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Maduro: una victoria necesaria

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Maduro fue chofer de autobús de la red de transporte público estatal Metrobús en la década de los noventa.

Maduro fue chofer de autobús de la red de transporte público estatal Metrobús en la década de los noventa.

Era fundamental que ganase Nicolás Maduro, y ganó. Pero ganó a duras penas, lo cual exige desentrañar las causas del bajón sufrido por el chavismo y el notable aumento experimentado por la derecha. Fue una victoria que puso en evidencia la endeblez metodológica de las encuestas que de uno y otro lado pronosticaban una holgada victoria del candidato chavista.

Sobre el veredicto de las urnas lo primero que hay que decir es que su desconocimiento por parte de Henrique Capriles no es en modo alguno sorprendente. Es lo que señala para casos como este el manual de procedimientos de la CIA y el Departamento de Estado cuando se trata de deslegitimar a un proceso electoral en un país cuyo gobierno no se somete a los dictados del imperio.

Si bien la distancia entre uno y otro fue muy pequeña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: en las elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del COPEI obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción Democrática. Diferencia: 3.3 por ciento, y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del COPEI, Rafael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2 por ciento de los votos. Diferencia: 0.9 por ciento y asunto concluido.

Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el referendo constitucional del 2007, admitió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50.6 por ciento de los votos contra el 49.3 por ciento del Si a la reforma que él favorecía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del 1 por ciento Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor.

Resultados electorales muy ajustados son más frecuentes de lo que se piensa. En Estados Unidos, sin ir más lejos, en la elección presidencial del 7 de Noviembre del 2000 el candidato demócrata Al Gore se impuso en la votación popular con el 48.4 por ciento de los votos, contra el republicano George W. Bush, quien obtuvo el 47.9 de los sufragios. Como se recordará, una fraudulenta maniobra efectuada en el colegio electoral del estado de Florida -cuyo gobernador era casualmente Jeb Bush, hermano de George W.- obró el milagro de “corregir los errores” en que había caído un sector del electorado de la Florida posibilitando el ascenso de Bush a la Casa Blanca.

En suma, el que perdió ganó, y viceversa: todo un ejemplo de soberanía popular de la democracia estadounidense. En las elecciones presidenciales de 1960 John F. Kennedy, con el 49.7 por ciento de los sufragios, se impuso a Richard Nixon que cosechó el 49.6. La diferencia fue de apenas el 0.1 por ciento, poco más de 100.000 votos sobre un total de unos 69 millones, y el resultado fue aceptado sin chistar. Pero en Venezuela las cosas son diferentes y la derecha grita “fraude” y exige un recuento de cada uno de los votos, cuando ya Maduro accedió a efectuar una auditoría.

Llama la atención, no obstante, la intolerable injerencia del inefable Barack Obama que no dijo ni una palabra cuando le robaron la elección a Al Gore pero encontró tiempo ayer por la tarde para decir, por boca de su vocero, que era “necesario” y “prudente” un recuento de los votos dado el resultado “extremadamente reñido” de las elecciones venezolanas. ¿Admitiría que un gobernante de otro país le dijera lo que tiene que hacer ante las poco transparentes elecciones estadounidenses?

Dicho lo anterior, ¿cómo explicar la fuga de votos experimentada por el chavismo? Por supuesto, no hay una sola causa. Venezuela transitó desde la aparición de la enfermedad de Chávez (8 de Junio de 2011) por un período en donde las energías gubernamentales estuvieron en gran medida dirigidas a enfrentar los inéditos desafíos que tal situación planteaba para un experimento político signado por el desbordante activismo del líder bolivariano y por el hiper presidencialismo del régimen político construido desde 1998.

Esa caracterización en un primer momento molestó a Chávez, pero luego hidalgamente terminó por reconocer que era correcta. Premonitoriamente Fidel le había advertido, ya en el 2001, que debía evitar convertirse “en el alcalde de cada pueblo.” En todo caso, el desconcierto que emanaba de la forzada inactividad de Chávez impactó fuertemente en la gestión de la cosa pública, con el consecuente agravamiento de problemas ya existentes, tales como la inflación, la estampida del dólar, la paralizante burocratización y la inseguridad ciudadana, para no mencionar sino algunos.

Problemas, no está demás recordarlo, a los que se había referido más de una vez el propio Chávez y para enfrentar los cuales había planteado la necesidad del “golpe de timón” anunciado en el primer Consejo de Ministros del nuevo ciclo iniciado luego de la victoria del 7 de Octubre del 2012, durante el cual el líder bolivariano hizo un fuerte llamado a la crítica y la autocrítica, exigiendo a sus colaboradores mejorar radicalmente la eficiencia de ministerios y agencias, fortalecer el poder comunal y desarrollar un sistema nacional de medios públicos como ineludibles prerrequisitos de la construcción del socialismo.

Señalaba en su intervención que “a veces podemos caer en la ilusión de que por llamar a todo “socialista” … uno puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo.” De ahí su fuerte exhortación a fortalecer los consejos comunales, la socialización de la economía, la cultura y el poder. Decía, con razón, que “no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla, rodeadas del mar del capitalismo, porque se las traga el mar.”

Pero junto a estos problemas de la gestión estatal hubo otros factores que también contribuyeron a la creación de un malestar social y un malhumor público: la derecha y el imperialismo trabajaron activamente, como lo hicieran en el Chile de Salvador Allende, para sabotear el funcionamiento de la economía y exasperar el ánimo de la población mediante el metódico desabastecimiento de productos esenciales, los cortes de energía eléctrica, la sospechosa actividad de grupos de paramilitares sembrando el terror en los barrios populares y la persistente campaña de denuncias y agravios en contra de Maduro vehiculizadas y agigantadas por su enorme gravitación en el manejo de los medios de comunicación de masas, facilitando así la deserción de un numeroso contingente de votantes.

La Revolución Bolivariana enfrenta una situación delicada pero que está lejos de ser desesperante o provocar la caída en un angustioso pesimismo. El desfachatado entrometimiento de Washington refleja su urgencia para acabar con la pesadilla chavista “ahora o nunca”, consciente de que se trata de una situación pasajera. Ante esto Maduro como presidente tiene que responder con serena firmeza, evitando caer en las previsibles provocaciones que le tiendan sus enemigos.

Es innegable que tiene ante sí una sociedad partida al medio, donde la derecha por primera vez demuestra tener la capacidad para encuadrar y movilizar, al menos en el día de las elecciones, al 50 por ciento del electorado. Recuperar el predominio en ese terreno no es imposible, pero dependerá menos de la radicalidad de los discursos del oficialismo que de la profundidad y eficiencia de las políticas concretas que adopte Miraflores; dependerá, en suma, de la calidad de la gestión gubernamental para enfrentar los principales problemas que agobian a la población, tema sobre el cual Maduro insistió sensatamente en su discurso de anteanoche. No habría que subestimar, en este cuadro, el hecho de que hasta el 2016 la Asamblea Nacional tendrá una holgada mayoría chavista (95 sobre 165) y que el nuevo presidente contará con el apoyo de 20 de los 23 gobernadores de la República Bolivariana.

La correlación de fuerzas, por lo tanto, sigue mostrando un claro predominio del chavismo, y la respuesta de numerosos gobiernos de la región y de fuera de ella -como China y Rusia, entre otros- agrega un importante reaseguro para la necesaria gobernabilidad y para avanzar en el impostergable cumplimiento del testamente político de Chávez, el ya aludido “golpe de timón.” Estamos seguros que el bravo pueblo venezolano estará a la altura de las circunstancias y de los retos que plantea la actual coyuntura.

 

Se han publicado 5 comentarios



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  • Leonidas Chávez Burgos dijo:

    La derecha venezolana usó muy bien la estrategia de Chávez: "Lucha, Batalla y Victoria" y planteó la lucha electoral como una verdadera batalla, mientras los dirigentes chavistas hablaban de la "fiesta electoral democrática", en un contexto de lucha política democrática pero que igualmente era de luchas de clases exacerbada al máximo por la revolución.

  • Armando dijo:

    Hay que radicalizar la construcción socialista, intensificar la lucha de clases en el período de tránsito, sobrepasar el bombardeo mediático, elevar la política a nivel de arte para sumar y convencer a indecisos y confundidos a través de una ejecución gubernamental eficiente y su efectiva divulgación.
    La libertad de prensa y expresión son conceptos manipulados que obran en favor del capitalismo mundial. La glasnot fue una ingenuidad ridícula.
    ¿Quién permite que se hable mal de uno en su propia casa?
    Hay que plantearle la guerra a los canales de televisión privados usando la Constitución y las Leyes. Encausarlos (lo mismo que a Capriles), demandarlos, arruinarlos, confiscarlos y nacionalizarlos.
    Se ha sido demasiado paciente y benévolo con ese partido político-mediático fascista-golpista.
    Adelante, Bravo pueblo. Tú eres invencible. Te asiste la razón, la verdad y la dicha de la libertad plena, la igualdad y la justicia que has ganado con tu sangre y tu sacrificio.
    Gloria a los caídos!!
    Viva Chávez!
    Patria socialista o Muerte
    Venceremos!!

  • Yolanda Millán dijo:

    Porfavor no tiene compartir...

  • Yolanda Millán dijo:

    Muy cierto el comentario de Leonidas. Un opositor me comentaba que era como la cuenta bancaria de un padre, dejada a su hijo con la finalidad de mantenerla o incrementarla. Esta afirmación deja para la reflexión lo de la fiesta electoral y no la batalla como llamaba Chávez cada contienda (militar al fin) democratica donde participaba. Bueno Capriles no es militar y se la copio. Es claro tambien que tiene 2 años en campaña electoral. Pero tenemos que cuidar nuestra revolución con más resultados,eficiencia, invitar a mas participación y hacerles ver a las personas vulnerables, snobistas, come cuentos, con fantasias que lo que hemos logrado le costo la vida al Comandante. Producir.Producir y producir, trabajo y mas trabajo debe ser la consigna.!!!

  • Los jóvenes revolucionarios de Cuba dijo:

    La Habana, 16 de abril del 2013

    Nosotros, los jóvenes revolucionarios cubanos a solo unas semanas de la despedida hacia la inmortalidad del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías; prócer de la segunda independencia de América Latina y del Caribe, heredero de la tradición de victoria enarbolada por Fidel y la Revolución cubana el primero de enero de 1959, expresamos:
    Que las manifestaciones de golpismo en la hermana República Bolivariana de Venezuela violatorias de la constitucionalidad, del estado de derecho, de la justicia y de la equidad, constituyen un llamado de combate para nuestra militancia, que está en plena disposición de responder como la historia exige a la Angola de nuestra generación. Si a 200 años de la primera independencia de “Nuestra América” no es respetada la voluntad del pueblo venezolano, correrá una vez más sin flaquear sangre cubana por la tierra del Libertador.

    Los jóvenes revolucionarios de hoy

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Atilio Borón

Atilio Borón

Economista y periodista argentino, quien dirigió Clacso.

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