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Zaida del Río: "Tengo la calma para ver salir las estrellas"

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Zaida del Río y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

Zaida del Río y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, este programa semanal que intentamos llevar a ustedes, desde aquí, desde el corazón de La Habana, en Prado y Trocadero, barrio de Lezama Lima, en los legendarios Estudios de Sonido del ICAIC.

Hoy, tenemos esta noche con nosotros a una bella mujer, extraordinaria pintora, ceramista, escritora, grabadora. Ella en realidad logró hacer todo y tiene la suerte de hacerlo todo bien. Mi querida, adorada amiga, Zaida del Río. Bienvenida, Zaida.

Zaida. Gracias, cariño

Amaury. Muchas gracias por aceptar mi invitación.

Zaida. Sabes que te quiero.

Amaury. ¡Que bonita estás!

Zaida. Muchísimas gracias, lo mismo podría decir de ti.

Amaury. Reynaldo González escribió de ti esta sentencia: "Dichoso el país que cuenta con una artista como Zaida del Río". ¿Qué sientes cuando se dicen cosas tan tremendas como esa?

Zaida. Bueno, normalmente no las espero, porque uno vive siempre y, a ti te debe pasar también, ajeno a todas esas cosas bellas que se dicen de uno, producto de la obra, de los años que uno lleva trabajando, de la gente viendo los ires y venires de la vida.

Yo me siento muy feliz de que en mi propio país sea reconocida, que es lo más importante. Seré reconocida en el mundo, pero siempre me importó mucho que me reconocieran aquí, donde he decidido estar y donde siempre digo que he recibido todo lo que tengo por dentro y que aporto, ¿no? Es decir, lo que dijo Reynaldo, lo que me acabas de decir tú, todo eso para mí es grato, maravilloso y es un gran tesoro.

Amaury. En un poema tuyo que encontré, lo encontré en Internet, en realidad, dices que tú vives en "mundos indefinidos". Sin embargo tú trabajas con líneas, que son mundos bien definidos. ¿Cómo yo podría interpretar eso?

Zaida. Eso son metáforas, cosas mías. Yo le llamo mundo indefinido al momento extrañísimo y mágico que es cuando se va la noche y llega el día, eso es para mí el mundo indefinido. La indefinición de la neblina, de la niebla. Para mí el mundo indefinido es el cambio de una hora hacia otra.

Amaury. ¿El crepúsculo te gusta?

Zaida. El crepúsculo, pero también el amanecer y eso es a lo que yo le llamo mundos indefinidos, porque en esos mundos, como que mi espíritu es ingrávido, no existe. Pero claro, mi obra es definida, como has dicho, básicamente lineal, de línea fuerte, de colores fuertes. No tengo claros oscuros como otros artistas, como aguadas, es decir, pasé por esas etapas en otros momentos. Yo soy muy definida en mis cosas, en lo que escribo, en lo que hablo, en mi vida, muy segura, pero cuando hablé de mundos indefinidos, hablé de eso, de la indefinición esa de la atmósfera, de cuando va a salir una estrella. Tengo la calma y el tiempo para ver salir las estrellas. Y a eso fue a lo que me refería cuando decía mundos indefinidos.

Amaury. Yo tengo un cuadro tuyo que es un dibujo, uno de los primeros cuadros, cuando nos conocimos en el año 74 ó 75, que es un cuadro que todo el mundo se disputa en mi casa, es un dibujo a plumilla, un gorrión mirándose en un espejo que está bordado de flores y troncos y ramas. Tú dibujabas mucho y ya no dibujas tanto. ¿Por qué?

Zaida. Sí, yo sí dibujo, y dibujo menos que antes, porque pasó algo con el mercado, pasó algo que se quería tela todo el tiempo y cuando empecé a trabajar la tela le cogí el gusto y ahora me gusta pintar en tela. Pero indudablemente siempre lo diré, que yo soy eminentemente dibujante, y ¿qué pasa?, que en aquellos tiempos le tenía miedo a la tela; ya no me pasa eso y ya yo hago con la tela lo que quiero. Pero siempre en una tela mía, por más colores que tenga, por más cosas que tenga, se ve detrás un dibujo que es lo que es el fuerte mío.

Es decir, la dibujante, la definición esa de la forma, de conocer la forma. Una figura humana la puedo desdibujar, pero yo sé el esqueleto, yo sé de todos los músculos, yo sé cómo va y, o la desdibujo o la hago como yo quiera. Es un juego del pintor.

Amaury. Es como aquello de Picasso, "El ensayo para un toro", ¿no?

Zaida. Sí, sí.

Amaury. Bueno, ¿Por qué todo el mundo dice Zaida, la guajira de Remedios? Tú no naciste en Remedios

Zaida. No, no, yo nací en un campo que se llama Guadalupe, precioso, maravilloso, precioso, precioso, porque era un lugar que todo el mundo era muy bueno, no había personas malas. Toda mi familia vivía allí, exactamente toda, teníamos guayabales, aguacates, todas las frutas habidas y por haber que ya ahora casi ni la gente las conoce; canistel, marañones.

Amaury. Caimito.

Zaida. Caimito, por ahí, todo, flores. Mi papá tenía colecciones de orquídeas. El río se llama Aguas azules. Podías caminar; tenía caballos, bañaba a los caballos de la gente de allí, de los guajiros, iba al río a bañarlos. Arroyuelos, ojos de agua. Es un lugar precioso y sigue siendo, ya hace muchos años que yo me fui primero y después mis padres. Pero siempre me queda algún pariente por allá y de tiempo en tiempo voy.

Eso está exactamente a 9 kilómetros de Zulueta, como a 5 kilómetros de Remedios, como 10 kilómetros de Camajuaní, y en el medio de esos pueblecitos está Guadalupe, que es una finca que fue siempre de caña y también de árboles, hay bosques, hay venados.

Amaury. Sí, otro mundo indefinido.

Zaida. Otro mundo, pero que fue el mundo de mi infancia, porque -¿cómo decirte?-, ir al pueblo, yo iba al pueblo solamente cuando iba al dentista o al médico.

Amaury. Y esa libertad que proporciona un campo como el que tú me estás describiendo, ¿qué huellas dejó en esta Zaida sensual, esotérica, esta persona tan vistosa que tú eres para los demás, para los que te conocen? Eso es un origen que viene de aquella libertad, ¿tú sigues siendo aquella misma, hoy, la mujer libre que fuiste cuando eras una niña?

Zaida. Sí, sí. Yo tuve una libertad grande en mi familia. Mi mamá era una mujer, y sigue siendo, una mujer preciosa con sus 82 años. Mis primas eran hermosas, bellas, pero a lo Ingrid Bergman, una cosa así. Todo era belleza, los hombres eran bonitos, mis hermanos, con ojos azules; mi abuela con los ojos azules, trigueña, el pelo muy largo. Las camas eran de hierro, los pisos eran de tierra, bohíos, pero todo era bello, hermoso, delicado, se comía con vajilla de plata, porque veníamos de Islas Canarias; es decir, mis abuelos.

Hay una herencia de finura, con el paso de la vida, a mí me gusta vestirme elegante y eso, porque soy coqueta, pero yo tuve, para jugar a las casitas, yo jugué con mantones de Manila, yo jugué con joyas, y todo eso se perdió, se perdió.

Yo jugué a las casitas con copas de Bacarat, porque venían en los baúles aquellos de Islas Canarias de mis abuelos y mis bisabuelos que se asentaron en aquel campo, y, aunque era un bohío, los manteles, eran, no sé..., el delantal de mi abuela, con el que cocinaba, era deshilado... Yo estaba rodeada de belleza. ¿Qué pasa? Que como en ese campo no había peligro, ni creo que lo haya ahora todavía, éramos libres, íbamos a la escuela que quedaba enfrente, no nos quedaba lejos, habíaotros niños, sí, que vivían lejos del bateicito, porque era un bateicito.

Pero como vivía enfrente, yo no tenía grandes obligaciones: ir a la escuela y trabajaba con mi papá en el campo, porque soy la mayor de mis hermanos y a mí me dieron a escoger: o trabajar en la casa, aprender las labores de la casa o trabajar con mi papá en el campo. Mi papá es un hombre increíblemente simpático, maravilloso y yo escogí ir con mi papá a sembrar maíz, a sembrar de todo y por eso yo también aprendí mucho de las estaciones, de en qué momento es el maíz, las distintas cosas, como la caña. Aprendí todo eso. Y aprendí mucho con él también de los cambios de los astros, de en qué momento se siembra algo, la recogida de los frijoles. Después aquellas noches estrelladas, porque no hay luz eléctrica, aún.

Amaury. Ah, todavía no,

Zaida. Todavía no hay luz eléctrica, ni la hubo nunca, ni yo vi televisión cuando era niña ni nada, ni muñequitos ni nada de eso. Entonces todo eso era de una gran sensualidad. Y como era un lugar en que podías caminar, y caminar, montarte en un caballo. Yo lo digo y parece mentira, porque como está la costa de Caibarién cerca, a 5 kilómetros, de pronto ahí había patos de la Florida, había aves rosadas, había venaditos ahí tomando agua, que salían corriendo, por supuesto. Pero bueno, era un paraíso.

Amaury. ¿Y cómo eran las noches entonces ahí?

Zaida. Se hacían guateques, porque también la gente allí es muy alegre y aquí también todo el mundo sabe que yo cantaba en un conjunto guajiro y todo eso cuando era chiquita, pero, cómo decir, nosotros dormíamos con las ventanas y las puertas abiertas, corazón, se dormía con las puertas abiertas. No hacía falta ventilador, entraba la brisa natural.

Amaury. ¿Y cuándo fue que se te ocurrió empezar a pintar?

Zaida. Yo creo que desde que nací. Cuando llovía, que se hacían unos grandes fangueros, yo cogía un machete y hacía unas obras que era todo el camino real, la cabeza empezaba en una punta y terminaba en la otra, entonces los campesinos allí me respetaban, pasaban por al lado y decían: ¡qué lindo pinta la niña! Y no me estropeaban el dibujo. Después ya en la escuela venían los muchachos a darme libretas y libretas, porque yo me pasaba los sábados y domingos haciéndoles dibujos.

Amaury. ¿Y en qué año saliste de Guadalupe para aquí, para La Habana?

Zaida. En el 67.

Amaury. O sea, tenías.

Zaida. 12 años.

Amaury. 12 años, eras una niña.

Zaida. En el 67 La Habana era imposible para mí en aquel tiempo. Ni soñar con venir a La Habana, Instructores de Arte, eso no llegó allí donde yo vivía, no existía.

Amaury. ¿No llegó ninguna convocatoria?

Zaida. No, no, allí llegó Minas del Frío y enfermería. Y mi papá en esos días de arar la siembra, me llamó muy seriamente, en un atardecer precioso. Siempre me recuerdo de San Isidro Labrador y entonces me dijo: tú eres muy inteligente y yo soy un hombre pobre, no tengo nada que ofrecerte. Tú tienes que estudiar cualquier cosa, no me importa qué estudies, y no te puedes -como se decía antes-, rajar, porque tú eres la mayor, te necesito, pero eres muy inteligente y aquí lo que te espera es tener a los 30 años seis muchachos, no tener dientes y que te dejen por una jovencita.

Y yo dije: ¡Ay no! Me voy a estudiar, maestra, cualquier cosa, pero tengo la suerte de que abren las escuelas en las provincias en el 67, que en aquel tiempo era Las Villas, y por eso voy a Cienfuegos tres años becada y luego a Cubanacán.

Amaury. ¿Y cuándo se despierta Zaida, es una pregunta un poco morbosa, ya lo sé, a la sexualidad?

Zaida. No, a mí el morbo me encanta.

Amaury. No, pero quiero decir, es una pregunta un poco rara, pero yo quiero que la gente sepa de dónde sale todo.

Zaida. Es interesante, yo tuve mi primer novio en el campo, dulce, así como en una telenovela. Me dejó por una prima mía que era rubia y que ya estaba más desarrollada que yo, porque yo a los 12 años era un fideo, pero ella estaba desarrollada, esa fue la historia, una historia muy triste. Había un circo, y cuando veo, me los encuentro besándose y le dije: no me mires nunca más la cara y nunca más lo miré. Me fui para la beca y nadie me convenía, porque yo venía de hombres, vamos a decir que rudos, quizás, pero dulces al mismo tiempo.

Y en la beca, con el perdón de ellos que son muy lindos todos mis compañeros y mis colegas, para mí eran muchachos bobos, porque a mí no se me enamoraba con los "Fórmula V", ni nada de eso. A mí había, que no sé, había que hacer una prueba importante, montar a caballo y no pelarse. Había que caminar 13 kilómetros a pie hasta mi casa.

Amaury. Sí, tener resistencia.

Zaida. Había que tener una resistencia. Entonces por esa razón pasaron muchos años y tuve mis noviecitos y mis cosas y entonces, increíblemente fui virgen hasta los 19 años.

Amaury. ¡Nooo!

Zaida. Sí, porque entonces fue que ya estaba demasiado vieja para estar virgen, ¿no? y ya me tenían en Cubanacán, ya se hacían reuniones y todo eso. Y de allá para acá, pues todo lo que me ha gustado.

Amaury. Haces bien, has hecho bien, eso es saludable.

Zaida. Y lo que me ha gustado, lo que me ha gustado, lo he disfrutado, siempre he sido feliz en el amor, en el sentido de que he hecho el amor por placer, por felicidad, por amar.

Amaury. Y llegas a la ENA (Escuela Nacional de Artes), en esa época nos conocimos, y yo siempre oía decir: Zaida es la muchacha que pinta desnuda. Te gustaba abrir las ventanas del albergue y pintar desnuda. Ya en esa época no eras un fleco, no eras delgadita.

Zaida. No, no, ya estaba preciosa.

Amaury. Eras una mujer muy impresionante, y además, te dejaban sin pase constantemente. ¿Por qué te dejaban sin pase?

Zaida. Porque me escapaba a bailar en el Náutico, a bailar casino, porque empezaban las ruedas de casino y siempre yo me escapaba a bailar casino, porque me encanta bailar, todo el mundo lo sabe, y en aquel tiempo estaba empezando el casino, ni soñar con los casinos de ahora, ni las vueltas de ahora, pero yo iba para la playa, me escapaba, y me dejaban sin pase.

Pero yo tranquila, porque Cubanacán es un lugar precioso, era el Country Club de La Habana, ¿a mí qué? De todas maneras yo me ponía... cuando la cosa está mala, que se me cierran los caminos, yo me pongo a pintar. Y entonces yo no sufro, ¿cuál es la cosa? Si yo estaba pintando. Ahora, no es que yo pintara desnuda, yo pintaba en blumers, porque había mucho calor y como yo pintaba por la madrugada nadie me veía, pero yo tuve un problema serio en aquel tiempo en la beca, porque me hacen una reunión con una amiga que murió, Berta Arencibia, las dos nos poníamos a trabajar la noche entera, pero es que todo el mundo andaba en blumers en el albergue, no era yo sola, porque había mucho calor. No había nadie, nadie nos veía. No estábamos a puertas abiertas así, no era eso. Y yo quedé como, y además, como era con Betty, como si yo fuera gay, que no era gay ni nada de eso. Betty estaba haciendo sus esculturas y yo pintando. Porque te repito, eso no era a ventanas abiertas, ni nadie estaba mirando.

Amaury. La gente exagera, la gente exagera.

Zaida. Siempre hay una exageración y conmigo más. Conmigo hay exageración, porque yo comprendo que debe ser difícil aceptar por la sociedad a una persona tan libre como yo. Eso es difícil de aceptar, entonces se exagera. Pero no, de ahí salieron esos dibujos preciosos, maravillosos, aquellos guajiritos lindos, que tú tienes uno, creo que en azul.

Amaury. Yo tengo, yo tengo, de los azules.

Zaida. Entonces ¿Qué importancia tiene cualquier cosa si yo estaba haciendo unas obras que jamás voy a volver a hacer?Eran mis obras de los 19 años, con unas transparencias, con unos guajiros, con unos rostros super dulces, era... Yo no podía parar de pintar y pintaba de seis de la tarde a seis de la mañana y de ahí seguía para la escuela de artes, a mis clases, a mis cosas; que además, yo nunca desaprobé nada, yo no repetí años, ni esas cosas.

Amaury. ¿Tú suscribes aquel punto de vista de Nicolás Guillén -decía, y a mí me lo dijo personalmente varias veces-: "El que no ha hecho su gran obra a los veinte años, ya no la va a hacer"?

Zaida. No, yo respeto las opiniones de todo el mundo, pero yo no creo eso. Inclusive,  a muchas personas, a los 70, es cuando se le despierta aquello, ¿no?. Yo no creo, incluso, yo pienso...

Amaury. ...¿Cuándo tú dices "se le despierta aquello", a qué te estás refiriendo?

Zaida. A la musa, a la idea, hay quién vivió equivocado quizás. Vamos a decir, no sé, fue maestro de secundaria y de pronto, retirado se da cuenta de que puede hacer música, o que puede hacer algo. Y si sale ¿por qué no? Yo creo que no hay edad para la creación.

Amaury. Tú eres muy regalona de cuadros.

Zaida. Era, era, era.

Amaury. ¿Eras? Bueno, no sé hasta dónde eras, porque el último cuadro que tengo tuyo me lo regalaste hace como cinco años.

Zaida. Pero es que, pero vaya, vaya.

Amaury. No, pero fíjate que es bien curioso, porque algunos marchantes de arte, algunos managers de artistas, tienen la tendencia a decir, como si fuera prácticamente un postulado, que los pintores que regalan mucho, se subvaloran, que pierde valor su obra, ¿Qué te parece eso?

Zaida. Mira, no se debe regalar la obra, pero yo he regalado muchas obras que la gente después coge y las vende más atrás. Yo creo que uno no debe regalar tanto, uno regala su amor, pero yo no puedo dejar de regalarle a ciertas personas; como a ti y a Petí, que la quiero.

Es decir, hay personas a quienes yo no les puedo dejar de regalar, pero es que perdonen, que hay que hablar de todo, es que yo vivía en un cuarto, en una cuartería en Centro Habana, yo no tenía dónde guardar las cosas, se me estaban echando a perder y todo eso un algún día saldrá, la gente tiene las cosas, pero es que yo tengo más... "Yo tengo más en mi casa" (risas). Yo tengo los trípticos, yo tengo las mujeres y ahora sí, ya yo no regalo tanto, o regalo una cosita de pronto, ¿no?

Hasta una cosita ya es un regalo, pero en aquel tiempo no me importaba, porque yo no deseaba poseer nada. Yo nada más que quería ser feliz, vivir. No tenía ese sentido de la vida, como ahora que tengo un hijo que es un hombre.

Que hay una obra, tengo una responsabilidad, que me gusta, sí, normalmente beber el buen vino, tomar el buen café, me gusta ayudar, ayudo mucho. Ahora más bien regalo dinero o perfumes y no regalo la obra, porque... A veces me pinto los labios y regalo un beso.

Amaury. Esa está buena.

Zaida. Sí, es una huella.

Amaury. Sí.

Zaida. Porque la boca no es cualquier boca.

Amaury. ¿Qué maestros tuviste en la ENA?

Zaida. Bueno, tuve la primera generación de graduados, Tomás Sánchez, en litografía y después Luis Miguel Valdés; Nelson Domínguez, mi profesor de pintura; Ernesto García Peña, mi profesor de dibujo; tuve a Vidal, de pintura; tuve a López Oliva, en algunos momentos en Historia del Arte. Tengo el mejor recuerdo, todavía se me olvida alguno, pero...

Amaury. ¿Y cuáles de ellos todavía ahora son tus amigos?

Zaida. Todos.

Amaury. Todos son tus amigos.

Zaida. Todos son mis amigos. Yo con Tomás, además a los dos nos gusta la onda hindú. Él, en un camino, y yo, en otro. A Ernesto, lo adoro.

Amaury. Es muy dulce.

Zaida. Adoración, mi cielo. Nelson es mi amigo querido. Nelson me enseñó a todo ese trabajo, a esa experimentación, eso que es Nelson así.  Y Luis Miguel, encantador, está en México. Y por ahí, todos son mis amigos. Además yo no tengo ningún recuerdo triste de Cubanacán, hasta las anécdotas esas que dicen, que yo...

Amaury. ...Que salías desnuda.

Zaida. No, pero que yo me morí de pena, porque ellos me botaron de la escuela, y yo les dije que me pusieran cualquier castigo, pero que yo no podía aparecerme a dónde estaba ese hombre cortando caña a las tres de la mañana, botada de la escuela, y no me botaron, me dejaron un año sin pase. Pero yo no guardo malos recuerdos de eso, si el Chino León estaba también sin pase un año y una pila de gente, nos tirábamos en unas yaguas los domingos. Había que firmar cada una hora, no te podías escapar, había que firmar cada una hora. Pero yo no tengo malos recuerdos.

Amaury. Hablaste hace un rato de tu hijo, de tu hijo Cristian, a quien yo prácticamente vi nacer. Sin embargo, en ese poema a que te hago referencia, de ese autorretrato tuyo, tú dices que te hubiera gustado tenerlo ahora y lo tuviste muy joven. ¿Por qué haces ese señalamiento si tu hijo y tú son como hermanos?

Zaida. Sí, pero es que yo no le pude dar la educación que hubiera querido, porque yo tenía 24 años. Mira, 24 años, divorciada, en Santa Clara, vengo para una cuartería sola, trabajo en Santiago de las Vegas; en la 76, en una guagua con el niño cargado, a las cinco de la mañana.

Amaury. ¿Era cuando estabas en el taller de cerámica, no?

Zaida. Cinco años. El niño de dos años dormido en un hombro. Viene el Mariel, el padre se va. Y en el otro hombro, la leche, las cosas del niño. Entonces yo estaba cansada, agotada, no daba más. Lo dormía a las 8 y dibujaba toda la noche porque esta mente no puede estar parada. Entonces, yo lamento no haberle podido dar la educación que se merecía, pero bueno, ya todo se arregló entre nosotros.

Amaury. Pero si él es un extraordinario artista plástico también. Él es un pintor ya empezando a ser cotizado. ¿Pintan juntos ustedes a veces, o no?

Zaida. A veces hemos hecho algunas cosas, pero él y yo llevamos vidas independientes.

Amaury. Sí, pero ¿tú le das algún consejo?

Zaida. No sirvo para eso, porque para mí, como lo adoro, para mí todo lo que hace está bien hecho y le digo: hijo, pídeselo a otra gente. Porque para mí yo creo que él es un gran artista, está haciendo una obra muy personal y muy importante; no tiene nada que ver con la mía, y va bien. Cristian es un muchacho muy equilibrado. Cristian es un muchacho que la gente lo quiere mucho porque es muy dulce y no tiene los prontos que tengo yo. Yo de pronto tengo un pronto, te digo una cosa que cae mal. Yo hubiera querido ser un poquito más mamá, más estable, es que no podía, era imposible.

Amaury. ¿A qué tú le atribuyes que, por lo menos hasta que llegó Zaida del Río, había tan pocas mujeres pintoras llegando a los planos importantes de los hombres? Amelia, estaba a nivel de Portocarrero, por supuesto, y de Mariano y de Mijares, y de Martínez Pedro, en fin, de todos, pero había pocas mujeres; estaba Antonia, estaba Amelia...

Zaida. ...Mira, ese es un tema que siempre se pregunta y yo siempre digo mi opinión, que es la siguiente: es difícil, las mujeres tenemos que hacer mucho esfuerzo, los hombres también, yo no los subestimo para nada, ni yo creo que los hombres son los más fuertes porque los hombres, pobrecitos, también se cansan, porque nadie nunca se piensa que ellos también están cansados. Pero qué pasa, que las mujeres tenemos que parir, criar a los niños.

Se supone que si -yo por lo menos-, que lo crié sin esposo; son las tareas del hogar, viene la adolescencia, tenemos problemas propios de mujeres, cosas que no tienen los hombres, hay que hacer un gran esfuerzo. Además, queremos ser lindas.

Amaury. Pero eso es una cosa que has logrado, ¡mira cómo has venido vestida hoy!

Zaida. A los 55 años, después de todo un trabajo. A los 55 años.

Amaury. Tú dices que podrías escuchar crecer a las plantas. Eso, suponiendo que no fuera una metáfora y tratándose de ti, puede no serlo. Tratándose de ti, puedes escuchar crecer a las plantas. ¿Por qué entonces no la música? ¿Por qué no dedicarse a ser músico? Ya sé que cantabas cuando eras niña y eso, pero ¿por qué no ser músico entonces?

Zaida.  Acuérdate de aquello del Violín de Ingres, ¿no? Siempre me critican, porque en todas partes yo quiero cantar, porque yo soy afinada y además yo tengo un repertorio... lo mismo canto en francés, que en inglés, que qué se yo, disfruto, ¿no?.

Pero la gente, imagínate, a veces no me da la oportunidad de acompañarme, en fin. A veces le he dicho a algún artista, en dos ocasiones: acompáñame, quiero cantarle a Fulano, que es el cumpleaños, no, una canción cubana. Y me dice: no, yo no me sé una canción cubana. Eso me dijo un artista un día, no me gustó y no lo he mirado mucho más. Y recientemente igual, le dije a una persona: acompáñame, quiero cantar Longina o Noches de Ipacaraí, cualquier cosa sencilla porque era el cumpleaños de un amigo.

Pero los músicos, muchos músicos cuando están en el espectáculo, el espectáculo es de ellos y no quieren que una persona... no se dan cuenta que alguien lo puede hacer y yo lo hago por alegría, yo no lo hago por figurar, si yo quisiera hacer un disco, lo haría, y además, algún día lo voy a hacer, variado, algún día lo voy a hacer, cantando cosas, porque puedo cantarlas. Te digo.

Amaury. Primero estuviste bailando casino, después te encanta la rumba y después llegaste a bailar -a la edad donde normalmente las personas no bailan- un ballet. ¿Cómo fue lo del ballet tuyo en El Mella?

Zaida. Bueno yo tengo un poquito de juanetes, porque en otra encarnación parece que fui bailarina, entonces me iba a operar los juanetes -que no son tan grandes tampoco- ni me duelen y fui a ver a (Rodrigo) Álvarez Cambras y me dijo: ¿Zaida, te duelen? Y le dije: no. Me dijo: ¿Pero por qué te vas a operar? Digo, no porque, no sé. Entonces llegué a mi casa y dije: "Ah, me voy a estudiar Danza Contemporánea", a los 40 años y me pasé seis años en Danza, haciendo -las tardes enteras-, de una y media a dos y media, clases de Ballet. De dos y media a tres y media de la tarde, iba a Danza Contemporánea, y de tres y media a cinco y media, a Folclor. Con lo cual me preparé de verdad y estaba Lídice Núñez, hicimos la obra Terriblemente inocente, sobre las mujeres pájaros. Bailé entonces con Macarela, que estaba aquí entonces todavía, y con los bailarines de Danza. Está todo eso grabado ahí, en el García Lorca.

Amaury. ¿Fue en el García Lorca?

Zaida. Si, en un estreno mundial, fueron dos noches y nunca más. Quedó el dúo de las mujeres pájaros, hay un dúo de mujeres pájaros, de dos muchachas que no soy yo, dos bailarinas preciosas que están en una silla. Porque hay un cuadro mío que se llama "Día de calor", "A Hot Day", se llama, entonces están ellas de espalda con unos abanicos, ¿ves? Y de ahí se hizo el dúo "Las mujeres pájaros", que durante mucho tiempo quedó...

Amaury. ...En el repertorio de la compañía.

Zaida. En el repertorio de la compañía. Ahora después viene entonces una persona de Ohio, de Cleveland, a Bellas Artes, buscando obras para inspirarse para hacer una obra y le gustaron "Las mujeres pájaros" y entonces allá también bailé yo, en Estados Unidos.

Amaury. No te lo puedo creer.

Zaida. Sí, si me lo puedes creer. Y entonces esa obra se llama "Seres efímeros". Yo soy la madre de los pájaros, tengo un nido grande, lleno de pájaros en la cabeza, no hago gran cosa, pero improviso porque podía improvisar, ya yo había aprendido a improvisar.

Entonces tenía 12 bailarinas con vestidos de seda, hechos allá sobre seda pintados por mí. Ellas haciendo sus cosas con sus cabezas de pájaros. Un personaje que va como un caballo de ajedrez, que tiene tres cabezas de pájaro. Una mujer lluvia que tiene 7 cabezas de pájaros por arriba, con un vestido de lluvia. Y eso iba acompañado de un arpa. Este evento se llama Parada Circle. Esto es en Cleveland, alrededor de unas universidades, se hace anual, y eso fue otra cosa donde pude bailar. Porque bailar donde quiera, tú sabes que yo bailo. Pero bueno.

Es que tengo un cuerpo, vamos a decir, tengo un cuerpo flexible; hago ejercicios todos los días. Puedo hacer un split, tengo unas condiciones increíbles ¿quieres que te enseñe mi empeine?

Amaury. A ver. Sí, sí.

Zaida. Entonces las bailarinas para hacer empeine tienen que hacer ejercicios, pero yo nací con él, es decir, yo fui bailarina en otra encarnación. Y entonces yo tengo que estar en paz con todos mis espíritus y uno de ellos es bailarina.

Amaury. Hablaste de "Las mujeres pájaros". ¿Cuántos períodos tú reconoces en tu pintura? Porque ya no estás pintando mujeres pájaros.

Zaida. Bueno, básicamente, lo primero fue el campo, con las casas de tabaco, los niños. Después vinieron los caballos, Enfermedad de caballos. Después vino el circo y los personajes de circo. Después..., puede ser que se me vaya alguno, empezaron Las mujeres pájaros, pero las cambiaba. Yo me hice unas alas, que las metía por aquí en un palo y llegaban hasta allá, ¿ves?, de plumas de oca y una cabeza de pájaro y con eso hice muchos performances.

Luego vienen los trípticos maravillosos, que yo creo que es de las mejores obras que he hecho, son casi treinta, sobre nuestra religión afrocubana. Algunos están representados en la forma africana y otros están representados en la forma católica. Esos han sido premios internacionales, la Bienal de El Cairo, en Egipto; la Bienal de Tenri, en Japón. Esos los tengo. Esa es una obra que yo tengo; se han vendido dos o tres, pero yo mantengo esa obra, porque...

Amaury. Y regalaste uno, porque yo conozco uno que está en casa de Silvio.

Zaida. Bueno, imagínate, ¿qué voy a hacer con Silvio?

Amaury. No, no, claro.

Zaida. Pasaron los pavos reales, acaba de pasar la exposición de los pavos reales.

Amaury. Verdad que sí.

Zaida.  Todos los pavos reales. Ahora en el medio voy a hacer, el día 30, sobre mi viaje a la India, "La danza cósmica de Shiva", se va a llamar. Todo hindú y Krishna. Todo dedicado a Krishna. Y también estoy trabajando en la exposición Naturaleza Búdica, sobre el Budismo, específicamente el Tibetano, que es el que tiene mucho colorido y que tiene dioses preciosos con unos nombres muy lindos, ojos amorosos, Buda de la vida eterna, Karmapachenos, todo eso.

Amaury. ¿Tú estás adscripta a alguna religión?

Zaida. Tengo el Santo hecho. Pero yo soy la Torre de Babel. Yo entro en todo, yo hago meditación. Yo me voy para la India y me meto a hindú. De milagro no traje hoy el puntico, porque desde que vine de allá no me lo he quitado. Si me dejan, si me dejan entrar yo entro en las que me gustan. A veces los domingos voy a la iglesia y voy a la misa también, un ratico.

Amaury. ¿Qué te hace sentir bien?

Zaida.  Sí, me da paz, y veo gentes y cosas, es una experiencia es un rato de la vida, la vida es una y hay que hacerlo todo.

Amaury. ¿Y tú crees que el hecho de tener hecho un santo, te protege, sientes que... lo hiciste por protección? ¿Lo hiciste por curiosidad? ¿Por vivir esa vida?

Zaida. Esas cosas están en el camino de las personas. Yo no tengo esa herencia de mi familia, somos campesinos, ahí nada más que rezaba el Padre Nuestro antes de dormir y ahí no había ni una imagen religiosa. Y después que yo me hice santo, para hablar de eso, yo entendí, por mis signos, porque eso es muy sabio, eso no es cualquier cosa, eso es una cosa sabia, porque los Yorubas eran muy sabios y muy antiguos, y entonces yo he entendido muchas cosas de mí, por qué me pasaba esto. Y entonces tienes las prohibiciones, te explican por qué es esto, por qué es lo otro. Sabes como manejarte, más o menos, sabes cómo hacer. Y en ese sentido a mí me ayudó, ¡cómo no!

Amaury. Fíjate que tú has dicho casi, en algún momento has puesto como una subordinada eso de que venimos de otras vidas. ¿Cuáles son las vidas de las que tú crees que vienes?

Zaida. Imagínate, pienso que vengo de vidas antiguas, igual pienso que no me quedan demasiadas encarnaciones -si es que existe la encarnación-, pero bueno, vamos a filosofar, vamos a divertirnos.

Amaury. Sí, bueno, claro.

Zaida. Yo pienso que tengo que haber sido bailarina, si no, no hubiera tenido este arco. Yo pienso, que no sé, a mí no me han hipnotizado, no me han dicho vidas, pero como yo tengo dentro de mí conocimientos antiguos que me llegan así, del aire, de la nada, muy rápido, tengo que haber sido en algún momento escritor, tengo que haber sido hombre en algún momento, porque tengo... yo soy muy femenina.

Amaury. Muy.

Zaida. Muy, muy, pero soy fuerte...

Amaury. ...Me consta.

Zaida. ... pero soy fuerte, fuerte como las decisiones de los hombres, digo, ¿no? A veces yo soy como un hombre. A veces yo digo, le digo a mi hermana: si no me gustaran tanto los hombres, pensaría que era verdad que yo... porque realmente yo soy fuerte, yo decido, yo podría dirigir una termoeléctrica, yo decido en el momento, y eso es muy masculino.

Me gusta el sol, más que la luna, es decir, yo soy más yang, yo soy un espíritu yang, y lo soy en el Horóscopo chino para seguir hablando de cosas. Es decir, soy caballo yang, año yang, yo soy yang.

Yo adoro el sol, el día, la energía del sol, no uso espejuelos oscuros, no uso gafas y le pido la bendición. Ay, la bendición, al sol, gracias, dame salud, dame cosas lindas.

Amaury. ¿Por qué la gente dice que Zaida no tiene sentido del límite?

Zaida. Pues se equivocan, porque yo a veces me extralimito. A veces hago cosas que no son bonitas, y pido perdón, mando un ramo de flores, y no tengo sentido del límite... en el trabajo, sí... en el amor que le brindo a los demás no tengo sentido del límite. Pero bueno, si yo estoy en una fiesta y se me permite, entonces yo bailo, me divierto, bebo, eso... pero cómo... si yo no tuviera sentido del límite ¿tú me querrías como me quieres?

Amaury. Yo te adoro. Pero yo te adoro también justamente por eso, porque tú eres Zaida sin barreras.

Zaida. Sí, pero yo sé tenerlas. Porque si yo no supiera tenerlas, yo no hubiera podido dar una conferencia, ni hubiera podido defender a Cuba en otros lugares.

Amaury. Ni hubieras podido hacer la obra que has hecho.

Zaida. Ni hubiera podido hacer la obra que he hecho. Ni hubiera podido criar a un hijo, ni atender a una familia. Ni atender un negocio. Es decir, ¿cómo no voy a tener sentido del límite? Lo que pasa que cada momento tiene su cosa. Cuando es sin límites, quizás si un día me dicen: "no tienes límites", haga así y diga: ¡Ay! y me quede tranquila.

Amaury. Yo pensaba que Zaida, a ver si estoy en lo cierto. Digo: Zaida se expresa en su pintura y después se echa su pintura a cuestas, se la pone arriba, y así va por el mundo. ¿Es cierta mi apreciación?

Zaida. Bueno, la pintura, he dicho muchas veces que ha sido como mi ángel protector, todos tenemos un ángel y esa ha sido mi gran protección, porque mis ojos ven a través de la pintura. Yo siempre veo como una pintora. Yo te estoy mirando ahora a ti, pero de reojo vi que hay un rojo ahí atrás, y que hay una sombra acá, y todo eso algún día, cuando menos me imagino, sale. Por eso ando con mi pintura a cuestas en ese sentido.

Siempre pienso en pintar, creo que pintaré hasta los últimos momentos de mi vida, pero hasta el último momento de mi vida también estaré divirtiéndome y gozando todo lo que pueda. Porque hay una frase que puse en uno de mis libros de poemas, frase del libro de la doctora Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, dice: "Podemos prescindir de todo menos de la alegría". Y la vida es tan corta, nadie sabe qué tiempo vamos a estar, nadie sabe lo que vamos a hacer. Entonces, yo no digo que no me ponga brava, y que me deprima como todo el mundo, pero yo siempre busco la felicidad.

Amaury. ¿Pero la logras, la encuentras esa felicidad?

Zaida. Y hacer felices a los demás.

Amaury. ¿Encuentras esa felicidad?

Zaida. Sí, sí, yo la encuentro en cosas extravagantes y la encuentro en cosas sencillas. Cuando hablábamos ahorita de oír crecer las plantas, y de mi oído... Yo me he sentado horas frente a un lirio cerrado, a esperar a que haga "pap".

Amaury. Y también estás dispuesta a sentarte un día en la puerta de tu casa a esperar que el amor haga "pap".

Zaida. No, el amor me tiene que encontrar por ahí, no voy a estar sentándome a esperar el amor, ¡qué va! Para  eso no puedo sentarme a esperar, ¿y si no llega?

Amaury. Cuba está en tu pintura ¿cómo tú crees que Cuba recibe entonces el amor que tú le das, el protagonismo que tú le das en tu pintura, cómo lo recibe Cuba? ¿Cómo viene de vuelta ese amor?

Zaida. Muy bien, estoy muy agradecida, la gente me para por la calle para felicitarme, todo el mundo quiere tener algo mío. No sé, estoy en los mejores lugares, tengo un estudio precioso en la Plaza de Armas. Van a mis exposiciones, se llenan, no hay nada que pase en lo que yo no estoy. Aparte yo no digo que no a nada, si tengo energías, no digo que no. No sé si te pude contestar bien.

Yo, a esta tierra, a este fabuloso mar, sensual, lleno de cuerpos hermosos, de gente linda, tibio, que no son las aguas frías del Cantábrico... yo debo ...a esos palmares, a todas las personas..., a todos los enamorados, a mis amigos queridos... mi comunión con esos otros mundos que tocamos los artistas para poder reproducir en arte, lo que se vive, ¿no?... pero he recibido..., siempre, siempre me acogieron en mi país de la mejor manera.

Amaury. Puedo inferir entonces que podrías vivir en cualquier sitio, pero siempre regresando a la isla.

Zaida. No me gustaría vivir en ningún otro sitio. A mí me gusta viajar y he podido hacerlo mucho. A veces estoy... únicamente que estuviera enamorada... pero siempre extraño mucho a Cuba, aunque llega un momento que me quiero ir, por supuesto, me hacen mucho ruido, me ponen un reguetón al lado, no me dejan pintar, me hacen cosas, y me dan ganas de irme corriendo, pero después enseguida quiero regresar, porque este es mi lugar, mi tierra, mi aire que respiro, todo.

Amaury. Y este es un lugar donde se te quiere mucho. Muchas gracias, Zaida. Gracias por venir, gracias por tu pintura, gracias por tu cubanía, por tu sonrisa, por tu elegancia, y por ser tan, tan buena persona.

Zaida. Pero dame un abrazo, de pie.

Amaury. Un beso, muchas gracias por todo.

Zaida. Gracias a ti.

Zaida del Río y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

Zaida del Río y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Zaida del Río y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

María de los Ángeles García, ex bailarina del Conjunto Folclórico Nacional, Amaury Pérez, Zaida y Petí.

Zaida del Río en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

Zaida del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Zaida del Río en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

Zaida del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Zaida del Río en "Con 2 que se quieran". Fotos: Petí

Zaida del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

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  • Pedro Pérez-Sarduy dijo:

    Un londrísimo abrazo para tí Amaury, por otra de tus excelentes entrevistas, ahora con nuestra querida Zaida del Río, fluyendo hermosa como caudaloso Río. Dale cariños de mi parte. Nos veremos en la Bienal. Yo

  • Félix dijo:

    Qué dos artistas!!!, qué genialidades!!! y así me expreso porque si Amaury brilló como siempre con sus preguntas inteligentes y atinadas, Zaida rutiló con sus respuestas "locas" pero con una carga semática impresionante, los felicito a los dos, los respeto y doy gracias a Dios porque ambos existan para llenar de gloria nuestra cultura cubana.

  • juan garcia tomala dijo:

    felicitaciones nam myohorenge kyo sienpre

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Amaury Pérez Vidal

Amaury Pérez Vidal

Cantautor cubano. Fundador de la Nueva Trova. Ha conducido varios espacios exitosos en la televisión nacional. Ha escrito varias novelas y poemas.

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