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El ojo del cineasta Fernando Pérez

Por Paquita Armas Fonseca

Fernando Pérez, director de cine cubano

Fernando Pérez, director de cine cubano

Fernando Pérez es un lector de José Martí desde que era un niño. Su figura lo atrajo y lo conmovió, y nunca pensó que haría una película sobre él. Por eso se sobrecogió cuando le propusieron que realizara en la serie Libertadores de Wanda visión y Televisión española el capítulo del Héroe Nacional cubano.

Luego de pensarlo muy bien se decidió por la infancia y adolescencia contada en ficción. "Martí adulto es demasiado inmenso y complejo. Creo que Martí se adelantó a todo en su tiempo" confesó en una reciente entrevista.

El director de filmes memorables como Madagascar y Suite Habana ha dicho también que "escogí la infancia y adolescencia porque es la etapa de formación de su carácter. Es una película muy mía. Por eso digo que no es una biografía, aunque sí se basa en la historia y la respeta mucho. Es una visión subjetiva, mi interpretación de esa historia y ese hombre. De lo contrario, hubiera hecho un documental".

El ojo del canario se trata, al decir de Fernando, de una película "clásica en el sentido de construcción dramatúrgica"; pero eso no quiere indicar sencilla. Para llegar a esa bella historia de unas dos horas de duración se requirió de investigar de forma minuciosa en medios de prensa de la época, libros y vetustas construcciones del siglo XIX.

En esta búsqueda junto al realizador trabajaron Gloria María Cossío y Alejandro Gutiérrez. Con esa cantidad de información, Fernando asumió el guión: "Decidí escribir el guión solo, por primera vez, porque me di cuenta de que lo que quería expresar era una visión muy personal e intimista del héroe".

Otra tarea descomunal fue buscar los protagonistas. Tenían que encontrar al niño Martí y al joven que se le pareciera. Después de  un trabajoso casting, fueron elegidos Damián Rodríguez y Daniel Romero que en ambos casos podían hablar con la mirada.

Erick Grass, de nuevo como director de arte en una película de Fernando, tuvo la difícil misión de lograr que en cada escena se respirara el ambiente familiar de nuestro Héroe Nacional. "La película es más tonal que cromática, en ella predominan los grises, los azules, los pardos y los colores pasteles típicos de la época", ha dicho este creador que logra una puesta evocadora a pesar de contar con muy pocos recursos.

La excelente fotografía corre a cargo de Raúl Pérez Ureta, merecedor con creces del Premio Nacional de cine 2010. La edición es de Julia Yip y la música de Edesio Alejandro, todos integrantes del grupo que trabaja con Fernando desde hace años.

El equipo logró lo que puede parecer imposible: dar un Martí vivo. Es un niño que juega, sueña o se asombra con los senos de una mujer, hecho que lo lleva a masturbarse entre las sábanas dentro de la soledad de la noche. Un muchacho que teme a los ladridos de un perro y lucha por vencer el miedo, o se ve derrotado por un compañerito más fuerte que él. Es el adolescente que casi obligan a gritar viva España. Pero también es el estudiante aplicado, el precoz escritor, el hermano complaciente, el patriota en ciernes, todo eso que conocemos por las biografías o los acercamientos a la figura del Héroe Nacional cubano.

Con esa sensibilidad especial que lo caracteriza, en el guión y la dirección de actores, Fernando logró mostrar a un Don Mariano (Rolando Brito) recio, por momentos hasta cruel, pero justo, mientras Doña Leonor (Broselianda Hernández) es la madre comprensiva y dulce dentro de la exigencia natural de una progenitora que ve peligrar a su hijo.

El Mendive de Julio César Ramírez es tan convincente como el Salustián de Manuel Porto, ambos en el papel formador del niño-adolescente que los seduce por su inteligencia, habilidades literarias y cubanía.

Fernando se propuso según ha comentado mostrar cómo se forjó la personalidad de ese niño que luego fue un ser excepcional y puntualizó: "no es una biografía del Apóstol ni nada por el estilo, sino un itinerario espiritual".

Y lo logró. Cada frase  dicha en la película sea sobre la libertad o el amor tiene el valor de mantener su actualidad. Es un filme que puede apreciarse en cualquier latitud, pero para cubanos y cubanas es una obra que nos acerca al más universal de nosotros que nos dice cuánto aún falta por hacer para cumplir su ideario.

La cinta tuvo su estreno mundial en el Festival de cine de Guadalajara y se presentó en Camagüey en el contexto del Taller de la crítica. El 14 de marzo se exhibirá en el cine Chaplin, y en abril podrá ser apreciado por el público en general.

Siempre que va a emprender una obra, Fernando habla de que es más compleja que la anterior. Esta lo ha sido con amplitud, no por su concepción pero sí por su excelente realización, con el reflejo de una época en el que cuidaron respetar hasta las calles fangosas que ensuciaban vestidos y trajes. A ello se une el reto mayor: entregarnos un Martí creíble, cercano, lejos de todo encartonamiento y que a la vez dijera de la entereza de quien fuera un hombre fuera de época.