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Batas verdes por las mujeres

médico-cubano-ébolaPor Isachi Fernández

Imagine usted la jornada previa a una intervención quirúrgica, la tensión de la (im) paciente, en este caso una candidata a someterse a una histerectomía. Me veo sentada en una de las salas del Hospital América Arias, en La Habana, ante un joven doctor nigeriano que durante una encuesta me pregunta mis inquietudes sobre el futuro paso por el quirófano. "Tranquila, tranquila", espetaba el africano y argüía tal o más cual saber. Era un médico muy comunicativo y entusiasta, y aseguró que él mismo concretaría el proceder prescrito. ¿Cuál es su nombre, doctor?, pregunté, y en puro cubaneo contestó: "Mangón, me llamo Mangón". Agradecí en lo interno la distensión del ambiente, y concluí que fonéticamente es perfectamente adecuado que un africano se llame Mangon Achebe o Mangon Adeyeye.

El bromista resultó ser el Dr. Corner (Sominyai Inain Robert Corner), procedente del sur de Nigeria, de una comunidad dedicada a pescar en el Golfo de Guinea, hijo de una familia de once hermanos de los cuales solo sobreviven cinco. Quiso vincularse de inicio al petróleo, abundante en su tierra, pero ante la precariedad de recursos financieros, matriculó en una escuela de salud, donde se hallaba cuando fue seleccionado para estudiar en Cuba a partir de un convenio entre el entonces presidente Olusegun Obasanjo y las autoridades de la Isla. "Como un cubano más" cumplió misión en Haití tras graduarse y especializarse en Medicina General Integral, y hoy se halla en el último año de Gineco-Obstetricia.

¿Cuál es la situación de la mujer en Nigeria?, le pregunté y esta fue la respuesta: "La gente no se conforma con pocos hijos, es motivo de orgullo tener mucha descendencia, y si son varones la alegría es mayor. Esa mentalidad se ha atenuado algo actualmente, pero aún persiste". Ante mi insistencia en las féminas de su país, el médico ilustró que a su madre, quien murió de un cáncer ginecológico sin atención temprana, su papá (el de ella) le había dicho "no te pago estudios porque tú contraerás matrimonio y te irás de la casa".

Subraya el galeno que hay mucha necesidad de gineco-obstetras allá, primero por la cantidad de partos, además, porque los fibromas son más frecuentes y mayores en mujeres  negras. Por otro lado, las nigerianas tienen muy poca información, y muchas veces cuando buscan remedios, es tarde. "Tendré mucho trabajo en mi país", asegura el médico.

En relación con la sociedad, aprovechó para condenar el llamado "precio de la novia", práctica a razón de la cual un nuevo matrimonio empieza con una deuda para la mujer. Hay mucho sufrimiento en torno a esto porque si el hombre se rehúsa o no puede ofrecer bienes, genera humillación para la novia, explicó, y continuó con detalles sobre las presiones de la comunidad para que el varón aporte las provisiones de rigor, que por demás le otorgan poder. Acotó que el hombre tiene derecho a casarse varias veces lo que no significa abandono para ninguna esposa, y recordó las atenciones recibidas por él de manos de la segunda cónyuge de su padre.

El Dr. Corner no dispone de mucho tiempo, lo veo desplazarse con celeridad hacia una paciente, violar en una charla la barrera interpuesta por una joven que se niega a someterse a una operación a pesar de presentar un embarazo ectópico. "¿Quieres morir?", le pregunta preocupado, y entonces voy atando cabos y recuerdo su comentario anterior: “algunas cubanas suelen ponerse malcriadas". ¿Qué experiencia lo hace levantar esta bandera? "Usted no le pone una mano encima", le vociferó una madre cuando él trataba de atender a una muchacha en urgencias, quizás asustada la señora por la condición de estudiante de Corner, quizás prejuiciada por tratarse de un extranjero y de un negro (el chovinismo y el racismo tienen muchas caras).

Bajo la tutela del profesor cubano Jaime Saavedra transcurrió mi operación sin contratiempos, signada por el acento distintivo que incorporan los médicos cubanos, la cercanía y familiaridad en el trato (hasta le parece a una que la quieren, aunque la cotidianidad nos vuelva a convertir en extraños). Algo de eso llevaba también este médico africano, una nueva referencia para mí porque ya Nigeria no sólo me estará asociada a nuestros ancestros yorubas; a sus cantos y creencias; al dramaturgo Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura; a las niñas raptadas por Boko Harán; a los sanadores tradicionales; a los tambores; a los creativos artesanos; al contraste entre los enjundiosos recursos naturales y la pobreza de su pueblo del cual sabemos poco los cubanos; Nigeria también mañana será las mujeres salvadas por el Dr. Corner, quien lamenta la ausencia allá de un sistema de salud que cubra a todos los sectores, y quien se despide de mí con una frase de acendrada cubanía: "estás campana".