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The Miami Herald ve las conversaciones EE.UU.-Cuba a través de un lente oscuro

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Banderas de Cuba y Estados Unidos

Parecía que nunca iba a suceder. La idea de que importantes diplomáticos de Cuba y EE.UU. se sentaran como iguales, mesa por medio en La Habana, y realizaran un diálogo civilizado acerca de la reanudación de las relaciones, después de más de cincuenta años, es materia de sueños para muchos –y de pesadilla para los exiliados extremistas.

Durante más de cinco décadas, la política de EE.UU. hacia el gobierno de la Isla apuntaba al cambio de régimen, primero por medios militares (Bahía de Cochinos, Operación Mangosta) y siempre por medio de la estrangulación económica, la subversión y el aislamiento diplomático (con la excepción parcial de la presidencia de Carter). El hecho de que esta política haya sido un completo fracaso ha sido evidente durante mucho tiempo.

Prácticamente toda la comunidad de naciones representadas en Naciones Unidas, incluidos aliados de EE.UU., sabían que era una locura. Muchos altos funcionarios de EE.UU. habían tenido la misma opinión, pero en público se mantuvieron callados a fin de no perder su puesto. Una vez fuera del gobierno, era otra historia.

Hasta un presidente de EE.UU., Bill Clinton, se declaró incapaz de cambiar la política hacia Cuba sin el sello de aprobación de los exiliados de Miami. Por tanto, hizo falta valor para que Barack Obama iniciara este sorprendente cambio de política. También le tomaron a Obama seis años para hacer lo que él siempre supo que era lo correcto: establecer relaciones diplomáticas y pedir al Congreso que terminara con el embargo. Sirve de ayuda que Obama no tenga que ganar más elecciones o preocuparse acerca del impacto político de todo esto en el estado clave de la Florida.

El lobby anticubano resultó que no era invencible, después de todo. Pero hizo falta un contexto muy especial para infligirle una importante derrota. Ciertamente el cabildo era poderoso (pregúntenle a Al Gore) y todavía tiene poder. Con el apoyo del belicoso grupo republicano que ahora controla el Congreso, el lobby se lanzará a la lucha y probablemente tenga éxito en evitar, por el momento, el fin del embargo.

Desde el punto de vista de Miami, uno de los elementos más destacados que rodean las conversaciones es la manera en que fueron presentadas a diferentes públicos en esta ciudad, y el contraste entre el tenor general de la cobertura de los medios en Miami, en comparación que el que dio el resto del país y el mundo entero.

En Miami, parece que el éxito o el fracaso de las conversaciones se juzgan hasta dónde el acercamiento produzca un cambio de régimen por nuevas vías. La cobertura y las opiniones en los medios en español fueron, de manera predecible, hostiles a la idea en sí de las conversaciones. Los dos temas principales son que al hablar con Cuba sin precondiciones, la administración Obama está “traicionado a los exiliados, y que está rindiéndose ante el régimen de Castro”.

Más interesante aún es el enfoque editorial del Miami Herald. Mientras se esfuerza por parecer balanceado y razonable, el editorial del Herald comienza a partir de la suposición que el objetivo de las conversaciones debe ser el de cambio de régimen.

“Cualquiera que creyó que una decisión mutua por parte de Estados Unidos y Cuba para normalizar las relaciones diplomáticas produciría cambios inmediatos debe sentirse decepcionado por los resultados de la primera ronda de las conversaciones cara a cara entre altos diplomáticos de ambos países…

“Las conversaciones de la semana pasada en La Habana, lideradas por la parte norteamericana por la subsecretaria de Estado Roberta Jacobson, no produjeron cambios sustanciales en los temas por los que los norteamericanos, en especial los cubanoamericanos, están más preocupados –a saber, los derechos humanos…”

Dada la historia, ¿quién su sano juicio podría creer que conversaciones acerca de abrir embajadas en las capitales de los países respectivos llevarían inmediatamente al tipo de cambios que el Herald está pidiendo? Demente. Risible. Absurdo. Bienvenidos a la realidad diferenciada de Miami.

El Herald también pone en primer plano el hecho de que la representante norteamericana “puso sobre la mesa el tema de los derechos humanos en Cuba”. De alguna manera, olvidó mencionar que la representante de Cuba contrarrestó poniendo sobre la misma mesa el tema de los derechos humanos en Estados Unidos, incluyendo las recientes muertes a manos de la policía de ciudadanos desarmados, la mayoría negros.

En otra parte del editorial, el Herald declara que “legisladores de EE.UU. que dudan acerca de la prudencia de la decisión de la Casa Blanca debieran exigir que el gobierno cubano ponga en la mesa algo sustancial, antes de acordar eliminar lo que queda del embargo”.

No hay mucha diferencia entre esa exigencia y la política existente durante más de cinco décadas. En otras palabras, no tiene la menor posibilidad, es un callejón sin salida. La misma vieja política fracasada. Si hay algo que el gobierno cubano ha demostrado sistemáticamente en todos estos años es que no cederá ante el chantaje ni entregará su soberanía a cambio de una ganancia económica.

La suposición no dicha e incuestionable que subyace en la posición del Herald es que Estados Unidos tiene la superioridad moral en la relación entre los dos estados. Para que ese fuera el caso, durante las últimas cinco décadas Cuba hubiera tenido que armar una brigada de Panteras Negras y otros revolucionarios norteamericanos para invadir este país, organizar repetidos intentos por asesinar a un presidente de EE.UU., tratar de estrangular económicamente a EE.UU. (incluyendo la interferencia en los negocios norteamericanos con otros países) e intentar aislarlo diplomáticamente. De hecho, ha sido exactamente al revés.

Dado el peculiar lente del Herald, no es de extrañar que el periódico haga hincapié en el desencanto cuando evalúa las recientes conversaciones. Sin embargo, en el mundo de la realidad, el consenso es que, a pesar de diferencias y desacuerdos, las conversaciones en esencia fueron exitosas en lo que se pretendía lograr: avanzar en el proceso de restablecer las relaciones diplomáticas. Y eso, por sí mismo, es algo bueno.

(Tomado de Progreso Semanal)

Se han publicado 5 comentarios



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  • Hugo Andrés Govín Díaz dijo:

    Max: ¿Podría esperarse otra cosa? La "tubería de potaje" se les cerraría con la normalización de las relaciones entre nuestros países. No olvides la cantidad de millones de dólares del contribuyente estadounidense que les llega a estos personajes de la industria de la contrarrevolución en Miami. El diario Herald debe mojarse algo con alguno de esos billeticos....

  • Felipe dijo:

    El Nuevo Herald es un ejemplo evidente de que los medios de comunicación en los EEUU son un fiel reflejo de la ideología de sus dueños y de los representantes del poder en ese país. En este caso se trasmiten a través de este medio las ideas de los más retrogrados círculos políticos de la Florida. Representan a la mafia anticubana y la extrema derecha norteamericana.
    El Herald nos alerta que no será fácil el camino de la normalización de relaciones con los EEUU. ¿Cuando van a permitir la devolución del territorio de la base naval de Guantánamo? ¿Se resignarán a nuestra ideología y nuestro estado socialista a solo 90 millas de sus fronteras? ¿Cuando dejarán de vernos como una fruta apetecible?
    Cuba tendrá que mantenerse en guardia y más aún mientras mayor sea la apertura o aparente buena intención del Imperio o sus más connotados representantes en primer lugar su propio Presidente.

  • EMERY dijo:

    Seguimos entonces en el siglo pero sin las luces,cuando se verá el tunel con la luz

  • Daniel dijo:

    Un cambio sin duda ulguna imprescindible, pero !!! visto en estos dias, es sin duda una nueva escalada en los intentos de agresion y dominio realizados contra nuestro pais por mas de 5 decadas. Aplaudo la sabia y valiente posicion del presidente de EEUU, pero ,llamo a reflexionar en los sucesos y objetivos que impulsan esta nueva contienda, cada cubano debe sentirse alegre, orgulloso, comprometido y parte del problema fundamental que es (continuar y mejorar el resultado de 5 siglos de lucha) conscientes de que es importante relacionarnos con EEUU, pero, no depender de un cambio que nos excede a todos para hacer cosas dia a dia que no dependen de nadie mas que nosotros.
    MUCHAS GRACIAS.

  • Carlos dijo:

    Puro interés monetario está detrás del Lobby anticubano. Ese dinero que se destina a "acciones anticubanas", sobradas pruebas existen de la malversación que hay con esa plata. Inclusive, a la esposa del piloto del avión de derribado en 1996, le fue asignada una suma grande de dinero que le fue "congelado" a Cuba, cuyo dinero claro está no podian acceder directamente esta cúpula, pero después esta señora, fue la financista de reuniones, impresión de libros, etc, de est grupo.. Que ironía al final accedían al dinero, pues esas reuniones no eran de 1 hora, eran de 4 días en la Bahamas, un fin de semana en las Vegas, etc. Esta señora les pagaba el pasaje y todo. Que buena es?? Era la vía de acceder a ese dinero y disfrutarlo a lo grande, pues ellos consideran que se lo merecían por lo que perdieron en Cuba. (La mayoría no tenia nada en Cuba, eran trabajadores normales, pero con posición anticomunista, otros de la policía bastitiana, que lo único que tenían en Cuba era un garrote grande y un revolver para machacar como llamaban "a los comunistas". Otro son hijos de estos personajes, que no saben ni como es Cuba, ni como era, y hablan de libertad, de derechos humanos y ni siquiera han visitado Cuba. Pero bueno, considero que esta imagen de la política de EEUU, hacia Cuba no difiere del pasado, es el Mismo Garrote, que lo están disfrazando para bajarnos el golpe cuando mas confiados estemos. esa es la base del surgimiento de la nacion norteña, no va ha cambiar nunca. No seamos ingenuos que ahora las cosas serán distintas, si lo serán claro, pues el escenario es diferente y parecerá todo distinto, con nuevos discursos, nuevas personas, pero con el mismo deseo de antaño. TENER DOMINIO EN LAS AMERICAS, no es otro.

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Max Castro

Max Castro

Periodista cubano radicado en los Estados Unidos. Columnista del semanario Progreso Semanal.

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