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Poner fin al "embargo" contra Cuba

Por Lila Nordstrom

Cuba es un país que inspira a norteamericanos como a mí visitarlo, ir allá es un acto importante de desobediencia civil

Publicado en el diario londinense The Guardian el  25 de agosto de 2009

La canadiense de 18 años de edad que estaba sentada próxima a mí en el vuelo Toronto-Cuba había emprendido, igual que yo, un viaje de más de 10 horas para llegar al aeropuerto. Ella vive en un pequeño pueblo que envía a los niños a las escuelas en helicópteros. Yo había tomado un autobús desde la ciudad de Nueva York, que solo parece un desierto si usted está intentando ir a Cuba. Aunque vestíamos similar con ropa de verano, ella iba a Cuba por una semana para tomar el sol y hacer surf, mientras yo, por otra parte, emprendía un acto de desobediencia civil, violando las leyes norteamericanas, simplemente por estar en ese vuelo.

Excepto una breve flexibilización durante la administración Carter, EE.UU. prohibió a sus ciudadanos viajar a la Isla desde 1961. Las restricciones son aplicadas por el Departamento norteamericano del Tesoro, por esa razón los estadounidenses sólo pueden viajar a Cuba a través de terceros países. Sin embargo, estas restricciones consideran ilegal para los turistas "participar en cualquier transacción relacionada con los viajes". Entonces, es esencialmente ilegal comprobar boletos para Cuba o invertir cualquier dinero allá. Al hacer eso, uno de arriesga a recibir una considerable multa del gobierno norteamericano y a ser acosado por los agentes de inmigración al regreso a EE.UU.

Yo estaba en este vuelo a Holguín como parte de la Brigada Venceremos, grupo estadounidense de solidaridad con Cuba que regresó a EE.UU el 3 de agosto. Los países comunistas tienen la tradición de invitar a las brigadas internacionales a visitar, hacer una especie de trabajo voluntario de apoyo a la revolución y conocer sobre los éxitos de la misma.

La Brigada Venceremos es algo único entre las brigadas de solidaridad con Cuba; sin embargo, al viajar a la Isla, sus participantes no solo muestran su apoyo a los ideales de la Revolución cubana, sino también protestan por la prohibición de viajes y el bloqueo económico que EE.UU. continúa aplicando contra esta pequeña nación.

Como resultado, la parte posiblemente más importante, excitante y aterradora de este viaje es el regreso a la frontera norteamericana, algo de lo que la amiga canadiense no tenía que preocuparse. En realidad, a ella tampoco se le había ocurrido que los estadounidenses pudieran preocuparse por eso, hasta que le comenté que era el principal objetivo de más de 90 pasajeros del vuelo.

Cuba es un país que inspira a los estadounidenses visitarlo. A pesar de los problemas, los cubanos disfrutan de muchas de las cosas que los norteamericanos carecen: un sistema de salud verdaderamente universal, una educación gratuita y un espíritu de internacionalismo que centra su atención en ayudar a los pueblos, no atacarlos. Cuba también enfrenta el número creciente de huracanes que azotan la Isla, centrándose en salvar vidas humanas por encima de los beneficios. Los ciudadanos de Nueva Orleans, Galveston e incluso la zona baja de Manhattan lo que pueden atestiguar ante esa realidad es que en los principales desastres en EE.UU., el bienestar de las personas no es siempre la prioridad fundamental.

Esto no quiere decir que Cuba sea perfecta. Como en cualquier otro lugar, existen problemas, sin embargo, prohibir el intercambio conlleva que no se conozca bien la historia de ambas partes y que para los estadounidenses aprender sobre Cuba siga siendo un tabú.

Este año más de 140 personas fueron a la Isla con la Brigada Venceremos y recorrieron la frontera de EE.UU. con Canadá hacia Búfalo y Nueva York. Otros 130 viajeros caminaron ese mismo día por la frontera de Texas con los Pastores por la Paz. Todos los participantes en este acto de desobediencia estaban plenamente conscientes de que recibirían cartas o multas en el futuro provenientes del Departamento del Tesoro, pero quizás, debido a la cantidad que éramos (la oficina de la Aduana e inmigración de Búfalo tenía que dedicar 5 ventanillas exclusivamente para nuestro grupo), tuvimos pocos obstáculos para cruzar la frontera.

Se nos entregó un cuestionario de 4 páginas sobre nuestro viaje, pero los 140 nos negamos a llenar cualquier información que no nos habían brindado en el folleto regular de la aduana. Mientras el último miembro de nuestro grupo cruzaba, para acelerar la situación, los agentes de la aduana entregaban unos folletos que decían: "Aquí está el cuestionario para que ustedes tachen".

Aunque participar en este paso de la frontera parecía fortificante, cuando pienso en mi amiga canadiense del vuelo a Holguín, toda la farsa parece innecesaria. Para los canadienses de toda clase política, Cuba es solo otra Isla del Caribe. Sus ciudadanos disfrutan de la playa y el sol, y aquellos que se preocupan por aprender sobre el sistema cubano pueden hacerlo sin restricciones.

¿Y entonces que sucede si los estadounidenses van a Cuba? ¿Qué pasa si algunos estadounidenses se quedan impresionados por lo que Cuba ha hecho? La Guerra Fría ya terminó. El futuro de Cuba no es el que EE.UU. quizo, y los estadounidenses necesitan vivir con eso.

Es el momento de que EE.UU. restablezca relaciones con Cuba, ponga fin a la prohibición de viajes entre dos países, y lo más importante, ponga fin al cruel bloqueo económico.