemos desde otra perspectiva, nos damos cuenta del poder de nuestra iniciativa en esta incesante disputa narrativa por el sentido.

Quise compartir esta breve introducción en primera persona, como forma de ambientar de manera real, lo que yo llamo La Batalla por la Percepción. Soy un testigo vivo de la capacidad de ganar o perder esa batalla, y así ganamos o perdemos elecciones, se sustentan o se desestabilizan gobiernos.

La apropiación de la comunicación digital

La comunicación digital y la tecnología, han permitido crear mecanismos que rompieran los límites del espacio y del tiempo. Ahora, todo es hiper. Pero de trasfondo lo que se disputa es lo mismo que siempre se ha disputado. Es la lucha por la narrativa de modelo de mundo en el campo político, ideológico. No nos engañemos, términos comoseeding, fishing, datamining y frammin no son el fin del debate político en sí mismo. Twitter nunca sustituirá la voluntad de los pueblos, mucho menos el papel de los sujetos sociales.

El traslado de la disputa política hacia la comunicación digital, nos lleva a suponer varios elementos importantes sobre los cuales se fundamenta nuestra actividad. En primer lugar, no podemos dejar de prestar atención al desarrollo de la tecnología, que es una puerta abierta a la incorporación de nuevas herramientas de comunicación. Sin embargo, muchas veces incurrimos en el error de pensar que la tecnología es un fin en sí mismo. Todo el desarrollo tecnológico acaba influenciando en las formas de interacción social y de las nuevas formas de incidir en la opinión de todos.

La tecnología creada a partir del Silicon Valley, con o sin la intencionalidad del dominio sobre las ideas, no fue capaz de derrotar por ejemplo, a la Revolución Cubana. Por eso el gobierno norteamericano tuvo que realizar un proceso de aproximación diplomática, empaquetado en una ayuda de Google que donaría toda la infraestructura tecnológica al pueblo cubano. ¿Buena voluntad empresarial? Claro que no.

Julian Assange ayudó a exponer las incontables formas de engañar, las tácticas políticas disfrazadas para desestabilizar un proceso electoral, la promiscuidad mediática y las acciones empresariales como la de Google hacia Cuba. Wikileaks nos ayudó a desnudar la relación entre el poder económico, el poder político a su servicio, y los medios privados de comunicación como perros guardianes de sus intereses.

Esto se hizo evidente por ejemplo en las protestas en junio de 2013 en Brasil, en las que cientos de miles de personas en todas las ciudades de este país se manifestaron contra el alza del transporte público y las políticas gubernamentales para cubrir los costos del Mundial de fútbol de 2014 y las Olimpiadas de este año. En estas protestas quedó latente la enorme capacidad que convocatoria que tuvo la gente para salir a las calles, lo que fue posible gracias a las redes sociales. ¿Alguien cree todavía en la espontaneidad de la marcha? Para quién acompañó desde cerca el golpe en contra de Dilma, vimos en 2013 la semilla de las pseudo organizaciones sociales que hicieron públicas sus dependencias financieras con el partido que lideró el derrocamiento de la presidente. ¿Cuál es el trasfondo de esas marchas? Derrocar el gobierno del PT, para privatizar los más de 100 mil millones de barriles de petróleo, descubiertos durante el gobierno Lula. Es una fortuna de 4 trillones de dólares.

Hace algunos años Wikileaks había denunciado a Michel Temer, actual presidente interino de Brasil, como informante de la embajada norteamericana. La historia se repite y se repite.

Lo mismo sucede en Venezuela, donde pese a los serios problemas de desabastecimiento, no se ha creado una conmoción nacional para derrocar el gobierno de Nicolás Maduro. Venezuela pasó más de un año con esta problemática, sin resultados de derrocamiento. Ahora la tentativa es la generación de violencia que sirve apenas para la foto, ya que no tiene apoyo popular. Lo pude vivenciar yo mismo. Las marchas violentas no tenían ni 500 manifestantes, pero las fotos y videos ampliamente promovidos por las empresas de comunicación y las redes sociales daban a entender una conmoción social masiva. Eso es mentira. Le sirve apenas para que Almagro ataque desde su cargo en la OEA, invocando una invasión extranjera. ¿Conocen esa táctica? ¿Siria, Afganistán, Iraq, Libia? El petróleo amigos, el petróleo. La suerte y la maldición de ser petroleros.

Pese a que las TICs también han servido ampliamente para la defensa de procesos sociales y populares legítimos, no nos engañemos. Los gigantes comunicacionales Facebook, Twitter y Google, no solo venden nuestros datos para el gobierno americano, sino también sus algoritmos ayudan a crear ambientes propicios para engañar la opinión pública, como fue el caso de los primeros debates entre Bernie Sanders y Hillary Clinton en Estados Unidos, donde al inicio del programa se dispararon los Trending Topics, noticias y encuestas favorables a Sanders, pero como por arte de magia, desaparecieron. La paliza dada por Sanders a Hilary simplemente no existió.

Sin embargo, estos ejemplos tienen algo en común, y es que son básicamente manifestaciones de varios repertorios que buscan espacio para la exigencia de una demanda social o política, que por lo general busca un cambio o la reafirmación en la dirección gubernamental frente a un objeto o suceso que genera conflicto. Por esta razón, para dar sentido a la comunicación digital, debemos comprender la movilización social que debe gestarse detrás de esto.

La acción colectiva y la movilización social se enfrentan a los mismos desafíos de siempre. ¿Cómo se genera una acción colectiva?, ¿qué necesita para ganar repercusión y adherencia de la ciudadanía?, ¿cómo se inserta una iniciativa social en dinámicas de conflicto político? Estas preguntas se han hecho todos los actores políticos de una u otra manera, y nosotros trabajamos para ayudar a responderlas en un contexto de comunicación digital.

Como fue el caso de la resistencia social a la inmoral e ilegal destitución del Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Este líder histórico de la izquierda colombiana no pudo ser asesinado durante los años de tortura, ni con los diversos atentados en su contra. Entonces el objetivo era un homicidio político, con el amplio aval de los medios privados de comunicación, dueños también de las empresas concesionarias de la Alcaldía.

Debido al mal manejo comunicacional de la Alcaldía y del progresismo colombiano hasta ese momento, sumado al diario desgaste de su gestión en redes y en los medios, inclusive la izquierda latinoamericana se convencía de que Petro era un pésimo administrador y que su destitución era legítima. El punto de inflexión que permitió a Petro no solo terminar su mandato, sino liderar las encuestas para presidente, se dio a partir de la amplia movilización comunicacional de la Alcaldía, la militancia y la sociedad, tanto en redes como en las calles. Frente a la impensable victoria de la izquierda sobre las estructuras conservadoras colombianas, logramos articular innumerables acciones para demonstrar el amplio apoyo popular y la insatisfacción por la arremetida contra Petro.

En esta labor, distinguimos tres elementos fundamentales para entender el origen y consolidación de la acción colectiva en el contexto de la comunicación digital. Por un lado está la oportunidad política, que depende de la dualidad entre las condiciones estructurales y la capacidad de los actores para aprovechar la situación y emprender una acción política de manera estratégica. Por otro lado están los marcos interpretativos, es decir formas en las que se da sentido a la realidad; y por las cuales es posible leer adecuadamente un escenario y actuar estratégicamente. Y finalmente está la movilización de recursos, que es la capacidad que tienen los actores para utilizar su capital social y así poder ejercer una acción con repercusión. Estos elementos componen lo que en la teoría de la acción colectiva se conoce como la escuela del proceso político.

En este último elemento, la comunicación digital juega un papel clave al viabilizar acciones masivas a nivel mundial sin muchos costos, pero hace falta desarrollar los otros dos aspectos. Para nosotros es crucial leer de manera adecuada un escenario en el que podemos actuar estratégicamente, aprovechando falencias o debilidades de los adversarios, y sobre todo entender que el sentido de la realidad está en disputa.

La estrategia de la derecha

Es fácil darse cuenta que existe toda una maquinaria mediática a nivel global que distribuye información no siempre verificada sobre Julian Assange. Por ejemplo, las denuncias de abuso sexual por las que se lo imputa en Suecia, son simples dispositivos para estigmatizarlo.

La estrategia de la derecha es distraer de la opinión pública el verdadero trabajo de Assange, para que no sea identificado tanto como un comunicador social que cumplió a rajatabla su labor, sino más bien como un “violador”, o un hacker. Y a pesar que el gobierno de Suecia ha tenido todas las facilidades para seguir un proceso judicial contra Assange en Londres, y que él mismo ha dicho que puede demostrar su inocencia, los medios continúan posicionando la idea de que es un abusador sexual. Y lastimosamente, muchas personas todavía creen eso, y por ende extrapolan el estigma de Assange a todos quienes lo defendemos.

Como vemos, la estrategia norteamericana en esta lucha por el sentido consiste en lograr el mayor despliegue mediático para ganar en la competencia de establecer una idea dominante: que Suecia y el Reino Unido están cumpliendo la ley y no vulnerando un derecho. Podemos tomar el siguiente ejemplo: un sondeo realizado en Francia en los años 1945, 1994 y 2004 revela cómo ha evolucionado con el paso del tiempo la opinión pública acerca de cuál fue la nación que más contribuyó a vencer a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. En mayo de 1945, el 57% de la población francesa señalaba a la URSS. Pero en la actualidad más del 61% de los franceses creen que fueron liberados por los norteamericanos.

¿A qué se debe esta tergiversación histórica? Al intenso trabajo de la maquinaria mediática cultural norteamericana, que desde hace decenios vence la batalla para la dominación cultural. ¿Quién no se acuerda de Rambo y de Capitán América venciendo solitos ejércitos vietnamitas y soviéticos? Estos superhéroes, salieron del cine para transformarse en juguetes y dibujos animados para niños. Esta especie de sacralización implica una aberrante manipulación de la información, lo que finalmente termina por consolidarse como un marco de interpretación dominante.

Naturalmente, este posicionamiento requiere de una ingente difusión de información por todos los canales de comunicación pertinentes. Y es aquí donde nace el “Trolleo”, que es la auto complacencia de un actor que por medio de sus bots realizan retuits para crear una percepción de apoyo popular, o cuando los mismos son usados para desmoralizar a su oponente. Por eso, la comunicación digital también es considerada como un espacio en donde se lleva a cabo la constante reafirmación de la legitimidad de los actores como líderes de un proceso político. Pero para quienes trabajamos con comunicación estratégica en el ámbito digital, esta táctica y sus resultados en el escenario político, darían la impresión de que no hay posibilidad de ejercer algún cambio. Lo que no es verdad.

La salida es articular la acción colectiva ciudadana, dentro y fuera de las redes. Esta acción permite reconocer el valor de la verdad entre toneladas de mentiras. Siempre habrá una debilidad, una oportunidad y una estrategia que podamos ejecutar en la guerra política, inclusive en la cibernética. Precisamente en eso consiste nuestro trabajo, en entrar en esta lucha por el sentido de las cosas. Creemos que no importa cuánto se haya dicho, si nosotros contamos con los argumentos para desmentir falacias, eso causará repercusión y abrirá los ojos a muchas personas. Trabajamos para que los gobiernos que respetan la soberanía y los derechos humanos puedan sobrevivir en esta batalla narrativa por la percepción. Trabajamos para que cada vez más ciudadanos se apropien de la comunicación digital y desde ahí puedan defender el bien común.

El uso de algoritmos para activación, sistemas de monitoreo, defensa a ataques de hackers no sustentan un proceso político. Estas son apenas herramientas para la guerra. Así como el napalm en Vietnam no les dio la victoria a los norteamericanos, el uso de TICs no definirá el éxito en las batallas entre el progresismo y la tentativa de neocolonización. Las derrotas electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia son resultado más de los errores políticos y comunicacionales de los gobiernos y sus partidos, que de los masivos ataques de guerra sucia en las redes sociales.

Los nuevos retos del progresismo en la lucha por la percepción

Para que los gobiernos progresistas como Venezuela, Bolivia y Ecuador continúen liderando el desarrollo de nuestro continente, es necesario que se ganen elecciones. Esas victorias dependen en gran parte del manejo de la percepción de la ciudadanía en relación a su progreso como sociedad e individuo. Casi siempre nos hemos olvidado de esa segunda variable. La pelea contra la restauración conservadora, la mentira de las empresas de comunicación y el boicot económico, son una guerra privada entre la izquierda y la derecha. La gran masa de ciudadanos, que no se identifican ni con el gobierno ni con su oposición, están al margen de esa disputa discursiva. Su preocupación es con los significantes individuales que los llevan a creer que viven mejor que antes. Y esa percepción sobre su condición humana puede estar sustentada en su capacidad de comprar productos de marca, un carro nuevo o cambiar de celular todos los años. Y así comenzamos a perder las elecciones.

Cuando la gran mayoría de los pueblos latinoamericanos al fin del período neoliberal no tenían qué comer, se morían en la puerta de los hospitales o eran indigentes; percibían una mejora simplemente por el hecho de tener un plato de comida todos los días. Para muchos millones de latinos, esto ya es pasado y las conquistas sociales históricas no sirven más como parámetro de bienestar.

Ahora hemos llegado a un punto de inflexión. Las derrotas electorales en Venezuela, Bolivia y Argentina han obligado a que la izquierda latinoamericana se mire en el espejo. Después de una década de incontables victorias democráticas, logros sociales, disminución de la pobreza y la consolidación de la soberanía de los pueblos, nos dimos cuenta de que es necesario repensar los mecanismos políticos y económicos que permitirán la radicalización de los procesos de combate a la inequidad e injusticia social. Podemos considerar que en realidad la restauración conservadora no venció los últimos pleitos en América del Sur, sino que la izquierda perdió las elecciones; resultado, sobre todo, de ineficientes campañas comunicacionales, errores políticos y gubernamentales.

Por ceguera o para no mostrar debilidad, hemos enfocado nuestros esfuerzos en hablar sobre la restauración de la derecha y los ataques en redes sociales. Aparentemente no hemos pasado de eso. Es indispensable una profunda autocrítica que permita entender los errores de la izquierda. No solo hay que corregir la dirección del barco, debemos cambiar la forma en que navegamos.

En una guerra de percepción, en la que ya hemos perdido tres pleitos consecutivos, es necesario que el proceso revolucionario se resignifique. En una sociedad totalmente conectada por las redes sociales, celulares, infocentros, donde todos somos opinadores, y las aspiraciones individuales disputan espacio en el imaginario con las grandes causas mundiales, debemos reconstruir los canales y el lenguaje que permitan a nuestra comunicación tocar nuevamente el corazón de las personas, sin descuidarnos de la ardua labor de combatir la mentira y la desinformación. Como dijo Assange, “Si la guerra se inicia con la mentira, la paz puede ser iniciada con la verdad”.

En el campo político es necesario repensar otras nuevas utopías. Debemos reconectarnos con una sociedad que ha cambiado sensiblemente, fruto de los beneficios del propio progresismo. Los transcendentales desafíos de vencer la pobreza y acabar con la desigualdad, se han demostrado insignificantes para una sociedad urbana, capitalista que tiene hambre de consumo y sed de subjetividad. Por parte de ellos no hay gratitud. Deben ser conquistados diariamente como objetivo revolucionario. No hay cómo hacer una revolución a partir de confortables oficinas, carros con aire acondicionado, pelotones de guarda espaldas y viajes en primera clase. Debemos volver a conquistar cada centímetro de las calles, cada esquina, cada vivienda, cada retweet. En este mundo hiper localizado, líquido, veloz y peligrosamente distante de la solidaridad, deben ser construidos los nuevos nodos de sueños casi inalcanzables que nos permitan llegar más allá de lo logrado.

(Tomado del blog del autor)

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  • CUBAMÍA dijo:

    Leyendo todo este artículo y extrído el fragmento que hace referencia a la tergiverzación histórica del capitán américa y Rambo vs vietnamitas y rusos cabe la pena pensar el porque no hemos creado nosotros fenómenos de masas con personajes similares que en una história de ficción relaten una verdad histórica.

    Si llegado al final de toda la linea argumental del atículo se hace referencia al hecho descrito y citado por Assange sobre el hecho de que ...“Si la guerra se inicia con la mentira, la paz puede ser iniciada con la verdad”...

    Es para hoy el trabajo en pos de saciar los sentidos con esta clase de discursos también válidos, no me olvido de Elpidio Valdez y tan solo fué un comienzo que además de no haberse detenido en seguir al menos ofreciendo una entrega cada aÑo de uno o dos cortos para mantener engrasada la máquina; daría aliento a quienes quisiesen aventurarse en creaciones similares.

    La batalla de ideas pasa por este campo elaborado de ensueÑos y metamensajes que sublimen sin faltar a la verdad histórica pero y mas aún evitar el dogmatismo que tanto distorsiona el mensaje del mundo progresista.

    Magnífico hilo de pensamiento y coinsido plenamente con Ud.

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Amauri Chamorro

Amauri Chamorro

Comunicador Social, de la Universidad de Sorocaba, Brasil, Magister en Comunicación Política de la Universidad Autónoma de Barcelona. Más de 20 años de experiencia en diseño, desarrollo e implementación de estrategias comunicacionales junto a gobiernos, partidos y organizaciones sociales progresistas en América Latina. Articulista y panelista invitado de varios medios de comunicación para temas de política. Ha participado de diversos seminarios y conferencias como ponente.

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