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Apuntes al pie de las notarías

Notaría de Playa

Notaría de Playa. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

Antes de octubre de 2011 no era espléndido el escenario. Inmuebles en mal estado, nóminas incompletas, insuficiencia espacial y por tanto carencia de privacidad, especulaciones, incumplimientos de horarios, desinformación, burocracia, prácticas y procederes erróneos, violaciones de disposiciones… Un mar de desbarros ahogaba, las más de las veces, los trámites notariales de la población aquí en La Habana y, también, en el resto del archipiélago.

Una vez se legisló la compra-venta y donaciones de vehículos (01/10/2011) y la compra-venta y donaciones de viviendas (01/11/2011), una cifra imprecisa pero gigantesca de ciudadanos colmó las notarías para legitimar estas y otras gestiones posibles, a propósito de las decisiones aplicadas para modificar la realidad cubana.

El escenario, entonces, se volvió más turbio. Al menos esa fue nuestra primera sensación luego de conversar con algunas personas urgidas de tramitar distintos derechos y dispares necesidades.

“Si no vengo y compro un turno, más nunca resuelvo. Yo trabajo y si falto me quitan la estimulación, que es en divisa. No puedo estar haciendo colas y rectificando para tener un turno. ¿Cuánto me costó?, a mi cinco CUC, pero sé de personas con más apuro que yo, que han tenido que pagar hasta diez. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer?”, nos dijo, resignada, una mujer que prefirió no identificarse.

Más distante de aquella notaría en Marianao, Herminio Figueredo sí se identificó. El jubilado estaba, “como por quinta vez, creo”, en la del Cerro, pero otra vez no pudo incluirse en el grupo de clientes. “Para que te atiendan, tienes que estar aquí antes de las ocho de la mañana, si llegas después tienes que virar porque no te atienden”, balbuceó.

La joven Yaima Valladares fue nuestra interlocutora en Diez de Octubre. Solo ella accedió a conversar con nosotros, aunque cada una de sus palabras estuvo acompañada por el gesto de asentimiento de quienes no quisieron dar testimonios.

“Lo que puede resolverse en unos minutos, dura horas, días y hasta meses. Hay que dormir aquí para poder entrar y que te atiendan. Pero ni eso basta porque cuando no es un papel, es otro. O falta algo, o está incorrecto un nombre, siempre hay un problema distinto. Y uno se entera ya cuando lleva horas aquí…, por lo que deberá volver y perder otro día de trabajo o tiempo de sueño o lo que sea. La verdad, falta profesionalidad…, estas gestiones son un calvario.”

Salvo contadas excepciones, a donde acudimos en la capital de Cuba es idéntica la desazón. Se suceden, siempre una más tremebunda que la anterior, anécdotas de intentos de estafas, de conatos de peleas y riñas en las colas, de inconformidades con la competencia de los especialistas, de infructuosas esperas e inexplicables demoras y, sobre todo, de dineros y tiempo perdidos.

Y no es muy dispar el contexto en lugares del interior de la nación, aunque en Güines, provincia de Mayabeque, de forma experimental se articuló una unidad de trámites, en las cual se encuentran las oficinas del Registro Civil, de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), de la Oficina de Control para la Distribución de los Abastecimientos (Oficoda), Planificación Física y de la dirección municipal de Vivienda.

Supuestamente, las personas pueden realizar sus formalidades en un espacio relativamente pequeño, sin necesidad de moverse a varios lugares y con la ventaja de poder conciliar y rectificar escrituras en mucho menos tiempo. Ese es el propósito, y se ha logrado a medias. A constar por las opiniones llegadas a Cubadebate, tampoco esta nueva forma de trabajo ha eliminado los turnos, la aglomeración de personas y otras imperfecciones que han contribuido a estigmatizar en el pensamiento popular la idea de tener que hacer un trámite.

Notaria de Playa. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

Licenciada en Derecho y Máster en Derecho de Familia, Mislay Fernández Martín. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

UNA OPINIÓN DESDE LAS NOTARÍAS

Escuchado, leído y expuesto el consabido rosario de opiniones, nos dimos a la tarea de inquirir la opinión de un especialista con el propósito de colocar sobre la mesa dos caras de una misma moneda.

Y preferimos entrevistar a una notaria - joven pero con experiencia en el tema-, a cargo de una de las notarías en Playa, La Habana; a priori, lejos del discurso, digamos preconcebido que pudiera tener un profesional en las botas de un “cuadro de dirección” —esa fue nuestra percepción cuando conversamos con ella.

Se trata de Mislay Fernández Martín, Licenciada en Derecho, Máster en Derecho de Familia, y especialista principal de la Notaría de Tercera y 28, en Playa. Una muchacha que siempre quiso “… ser notaria. Hice mi servicio social en el Tribunal Provincial, pero mi meta fue siempre trabajar en una notaría. Vivo enamorada de mi trabajo y quizás eso es lo que me permite, a pesar de lo difícil que es, seguir ejerciendo este trabajo”.

Advertimos que la población no conoce a cabalidad la labor de un notario, ¿usted tiene la misma consideración?

El notario es un juez de paz. Muchas personas ignoran la complejidad de nuestro trabajo, a veces porque no hemos sido capaces de explicárselo bien. Lo que hacemos es legitimar, darle legalidad, veracidad a documentos. Las personas acuden a nuestro servicio, manifiestan cuál es su voluntad, por ejemplo, hacer un contrato de compra- venta de un inmueble, y con el asesoramiento legal del notario, por medio de una escritura notarial, se formaliza lo que las partes quieren.

Autorizamos muchísimos documentos. El notario —o notaria, la mayoría somos mujeres y jóvenes— es una figura esencial en la vida jurídica de cualquier país y aquí en Cuba hoy, con todos los cambios que ha habido en el modelo económico, se ha convertido en un funcionario esencial, que da fe pública de acuerdos y transacciones.

¿Cambiaron las competencias de las notarías o solo se intensificó el trabajo a propósito de los cambios económicos del país?

No, no cambiaron, pero sí se intensificó el número de clientes y gestiones. A partir de 2011 se comienza a incrementar. Existían, en materia inmobiliaria, una serie de prohibiciones que hacían que estos trámites fueran muy inferiores a los que hoy se hacen en las notarias.

¿Qué trámites se incrementaron?

La compra-venta, donaciones y permutas de viviendas. Las actas de subsanación, que se utilizan para actualizar los títulos de propiedad de los inmuebles —la mayoría de los emitidos antes de 2009 es necesario actualizarlos—, porque les da una seguridad jurídica a los propietarios. Otro es la escritura de autorización (erróneamente se le llama poder) de los padres para actualizar el pasaporte de los menores que lo obtuvieron antes de 2013 o para obtener nuevos pasaportes. Y, también, los poderes especiales, un documento mediante el cual una persona interesada le da facultades a otras para que lo represente en determinados actos (la mayoría de los poderes se hacen relacionado para ser representados en actos de compra venta de viviendas).

¿Cuál es el principal problema que afrontan hoy las notarías para responder a ese incremento?

Son varios los problemas, no se puede jerarquizar uno por encima de los otros. Tenemos dificultades con los inmuebles. Playa es un municipio privilegiado, porque es el único con cuatro notarías y son muy productivas. Aunque no creo que se pueda satisfacer la demanda, aquí antes venían unas diez personas como promedio, ahora son de 35 a 45 diarias más o menos.

Pero si usted va a la Lisa o Marianao, por ejemplo, va a encontrar que hay una sola notaría para todo el municipio (no es un problema solo de la capital, en otras provincias también lo es), donde hay más personas y se realizan más trámites. Y aunque hay gestiones que se pueden hacer en otros municipios, algunas se hacen en el propio municipio. Centro Habana tiene una única notaría y pronto se mudarán de local, pero aún así es insuficiente, en Boyeros ya se abrió una segunda notaría… Pero eso, y la cantidad de notarios, son cuestiones muy difíciles de resolver.

También hay problemas con la cantidad de notarios y la privacidad para realizar nuestro trabajo como es debido.

¿Estaban aptos los notarios para la avalancha de trámites que suponía, y supuso, la aprobación de compra-venta y donaciones de vehículos y viviendas?

Sí, creo que sí… No tengo dudas. Estos problemas, y otros, estaban antes de 2011, algunos se solucionaron, otros no y unos terceros están en camino de solucionarse, pero la calidad del profesional de las notarías siempre ha sido alta, lo era antes y lo es ahora. El notariado es un gremio muy bien visto en el área jurídica por la preparación que tienen los profesionales.

¿Por qué, entonces, persiste el descontento de la población respecto a la demora de los trámites y a irregularidades como la corrección de errores repetidos una y otra vez?

La queja general del público es por la demora, que a veces no se justifica, pero también tiene que ver con el desconocimiento de nuestra función. Cuando usted entra aquí, yo, como notaria, tengo que evacuarle todas sus dudas. Hay quien viene para un trámite, pero hay quien viene para más de uno. El notario en ese sentido es comparable al médico, nunca sabe cuánto se va a demorar con cada persona.

La falta de notarios puede ser una causa, pero no su capacidad o profesionalidad, eso lo aseguro.

Ahora, lo que más atenta contra la celeridad que busca la población es la complejidad de los documentos que nosotros hacemos. Dependemos de otros documentos, que se emiten en otras instituciones en el tiempo establecido por estas y que solo constan para el notario, cuando no tengan absolutamente ningún error.

Estamos en la obligación de revisar minuciosamente todos los documentos, calificarlos, verificar que son auténticos, seguir cada una de las formalidades, sin pasar nada por alto, para evitar falsificaciones, imprecisiones… Todos los notarios tienen que tener en su protocolo documentos auténticos, sin posibilidad de cuestionamiento legal alguno.

Una audiencia notarial dura nunca menos de treinta minutos. Hay personas que se tardan dos horas para la autorización de los documentos.

El notario hace una planificación por día de cuantas personas, ya citadas, va a atender y más o menos de manera aproximada lo que se puede demorar. Pero no es exacto, ningún caso se parece al otro, unos pueden tardar más que otros.

Pueden incrementarse los notarios, los locales, pero quizás la población tiene que entender que el notario nunca va a autorizar documentos en el mismo día, hay una equis cantidad que la ley establece que pueden hacerse en el día, pero la mayoría no se pueden.

Nosotros, aquí, cada día en la apertura de la notaria, a las ocho de la mañana, antes comenzar, le explicamos a la población qué se hace en el día y qué no. Quizás es algo que debiera regularizarse en todas las notarías para ayudar a comprender el trabajo.

Foto: Tomada de Radio Rebelde (Archivo).

Foto: Tomada de Radio Rebelde (Archivo).

¿Están expuestos los notarios a una fiscalización periódica? ¿Hay un programa dispuesto para su superación?

Formar un notario lleva todo un proceso que está previsto en la Ley de Notarias estatales. No es nada improvisado, no puede formarse de manera emergente, siempre ha sido así.

Un notario es un jurista, un licenciado en Derecho, al que se le exige una equis cantidad de tiempo de experiencia, antes de poder presentarse a un examen, al que se presenta cuando las direcciones provinciales convocan. Es así a nivel nacional. El examen se hace en el Ministerio de Justicia, cada provincia crea su tribunal calificador, tiene una parte práctica y otra teórica. Tienen que llegar a una calificación de hasta 85 puntos, de lo contrario no se puede habilitar. Es un examen muy, muy difícil, y a pesar de que hoy se necesitan más notarios, por todos los cambios que han venido, el rigor es cada vez más alto. De alrededor de 150 aspirantes, al final el promedio más menos de aprobados es de seis o siete por convocatoria.

Encima de eso, cada año se nos hacen visitas de control, e incluso visitas sorpresivas de la Dirección Provincial de Justicia y también del ministerio, y se visitan todas las notarias. Se revisa el protocolo de cada notario y se hacen inspecciones muy profundas y rigurosas.

Por tanto, la superación es una necesidad, sucede a diario, además de la capacitación que recibimos.

¿Son idóneas las condiciones de trabajo?

Te digo la verdad, han mejorado muchísimo respecto a antes de 2011, pero no son las idóneas. No tenemos ni almuerzo, ni merienda, lo hemos pedido, pero se nos dice que se está valorando. Y nuestro salario no es alto, además de que tenemos que cumplir con un plan de ingresos (cada documento que actualizamos tiene un arancel). Necesitamos privacidad para el cliente se sienta seguro y nosotros podamos trabajar con mayor celeridad y calidad. Y no lo tenemos la mayoría. Eso ayuda a que el tiempo de estancia en la notaría sea más provechoso. ¿Usted ha visto la notaría de J y 23? Es un salón con los burós de los notarios uno al lado del otro. Así no se debe trabajar.

También influyen los medios informáticos, que aunque son superiores a los que había en 2008, de eso no cabe duda, son insuficientes. Unas notarias tienen más otras tienen menos, pero ese es un problema general. Aquí, por ejemplo, somos tres notarias y tenemos dos impresoras Epson que se demoran… A veces hay diez personas a la vez y es un problema atenderlas como es debido. Y eso es aquí, donde las condiciones son mejores.

El documento notarial se elabora en una hoja especial que tiene un formato con medidas establecidas por la ley y en algún momento hemos tenido dificultades con ese papel, que se llama papel matriz.

¿Pese a todo esto, los comparecientes tienen garantías de que sus documentos notariales están seguros?

Los protocolos, hasta ahora, tienen todas las condiciones para su seguridad. Pero con el paso de los meses, si siguen aumentando, puede que los archivos ya no sean suficientes. Es que han crecido mucho los trámites…

Tratamos de que permanezcan bajo llave, protegidos de cualquier posibilidad de deterioro. El principio, por ley, es que los protocolos permanezcan en la notaría por 20 años, después se trasladan para el archivo provincial y a los 40 años se entregan en el archivo nacional. Hoy no todas las notarías tienen las condiciones para guardar gran cantidad de documentos, ni siquiera lo tiene el archivo provincial. Estamos hablando de documentos que nunca se destruyen, porque nunca pierden su valor legal.

¿Siempre es correcta la disciplina del público que procura sus servicios?

No siempre hay disciplina. Eso depende de los lugares, de las personas, de los trámites, de las necesidades de los comparecientes. Playa no es complejo, otros municipios sí. Y a veces se ha tenido que llamar a la policía.

¿Insinúa que la integridad de un notario puede estar en peligro alguna vez?

¡Si, como no! Lo afirmo, no lo insinúo. Aquí mismo hemos tenido que llamar a la policía. Se formó una discusión entre dos personas y casi agreden a la físicamente a la notaria. Sí, continuamente somos agredidos, sobre todo cuando no dices aquello que ellos quieren oír o exigimos documentos para algunas legalizaciones.

Recientemente fuimos víctimas de unos estafadores que se valían de determinados ardides para apropiarse de la documentación de las personas. Su modus operandi estaba alrededor de la compra venta de viviendas. Estafaban y usaban a los notarios. Estas personas, antes de ser capturadas, estuvieron aquí. Afortunadamente teníamos su foto y llamamos a la policía. Luego supimos que una de las víctimas había sido atendida por una supuesta notaria.

Hay en la población cierta percepción de que los notarios son fáciles de sobornar. ¿Usted que considera?

Las personas buscando hacer un trámite rápido o que no se pueden realizar por errores en la documentación, puede intentar sobornar al notario o a algún personal auxiliar para que le llegue al notario. No estamos ajenos a que esos hechos ocurran, pero yo puedo asegurar, y me atrevo a hacerlo en nombre de los notarios, que los que se dejan sobornar son muy pocos.

Intentar sobornarnos atenta contra la moral del notario y un notario sin moral es como un machetero sin brazos o un cirujano sin vista. Las personas tienen que confiar en nosotros. Una de las exigencias para ser notario es un persona que goce de prestigio moral y credibilidad.

Y le puedo asegurar que la mayoría de los notarios piensan como yo. Porque respetamos y creemos en nuestro trabajo, es que continuamos en las notarías, uno de los lugares, pienso yo, donde más se trabaja en nuestro país.

Vemos como una derrota, cuando una persona sale insatisfecha, pero si vemos caras agradecidas y satisfechas por sus trámites, eso nos reconforta.