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Sepa quiénes son los grandes capos de la droga y por qué no son perseguidos

obama y la drogaEEUU persigue a todos los narcos del mundo… pero no a los suyos.- Está bien, hablemos de narcotraficantes. Comencemos por una pregunta: ¿Quiénes son los grandes capos estadounidenses de la droga (originarios de ese país y, sobre todo, blanquitos de ojos verdes, digo)… o es que nos vamos a seguir tragando la historia de que todos los mafiosos que operan en EE.UU. son latinos, asiáticos y, si acaso nacieron allá, son medio italianos o notoriamente afrodescendientes?

Otra interrogante: ¿qué altos funcionarios civiles, policiales o militares de Estados Unidos han sido detenidos y condenados por ser cómplices en delitos de tráfico de estupefacientes… o es que nos vamos a seguir comiendo el cuento de que en un país como ese podría ser tan floreciente un negocio ilícito sin complicidad oficial?

Lo de Estados Unidos con el narcotráfico es otra de las tantas hipocresías de este imperio. Lo usa como arma para destruir países, desprestigiar gobiernos, descalificar líderes, desmoralizar movimientos revolucionarios, vilipendiar pueblos y orígenes étnicos enteros. Mientras tanto, tienen entre sus propias manos el más fabuloso mercado de drogas del planeta y sus autoridades nunca proceden contra los grandes narcotraficantes WASP (White Anglo Saxon and Protestant, blancos anglosajones y protestantes) que sin duda operan en esa nación. Tampoco acostumbran pillar a militares, jefes policiales o dirigentes políticos nacidos allá y que haya caído en las redes de este delito. ¿Por qué será?

La visión que presentan ante el mundo es la de un país con autoridades intachables, que luchan contra la perversión llegada de otros lugares del orbe; un país en el que droga es sinónimo de apellidos en español o en algo que parece árabe. Es la dicotomía perfecta para entronizarse en su rol autoasignado de policías y jueces de mundo.

La industria cultural hegemónica hace su trabajo a las mil maravillas: con películas, series y videojuegos refuerzan la idea de que los terribles capos son siempre parecidos a Pancho Villa o a Osama Bin Laden, mientras los catires son los buenos, los que arriesgan sus vidas a nombre de la libertad y las buenas costumbres.

Pero, sabiendo más o menos cómo funciona el mundo, ¿es acaso posible creer que la droga pueda llegar a cualquier lugar del extenso territorio estadounidense (desde las grandes metrópolis hasta los pueblos y suburbios más pequeños) sin que estén involucrados funcionarios federales y de cada estado, condado y localidad? ¿Es razonable creer que una vez que la droga llega a EE.UU., en su distribución nacional dentro de ese enorme país no intervienen delincuentes nacidos allá? ¿Es lógico aceptar que en esos gigantescos negocios, los estadounidenses típicos se conforman con ser jíbaros? ¿Es que acaso no hay carteles encabezados por algún Smith, Brown o Collins, por solo mencionar apellidos comunes en inglés?

Si se busca en Internet la lista de los principales narcotraficantes buscados por el FBI y la DEA solo se encuentran mexicanos, colombianos, un pakistaní y un indio. Es de suponer que dentro de poco colocarán allí también una foto de Diosdado Cabello o de cualquier militar revolucionario venezolano a quien hayan decidido destruir. No aparece ningún estadounidense actual, los únicos medio gringos que salen son Lucky Luciano (famoso capo de otros tiempos) y Bernardo Provenzano (preso desde 2006), ambos con apellidos que evocan a espaguetis y al baile de la tarantela.

Para completar la ignominia, cada año el gobierno imperial emite un informe en el que dictamina qué países combaten el narcotráfico y cuáles lo apoyan. En ese informe, Estados Unidos le saca los trapos sucios al resto del mundo, incluso a los países que no tienen trapos sucios. Y no dice nada de sus propios capos ni de sus propios funcionarios cómplices. ¡Qué nota es ser imperio!

(Tomado de La Iguana Tv)