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La educación superior tiene que asumir un papel cada vez más protagónico

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Conferencia del Ministro de Educación Superior de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez en el Congreso Universidad 2010

En medio de  una situación muy difícil de recesión económica  a nivel mundial,  de cuyos efectos no escapan las universidades, resulta muy alentador contar en nuestro Congreso con una nutrida representación nacional e internacional de prestigiosas autoridades, expertos y profesores de la educación superior, provenientes de más de 60 países.

Por esta razón, lo mejor que les ofrecemos, queridos amigos, como calurosa bienvenida, es una frase de nuestro Fidel, premisa primera para que nos encontremos, y cito:"Un mundo mejor es posible. Se lo asegura alguien que ha vivido y soñando y más de una vez ha tenido el raro privilegio de ver convertidos en realidades sueños que ni siquiera había soñado" (Fin de la cita).

Es evidente que a todos nos anima la necesidad de intercambiar y  de colaborar en la identificación de acciones que les propicien a las universidades y otras instituciones de educación superior encontrar soluciones factibles para cumplir  cabalmente con su misión social. Ello hoy se torna un imperativo porque las universidades se desenvuelven en un entorno cada vez más complejo y les corresponde, entre sus importantes encargos sociales, formar el conocimiento, condición necesaria para el desarrollo nacional.

Nos convoca aquí la idea de que un mundo mejor es posible, no solo posible, sino necesario, porque ya no podemos seguir aceptando la situación actual. La humanidad será incapaz de subsistir si se mantiene el absurdo modelo consumista, el despilfarro y la desigualdad.

Los problemas del cambio climático, la sequía en unos países y las inundaciones en otros, el incremento en cantidad y fuerza de las catástrofes naturales, que ya no son amenazas, sino realidades cada vez más recurrentes y alarmantes, junto a la pobreza extrema, el hambre, las enfermedades, las pandemias, el analfabetismo, el trabajo infantil,  el desempleo, las crisis financieras, el incremento de los precios del petróleo y los alimentos, la injusta y desigual repartición de la riqueza, las guerras y el terrorismo, ambas igualmente rechazables, no son más que el resultado de un modelo de desarrollo impuesto, por demasiado tiempo, por el primer mundo, y amenazan con llevar a la Humanidad a su desaparición. La dramática situación que se vive en Haití nos llama a la reflexión y a la acción.

Permítanme compartir con ustedes algunas valoraciones y consideraciones acerca del momento particular que vive la educación superior contemporánea  y sus instituciones. Pondré énfasis, por supuesto,  en la educación superior cubana. Les anticipo que tanto el presente como el futuro lo abordamos con la mayor objetividad y racionalidad posibles, pero también, y lo declaro públicamente, con la mayor pasión que nos inspiran el ejemplo de los insignes maestros y profesores que forman parte de nuestra historia educacional y las aspiraciones para alcanzar nuestros más preciados sueños.

La Universidad, como elemento de la conciencia crítica de la sociedad, está llamada a jugar un papel clave en la construcción de ese mundo nuevo posible; no solo forma la intelectualidad progresista y comprometida con su pueblo para llevar adelante los proyectos del desarrollo, sino que además,  educa, forja valores y  actitudes. Lo más importante no es únicamente la cantidad de conocimientos con que egrese el universitario, sino cuán preparado está para enfrentar y transformar el mundo en que vivimos.

La formación de un ciudadano responsable, comprometido con el bienestar de la sociedad en su conjunto y que no asuma una posición individualista en el provecho de los conocimientos adquiridos, es una función vital en la universidad transformadora que el mundo nuevo reclama.

La universidad también consolida principios, entre ellos, la paz. La paz   entendida como aprender a vivir juntos, respeto a la diversidad cultural y a lograr  espacios de diálogo que permitan la identificación armónica de las soluciones, para lo cual está clara su vinculación con mayores niveles de equidad y de justicia social.

La universidad puede contribuir a la reducción de la pobreza, tal como se postuló en la Conferencia de Dakar, efectuada  en el año 2000, partiendo del mundialmente aceptado papel que corresponde a  la educación superior en el desarrollo humano sostenible, elemento fundamental para erradicar este flagelo.

Ha transcurrido ya la primera década del siglo XXI sin que el impresionante volumen de conocimientos e información que navega hoy por el mundo  haya podido contribuir sustancialmente a dar respuesta satisfactoria a los problemas acuciantes que sufre la humanidad. Muy poco se ha avanzado en la erradicación de los mismos  en la  llamada sociedad del conocimiento.

A pesar de que en múltiples foros internacionales,  científicos y estadistas  de todo el orbe  -- y de las más diversas filiaciones políticas --  han manifestado  la urgencia de tomar medidas concretas para tratar de revertir o al menos detener el deterioro ambiental, el país más poderoso  y contaminante del mundo se niega a asumir los compromisos que la comunidad internacional reclama.

Lo sucedido en el más reciente de estos encuentros, se resume con una idea expresada por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro y cito:

"El hielo del Mar Ártico, la enorme capa de dos kilómetros de espesor que cubre Groenlandia, los glaciares de América del Sur que nutren sus fuentes principales de agua dulce, el volumen colosal que cubre la Antártida, la capa que resta del Kilimanjaro, los hielos que cubren el Himalaya y la enorme masa helada de Siberia se están derritiendo visiblemente. Científicos notables temen saltos cuantitativos en estos fenómenos naturales que originan el cambio.

La humanidad puso grandes esperanzas en la Cumbre de Copenhague, después del Protocolo de Kyoto suscrito en 1997, que entró en vigor el año 2005. El estruendoso fracaso de la Cumbre dio lugar a bochornosos episodios que requieren el debido esclarecimiento." (Fin de la cita)

No hay que ser un analista para percibir que la humanidad  sigue  víctima de la codicia, la irresponsabilidad y el desatino de unos pocos con mucho poder. Estamos así ante una  gran contradicción: aunque  no están disponibles libremente, ni son totalmente gratuitos como en ocasiones se proclama, es un hecho que hay más conocimientos e información para poder progresar. Sin embargo, se avanza poco en la solución de los problemas  y -- a veces--  hasta se retrocede de manera  inquietante. Ello pone de manifiesto que sin voluntad política, los conocimientos por sí solos no generan los cambios y las transformaciones necesarias.

Así vemos que muchas ideas científicas y tecnológicas son inescrupulosamente utilizadas y  manipuladas. Desde mi punto de vista, es realmente triste   para una casa de altos estudios identificar entre sus graduados  personas que han puesto en evidencia el incumplimiento del compromiso sagrado de la academia  de poner los saberes al servicio del progreso y el bienestar de la humanidad, de la  democracia, la paz y la justicia.

Ningún país está exento de contaminarse con estos males y todos estamos en la obligación de combatirlos.  Les expreso mi convicción de que la mejor protección contra la falta de ética  es el diseño y  la aplicación consecuente de políticas educativas intencionadas y centradas en la formación de valores, como parte esencial del quehacer educacional de las instituciones en todos los niveles  de enseñanza, incluidas con especial atención, las universidades, cuyo papel relevante  forma parte del conjunto de los esfuerzos también realizados por la familia y la sociedad. Estimo que para todos  los educadores de las nuevas generaciones de profesionales universitarios, el enfrentamiento a la pérdida de valores, a la  competitividad malsana y  al individualismo a ultranza  debiera ser el  eje central de su trabajo formativo.

La credibilidad y  la pertinencia de la universidad del siglo XXI se harán evidentes en la medida en que forjen  profesionales  que  sean hombres y mujeres de paz y de decoro, cuya  sólida formación humanista y  su alta capacitación científico-técnica sean fuentes constantes de inspiración para acometer con audacia responsable la búsqueda de soluciones que permitan salvar el planeta y  construir un mundo mejor para todos, y no solo para una parte minoritaria de la población.

Me convenzo a diario, al intercambiar con profesores y estudiantes de nuestras universidades,  de que la educación superior tiene que asumir un papel cada vez más protagónico en los retos colosales que enfrenta la humanidad.

Muchos de estos temas fueron debatidos en  junio del año  2008  en la  Conferencia Regional de Educación Superior, celebrada en Cartagena de Indias, como uno de los  foros preparatorios para la Conferencia Mundial, que sesionó en París hace tan solo unos meses.  Nadie pone en duda  actualmente que las universidades están indiscutiblemente llamadas a iniciar una nueva etapa en su desarrollo y proyección. De las ideas compartidas, tanto en Cartagena como en París, considero que tal vez la de mayor trascendencia, por su valor conceptual, es la que encabezó la declaración final de aquella Conferencia Regional en Cartagena, y cito: "La educación superior es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. Ésta es la convicción y la base para el papel estratégico que debe jugar en los procesos de desarrollo sustentable de los países de la región".   (Fin de la cita). La misma se expresa  también en la experiencia cubana.

Si estamos convencidos de que el ideal del desarrollo social sustentable pasa inevitablemente por la educación, el conocimiento, la ciencia y  la tecnología, resulta consecuente presuponer  que ningún Estado podría darse el lujo de desentenderse de la educación superior, nivel educacional que facilita la formación ciudadana de mayor calificación, esencial en el desarrollo de la nación. Sin embargo, continúan las voces que tratan de restarle responsabilidad al Estado en lo referido, fundamentalmente,  al financiamiento y funcionamiento de las universidades, que ven con normalidad que se hable  del estudiante como un usuario de un servicio, de la educación como un negocio y una mercancía más y  de la formación como mera capacitación.  Ello se evidenció, lamentablemente, en algunas ideas expresadas  en   la Conferencia de París, aunque vale decir, asimismo,  que no se pudo allí  ignorar la postura que defiende una universidad  inclusiva,  con respaldo estatal para garantizar acceso y permanencia a la ciudadanía en general, y que vela por la formación de profesionales íntegros, lo cual fue apoyado por una mayoría significativa de académicos participantes en dicha cita.

Igualmente resulta estratégica la definición de la proyección social como una misión de la universidad actual.

Tomando en cuenta los grandes retos que enfrenta la humanidad en su conjunto y los propios de la nación cubana, acrecentados por los graves daños que nos ocasionan medio siglo de bloqueo económico y financiero por parte de los Estados Unidos de América, estamos enfrascados en la consolidación de una universidad comprometida con la construcción de una sociedad en la que prime el humanismo y la justicia social, y en la que la ciencia y la conciencia vayan siempre de la mano para alcanzar el desarrollo humano sustentable al que aspiramos.

Durante ya casi cinco décadas las políticas de la educación superior cubana se han regido por un conjunto de ideas esenciales. Sabemos  que algunas  de ellas también son fundamento de tesis educativas de  países de la región y de otros continentes. Me interesa compartir con ustedes las siguientes:

vCuba defiende y desarrolla una educación superior universalizada.  Ratificamos que el proceso de apropiación social del conocimiento requiere del acceso universal a la educación, incluida la educación superior, por cuanto  ello contribuye a la democratización del conocimiento.  En este sentido, las ideas, el pensamiento y el liderazgo del guía de la  Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, han sido esenciales  para que por más de medio siglo hayamos encaminado nuestros esfuerzos en aproximarnos cada vez más a esta aspiración.

vAl abordar el ideal de mayor inclusividad, que encuentra su realización en la ampliación del acceso, retención y culminación de estudios,   compartimos plenamente la consideración de que ello tiene que ir aparejado de mayor aseguramiento  de la calidad de los procesos de formación y, como parte de esto,  de la atención permanente que permita el apoyo necesario y oportuno  al estudiante.

vEn cuanto a las agendas de formación, investigación y extensión de las universidades,   partimos de que tienen que estar diseñadas en vínculo directo con las necesidades sociales del desarrollo nacional y local.  A este propósito contribuyen también la observación y el análisis de la experiencia internacional.  Consecuentemente, la formación de profesionales debe relacionarse estrechamente con el mundo del trabajo y la vida social.

vSustentamos el enfoque de que la multidisciplinariedad debe primar en las universidades,  sobre la base de la necesaria interdependencia y unidad de todos los campos del conocimiento humano.    Hoy no se concibe la formación de un profesional con una mentalidad estrecha, ceñido a  su rama específica, que no pueda hacer una valoración integral del impacto de la innovación científica o tecnológica que propone o ejecuta, puesto que la valoración integral demanda una conciliación del impacto socioeconómico, cultural y ambiental. Solamente así, integrando los diversos tipos de saberes,  se pueden dar adecuadas respuestas a las necesidades de la sociedad y del mundo del trabajo.

vPropugnamos el principio de que la educación superior tiene una ineludible responsabilidad en la formación de profesores y maestros  para todo el sistema educativo, así como en la consolidación de la investigación pedagógica y el desarrollo de contenidos educativos. Ello se vincula directamente con el ideal de educación de alta calidad para todos a lo largo de toda la vida.  Con este fin se  requiere  personal calificado en docencia e investigación.

vCreemos firmemente que la cooperación internacional y la práctica de un internacionalismo solidario en la educación superior es una necesidad creciente, que   se expresa fundamentalmente  en el despliegue de acciones que  permitan compartir avances y proyectos y  que faciliten, entre otros aspectos, encontrar soluciones comunes para fortalecer la circulación de los conocimientos.

Lamentablemente, hay que decir que la brecha entre los más ricos y los más pobres en cuanto a la educación superior y la ciencia se sigue ampliando. Resulta imprescindible resaltar que necesitamos una colaboración solidaria internacional y una dimensión social de la pertinencia. Debemos denunciar el robo de cerebros como un criminal drenaje del talento de nuestros pueblos.

Bolívar nos enseñó, y cito: "Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa", coherentes con su pensamiento, en la última década  la región de América Latina y el Caribe ha dado pasos importantes  para lograr mayor integración regional, con esquemas de colaboración y cooperación, basados en la confianza, la solidaridad y el respeto mutuo,  que han  facilitado identificar intereses comunes, reconociéndonos como un todo y,  al mismo tiempo,  afianzando nuestras particularidades nacionales.

La mayor expresión de ejemplo de integración lo constituye el Proyecto de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), que  en el marco de la educación  ya puede mostrar resultados alentadores. De especial significación ha sido  el  impacto alcanzado por el método denominado "Yo sí puedo", que ha permitido erradicar el analfabetismo en  la República Bolivariana de Venezuela,  en Bolivia, Nicaragua y próximamente en Ecuador. En el nivel superior  se han formado miles de profesionales de la salud y  de otras especialidades, y se ejecutan decenas de programas de posgrado al nivel de maestrías y doctorados. Con ello se aspira a formar los profesores y los profesionales que puedan contribuir a suplir la ancestral carencia de posibilidades de superación de los más pobres, en los lugares más desfavorecidos, tanto urbanos como rurales, especialmente beneficioso para los pueblos originarios de los países que integran el ALBA. Además se han concertado varios programas y proyectos orientados al perfeccionamiento de la educación superior de nuestras naciones.

Expresadas estas ideas generales que sustentan la educación superior cubana, quisiera ahora resaltar algunos datos relevantes enmarcados en los 50 años de universidad en la  Revolución;  estoy seguro de que servirán de base para comprender mejor lo que constituye nuestra prioridad actual y lo que se proyecta a corto y mediano plazo.

La Revolución Cubana en enero de 1959 heredó un millón de analfabetos  y solamente unos 15 000 estudiantes universitarios. La gigantesca obra educacional emprendida desde entonces, no solo garantizó declarar a Cuba primer territorio libre de analfabetismo en América en diciembre de 1961, sino que nos permite mostrar hoy que un 8 % de la población es graduada universitaria y hemos formado 31 000 jóvenes humildes provenientes de países hermanos, fundamentalmente de África, de la América Latina y el Caribe y de Asía.

Para lograr este salto incuestionable en el nivel educacional de nuestro pueblo, el sistema de educación general y el propio de la educación superior han transitado, lógicamente, por varias etapas, cada una atemperada a las necesidades  y condiciones del desarrollo del país en cada momento, y siempre con la mira puesta en brindar mayores oportunidades y posibilidades reales de acceso y retención en las universidades.

Desde inicios de la década de los años sesenta del siglo pasado, una premisa constante ha sido garantizar que ninguna cubana o  ningún cubano quedase excluido  de acceder a la universidad  por falta de recursos económicos. Ello ha sido posible desde que en enero de 1962 se aprobó la Reforma de la Enseñanza Superior, hecho histórico que marcó un hito en la educación superior cubana.

La Reforma Universitaria del 62, como popularmente se le conoce, produjo profundas transformaciones en lo académico y en lo social. Entre ellas, instituyó un amplio sistema de becas gratuitas que,  con el paso de estos años,  ha posibilitado que cientos de miles de hijas e hijos de obreros y campesinos hayan devenido los primeros profesionales universitarios en sus familias respectivas.

La creación, organización y consolidación de los cursos regulares para trabajadores y el proceso de universalización constituyen momentos importantes en la historia de la educación superior cubana posterior al triunfo revolucionario.

Consciente de que una de las misiones básicas irrenunciables de la universidad, cuyo abandono o deficiencia  era inconcebible en el proyecto social revolucionario, la propia Reforma de 1962  creó una Comisión de Investigaciones para atender la promoción y el desarrollo de la investigación científica en forma sistemática en las universidades y sus dependencias.  Durante las décadas de los 60 y de los 70, Cuba formó  una significativa cantidad de nuevos profesionales; entre ellos un buen número devenidos investigadores.  Eso nos colocó en una situación muy particular como país subdesarrollado, por cuanto contábamos con un potencial científico de alto nivel de desarrollo.

Cabe señalar  que los logros alcanzados por los científicos cubanos, en su inmensa mayoría egresados de nuestras propias instituciones de educación superior,  han sido posibles ante todo, porque la  investigación es  una prioridad estatal, incluso en momentos de severas limitaciones económicas. En Cuba, por ejemplo, la biotecnología se concibe como parte integrante del sistema de salud  y,  por ello, las necesidades nacionales de este sector son las líneas principales de investigación  que se acometen. Otra característica que debo resaltar es que las instituciones especializadas del frente biotecnológico trabajan en colaboración con los principales centros y grupos de investigación de las universidades, en el entendimiento de que la integración es vital para poder aprovechar al máximo el potencial científico que se encuentra en las instituciones de educación superior en todo el país.

Con la intención de poder asegurar el  mejor relevo de  nuestros líderes científicos  y dar  continuidad a la investigación en el país, tenemos que garantizar  un número mayor  de graduados  universitarios en Matemática, Física, Química y Biología. Estas realidades nos han hecho repensar en  las ofertas de plazas en las universidades y en la necesidad de mejorar la orientación vocacional con los estudiantes de nivel medio,  con vistas a atraer y ampliar las matrículas en estas y otras carreras decisivas para el desarrollo del país.

Para dar continuidad al perfeccionamiento de la educación superior en nuestro país, actualmente hemos identificado dos prioridades que forman un todo orgánico.  Hablamos de dos esferas del trabajo universitario que están recibiendo atención prioritaria: el fortalecimiento de la labor educativa de la universidad y el  aseguramiento de la calidad de sus procesos sustantivos. Estas dos esferas tienen concebidas sus estrategias y sus acciones particulares, pero cada una  busca la forma de tributar a la otra  de manera armónica   para lograr la formación  del profesional a que aspiramos.

El fortalecimiento de la labor educativa tiene de ciencia su perfil pedagógico; tiene de arte  su creatividad  y tiene de espiritualidad, porque debe calar en lo más profundo de los sentimientos humanos. Las consideraciones éticas se han formado en lo fundamental  en la práctica social.  Por ello, cuando  los estudiantes universitarios  se comienzan a  adentrar en el conocimiento de las diversas ramas del saber y en  las potencialidades de la aplicación de la ciencia y la técnica al desarrollo humano y   dan sus primeros pasos pre-profesionales en el mundo del trabajo,  cobra mayor importancia el enfoque que tengan de la vida,  ya  que serán esos valores y patrones los que les servirán de brújula para dirigir su actuación y conducta  en su  futura vida profesional y personal.

Basamos nuestro trabajo educativo en el desarrollo de valores como: dignidad, justicia, honestidad, solidaridad, honradez, laboriosidad,  patriotismo, antimperialismo, humanismo, integridad, y ética. Que, en nuestra  visión, sintetizan lo más elevado del ser humano. La formación de estos valores es el eje alrededor del cual debe girar toda la vida universitaria, tanto en lo curricular como lo extracurricular, comenzando por el ejemplo personal de los profesores y el ambiente universitario que se cree.

Para poder ejercer una influencia ética y académica indeleble,  la universidad  tiene que estar inmersa en un ambiente de  búsqueda constante de pertinencia, aprovechando las potencialidades que facilita nuestro socialismo. Para ello tiene que contar, ante todo, con el compromiso y la actuación decidida y mancomunada  de sus profesores, estudiantes y trabajadores.

En Cuba vemos al profesor universitario  como el eje de la labor educativa. En nuestra experiencia ello se logra cuando junto a los contenidos propios de sus disciplinas, el profesor incorpora el desarrollo del pensamiento crítico, de la inquietud cognoscitiva,  del razonamiento integral. Parte importante de la labor educativa del profesor es, asimismo,  mostrar a sus estudiantes  el valor agregado del trabajo en equipo, del aprendizaje colaborativo, junto a la responsabilidad individual de cada uno de los miembros del grupo. Aspiramos a que los docentes sean para sus estudiantes  un modelo de rigor científico, de maestría pedagógica, de integridad moral y cívica, un excelente comunicador, un amante confeso de la justicia, y un defensor a toda costa de la idea de  que un mundo mejor es posible.

Como parte de la educación posgraduada que se le garantiza de manera gratuita a todos los profesionales cubanos, nuestros profesores  universitarios  cuentan con  diversas modalidades de cursos, diplomados y maestrías diseñados especialmente  para ayudarlos  a perfeccionar su desempeño pedagógico, con énfasis en la comunicación con los estudiantes, en la creación  y conducción de espacios de debate, en  el desarrollo y aplicación de estrategias de interacción grupal, entre otras temáticas y esferas que los preparen para ser mejores educadores.

Por su parte, el componente laboral-investigativo en nuestros procesos de formación desempeña también un papel importante en la labor educativa. Está concebido de manera que el estudiante tenga una experiencia de aprendizaje significativo, en la cual aprende haciendo y contribuye,  aunque sea modesta y discretamente, a la solución real de un problema de un sector productivo o de los servicios.  En los años superiores, la adecuada orientación a los alumnos con respecto a las temáticas de sus trabajos de curso y tesis de diploma, reviste también un valor educativo especial. El grado de implicación de manera consciente y creativa que un estudiante alcance en un tema de investigación y el impacto real que tengan sus resultados, tienen una influencia directa en el acrecentamiento de su vocación de agente de cambio, en su capacidad de hacer más para aportar  a la sociedad y en la acentuación de su compromiso ciudadano.

Es menester para las universidades cubanas incrementar la participación activa de sus profesores y estudiantes en los programas de ciencia, tecnología e innovación que son determinantes para la continuidad de nuestro proyecto social,  por su contribución a la elevación de la calidad de vida de nuestro pueblo, a la sustitución de importaciones y a la ampliación de los renglones exportables de productos derivados de la ciencia y la técnica. Entre estos programas, significo los de la agroindustria y el sector agropecuario; los de fuentes renovables y eficiencia energética; de la industria farmacéutica y biotecnológica, así como los de la industria electrónica e informática; de materiales de la construcción y vivienda,  y de  la gestión de riesgo de desastres. Constituye, asimismo, una prioridad la participación universitaria en los programas encaminados a preservar y enriquecer el patrimonio cultural y espiritual del pueblo cubano.

Si bien en los años superiores la vinculación estudio-trabajo-investigación está directamente relacionada con el perfil profesional, como parte integrante de la formación académica hemos concebido en todos los planes de estudio un período de tres a cuatro semanas de trabajo de impacto productivo y social,  para que los estudiantes del primer al tercer año, independientemente de las carreras que cursen,  se incorporen a tareas diversas en que puedan hacer contribución ciudadana.

Nuestro actual sistema de ingreso a la educación superior se sustenta en tres conceptos básicos, ya que es un sistema que busca garantizar, con mayor rigor,  la pertinencia,  el acceso y las posibilidades de éxito. Dicho sistema de ingreso apunta, asimismo, a perfeccionarse, con la aplicación de diversas medidas que nos permiten brindar mayores oportunidades y posibilidades para alcanzar el éxito académico.

En nuestra experiencia del aseguramiento de la permanencia y el egreso exitoso, hemos podido apreciar la relación directa que existe entre nivel de conocimientos y habilidades de partida y el decursar satisfactorio por los distintos cursos y años académicos. En este sentido  todo el sistema nacional de educación  está aplicando profundas transformaciones que propenden a una mayor calidad en la educación, se aplican exámenes de ingreso a la universidad como una vía de asegurar el adecuado nivel de partida y para servir de estímulo al estudio y el esfuerzo personal. Los que no puedan demostrar el nivel de conocimiento adecuado el propio sistema de educación les ofrece opciones de completamiento académico u otras variantes de cursos, lo cual evita frustraciones y favorece el éxito. Se cumple el principio de que  en Cuba todos tienen derecho a la educación superior, gratuita, de calidad, masiva, sin distinción de razas y creencias, pero  este derecho se ejerce plenamente y con  éxito cuando se tiene y se demuestra la preparación adecuada para ello.

En el perfeccionamiento del proceso de universalización prestamos gran atención a la pertinencia que conlleva propiciar la formación de los contingentes de profesionales que necesita el desarrollo de nuestro país,  conciliando los intereses sociales con las aspiraciones personales.

Es indiscutible que uno de los retos mayores  que tenemos en la educación superior cubana, común para  las instituciones  de educación superior aquí presentes,  es garantizar el aseguramiento de la calidad de los procesos sustantivos universitarios, en este nuevo entorno de diversidad de fuentes para el acceso y de  homologación e intercambio institucional.

Ha sido casi un axioma en educación durante años, que la calidad necesariamente se afecta con la masividad.  Es  obvio que garantizar la calidad para un grupo reducido es mucho más fácil, que cuando la población estudiantil es más numerosa y diversa.  Pero  para poder avanzar en la aspiración de un desarrollo  sustentable y honrar el derecho humano a la educación en todos sus niveles,  se necesita una población que mayoritariamente - y no solo una élite--  tenga una formación, ya sea  profesional o técnica, que cumpla con un estándar de calidad que certifique que pueden hacer bien su trabajo, ya sea manual o intelectual.

El perfeccionamiento de los sistemas de evaluación,  de acreditación y  certificación de programas e instituciones de educación superior  es una de las temáticas que será abordada en  este Congreso. Cuba presentará su experiencia y gustosamente se enriquecerá con la de  todos.  Anticipo solamente una idea en este sentido. No se trata de adoptar mecánicamente los estándares de otras latitudes, sino de sentar los  nuestros, sin desconocer lo internacionalmente establecido.

Nuestra  prioridad está dirigida a  avanzar en el perfeccionamiento de la educación de las nuevas generaciones de profesionales cubanos, en la certeza de que  la excelencia académica de la universidad cubana se mide a través de la comprobación  de su pertinencia social;  por la actuación  competente,  comprometida y responsable de sus profesores e investigadores en la formación y superación de los profesionales mediante la búsqueda de soluciones a los problemas del desarrollo socioeconómico del país, y en su  capacidad de ser líder en la promoción de las  transformaciones conducentes al perfeccionamiento de la sociedad socialista en Cuba.

Ratificamos que propugnamos un modelo de universidad científica, tecnológica, humanista e innovadora, comprometida con su pueblo y con su tiempo, solidaria e internacionalista. Que sea un centro para la preservación, promoción, creación y difusión de la cultura en su acepción más amplia. Que forme hombres y mujeres de pensamiento, preparados para construir y defender su futuro socialista, con una cultura general integral, capaces de disfrutar como dijera Martí de "toda la obra humana que les ha  precedido"  y apreciar, disfrutar y multiplicar la obra humana de su tiempo.

Una universidad a la que le es inherente la investigación científica y el posgrado, la difusión de los resultados, que lleva su saber al pueblo, del que es parte y aprende.

Les reitero  que no solamente los aciertos han contribuido a orientar nuestro trabajo, sino que hemos sabido también  ajustar el rumbo de nuestras acciones en la medida en que hemos identificado las  insuficiencias. Les reafirmo el interés de los participantes cubanos  en este Congreso de exponer y compartir sus experiencias, a la par de conocer y nutrirse de las múltiples y valiosas contribuciones que serán expuestas en esta cita académica, integrada por  participantes de prácticamente todo el mundo.

Estimados amigos y colegas:

Durante los dos años transcurridos desde el anterior encuentro, los universitarios cubanos, igual que todo nuestro pueblo continuamos   víctimas del cruel bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos y de su política de aislamiento, intentos de subversión y robo de cerebros.

Al  actual gobierno de los Estados Unidos no le ha importado en absoluto que  187 gobiernos, cifra record, hayan votado en contra de esa política en la pasada votación en Naciones Unidas o que en otros importantes eventos, como la Cumbre Iberoamericana, el Grupo de Río o la Cumbre del ALBA, hayan rechazado tal política.

Sin embargo, gracias a la Revolución, a nuestro abnegado pueblo y al trabajo de estudiantes y profesores universitarios podemos exhibir modestos logros de un sistema universitario que no se detiene, que aporta soluciones al país, que investiga, publica y comparte sus conocimientos y destrezas con millones de ciudadanos de decenas de países a través de sus médicos, maestros, entrenadores, técnicos y estudiantes becados en nuestro Isla.

En esta conferencia inicial no puedo dejar de recordar que 5 jóvenes cubanos, luchadores antiterroristas, están presos en las cárceles de Estados Unidos por el único delito de evitar la muerte y el dolor de sus compatriotas e incluso de personas de otros países. La universidad cubana, que aboga por obtener toda la justicia, no puede olvidar a esos 5 hermanos y no cejaremos en la lucha por su liberación hasta que hayan regresado a nuestra Patria.

A nombre del Gobierno y el Estado cubanos les deseo grandes  éxitos en esta reunión  de educadores y una grata estancia  en el país. A todos los exhorto a estrechar lazos de cooperación, colaboración y amistad,   en  el convencimiento de que la universidad puede y debe ser en todas las naciones el motor impulsor de la ciencia y la conciencia por un mundo mejor.

Muchas gracias

DMC 5/12/09

Se han publicado 4 comentarios



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  • Olimpio Rodriguez Santos dijo:

    TOTALMENTE DE ACUERDO Y PARAFRASEANDO A MARTI PARA IR DELANTE DE LOS DEMAS SE NECESITA VER MAS QUE ELLOS.

    QUIEN NO SEA CAPAZ DE PRESTAR ASISTENCIA DIRECTA A LA POBLACION NO DEBERIA ESTAR EN CARGOS DE DIRECCION.

    ES BOCHORNOSO VER QUE EN MUCHOS CENTROS DE TRABAJO MIENTRAS LOR OBREROS TRABAJAN LOS DIRIGENTES SE REUNEN PARA AL FINAL NO RESOLVER NADA.

    TODA ACCION QUE SE VAYA A ACOMETER DEBERIA LLEVAR EL SELLO DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA DE NUESTRAS UNIVERSIDADES.

    DEJEMOS YA DE UNA VEZ Y POR TODAS DE HACER COSAS POR RESOLUCIONES QUE CAMBIAN COMO CAMBIAN LOS DIRIGENTES.

    Dr. Olimpio Rodríguez Santos
    Especialista II Grado en Alergología
    Prof. Facultad de Comunicación Universidad “Ignacio Agramonte”
    Prof. I.S.C.M. “Carlos J. Finlay” Camagüey Cuba

    E-Mail: olimpiors@finlay.cmw.sld.cu

  • Juan R. López Besil dijo:

    El Congreso Universidad 2010, se convirtió en un puente dirigido a la amistad, la cooperación y la colaboración, la intervención del Ministro Diaz-Canel, fué reflexiba, abarcando todo el entorno maravilloso que posee sus raíces en la Universidad, el desarrollo indetenible de las Ciencias y la Técnica, reflejados con creces en los programas científicos impulsados por nuestra Revolución desde sus inicios.

    Al tratar el tema sobre el perfeccionamiento de los sistemas de evaluación, de acreditación y certificación de programas e instituciones en la educación superior, fué muy claro y comunicativo, significando que sería una de las temáticas que se abordarían en el congreso. Claro que, ya Cuba poseía una experiencia que mostrar al mundo, con resultados positivos y les abriamos las puertas a la colaboración y la integralidad de conocimientos.

  • Eddy Nápoles dijo:

    Concuerdo plenamente con lo planteado por el ministro de Educación Superior en cuanto a las amplias posibilidades que ha brindado y brinda la universidad cubana no solo para los cubanos, sino para todos los pueblos hermanos, lo que es una muestra más de lo grande que es la Revolución Cubana, ahora donde discrepo es en la gran masificación que han tenido los estudios universitarios en la actualidad, lo cual ha llevado a una perdida de calidad tanto en la formación de los futuros profesionales, como en los profesores que imparten los contenidos:
    1-No existe una estrategía de formación profesional por ramas de acuerdo a las necesidades reales del país, se abren carreras con matrículas desmedidas y luego esos graduados que son ubicados en otros perfiles al final pasan a engrosar las filas del ejercito de sudempleos.
    2-La universalización o munipalización de la enseñanza ha traído consigo que muchos de esos "profesores" que hoy asumen tareas de enseñanza, no han tenido una correcta preparación pedagógica y docente, ya que en la gran mayoría están vínculados a la producción, la industria, y si tienen la experiencia práctica, pero carecen de las habilidades, métodos y formas para hacer llegar los conocimientos a los estudiantes.
    3-Como se ha visto, se ha elevado el nivel educacional del pueblo cubano, pero cabe preguntarse, ¿Todos tendremos capacidad para ser un graduado universitario? y esto es para la reflexión: si Cuba es un país que depende de la agricultura, por qué existe tanto desvalance entre el campo y la ciudad, ah es que hoy nadie quiere ir a trabajar al campo.
    ¿Entonces quienes serán los obreros agricolas que laboren la tierra para la producción de bienes de consumo?
    ¿Serán los universitarios?
    ¿Veremos una brigada de licenciados en Derecho, de Ingenieros infomáticos o licenciados en Económia labrando la tierra?
    ¿Qué quiere usted para sus hijos?
    Una carrera universitaria o que sea un simple obrero agrícola.
    Es que el futuro nos depara que cuando nos sentemos a la mesa, haya en el plato un bistec informático, tres decretos leyes y un presupuesto económico, verdad, delicioso manjar para el paladar del criollo.

  • José dijo:

    La Universidad cubana actual debe ir orientando su futuro hacia el perfeccionamiento de la continuidad de estudios de postgrados, son ya cientos de miles de profesionales de los cuales muchos llevan mas de 5 años de graduados y no han podido cursar este tipo de estudios, se debe incrementar de manera intencionada el papel de las Sedes Universitarias Municipales en la formación de Máster y Doctores, que respondan a los problemas que enfrentan sus territorios. Es necesario incentivar a los profesionales a la investigación y el desarrollo, este es un tema que está rezagado en relación con la intención del país de tener más y más graduados universitarios. Licenciado en Economía José Sánchez Prieto.
    Máster en Educación.
    Profesor Asistente.

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