- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Cuba, 1961 y la poesía de la historia

catherine-murphy1Por Annery Rivera Velasco

La historia, esa compleja urdimbre que tejen los hombres y el tiempo, deja invariablemente estampadas a su paso las profundas coordenadas de la vida y el futuro. Sobrevive en la memoria y en el actuar cotidiano de sus protagonistas; los reconforma y es construida por ellos. Porque la historia de un continente, un país o un pueblo es más que el testimonio de gestas bélicas y políticas. Es también el recuento de la pasión humana. Es el latido de la vida y la voluntad de los seres que a ella se entregan. Pero la historia puede ser también la expresión poética del tiempo. Puede renacer en la mirada borrosa de quien voltea los ojos al pasado y confiesa su orgullo en una sonrisa o una lágrima. La historia resemantiza el presente y, como una gran Maestra, advierte y proyecta los avatares del porvenir.

El arte, en este caso cinematográfico, entre sus múltiples motivaciones también acoge los preceptos del decursar histórico y se encuentra permanentemente condicionado por ellos. Cuba no ha estado exenta de esta manifestación estética de la historia, de hecho, es una máxima que ha marcado la producción artística nacional desde sus inicios. Por esta razón, cuando de arte e historia se trate, es menester hablar de Cuba, 1961, un documental que, aunque muy joven, es ya imprescindible para la cinematografía de este país.

Cuba, 1961, filme que recoge un período fundacional de la historia patria, propone una mirada otra sobre esa proeza del amor, llevada a cabo por 100 mil adolescentes cubanos, que fue la Campaña de Alfabetización. Su directora, la cineasta norteamericana Catherine Murphy, ha sabido reflejar, a través de los testimonios de algunos de sus principales gestores, las motivaciones y la entrega profunda de aquellos jóvenes arriesgados. Es Cuba, 1961 un documental cargado de emociones, reflexión y respuestas a preguntas formuladas hace mucho.

Pudo ser otra entrega más con sabor épico y moralizante; sin embargo, a través de una visualidad cuidada, de un empleo explosivo del sonido y los recursos del audiovisual -la selección musical no pudo ser más feliz‒, de un uso preciso y comedido de los materiales de archivo, siempre en función de la estética inicial del filme en apoyatura a su fin último, logró un tratamiento de la historia diferente, artístico y valioso. No es desconocido el mal uso de que es víctima la historia en diversos planos de la vida y el arte, lo cual la desgasta y tergiversa, evitando así su conocimiento y disfrute completo y espontáneo por parte de los que vivimos el presente.

El filme de Catherine Murphy demuestra una comprensión y una sensibilidad tremendas de las raíces cubanas, de nuestros impulsos y evoluciones. Ya venía ocupándose de la temática alfabetizadora desde las versiones predecesoras de 9 y 30 minutos de Maestra. Ahora, con Cuba, 1961 nos regala un filme que ha quedado para la memoria documental cubana como testimonio de una época difícil de entender en su totalidad, por lo frenético e increíble del contexto. Es un logro muy significativo, si tenemos en cuenta que hasta la fecha no se había realizado un trabajo tan serio, profundo y abarcador sobre la Campaña de Alfabetización.

Pero esta predisposición a comprender lo cubano no es gratuita en la joven cineasta estadounidense. Sus orígenes son en parte cubanos y su conexión con la Isla viene desde la más temprana adolescencia, cuando quiso conocer la tierra donde su tía abuela había nacido. Desde entonces, se ha convertido en una relevante personalidad, muy conocida por nuestros intelectuales debido a su inmenso talento, su simpatía conmovedora y su virtud altruista.

Si la razón de ser de un artista es, fundamentalmente, mover emociones y expectativas, Catherine lo ha conseguido con creces. Ha despertado también el orgullo, la admiración y el agradecimiento.

(Tomado de Cubanow)